Campione (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Augurio De Una Tormenta

Parte 3

Incluso Godou, que generalmente aceptaba la buena voluntad de la gente, estaba bastante desconcertado e incomodado por su fervor.

“Ves, cada vez que mis ojos se encuentran con los de Godou, generalmente puedo adivinar lo que está pensando. Debido a que nuestros lazos son así de fuertes…”

“¡¡¡Maldición!!! ¡D-dejar de intentar hacer un lio de mi corazón, Erica!!” Liliana se opuso fuertemente. Tenía razón, obviamente.

Aunque hubo momentos en que Erica y Godou podrían confirmar los objetivos del otro por contacto visual, también hubo muchas veces en que no podían. Después de todo, los ambientes en que fueron criados eran demasiado diferentes.

La diferencia en sus percepciones que se derivaba de la brecha cultural no podría ser superada tan fácilmente.

Pero, Erica no tenía ganas de decir eso directamente.

En momentos como este, lo mejor era hacer cumplir su voluntad con rapidez. Ella tenía el valor y el poder de persuasión para hacer que las mentiras parecieran verdad, así que sonrió con elegancia y lástima por Liliana.

“Siéntete libre de pensar eso. Mientras te aferras a esa ciega creencia, Godou y yo profundizaremos nuestra relación aún más.”

“Tsk, hablas tan frívolamente…”

“Entonces, ¿podrías por favor no hacer la cena de Godou por hoy?”

Erica continuó con indiferencia justo cuando Liliana había comenzado a probar un repollo en la zona de vegetales. Hasta ahora había sido por diversión, pero su siguiente consejo era basado en sus cálculos.

“Él no vive solo, así que aparte de las salidas en grupo, no hay necesidad de cocinar para él.”

“No, pero, ese es mi importante trabajo como caballero y—”

“Cocinar para él en su casa es el trabajo de un ama de casa o una sirvienta. No eres ninguna de ellas, ¿verdad? Entiendo que estás emocionada por estar al lado de Godou, pero ya debes tranquilizarte. Si continúas imponiendo tu bondad sobre ellos tan forzadamente, incluso su abuelo se molestará. ¿Entendido?” Erica claramente llamó molesta a su vieja amiga.

Al parecer, Godou también le había comentado a Liliana que no tenía por qué ir tan lejos, pero algo como eso no haría entrar en razón a la sobre-entusiasmada Liliana. Ella estaba enamorada de la idea de estar enamorada, era una doncella con predisposición a ser desilusionada.

“Si lo que quieres es poner tus habilidades para la cocina en práctica, ¿qué te parece hacer algo en tu casa y compartirlo más tarde?”

“¡Ahh!”

Los ojos de Liliana brillaron abiertos ante la sugerencia de Erica.

Obviamente ella nunca había pensado en eso. Que persona tan problemática.

Sin embargo, ella tenía habilidades excepcionales a su disposición. Si esta chica deseaba servir a Godou, Erica quería que lo hiciera sin causar ninguna perturbación innecesaria. Ella debía sostener sus riendas con fuerza.

“Lo que me recuerda; cinco o seis años atrás se dio aquella vez en que celebraste una fiesta en tu casa y diste todo de ti en la comida…”

“¡¡Arg!! ¡E-Erica, eso fue en el pasado!”

“Oh, Lily, aunque sólo habían cinco personas, diligentemente hiciste comida que parecía suficiente para alimentar a treinta… tú siempre has sido así. Inviertes inútilmente tiempo y esfuerzo cuando no es necesario, ¿no es cierto? Siempre que pasaba, yo cuidaba de ti perfectamente, ¿te acuerdas?”

Dicho sea de paso, Erica también la había respaldado en dicha fiesta.

Ella había llamado a veinte personas apresuradamente y organizó un punto de encuentro más grande. Ese era un lindo recuerdo. Uno que Liliana probablemente aún conservaba pero que de seguro quería olvidar.

“¡Tch! Bueno, sí. Está ahí, en los rincones de mi memoria…”

“Ya veo, muy bien. Llevémonos bien de ahora en adelante, mientras atesoras los fuertes lazos entre nosotras dos, ¿de acuerdo, Lily?” Erica dijo brillantemente a la ‘Lily’ que aceptaba amargamente.

Eran iguales con la espada y la magia, pero en su vida privada, Erica generalmente tomaba la iniciativa.

