Campione (NL)

Volumen 4

Capítulo 3: La Estadía del Héroe

Parte 2

 

 

De alguna forma, esta noche, era una noche destinada a encontrarse con conocidos, uno tras otro.

En este puerto, que él no conocía, se topó con alguien a quien había conocido antes, y dejó escapar un suspiro de alivio.

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“Kusanagi Godou, hay algo que me gustaría preguntarle, pero…” Liliana Kranjcar dejó el lado del dragón, caminando hacia él.

Una doncella hermosa como un hada, de linaje europeo oriental. “¿Usted, por casualidad, trajo a esta diosa a Nápoles?”

“Por el contrario. Ella, ― Atenea, me trajo a Nápoles.” (Parece que este lugar es Nápoles.)

Godou había estado muriendo por conocer su ubicación actual.

Un caballero como Liliana, al oír ese nombre, seguramente se daría cuenta de la gravedad de la situación. Sus ojos se abrieron de golpe, y rápidamente asintió.





“…Atenea. La diosa con la que había luchado durante la primavera, ¿no es verdad?”

Ella no sondeó más lejos en esto, e inmediatamente dirigió su atención hacia la confrontación entre los dos dioses. De hecho, ella era una persona seria y racional, alguien en quien podía confiar y creer en situaciones como ésta.

“Entonces, le informaré de la situación actual con prontitud. El Dios Hereje de allí es el héroe Perseo, para Atenea, relacionada con las serpientes, y como una diosa de la tierra, él es un enemigo natural, por favor, preste atención a esto.”

“Ahora que lo pienso, Atenea y Medusa son una y la misma diosa, parece.”

Godou asintió con la cabeza ante la advertencia de Liliana acerca de la ventaja de Perseo sobre Atenea.

A pesar de que había olvidado la mayor parte del conocimiento sobre Atenea, todavía tenía una idea general.

Mientras hablaban, la pareja de dioses se miraban fijamente el uno al otro. No por romance, sino por intensa enemistad, el sólo verlos causaba un dolor de cabeza.

“Cierto, estamos a cargo del dragón. Después de todo, ellos son los descendientes de las sabias serpientes, los amados hijos de una… Si algún rufián blandiera su espada para hacerles daño, como su diosa guardiana, naturalmente los defendería.”

“Yo, Perseo, no tengo ningún interés en pelar contra una mujer, pero…” Los dos dioses se enfrentaron provocadoramente.

Aunque educados en su hablar, sus ojos brillaban con hostilidad.

“Si mi enemigo es la poderosa diosa Atenea, entonces sería una falta de respeto rechazarte.” “Perseo, ¿verdad?”

“Para la anteriormente conocida como Medusa, ese debe ser un nombre inolvidable. Tener la oportunidad de borrar la vergüenza de tu derrota en los mitos es divertido, ¿no crees?”

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“…Hmph, que tipo tan desagradable. Mencionar ese nombre a propósito, has de ser un hombre en verdad estúpido.”

Atenea dijo con un tono lleno de odio, haciendo una mueca.

“Muy bien, una aceptará tu invitación ― mi niño herido, vuelve a mi abrazo, y recupera tu cuerpo.”

Con la sonrisa de una feroz guerrera, la diosa llamó al lado a su dragón.

Con la mayoría de su cuello cortado, la bestia divina moribunda respondió disolviendo su enorme cuerpo esmeralda en luz, que fue absorbida por Atenea.

Inmediatamente después de eso, ella levantó una mano, hacia los cielos.


De repente, la superficie del mar en la bahía de Nápoles sobresalió bruscamente.

La arena de la playa y bajo el mar se alzó aún más alto, tomando la forma de una serpiente gigante.

Una serpiente de arena.

No había sólo una de ellas. Las protuberancias del mar eran ocho ― ocho serpientes gigantes que se alzaban desde el mar, mirando hacia abajo a Perseo. Godou recordó la batalla en Tokio.

En ese entonces, Atenea había utilizado también serpientes gigantes similares a estas, como para mostrar su poder como una diosa de la tierra.

