Jimi na Kensei (NL)

Volumen 2

Episodio Especial: Cenicero

“Dime, ¿qué crees que son los desastres?”

Disaea, el lugar turístico donde se reúnen todos los males y deseos del Reino Arcano. Incontables casas de apuestas se extienden por sus vastas tierras. Este es uno de ellos. Dentro hay uno de los llamados “as”.

“Por ejemplo, una sequía por falta de lluvia. Eso es un desastre, ¿sí? Pero eso no es realmente raro. Es una pena para las personas, los animales y las plantas atrapados en la sequía… Pero, sea o no un desastre, tengo que estar en desacuerdo”.

Shun Ukiyo, el hombre llamado “el Pensador”.

“¿Sabes qué es un meteorito? Es realmente el mejor ejemplo, pero si voy a morir por eso, bueno… puedo rendirme, o al menos aceptarlo… En todo caso, lo consideraría un golpe de suerte”.

Ya había completado su trabajo. La sala de juego que se había tragado innumerables deseos ahora estaba llena de cadáveres, todos ellos con expresiones de horror en sus rostros. Ninguno de ellos tuvo una muerte fácil.

“Si pudiera morir por algo así, y todos los demás murieran al mismo tiempo, bueno, creo que podría manejar eso. Supongo que es extraño pensar en eso… pero no creo que sea inusual. Quiero decir, la alternativa, es desagradable, ¿sí?”

La única sobreviviente, con la que Shun está hablando, no es una joven doncella que no haya sido contaminada por los pecados de la sala de juego. No, ella es la esposa del antiguo dueño de la guarida, el hombre que lamió los frutos de la iniquidad.

Un poco más allá de su mejor momento como mujer, su marido la había mimado por completo. Está claro por su ropa y maquillaje que ella había vivido una vida de lujo. Sus hijos habían crecido y ella debería haberse preparado para recibir a sus primeros nietos. Por supuesto, esos niños y sus cónyuges están ahora entre los cadáveres que ensucian el piso.

“No querrías hacerlo, ¿verdad? ¿Morir en agonía?” “Ahh…”

“Ciertamente no lo haría. Y parece que eres igual”.

No hay nada particularmente antinatural en cada uno de los cadáveres, individualmente. Aunque, el hecho de que hay tantos de ellos es bastante extraño.

“Morir en un instante, junto con todos los demás, sin previo aviso. ¿No es esa una muerte ideal, en cierto sentido? Tener un conocimiento avanzado de eso, bueno, eso no suena atractivo. Nadie puede escapar de la muerte, por supuesto, pero si hay un día predeterminado para que mueras, entonces saberlo de antemano debe ser extraordinariamente aterrador”.

Él mira a uno de los cadáveres. Retorcida de terror, su cabeza estaba cubierta de sangre. Había signos de que había sido golpeado innumerables veces en la cabeza con un objeto contundente, y estaba claro que esa era la causa de la muerte.

“Creo que tampoco es correcto llamar a ese tipo de desastre. Aunque, en realidad, esa es solo mi opinión”.

¿Qué causó esas heridas? Parecen haber sido infligidos por un objeto duro y pesado. Eso es obvio, incluso para un aficionado. El arma también es obvia. Un cenicero de cristal, cubierto de sangre, tumbado en el suelo cerca del cuerpo.

“Sé que es correcto según la definición del diccionario, pero, bueno, ¿cómo lo pongo…? Hay una… cuestión de sensaciones”.

Lo mataron al ser golpeado repetidamente en la cabeza con un pesado cenicero de vidrio. Eso no es raro en sí mismo…

“Supongo que debería ir al grano. Para mí, ‘desastre’ connota algo como el castigo divino. Un castigo por todos los pecados y males que has acumulado a lo largo de los años. Estoy seguro de que entiendes, ¿sí?”

Si no fuera por el hecho de que, para cada uno de los cien cuerpos, hay un número igual de ceniceros de vidrio que fueron utilizados para golpearlos.

“Exactamente lo que su familia acaba de experimentar”.

Todos los que trabajan para los operadores de esta sala de juego… Todos ellos habían hecho cosas que merecían la muerte. Ella, que por casualidad sobrevivió, no es una excepción.

“No se trata solo de uno o dos errores. Los crímenes se repiten tantas veces que atraes la atención de los que te rodean y, como resultado, terminas eliminado. Creo que ‘desastre’ es una palabra adecuada para eso. Por supuesto, supongo que eso está tomando la perspectiva del criminal”.

Ella no podía estar en desacuerdo con él. No estaba fuera del alcance de la posibilidad de que toda la organización fuera destruida de esta manera, por eso habían tomado ciertas precauciones. Pero, en última instancia, todo eso se había derrumbado.

Todo el poder, toda la riqueza, todo adquirido a través del pecado… todo eso se había desvanecido cuando la Casa Disaea envió a su agente, aquel cuya presencia garantiza la victoria.