Para hacer más fácil el manejar a Liliana, ella usaría esta oportunidad de sacar a luz esos recuerdos.

Erica decidió eso mientras disfrutaba de la agonía de su digna rival.

Las dos chicas se fueron del supermercado sin comprar nada y se dirigieron a la casa de Kusanagi.

Pero antes de que hubieran caminado por siquiera tres minutos, Liliana le preguntó en un susurro.

“Erica, ¿conoces a esa chica que ha estado mirándonos fijamente durante un rato?”

“Me pregunto; no recuerdo su rostro.” Ellas realmente destacaban.

Ya que hermosas chicas, una rubia, otra de cabellos plateados, ambas extranjeras, estaban caminando una al lado de la otra, era un hecho que iban a llamar la atención.

Pero la mirada de la chica, que había estado enfocada en ellas desde que entraron al supermercado y ahora estaba a diez metros detrás de ellas, tenía una característica obvia.

Era una mirada que evaluaba a un oponente. Una mirada que difiere de la de un humano normal, con unos ojos que estaban acostumbrados a pelear.

Era evidente que no era una persona común y corriente.

Y sus ojos revelaban el hecho de que ella no quería esconderlo.

“Acabo de llegar a Japón. Así que pensé que sería una conocida tuya.”

“Por descarte tiene sentido. Pero, desafortunadamente, ella tampoco debe tener ninguna conexión conmigo. Bueno, no puedo negar la posibilidad de que ella sepa de mí, sin embargo.”

La otra chica se presentó sin ocultarse, por lo que responderle no debería ser malo.

Erica se detuvo y se dio la vuelta. Liliana hizo lo mismo.

Era de noche. Entre la multitud en el distrito comercial.

Moviéndose a través del flujo de personas, la chica del uniforme de preparatoria se acercó.

Su largo y sedoso cabello era negro y hermoso, y su rostro no perdía ante el de ellas. Su constitución era delgada, pero ella parecía del tipo que lucía más delgada con la ropa.

Pero el objeto en ella que llamaba más la atención era la bolsa de tela larga y delgada sobre su hombro.

Algo cilíndrico de más de un metro parecía estar envuelto dentro. Podría ser una especie de espada. Erica recordó la espada esvástica que la había atacado la noche anterior.

La chica de cabello negro les sonrió al pasar.

No tenía nada en común con la refinada sonrisa de Erica, era la sonrisa de una oportunista.

Hoy, ella estaba haciéndose conocida. La chica tranquilamente pasó de ellas mientras implícitamente comunicaba su intención.

***

El Santuario Nanao fue construido sobre una colina cerca al Parque Shiba.

Para llegar a él, había que pasar primero los más altos escalones de piedra en el área metropolitana.

Para Mariya Yuri, que carecía de resistencia, esta era una gran penitencia. En realidad, también tenían un ascensor que subía y bajaba, pero estaba malogrado. Sin embargo, la seria joven no se quejó por ello.

De alguna manera, seguía subiendo con su difícil respiración.

Todavía era caliente durante el inicio de septiembre, por lo que ya estaba completamente empapada en sudor.

Por eso ella se purificaba con las duchas en la oficina del santuario antes de iniciar sus deberes.

Mientras se sumergía en el agua caliente, de repente se sintió molesta por su propio cuerpo.

Su suave piel color marfil era tan blanca que parecía casi transparente.

Su constitución era fina y delgada. Sus extremidades no tenían músculos ni nada por el estilo, y estaba tan delgada que parecía iba a romperse a menos que la manejasen con cuidado.

Sin embargo, tenía un volumen moderado en los lugares adecuados, como en sus pechos y caderas.

Yuri detuvo su ducha y salió de la tina. El espejo del baño reflejaba su figura.

Cuando pasaba por la purificación del agua con sus compañeras hime-miko o cuando se cambiaba con sus compañeras de clase, inexplicablemente, ella siempre era halagada y tratada con envidia.

Tal vez ella tenía un cuerpo del que podía presumir.

Le prestaba mucha atención a su peso y a la resequedad de su piel como cualquier otra chica de su edad, pero ella nunca había experimentado estar tan preocupada por su propia figura.

‘Si puedo, quiero ser más delgada’. Eso era todo.

Pero últimamente había comenzado a darle un mal presentimiento.

Lo que flotaban en su mente esta vez era la abrumadora belleza física de Lucretia Zola, a quien había visto en Cerdeña.