También había envuelto el área en oscuridad.

Aire denso de negro azabache. Ser engullido por eso bloquearía toda la luz, eso había causado que la gente de Tokio cayera en un gran pánico, por suerte, ella sólo utilizó una pequeña cantidad esta vez…

“La serpiente de las tinieblas y de la tierra. Esto va a ser un poco molesto.” Perseo dijo.

Sin embargo, su expresión no coincidía con sus palabras. En su boca, una sonrisa de premeditación surgió.

“Por suerte, estoy bien preparado para esto… Por mi historia de los tiempos antiguos, por el cuello de la Gorgona que he cortado, yo lo haré de nuevo. Ante mí, ninguna serpiente tiene poder.”

Mientras decía eso, las ocho serpientes que Atenea acababa de crear se convirtieron en polvo. La oscuridad, que parecía niebla, también empezó a dispersarse, como empujada por el viento.

“Palabras del poder asesino de serpientes, ¿no es verdad? Parece un poder que has obtenido después de derrotar a una diosa con atributos similares a los de una.”

“Si tú quisieras que lo haga, podría hacer un juramento de no utilizar este poder durante nuestra batalla. ¿Qué te parece?”

En respuesta a la peligrosa mirada de la diosa, el héroe inclinó la cabeza respetuosamente.

“Hmph, eso no sería necesario. Una hará que te arrepientas de tu audacia… Usar esas palabras de poder debería haber debilitado tu poder divino. A pesar de que has heredado la voluntad de Zeus, en aquel entonces en Grecia, tuviste la bendición de la tierra protegiéndote. ¡Ese privilegio ya no lo tendrás aquí!”

Al escuchar esas palabras de enfado de Atenea, Godou empezó a tener dudas. Las palabras de poder de antes, ¿era el mismo poder que el de la Espada?

La imagen que Perseo había evocado con su espada y sus efectos parecía haber sellado completamente todos los poderes divinos relacionados a la serpiente.

En su ira y su gran deseo de oponerse a Perseo, el poder divino de Atenea estalló explosivamente.

Estaba en un nivel en el que ya no le importaba probar la fuerza de su oponente, similar a lo que había ocurrido en Tokio – tal vez incluso peor – esto era malo.

Recordando las secuelas de su anterior batalla y entrando en pánico, Godou pensó que tenía que detenerlos a toda costa.

“¡Espera, espera un segundo! ¡No vayan a por todas en este tipo de lugar! ¡Alto!”

“Hm. Me había preocupado antes, pero ¿quién eres tú? No un humano ordinario, parece… Un asesino de dioses moderno, ¿verdad?”

Enfocando su mirada en Godou, que había entrado en su campo de visión, Perseo preguntó. Quien respondió fue Atenea.

“Es como dices. Él es Kusanagi Godou. A pesar de que aún no ha madurado, él es un mocoso bastante impresionante… Una dirá esto primero, pero él ya es presa de una. Será mejor que lo tengas en mente.”

“Ho. Ser descrito por una diosa de tu nivel, no está mal…”

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Cuando Perseo lo miró, entrecerrando los ojos, Godou se sintió un poco incómodo. Probablemente estaba siendo evaluado.

(¿Acaso este tipo piensa que luchar contra Atenea no será suficiente, y me está considerando a mí también?)

“Como dije, esperen. Si ustedes dos quieren resolver esto a golpes, está bien, pero por favor no peleen en la ciudad. ¡Serán una molestia para los vecinos!”

“Hace algún tiempo, tú gastaste todo tu poder para enfrentarte a una en tu propio país, qué irónico.”

“¡Como estaban las cosas entonces, no tuve elección! ¡De todos modos, si quieren pelear, háganlo en otro sitio!”

“Joven asesino de dioses, tus disposición es simplemente demasiado superficial. Eso es un error.”

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Había querido actuar como mediador entre las dos divinidades, pero, en cambio, había sido acusado de ser arrogante por Perseo.

