Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 9

Capitulo 6: Talento

Episodio 19: Limpieza De Aguas Termales

Parte 1

Temprano a la mañana siguiente, estaba encima de un pequeño bote que cruzaba el lago con el guía que Lord Fatoma había enviado y los miembros del Muelle de Sikum, que se habían ofrecido como voluntarios para ayudarme.

“No sabía que pudieras navegar en un bote, Kai”.

“En nuestro pueblo, todos pueden. ¿Verdad, chicos?”

“Tiene que ser nuestro medio de transporte más importante”.

“Podrías ir a una gran ciudad en busca de suministros o llevar a alguien enfermo a la siguiente aldea, pero ir en barco es la forma más rápida. Los niños aprenden a navegar en un barco de sus padres, sean pescadores o no”.

“Ya veo.” Diferentes paisajes requieren diferentes modos de transporte, supongo.

“Mira eso, Ryoma,” dijo Thane.

Seguí su mirada. “Esas son… ratas de la isla, ¿no es así?”

Kei me había hablado de ellos durante la gira en mi primer día aquí. Eran monstruos que habitaban en el lago y se parecían a una nutria o un castor. Pude ver un grupo de unos siete u ocho de ellos empujando su nido en forma de balsa.

“Una vez que los ve moviendo sus nidos, no pasará mucho tiempo hasta que no haya más salamandras locas. Y ese es el final de la temporada de pesca”.

“¿En serio?”

“Aparentemente, pueden sentir las olas de salamandras nadando río arriba. Al final de la temporada, mueven sus nidos del lago a la desembocadura de un río que fluye y pasan el invierno allí”.

“Si los mueven antes, las salamandras podrían destruir sus nidos”.

Las interjecciones de Peyron y Shin fueron útiles. Las ratas de la isla observaron a los monstruos en el agua para medir el flujo de las estaciones.

La señal del cambio de estación significaba que la caza loca de salamandras pronto llegaría a su fin, y con eso, mis días en este pueblo.

Decidí disfrutar de cada día que me quedaba en este pequeño pueblo de pescadores y no dejar ninguna aventura descuidada.

***

El bote siguió cruzando el lago durante otros treinta minutos mientras charlábamos y llegamos al puerto de una gran ciudad.

Si bien la configuración en la costa se parecía a la del pueblo de Sikum, este pueblo tenía muchos más muelles y una estación de procesamiento mucho más grande. Incluso en las primeras horas de la madrugada, había un flujo constante de barcos entrando y saliendo; muchos de ellos probablemente eran compradores de otras aldeas. La gran población de la costa estaba creando un ajetreo considerable, y podía ver grandes edificios a lo largo de las calles más allá de la playa.

“¡Oye!” Un hombre nos llamó repetidamente desde un muelle, agitando una pequeña bandera en una mano, aparentemente dirigiendo el tráfico.

Kai dirigió el barco según las instrucciones y lo amarramos a uno de los muelles vacíos.

“Está bien, estamos bien para desembarcar ahora”.

“Gracias.”

“Brr, me estoy congelando”.

“Hace bastante frío en el lago a esta hora”.

“Tomemos un poco de sopa caliente”, sugirió Peyron. Después de ese viaje por el aire frío, casi invernal, nadie se opuso a esa idea.

Parecía que muchas otras personas tenían la misma idea, ya que la calle principal de la playa estaba bordeada a ambos lados por puestos de comida que vendían sopa caliente y estofado. De un vistazo, conté sesenta puestos. Me habría costado mucho decidir dónde comer, pero la tripulación del Muelle de Sikum siguió caminando.

“¿Tienes un lugar en mente?” Yo pregunté.

“¿Eh? Correcto. No te lo hemos dicho, Ryoma, pero nuestro hermano tiene un puesto de comida aquí. Casi siempre comemos allí cuando venimos”.

“Ya veo.”

