Fushi no Kami (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: La Primera Página Del Libro

Parte 1

 

 

Fushi no kami Volumen 1 Capítulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 

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Libros. Pasado y presente. La respuesta a lo que conectaba nuestras voluntades siempre habían sido los libros. A lo largo de la historia, muchos tiranos intentaron acabar con los libros. Incluso hay términos que se refieren únicamente al acto de la quema de libros, como bibliocausto. Sin embargo, hasta ahora nadie había logrado deshacerse de ellos. Los libros habían sido quemados, convertidos en cenizas y esparcidos al viento, pero nunca habían desaparecido por completo. Siempre había alguien que los salvó sigilosamente de las llamas. Alguien que los enterró en su jardín para escapar del ojo del tirano. Alguien que escarbó en sus recuerdos poco confiables y los recreó después de que las llamas habían cesado.

Los libros siempre habían estado luchando contra tiranos junto a rebeldes valientes y apasionados. Incluso en el presente, la lucha continuó. Estaban enzarzados en una batalla que se había librado desde el nacimiento de la historia, o más bien el nacimiento de los libros, contra quizás el mayor tirano de todos. Un enemigo despiadado y diligente que estaba constantemente mirando y tratando incesantemente de acabar con ellos. Fue el tirano llamado tiempo.

De hecho, incluso ahora, los libros estaban luchando contra su borrado por la tiranía del tiempo. Fue ayer cuando decidí ser voluntario para esta grandiosa y sublime, noble y hermosa, ruidosa pero silenciosa y, más que nada, emocionante batalla. Mi nombre es Ash. Soy un niño de ocho años con algo así como recuerdos de vidas pasadas.

“¡Quiero leer libros!” Confesé apasionadamente mientras abría la puerta de la iglesia con un fuerte golpe. Sin respuesta. La iglesia estaba vacía, excepto por algunas filas de sillas en mal estado y montones de polvo que me saludaban al entrar. Como era de esperar, parecía que el padre Folke se había retirado a su estudio en la parte trasera de la iglesia. Completamente comprensible. Se suponía que la iglesia no solo era una institución religiosa que realizaba los rituales del pueblo, sino también una institución educativa que proporcionaba un cierto grado de conocimiento a la comunidad. Es como esos seminarios de aprendizaje en el santuario. Incluso se suponía que iba a haber un seminario de aprendizaje en nuestro santuario.

Las sillas raídas eran para los asistentes al servicio religioso, así como para cualquier aldeano que quisiera venir a estudiar durante su tiempo libre. Sin embargo, este pueblo donde nací era sin lugar a dudas un pueblo pueblerino en medio de la nada. No existía tal cosa como un registro familiar, pero como solo había unas 100 personas viviendo aquí, todos se conocían de todos modos. Ahora la pregunta era, en una aldea tan marginal, ¿había alguna persona que tuviera tiempo de venir aquí y estudiar?

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En términos de desarrollo de la civilización, esta aldea todavía estaba atrapada en la Edad Media. No existía el motor de combustión interna; todo dependía del poder humano. Solía haber un caballo de batalla, pero murió hace dos años. Celebramos un funeral en esta iglesia y después nos comimos el mismo caballo. Parecía más una fiesta de barbacoa que un funeral. Me está dando hambre. Ojalá pudiera comerlo de nuevo…

Pero volvamos a la pregunta. En un pueblo sin tractores, caballos o vacas, y con una comunidad que se perdería irremediablemente con la mera mención del fertilizante químico, ¿había alguien que tuviera tiempo libre en sus manos? Como era de esperar, la respuesta fue no. Todo el mundo trabajaba día tras día hasta que se mareaban. Dada mi edad, yo mismo ya era un excelente trabajador. Si bien estaba exento de la mayor parte del trabajo manual duro, era excelente para arrancar las malas hierbas y deshacerme de las piedras en los campos, así como para recolectar plantas silvestres comestibles en las afueras del bosque y pescar en el río.

En la casa del jefe de la aldea, estaban haciendo un tiempo excepcional para que sus hijos estudiaran. Sin embargo, incluso entonces parecía que no estaban haciendo uso de la iglesia en absoluto. Como resultado, el número de personas que el padre Folke había educado desde su llegada hace un año era cero. O mejor dicho, había sido cero hasta ahora. Quería convertirme en su primer alumno.

“¡Padre Folke, padre Folke! ¡Es Ash, de la casa de David! ¡Ya que no contesta, simplemente voy a dejarme entrar!”

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De pie frente al estudio del sacerdote en la parte trasera de la iglesia, lleno de ídolos y sillas, llamé a la puerta, de acuerdo con la etiqueta adecuada, antes de irrumpir con descarada rudeza. Me encontré en una pequeña y acogedora habitación que parecía demasiado pequeña para su propósito. Dentro de la habitación, un hombre, que había estado durmiendo con la cabeza sobre el escritorio despejado, se echó hacia atrás el largo cabello y miró hacia mí.