Por supuesto, este tipo no va a hacer alguna sugerencia adecuada. Godou no pudo evitar fruncir el ceño pensando en eso.

“¿Estás escuchando? Las personas desean los grandes esfuerzos de un héroe, y esperan por las historias de mis hazañas. Yo, respetando los deseos del pueblo, lucharé, por ellos, pondré todo mi valor. ¡Pues éste es el deber de un héroe!”

“¡No uses el ‘respetar los deseos del pueblo’ tan cómodamente! ¡Insensible!”

Como era de esperarse, Perseo había dicho algo que convenía a sus propios intereses.

Si fueran a continuar la conversación de esta manera, sin duda terminaría con él pidiéndole al Campione ― Kusanagi Godou un duelo.

“Aunque ya deberías saber esto, tú eres también uno de mis enemigos, joven asesino de dioses.” Viendo que Godou trataba de negar la realidad, Perseo sonrió.

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Podía ser un héroe virtuoso, sin embargo, tenía un retorcido deseo por la batalla. Sentía como si hubiera visto esto antes, para ser exactos, hace unos meses ― el Dios Hereje Verethragna era igual.

“Demonio, rakshasa, ángel caído, asesino de dioses… guerreros que son calificados como grandes abominaciones. Tú compartes muchas cualidades similares a ellos, como un rey demonio, y con los héroes de acero, los dioses como yo, nosotros sólo podemos ser enemigos acérrimos, desatando una tempestuosa guerra entre ambos. Nosotros, dioses, nacidos sobre la tierra y ustedes, humanos, que han obtenido la misma posición que los dioses, las posibilidades de que nuestros caminos se crucen son altas ― nuestros destinos ya se han decidido en los eones pasado.”

El héroe de acero, diciendo eso, sorprendió un poco a Godou.

Parecía que sus instintos de Campione le estaban advirtiendo algo ― Por otro lado, también se podría decir que era la emoción que se sentía antes de un combate a muerte con enemigos acérrimos.

“Si lo pones de esa manera, pues así es.” Atenea murmuró.

“Los reyes demonio asesinos de dioses y las fuerzas del héroe siempre han estado en conflicto desde tiempos inmemoriales… Hm. Con ese destino entrelazado, sería inevitable que se vuelvan a ver.”

Aun diciendo que era inevitable, o dando cualquier otra razón, es obvio que todo era culpa de esta diosa… Mientras Godou se quejaba para sí mismo, la diosa continuó.

“Muy bien. ¿Nos retiraremos en esta ocasión, héroe de acero? Una acaba de recordar que había planeado entrenar bien a este niño.”

Una declaración desfavorable.

Atenea emitió una orden como una reina a Godou mientras éste sostenía su cabeza con las manos.

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“Kusanagi Godou, si deseas que la ciudad no quede envuelta, entonces tendrás que luchar por ella. Como un Rey, para proteger a tus propios amigos. Este es de hecho un buen entrenamiento que el inexperimentado tú tiene que llevar a cabo.”

“Fufu. Para ser capaz de intercambiar golpes con un asesino de dioses y la reina de las serpientes, esto se está poniendo cada vez más emocionante.”

“O-oigan, no decidan esto como les convenga…”

(¿Por qué los dioses siempre resultan ser tan obstinados y tercos?)

Godou maldijo su propia desgracia, y al mismo tiempo analizó su entorno con calma.

Atenea estaba sonriendo provocadoramente, mientras Perseo tenía una expresión llena de espíritu de lucha. Liliana Kranjcar en silencio observaba desde un lado, luciendo preocupada.

¿Cómo iba a afrontar la lucha contra este héroe mítico? Godou no tenía ni idea.

Además de eso, también existía el problema del lugar.

El castillo que fue construido sobre un islote llegando hasta el mar, el puerto, e incluso las calles que conducen a la ciudad, ¡todos ellos estaban demasiado cerca!

Justo ahora, no se encontraban a más de diez metros del muelle, cerca de las calles, que parecían bastante prósperas.

Sin importar la forma en que lucharan, ellos probablemente causarían daños al entorno, eso quería evitar Godou.