Pronto llegamos al puesto de comida, donde el equipo rápidamente saludó y ordenó antes de ponerse al día con los demás, presentándome a las personas que estaban allí en el proceso. Si bien hubo alguna diferencia en los ingredientes y los condimentos, el plato me recordó a la cocina de su madre.

Con el estómago lleno de calor, nos dirigimos directamente hacia la mansión de Lord Fatoma.

En unos veinte minutos llegamos a través del carruaje comunal. La mansión del señor estaba al final de la calle principal, un tiro directo de la playa. Era una mansión ordinaria, por contradictoria que pareciera, a diferencia de la mansión del duque que parecía un castillo. Era funcional, pero bastante sencillo. A pesar de su gran tamaño, no parecía tan impresionante, pero me recordaba a un complejo de apartamentos, dado que estaba construido con ladrillos. Una cerca rodeaba el edificio, y un animal de piel de cerdo montaba guardia en la puerta.

Le dijimos al guardia nuestro negocio, y respondió muy rápidamente. “Te hemos estado esperando. Llamaré a tu guía de inmediato”.

Pronto salió la guía. “Gracias por tu paciencia, Ryoma Takebayashi. Y todos ustedes deben ser el Muelle de Sikum. Mi nombre es Pigu; Seré su guía hoy”.

“Encantado de conocerte”, contestamos.

Pigu parecía tener unos cincuenta, sesenta o quizás más, pero no podía decirlo con certeza. Era otro cerdo de piel de bestia en el lado corpulento, sus mejillas flácidas contribuían a una mirada amable y de abuelo. Nos había preparado uno de los carruajes del conde para el día, así que subimos directamente.

Llegamos a la montaña con las aguas termales en una hora, pero luego…

“¡Whoa!”

“¡Thane!”

“¡Estoy bien! ¡Acabo de resbalar!”

“Cuidado ahora.”

“Con lo empinado que es este camino, rodarás todo el camino hacia abajo”.

“Lo siento mucho…” jadeó Pigu. “Había… caminos… más accesibles en el pasado…”

“Shin. Todo el mundo. ¿Podemos tomarnos un descanso?” “Sí, creo que será mejor”.

Había escaleras en la primera parte del camino que conducía a la montaña hasta las aguas termales, pero eso rápidamente se convirtió en un sendero empinado por el que habíamos estado luchando durante las últimas tres horas.

Sin embargo, finalmente llegamos a las aguas termales.

“¿Es esta la fuente termal?” Yo pregunté.

“Un poco diferente de lo que imaginé”, dijo Kei.

Podía oler el azufre, oír el agua y ver el vapor delante, pero el único edificio que podía ver era una choza sucia.

“Sí, es… Pheoink… Al último señor que lo construyó no le gustaban las decoraciones. Dijo que solo necesitaba una casita pequeña…”

“¿Puedo echar un vistazo al interior? Podrías sentarte mientras inspeccionamos el lugar, Pigu”.

“Absolutamente. Aquí está la clave. No hay mucho espacio allí, y estaré aquí si necesitas algo”.

El camino aparentemente era demasiado accidentado para alguien de su edad. Se sentó en un arbusto, o mejor dicho, en un banco viejo cubierto de enredaderas.

Abrimos la puerta de la cabaña con la llave. Realmente era un espacio reducido, apenas cabía a todos nosotros: cinco adultos y un niño. Teniendo en cuenta la circunferencia de Lord Fatoma, esta cabaña apenas habría sido lo suficientemente grande para él, y mucho menos para cualquier compañía. Las únicas cosas en la pequeña cabaña eran unas pocas sillas, algunas cestas de ropa y un mapa dibujado a mano en la pared, pero estaban cubiertos de polvo y telarañas.

“Limpiar aquí no debería ser un problema, así que debe haber algo más…”

Directamente frente a la entrada, abrimos otra puerta y encontramos un conjunto estrecho de escaleras que descendían tres escalones hacia una zona de baño abierta al aire libre.

“Oof…”

“Esto es algo…” Shin murmuró.

“Ha visto días mejores, eso es seguro”, intervino Peyron.

