Campione (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: En Búsqueda del Tiempo Perdido

Parte 3

 

 

“Ha sido un tiempo, Kusanagi Godou. Por encontrarnos una vez más, una siente una sensación de euforia.”

Atenea dijo, soltando una leve sonrisa.

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El artefacto sellado de la antigua diosa de la tierra, Gorgoneion.

La sonrisa que desprendía no le sentaba bien, ella había vuelto a ser la diosa de la tierra y la oscuridad después de recuperar el Gorgoneion. No, esta era la audaz sonrisa de la diosa de la guerra.

“… ¿Por qué estás aquí, en un lugar así?”

“Qué pregunta más tonta. Fuiste tú quien cayó justo en el territorio de una. Reunirse de nuevo en esta tierra, era un destino inevitable. ¿No te parece?”

Dicho de esa manera, ese parecía ser el caso.

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Esta diosa-sama, Atenea, su esfera de influencia no incluía sólo a Grecia y al norte de África, sino también a las pequeñas partes de Asia cerca del mar Mediterráneo. E Italia estaba justo en el centro de esa esfera de influencia.

“Pero, no tienes ninguna razón para venir específicamente a dónde me estoy quedando,

¿verdad? Quiero dejar esto en claro, no te estaba buscando. Tampoco tengo tiempo para charlar contigo como si fuéramos buenos amigos.”

“Hmm… Una razón…”

Bajo la luz de la luna, las comisuras de sus encantadores labios se inclinaron ligeramente hacia arriba.

Hermosa, solemne, y a la vez feroz era su sonrisa. Desbordando con la voluntad de luchar, la prueba inconfundible de un guerrero.

“Eres un hombre de poco juicio. Todo lo una está haciendo ahora es hacer una visita al vencedor, aquel que derrotó a una. No pienses que esto es por el bien de la venganza.”

No es que Godou no creyera que fuera posible, sino más bien que no quería pensar que esto estuviera sucediendo realmente.

Había empezado a sudar frío.

¿Saldría victorioso si tuviera que enfrentarse en combate a Atenea? Probablemente imposible.

En su batalla anterior, él había conseguido la supremacía sólo porque había usado las palabras de hechizo de la Espada como su arma. Sin embargo, no podría repetir eso otra vez. La Espada sólo puede usarse cuando el usuario tiene información relevante del Dios enemigo, algo de lo que carecía en ese momento.

Más de dos meses atrás, Godou había sido nutrido de información sobre Atenea mediante el uso del hechizo de Revelación de Erica.

Si uno decide hacer uso de este arte mágico, es posible obtener una gran cantidad de información durante un período muy corto de tiempo. Sin embargo, la información sólo podrá ser retenida en la memoria durante aproximadamente un día.

Si los efectos del hechizo se mantuvieran indefinidamente, no habría necesidad de estudiar tanto.

A pesar de que solía ser agradecido por la existencia de este hechizo, esta vez ― no sería de utilidad para él.

Incluso si tratara de recordar el conocimiento relevante sobre Atenea, no podría recordar los detalles, sus esfuerzos terminaran siendo inútiles. Esta vez, él no sería capaz de utilizar la Espada.

(¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo luchar?)

(Necesitaré un arma además de la Espada. ¿Qué encarnación puedo usar ―?)

“Además de tener poco juicio, ¿también eres un hombre que no sabe cuándo rendirse? Una entiende… en este momento, no posees la misma fuerza que la última vez. También una puede adivinar por qué es éste el caso.”

Atenea dijo despectivamente.

Godou recordó que ella era una diosa con múltiples aspectos.

Una diosa que gobernaba sobre la tierra y el inframundo, una diosa de la guerra y también una diosa del conocimiento.

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Sería difícil ocultarle algo a Atenea. Sin embargo, incluso si ella supiera eso, no es como si no tuviera ninguna otra forma de pelear… Sin embargo, esto lentamente se tornaba en una situación desesperante.

Viendo a Godou, que había comenzado a estabilizar su voluntad, Atenea hizo pucheros de disgusto.

“Vamos, no te enfades. Una no tiene ninguna intención de tener una revancha… Al menos no por hoy.”

Declaró ella mientras lo examinaba con una mirada desdeñosa.

“Kusanagi Godou. Desde la última batalla, apenas han habido dos lunas llenas, ¿no es así? En tan poco tiempo, repetir el conflicto entre un dios y un Campione, ¿no te parece que sería grosero? Si una hubiera querido pelear, entonces habría elegido un mejor lugar y momento. Entiende tu situación actual.”