“No me molestaría jugar con ustedes dos, pero tengo una petición. Quiero cambiar el lugar de nuestro duelo. No puedo luchar en un lugar como este.”

Godou dijo con un aire de exasperación.

No se permitía ser arrastrado por ellos. Además de eso, también tendría que hacer que cumplan con sus condiciones.

“Ho, ¿estás insatisfecho con este lugar como nuestros terreno de duelo?” “Por supuesto que lo estoy.”

“…Hmph. Aunque, de todos modos, no creo que sea un gran problema, ¿no?”

La firme insistencia de Godou causó que Perseo inspeccionase los alrededores con cuidado.

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“En una ciudad sentimental e histórica, bajo la luz de la luna y la mirada de una diosa, este es un escenario digno para una batalla entre nosotros.”

“Esto es terrible. Normalmente, antes de un duelo, tienes que hacer los preparativos para varias cosas. ¡No me pidas un duelo en el acto, como si pudiera encenderme tan fácilmente!”

De las diez encarnaciones de Verethragna, bajo estas condiciones, ¿quién sabe cuántas podrían ser activadas?

Si luchara sin prepararse, terminaría en una paliza dada de forma unilateral, por lo que necesitaba ganar tiempo y llegar a un plan.

Tomando rápidamente una decisión en su mente, Godou susurró al caballero femenino.

“(…Lo siento, pero debido a eso, voy a dejar este lugar. Si no estoy cerca, deberías estar segura, así que aprovecha la oportunidad para escapar.)”

Originalmente había planeado terminar con estas palabras, pero Liliana también le susurró en respuesta.

“(…En otras palabras, dejará este lugar por ahora, ¿a fin de preparar un contraataque?)”

“(Sí, eso suena bien. Ese tipo es extremadamente rápido con sus pies, aunque probablemente no le pueda ganar en ese aspecto, por ahora, sólo puedo intentarlo.)”

“(En ese caso, por favor déjamelo a mí.)” De repente, Liliana se aferró a él con fuerza.

Con su esbelto cuerpo pegado al suyo, abrazándolo, la mente de Godou se quedó en blanco por los nervios.

(¿Acaso cayó al mar?)

Sus ropas a medio secar despedían un olor a agua salada.

Podía sentir la suavidad y la calidez de la chica de belleza comparable a la de un hada a través de su contacto corporal―

En el momento en que sintió ello, la bruja de cabellos plateados gritó.

“¡Oh, alas de Artemisa, concédanme el poder para viajar a través de la noche y volar por los cielos!”

(¿Este era un conjuro ― palabras para activar su poder mágico?) Inmediatamente después, Godou y Liliana fueron mandados a volar por los aires. “¿Eh?”

La vista ante sus ojos de repente se volvió muy vasta.

El interior de la bahía de Nápoles, el puerto extendiéndose hacia el mar, el gigantesco castillo cerca del puerto, y muchas farolas brillantes…

Godou miró hacia donde había estado momentos antes. Hacia Atenea y Perseo, que se habían quedado en la tierra. “¿¡Eeeh!?”

Como atraídos por un imán invisible, Liliana y Godou se movieron a través del cielo, directamente sobre las calles de Nápoles.

Si alguien fuese a mirar hacia arriba, pensaría que ha visto una estrella fugaz, pero, naturalmente, las estrellas fugaces no estarían tan cerca a la tierra.

Continuaron volando durante aproximadamente medio minuto.

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Disminuyendo la velocidad, ambos descendieron, y lentamente cayeron sobre el techo de un edificio. Aunque Godou había temido que el techo pudiera ceder por su peso, era un temor infundado.

Godou y Liliana aterrizaron suavemente en el techo, con la misma postura de vuelo.

Y después, se deslizaron hacia adelante, como un avión que acababa de tocar suelo, y rápidamente se detuvieron, un aterrizaje seguro.

Habían volado una distancia de unos dos o tres kilómetros.

Al contemplar el castillo junto al mar a lo lejos, Godou lanzó un suspiro de alivio.

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