“(¿Acaso los hombres encuentran a ese tipo de constitución más deseable después de todo…?)” Yuri murmuró mientras fingía que no tenía a una persona en particular en mente.

No era su constitución. Era la asertividad y la confianza de esas chicas lo que le faltaba. Además estaba su mal hábito de soltar duras palabras.

“Hahhh,” Yuri dejó escapar un suspiro.

En comparación con esas chicas, la figura y personalidad de Mariya Yuri se encontraban en un nivel inferior.

Debido a que el ADN con el que había nacido era diferente del de una mujer europea, no podía hacer nada. Era inevitable, pero este razonamiento no aligeraba el espíritu de Yuri en absoluto.

Tal vez, si él prefiriera a las mujeres bellas y audaces como ella…

(Por ahora, parece que voy ganando ante Liliana-san.)

El repentino pensamiento llegó a la mente de Yuri mientras miraba hacia su estómago y entonces empezó a preocuparse.

“¡Ahh!, ¡qué estoy pensando! ¡Sucia! ¡Imprudente!”

El cuerpo de Liliana Kranjcar tenía el semblante de un hada y era como el de una delgada modelo.

En otras palabras, eso significaba que carecía de curvas.

Yuri creía estar ganando cuando se trataba de ser femenina. Sin embargo, por hacer uso de esa comparación, se sentía avergonzada de que sus sentimientos fueran tan indecentes.

Ante su sagrado deber, ella no debería hacer eso.

Para despejar su mente con una ducha de agua fría, Yuri regresó a la tina a toda prisa.

Habiendo recuperado un cierto nivel de calma, Yuri se puso la túnica blanca y el hakama de su traje de sacerdotisa.

Salió de la oficina del santuario y se dirigió a la capilla principal. Mientras seguía su camino, ella intercambió saludos con los sacerdotes que trabajan en el santuario y las otras sacerdotisas mientras iban de un lado a otro.

El estatus de un empleado de tiempo completo y el de una hime-miko eran completamente diferentes.

Al final, una hime-miko era alguien con poderes especiales que seguía las órdenes del Comité de Compilación Histórica.

Ellas sólo eran enviadas a varios importantes lugares espirituales. Debido a que la cadena de mando era completamente diferente, ni siquiera el sacerdote principal de un santuario podía darle órdenes a una hime-miko. Las chicas eran respetadas como personas de clase alta.

En la actualidad, hay alrededor de diez hime-miko en servicio cerca de Musashino en la región de Kanto.

Una de esas compañeras estaba esperándola en el altar principal.

“¿Ena-san? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué está aquí hoy?”

“Hola, Yuri, mucho tiempo sin verte. Ena sólo pasó a saludar.” Seishuuin Ena le sonrió juguetonamente.

La chica de hermoso cabello negro y nobles rasgos tenía una atmósfera que la hacía alguien con quien es fácil llevarse bien.

Ella no llevaba el traje de sacerdotisa que Yuri estaba acostumbrada a vestir, sino una camisa blanca, y un chaleco y falda beige. Parecía el uniforme de la escuela preparatoria de algún lugar.

Además, estaba la larga y estrecha bolsa de tela en el suelo de la capilla principal.

En el momento en que lo vio, Yuri dio un salto sorprendida. Su poder divino era tan feroz como siempre.

La bolsa fue tejida con una tela especial para bloquear el poder mágico. Pero, aun así, el sentido espiritual de Yuri podía percibir la presencia de esa espada divina.

“Oye Yuri, de acuerdo a los rumores, actualmente eres una concubina de Su Majestad, ¿no?”

“¡¡¡C-c-c-concubina!!!”

Ante esa pregunta directa, Yuri se quedó sin palabras.

‘Su Majestad’ probablemente se refiere a un Campione. Era una forma de hablar que carecía de precisión, típico en Ena.

“¡No lo soy! ¡Yo no estoy en una relación tan descarada con Godou-san!”

“Ehh, ¿en serio? Quiero decir, debido a que el comité y la casa Mariya te ofrecieron como un sacrificio humano, todo el mundo renunció a convertirse en concubina de Su Majestad. Es diferente a lo que he oído.”

Ella tenía razón. Yuri se arrepintió de su desliz verbal.

Era una perspectiva muy atractiva el ganar influencia sobre un rey demonio, un Campione, y hacer uso de él. Así que para mantener el control, ellos habían preparado esa fachada.