“Entonces, ¿por qué apareciste ante mi otra vez?” Godou preguntó, manteniendo la guardia alta.

Sus palabras anteriores podrían haber sido sólo para darle una falsa sensación de seguridad. Una diosa como Atenea no debería tener que recurrir a esas tácticas, pero uno nunca puede estar seguro.


“Hm, creo que, entre una y tú, existe algo que articula al destino ― En otras palabras, podría ser que no está destinado para una ser quien te derrote.”

(Definitivamente no quiero ese tipo de destino.)

La mala suerte de Godou con las mujeres sin duda era cada vez peor.

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“Por eso, como uno de los enemigos de una, una desearía que adquirieras suficiente poder y experiencia, era eso lo que una estaba pensando. Un día, obtendrás el derecho a luchar en contra de una ― la reina que gobierna sobre la tierra y el inframundo. Cuando eso ocurra, será el momento para el gran final, una batalla que trascienda a la historia.”

“No, no, gracias, cosas como ‘estar ansioso de tener una batalla decisiva en Navidad’, no quiero oír algo como eso.”

“Para ser sincera, recientemente una se ha sentido muy emocionada con bastante frecuencia.”

Atenea respondió tranquilamente, ignorando la réplica de Godou. Como se esperaba de una diosa de alto rango, tal arrogancia perfectamente natural.

“Tal vez, debido al hecho de que una está sintiendo que una batalla se acerca. Cuando una supo que viniste aquí, simplemente sintió que volvería a tener algo de diversión.”

“¿Algo de diversión?”

“Así es. La experiencia obtenida durante un día en el campo de batalla excede a la de cien días de entrenamiento. Por no mencionar que, si alguien fuera a luchar con una al lado, una diosa de la guerra, y recibiera sus enseñanzas, sobrepasaría a la obtenida en mil días de entrenamiento. Entrena y mejora aún más tu fuerza. ¡Acompaña a una mientras una se divierta, Kusanagi Godou!”

“C-creo que no oí bien.”

Al oír eso de Atenea, Godou pensó que sus oídos estaban funcionando mal.

“Una está ordenando al inexperimentado tú que te quedes a su lado y entrenes tus habilidades. Si lo encuentras desagradable, entonces una asegurará una cuerda alrededor de tu cuello para arrastrarte. ¿Alguna objeción?”

Naturalmente, ya estaba decidido. Godou no tenía ni voz ni voto.

Del cuerpo de niña de Atenea, de alguna forma se podía sentir el poder divino de la disuasión. Viendo por sobre toda la vida en la tierra, el poder de la amorosa madre tierra. Bajo la tierra, ella era la reina del mundo subterráneo, con el poder que dictaminaba la muerte y la oscuridad. Poseer una ferocidad sin precedentes, ese es el poder de una diosa de la guerra. Por último, el poder de la sabiduría de la diosa del conocimiento.

Entrar en combate descuidadamente contra esa diosa sería extremadamente estúpido. Lo mejor sería evitar eso a toda costa.

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  • Debido a diversas razones, Kusanagi Godou estaba acompañando a una diosa en su

Como nota aparte, la villa que Godou y compañía habían alquilado, que era dónde se alojaban, se encontraba en la costa.

Moviéndose a lo largo de las afueras de la calle principal de Alguer, que se extendía a lo largo del mar, uno podía descubrir muchas villas, resorts y otros edificios en que los turistas veraniegos se alojaban. Su casa era uno de esos edificios.

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Junto al mar azul, la arena blanca se extendía más allá de lo que los ojos podían ver.

En este tipo de lugares, uno sería capaz de disfrutar plenamente con sólo sumergirse en el agua, pero, la recreación y entretenimiento en las playas de Cerdeña no se limitaba sólo a eso.

Yates de diferentes tamaños decoraban el mar, algunos estaban luchando contra las fuerzas de la naturaleza, las olas ―

También había botes y buques en el puerto. Aunque en la zona, el puerto más grande estaba en Alguer, había unos pocos puertos más pequeños diseminados en toda la costa.

El lugar al que Atenea y Godou finalmente arribaron era uno de los puertos pequeños antes mencionados.

“Ahora hay que salir, ¿Kusanagi Godou?” “… ¿Hacia dónde vamos?”