“Es absurdo pensar que podrías ser la única excepción, la que vivirá su vida a salvo. Incluso aquellos que piensan que continuarán ganando por el resto de sus vidas albergan ese miedo, en el fondo de sus corazones”.

Es difícil saber qué tan afortunada es en realidad cuando Shun le habla. Su expresión hacia ella, la sobreviviente, es tranquila, pero clara, animada por el desprecio y la ira.

“… Explícame, ¿qué es tan divertido? Las leyes de este reino son bastante laxas… Entonces, ¿qué es tan valioso que tienes que ganar dinero infringiendo la ley? ¿Es una vida de libertinaje tan divertida?”

Habiendo acumulado su frustración, ahora la desahoga en el sobreviviente.

“Francamente, me disgusta que personas como esa vivan la vida creyendo que son grandes personajes. Incluso tengo una sensación de vergüenza. Causar problemas a las personas respetuosas, alimentarse de ellas y pensar que son inteligentes por eso… No puedo creer que tu especie pueda vivir”.

Lentamente la acorrala, como si la estrangulara lentamente con una cuerda de seda. Empujándola, cuya familia, cuyos subordinados, han sido asesinados, se desesperan aún más.

“Mi trabajo es matar a los tuyos… Pero no hay necesidad real de hacerlos sufrir. No es que lo disfrute, pero… creo que solo muestra el debido respeto por tomarme mi tiempo para matarlos”.

Él agarra su rostro con ambas manos.

“No es un respeto lo que te alegra ver, ¿verdad? Lo admito, no es que me falte interés. Para ver cómo mueren con las herramientas que preparé… Hay una cierta lógica, como resolver un acertijo matemático”.

Sin un arma contra él, continúa burlándose de la mujer que lo ha perdido todo, incluida la familia.

“Bueno, incluso si no lo hubiera hecho, alguien más los habría matado a todos eventualmente, tal vez incluso los hubiera hecho sufrir más. Pero yo fui quien mató a su esposo, su hijo, su hija”.

Sus ojos solo ven al otro.

“¿Por qué no intentas matarme?”

Una ira, una ira vacía, autodestructiva, irrazonable e injusta arde dentro de él. La llama que lo quema también comienza a comerle.

“Incluso los peores villanos aman a su familia, ¿sí? Entonces, ¿por qué no tratar de vengarlos? ¿Por qué no te estás volviendo loco de ira?”

Soltando su rostro, la obliga a recoger un cenicero que está cerca.

“Deberías estar enojado, deberías estar tratando de matarme. No hay necesidad de engaño. Si me golpeas con ese garrote, deberías poder matarme”, enfurece, exigiendo saber por qué ella no busca venganza.

“Por supuesto, tu vida no mejorará si me matas. Una de las personas de Disaea o uno de tus competidores te capturará. Pero incluso entonces, ¿no deberías matarme?”

Parece que no puede perdonar que una mujer que ha vivido una vida glamorosa cometiendo actos malvados ahora está encogida delante de él, temerosa de la muerte, como si fuera una simple damisela.

“Sabes que nada bueno puede pasar por ti nunca más, pero ni siquiera expresarás tu ira. ¿Que eres? ¿Una mujer que solo puede encogerse delante del hombre que te quitó todo?”

Había soltado el cenicero, había perdido la oportunidad de vengarse.

“A-”

“¿A?”

“A-Ayúdame… no quiero morir…”

“¿No tienes vergüenza? ¿Sin autoestima? ¿No hay principios? ¿Es todo lo que tienes miedo a la muerte? Incluso una rata acorralada muestra más espíritu. Para rogar por tu vida de alguien que mató a toda tu familia… ¿Qué te pasa?”

Ella no tiene respuesta a la pregunta de Shun. Todo lo que tiene es el deseo desesperado de evitar la muerte.

“¿Por qué te aferras tanto a la vida? A pesar de haberte consentido en una vida constante de lujo, ¿cómo explicas que no has hecho nada más que robar a otras personas? ¿A pesar de que le tienes tanto miedo a la muerte, estás tan desesperada por vivir?”

Se pueden escuchar numerosas pisadas, ya que, habiendo confirmado que el trabajo estaba hecho, las tropas de la Casa Disaea ingresan al foso.

“… ¡A-Ayúdame!”

“…Cenicero.”

Ukyo fuerza el cenicero ensangrentado que había dejado volver a sus manos.

“Tu nombre, de ahora en adelante, es Cenicero. Hasta que me mates y vengues a tu familia, eres Cenicero. Todo lo que estoy haciendo es llevar un cenicero de regreso a mi casa”.

De pie, irritado, comienza a caminar.

“Si permaneces aquí, se deshacerán de ti. Si valoras tu vida, date prisa y sígueme, Cenicero.”

“… ¡Sí señor!”

El maestro completo de uno de los Ocho Tesoros Sagrados, la Armadura del Desastre, Pandora. El as de la Casa Disaea, Shun Ukiyo, “el Pensador”.

Dondequiera que lo envíen a trabajar, solo quedan los cadáveres cuando termina.