“E-eso es, es que Kaoru-san y Amakasu-san dijeron que había que usar una tapadera, así que los ayudé… ¿podría mantener esto en secreto?”

“Ahh, suena como un truco que esas personas pondrían… Está bien, de acuerdo”, dijo Ena con indiferencia.

Yuri se sintió aliviada. Ena era realmente la más grandiosa Hime-Miko. A pesar de su comportamiento, Seishuuin Ena tenía el mayor talento y las mejores cualidades, no sólo en Musashino, sino en todo el país.

“Entonces, en vez de ti, Ena será la concubina de Su Majestad. Ahora bien, esta es una gran responsabilidad…”

“¿Perdón?”

Yuri se puso rígida al oír la repentina propuesta. (¿Qué estaba diciendo así de repente?)

“En realidad, esta vez Ena también fue puesta como concubina de Su Majestad. El jefe de mi familia urgentemente me lo pidió. El Abuelito pensó que era interesante por lo que también lo recomendó. Oye, ¿conoces al Abuelito? Es por eso que la gente del comité no puede decir nada.”

“A-abuelito, ¿el Anciano?”

Él era uno de los Ancianos a los que ni siquiera el Comité de Compilación Histórica quería ofender.

Incluso entre las hime-miko, él había tomado un interés especial en Seishuuin Ena y secretamente le otorgó la espada divina. Yuri no lo había conocido. Probablemente la única Hime-Miko que lo había visto cara a cara era Ena.

“Así es. Él le dijo a Ena que no pierda ante ti ni ante nadie cuando le sirviera, así que Ena se sintió un poco mal. Pero es genial que no seas su concubina. Ena realmente no quería pelear contigo.”

“¡U-usted no puede! ¡Definitivamente no voy a permitir eso!”

Yuri involuntariamente estalló ante la amplia sonrisa y las engreídas palabras de Ena.

La chica con el alias de la ‘Hime-Miko de la Espada’ abrió mucho sus ojos frente a esa airada reacción.

“Hm, ¿por qué? ¿Hay algo malo en ello?”

“E-eso es…”

“Además de tener órdenes del Abuelito, Ena no puede ir en contra del comité tampoco, así que no hay nada que pueda hacer al respecto. Y tú no eres su concubina, ¿verdad?

Entonces, qué tiene de malo, ¡¡OH!! Ena lo entendió…” De repente, la expresión de Ena cambió a una pícara sonrisa.

El rostro de Yuri se puso rojo de vergüenza al voltear torpemente.

“Hohooh. Es lindo cómo te pones toda tímida. Así que eso es. Ena lo tiene… Oh, Yuri, ¿en verdad te enamoraste de Su Majestad?”

“¡No! ¡Por favor, no hagas acusaciones tan extrañas!”

“Jejeje. Lo niegas aunque te sonrojas hasta los oídos, realmente eres linda. ¿Por qué no lo dijiste antes? Ena no es ningún demonio, ella pensará apropiadamente las cosas.” Seishuuin Ena propuso algo asombroso mientras reía a carcajadas.

“Está bien. Entonces dividamos los roles. Ena te dejará las cosas pervertidas y tener hijos, el trabajo de una mujer, a ti, Yuri. Ena hará el resto. Estás bien con eso, ¿verdad?”

“¿¡¡Ehh!!? Ena-san, ¿qué estás…?”

Su compañera Hime-Miko mostró una sonrisa radiante a la perpleja Yuri.

“Te lo dije, ¿verdad?, A Ena se le ordenó no perder ante nadie. Está bien ya que somos amigas, pero Ena va a expulsar a esas otras dos concubinas. ¡Sirvamos a Su Majestad sólo nosotras dos!”

Ena cogió la bolsa de tela en el suelo.

La abrió y sacó lo que había dentro. Un sable, 3 shaku 3 sun 5 bu de largo, almacenado en una funda lacada en negro. La intensidad de la energía mágica que irradiaba el artefacto divino mareaba a Yuri.

“Por ahora, Ena piensa que comenzará sacando a esa rubia Erica-o-lo-que-sea. Parece bastante hábil esa chica. Bien, Ena tiene a su fuerte socio aquí, así que ella no piensa que perderá.”

Ama no Murakumo no Tsurugi.

La hoja divina más importante en Japón. El poder oculto dentro era insondable.

El conflicto entre estas chicas que involucraba a Kusanagi Godou y a Erica Blandelli no había hecho más que empezar.