“Aunque una ha mencionado esto antes, recientemente, una ha estado sintiéndose inusualmente emocionada. Siendo una diosa de la guerra, tal vez sea porque una está sintiendo la batalla acercándose. Por tener esta sensación, una se atreve a decir que algo ocurrirá muy pronto.”

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“Eh ―”

“Si una y tú fueran a dirigirse hacia la raíz de esa calamidad, entonces ganarían una comprensión aproximada de la situación. Crucemos este mar. Hacia el enemigo oculto, vamos a avanzar…”

“¿Es así…?”

“Por tanto, ese es el destino. Démonos prisa.”

“Espera un momento, ¿acaso no es un lugar raro? ¡No me lleves a propósito hacia un lugar donde el peligro aguarda!”

Godou replicó.

El conocimiento general dictaría que el uso de las palabras ‘por tanto’ no era apropiado en esa oración.

“Tú eres el raro, una ya puede ver el presagio de la batalla. El destino ha decidido que una entre al combate, y es el deber de una como diosa seguir la voluntad del destino. Una no puede negarse.”

Dijo eso con un fuerte sentido de responsabilidad.

Cuánto deseaba Godou que ella tuviera aunque sea una décima parte de ese sentido de responsabilidad por las personas que se verán atrapadas en esa batalla.


Suspirando, al no tener otra opción, Godou sólo pudo fortalecer su determinación.

Sin importar qué suceda, una batalla sólo traería problemas a los residentes de la zona, como en el incidente en Tokio. Estaba claro que la palabra ‘consideración’ no existía en el diccionario de Atenea.

Si ese era el caso, entonces lo único que podía hacer era prevenir que se vuelva demasiado salvaje.

A pesar de que realmente quería escapar a la primera oportunidad tuviera, él era la única persona que podía parar a Atenea si se sobrepasara.

“Antes mencionaste algo de cruzar el mar, ¿lo haremos en bote?”

Hablando del mar Mediterráneo, no podía dejar de pensar en los ferris que viajaban de un lugar a otro entre las islas de Cerdeña, Sicilia, Córcega y la península italiana. Sin embargo, a estas horas no había naves moviéndose.

Ante Godou, que había encontrado algo equivocado, Atenea respondió con arrogancia,

“¿No puedes ver las filas de barcos ante tus ojos? Cualquiera de ellos servirá, sólo hay que escoger uno a usar, ¿por qué te preocupas por cosas tan triviales?”

“¿¡Qué acabas de decir!? ¡Esas son palabras de un ladrón de poca monta! ¡Una diosa no deberían recurrir al crimen!”

Sin duda alguna, este pequeño puerto estaba lleno de embarcaciones marinas.

Desde pequeñas embarcaciones que sólo podrían llevar a un grupo de cuatro, hasta buques de alta velocidad de más de quince metros de largo, Atenea eligió, y abordó uno pequeño, haciendo señas a Godou.

Godou se disculpó en su mente con el dueño de la embarcación. Si tuviera tiempo, definitivamente regresaría el barco.

(¡Por favor, perdónanos!)

Después de eso, Godou tomó asiento al lado de donde estaba sentada Atenea.

“… ¿Sabes cómo manejar este tipo de botes? Los dioses sí que tienen extrañas habilidades.”

“¿Cómo sabría una la forma de operar un artefacto hecho por el hombre? Siempre y cuando una siga los consejos de las estrellas, los susurros del viento, todo lo que una tendrá que hacer es utilizar sus poderes divinos, y, naturalmente, llegarán a su destino.”

Dicho esto, Atenea chasqueó los dedos.


Por algunas fuerzas inexplicables, ella estaba moviendo la nave hacia adelante. Hacia el mar en frente, que estaba envuelto en la oscuridad.

Ella no podría estar pensando en salir a la mar, ¿o sí? Incluso si fueran marineros cualificados de la Era de los Descubrimientos, también deberían llevar las provisiones necesarias y el equipo correcto, pero ahora, no tenían ni siquiera un trozo de comida o una gota de agua dulce.

Godou había empezado a pensar que se trataba de una idea muy, muy mala.

Enfrentar la posibilidad de morir en el mar, sin poder siquiera presentar una queja y dejar su vida en manos de esta diosa, ¿realmente está bien? Pensando en eso, Godou comenzó a ponerse aún más incómodo.

En cualquier caso, antes de que él se diera cuenta, se había tornado una extraña situación en que este par, una vez enemigos acérrimos, se encontraban en el mismo barco.

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