El baño simplemente sacaba agua de las aguas termales a una tina grande. De un vistazo rápido, pude ver que el agua caliente fluía sobre la tina, a través del piso y a través del canal de drenaje para verter el agua afuera. Sin embargo, el drenaje parecía estar obstruido por las hojas y las ramas que habían entrado. El drenaje se había detenido y algo más que azufre estaba apestando el área. Y eso no fue todo.

“Me pregunto si hay hierro en el carbonato de calcio”. La bañera, e incluso una gran parte del suelo a su alrededor, estaba cubierta por una gruesa capa de acumulación. Trozos de color marrón rojizo salpicaban los espejos de la pared junto a huellas de manos del mismo color. Estos minerales solidificados no serían fáciles de limpiar.

“Comencemos con lo que podemos hacer. Dimension Home”. Llamé a los limos carroñeros y les pedí que bebieran los charcos de agua, con hojas y todo. “Sean cuidadosos con ese desagüe obstruido, por favor.”

Sintiendo la conformidad de los carroñeros, salí.

Pigu me llamó nerviosamente. “¿Paso algo?”

“Estoy drenando el agua del baño, así que mientras tanto me estoy preparando para nuestro próximo curso de acción”.

“Ya veo… ¿Crees que se puede limpiar?”

“Bueno… ¿asumo que la acumulación es lo que te está dando problemas?”

“Ciertamente así es. Intenté limpiarlo yo mismo, pero nunca pude quitárselo”.

No es de extrañar. Los minerales en el agua se habían depositado por el cambio de temperatura o presión. En Japón, se decía que este tipo de sedimento primaveral daba a los lugares de aguas termales una especie de carácter. Por otro lado, también plantearon un problema para quienes mantenían el resorte, ya que causaba acumulación en la bañera, el piso o el desagüe, como presencié aquí.

Pigu había gesticulado un movimiento de fregado, completo con una expresión amarga y derrotada, pero dudaba que fregar por sí solo tuviera una oportunidad.

“Esta es una idea un poco espontánea, pero voy a crear un fluido que pueda deshacerse de él”.

“¡¿Puedes hacer tal cosa?!”

“Ojalá funcione”. Con magia de la tierra, hice una olla que sostendría el limpiador. Luego convoqué a algunos limos pegajosos y limos ácidos y les pedí que arrojaran una solución pegajosa y ácido. “Esa acumulación se llama carburo de calcio. Es un material similar a las conchas marinas y es susceptible al ácido, así que creo que esto debería funcionar”.

“¡¿En serio?!”

“En teoría, de todos modos”.

Esperaba que el ácido derretiría la acumulación como lo haría un limpiador ácido, pero no quería que el ácido fuera demasiado poderoso y terminara dañando el piso o las paredes, así que diluí el ácido con la solución pegajosa con la esperanza de aumentar su efecto de viscosidad también.

Experimenté con la mezcla por un tiempo hasta que se veía bien.

“Bien, es hora de probar esto,” dije, y regresé al baño.

Como los carroñeros ya habían drenado la tina, decidí probar el limpiador en una esquina de la tina. Hice que los limos ácidos formaran un pequeño círculo y vertí cuidadosamente el limpiador en el centro.

“¡Wow!” Los vítores estallaron detrás de mí mientras el Muelle de Sikum observaba cómo el limpiador burbujeaba rápidamente a partir del ácido, reaccionando con el carburo de calcio. Si bien el ácido se activó bien, todavía parecía demasiado concentrado para limpiarlo y era más viscoso que el ácido puro, pero no mucho. Decidí que la mezcla necesitaba un poco más de trabajo.

Después de varias rondas de experimentación, creé tres variaciones diferentes del limpiador: una más ácida y menos viscosa para capas gruesas de acumulación, una menos ácida y más viscosa para capas más delgadas de acumulación y para las paredes, donde el limpiador gotearía más fácilmente, y una tercera variación con un equilibrio uniforme de ácido y viscosidad.