“Oh, es el moco— es el hijo de la casa de David”.

“¡Sí, es el mocoso de la casa de David, Ash! Padre Folke, ¡su cara se ve horrible!”

El hombre tenía ojeras como si hubiera estado despierto toda la noche. Era muy delgado y no estaba bien arreglado, hasta el punto en que no se parecía en nada a un clérigo. Tanto es así que los aldeanos lo llamaban en secreto “sacerdote zombi”. Ya sabes, el tipo que los niños normales verían en sus pesadillas. Parecía que el sacerdote zombi estaba tratando de ignorar el daño que había recibido de mi voz llena de energía.

“¿Qué deseas? ¿Te importaría bajar un poco la voz? Me duele la cabeza”.

“Por favor, perdóname, estaba un poco emocionado. ¡Vengo a pedirte que me dejes leer algunos de tus libros!”

“¿Mis libros?” Folke miró la estantería detrás de él y resopló. Sus movimientos impulsaron parte del polvo de los libros al aire. “¿Qué planeas lograr leyendo libros en un pueblo abandonado como este?”

Parecía que estaba tratando de dar a entender que los libros eran inútiles en un pueblo pobre. La sonrisa masoquista en su rostro hacía que el sacerdote pareciera un zombi. Si quería tener un libro en mis manos, tenía que pasar por delante de este zombi distante que custodiaba su cementerio de libros.

“Supongo que solo quiero divertirme leyendo”.

El sacerdote zombi inclinó la cabeza. “¿Qué dijiste, mocoso?”

“No sé lo que estás tratando de decir, ¡pero estamos hablando de libros!

¿No es el propósito de leer libros divertirse? Si no puedes tener un tiempo en el que te estés divirtiendo al máximo en este mundo tan cruel, entonces

¿cuál es el punto de todo esto?”

Para alguien como yo, que conocía una vida próspera a partir de mis aparentes recuerdos de vidas pasadas, los malos estándares de este mundo eran insoportables. Fue al menos diez veces más doloroso para mí que para cualquier otra persona. ¿Con qué frecuencia había pensado en acabar con todo? Ni siquiera estaba seguro de mi propia cordura en este

punto; así de malo fue. Sin embargo, el día anterior me di cuenta de algo. Cuando la esposa del jefe de la aldea me estaba leyendo una historia, ¡me di cuenta de que podía viajar a otro lugar ahondando en el mundo de los libros! ¡Parecía tan obvio ahora! Si la realidad era demasiado dolorosa, siempre se podía encontrar placer en otro lugar, ¡y ese lugar era el mundo de la fantasía!

“Y esto no es sólo una mera afirmación sin fundamento”, argumentó. “Cuando tienes hambre, ¿necesitas un propósito para comer? Cuando te ahogas en el agua y te asfixias, ¿necesitas un propósito para volver a la superficie y respirar profundamente?”

Obligado por el interrogatorio de un niño de ocho años, el sacerdote zombi asintió apresuradamente. “Por supuesto, comerías y respirarías sin pensar en eso”.

“¡Exactamente! De la misma manera, ¡los libros son algo que simplemente lees y disfrutas!”

“Ya veo.” Folke asintió con la cabeza y, a regañadientes, alcanzó la estantería. “Espera un minuto, ese razonamiento no suena bien”.

“No, ¡es perfectamente lógico! ¿Qué hay de malo en mi razonamiento?

¡Esos son mis sentimientos puros y sinceros hacia los libros!” Reuní toda mi pasión y le lancé a Folke una mirada feroz. Si las miradas pudieran matar, habría muerto cien veces más.

No sé si fue por mi mirada, pero el rostro del sacerdote se puso aún más pálido de lo habitual y asintió con cautela. “Muy bien, puedes tener un libro.

¿Pero puedes siquiera leer?”

“Padre Folke, ¿sabe cuántas personas en este pueblo pueden leer?” “Dos. Tres incluyéndome a mí”.

“Precisamente. ¡Veo que ya sabes la respuesta a tu pregunta!” “Por supuesto que no sabes leer”.

Ya habían pasado ocho años desde que nací en este mundo, pero podía contar con mis dedos cuántas letras había visto en ese tiempo, por lo que realmente no podía evitarlo. Si estuviéramos hablando de letras de la civilización de mi vida pasada, por otro lado, podría leerlas y escribirlas con fluidez.

“No sé dónde aprendiste a hablar como lo haces, pero no tengo ningún interés en enseñarle a leer a un mocoso como tú”.

“Oh, no estás siendo de mucha ayuda”, dije, aunque había anticipado este resultado.

Al escuchar los rumores y juzgar por mi propia experiencia, el padre Folke parecía tener una personalidad podrida. No en el sentido de que fuera malvado; este hombre de unos treinta años acababa de perder toda motivación y sentido de propósito después de ser relegado de la vida de la ciudad en la capital a este pueblo remoto y empobrecido: el final de la línea para una élite degradada. Era de esperar que pedirle un favor a alguien como él no fuera bien recibido.

“En ese caso, ¿podría prestarme un libro fácil de leer? Eso es todo lo que le pediré en su calidad de educador de este pueblo”, le pedí.

“¡No seas ridículo! ¿Tienes idea de lo valiosos que son los libros? ¿Qué voy a hacer si los arruinas o los vendes?”

“Vamos, nadie se dará cuenta si falta un libro”.

Al escuchar mis palabras, el padre Folke se volvió para mirar la estantería, donde el polvo se amontonaba descaradamente. Al ver lo mal que se mantuvo, ni siquiera él pudo oponerse a mi declaración. “Tsk. Tienes mucho descaro de decirle eso a un sacerdote, estúpido mocoso”.

“No hay nada que temer; No importa lo enojado que esté, estoy seguro de que a ninguno de los otros aldeanos le importará. Especialmente si conseguí algo de dinero para esos libros”.

En este pueblo, los libros no valían nada. Incluso si robara un libro, la gente podría juzgarme por el acto de robarse, pero nadie se inmuta por el libro. Y si los sobornaba, estaba seguro de que el acto de robar también sería perdonado. Si los libros no valieran nada, robarlos habría sido como tomar una piedra del borde de la carretera y guardársela en el bolsillo; nadie lo consideraría un robo.

¿No estás de acuerdo, padre? Estoy seguro de que lo harías. Miré al sacerdote mientras sonreía.

“Estúpido mocoso, ¿me estás amenazando?”

Vamos, no tienes que parecer tan aterrador. No es que esté hablando de una manera que pueda sonar amenazante porque quiero ser amenazante. Solo quiero que el sacerdote de nuestra iglesia cumpla fielmente su papel de educador. El único que intenta sabotearle es usted mismo. Solo estoy exigiendo mi derecho a la educación hablando de una manera que tal vez podría interpretarse como una amenaza. Incluso un niño sabría quién es el malo aquí.

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“Bueno, espero que me crea que no haré nada como vender sus libros”. Si ese fuera el caso, los habría robado, no tomado prestados. Hice todo lo posible por transmitir este mensaje con mi sonrisa traviesa. “Sin embargo, no puedo garantizar que no ensuciaré tus libros. Haré mi mejor esfuerzo, pero ocurrirán accidentes”. Antes de que el sacerdote pudiera sacar una objeción de su boca, agregué las siguientes palabras, que eran difíciles de negar: “¿No se están desgastando naturalmente los libros con el tiempo también?”

“Bueno, sí, eventualmente se dañarán”, admitió.

Como era de esperar, estuvo de acuerdo conmigo. Si estuviera hablando con alguien que hubiera dejado toda su razón en otro ámbito, esto no habría funcionado. Afortunadamente, el padre Folke era una persona lógica, así que con un sentimiento de gratitud, amplié sus palabras. “Exactamente. Los libros se deteriorarán y eventualmente perecerán. Me pregunto con qué frecuencia se han leído esos libros hasta ahora. ¿Y con qué frecuencia se leerán hasta entonces?”


Evidentemente, no había forma de saberlo, pero estaba seguro de que la respuesta no era muy frecuente. Por lo menos, parecía que naturalmente perderían su forma antes de agotarse por la lectura.

“¿No preferirían esos libros quizás recibir algún daño al ser leído por mí, en lugar de descomponerse mientras simplemente acumulan polvo?” Yo continué. “Además, si los leo, existe la posibilidad de que resuciten en el futuro a través de mis recuerdos”.

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“Ya veo.” El sacerdote pareció impresionado mientras se cruzaba de brazos y asentía varias veces. “Tengo que admitir que eres un mocoso de lengua simplista. ¿Estás seguro de que eres hijo de un granjero? Suenas más como un comerciante para mí”.

“Creo que ya sabes la respuesta a esa pregunta”.

“Bien… Bueno, por consideración a tu elocuente discurso, te dejaré prestado un libro. Asegúrate de leerlo detenidamente para que puedas transmitirse a la generación futura…” Y justo cuando parecía que me había salido con la mía, parecía que Folke había vuelto a sus sentidos. “¡Espera un minuto! ¡Ni siquiera puedes leer!”

“Maldita sea, te diste cuenta.”

“¡Maldito seas, pequeño mocoso peligroso!”

“¿Yo? ¿Peligroso? ¡Ni siquiera haría daño a una mosca! ¡Solo soy un niño indefenso e inocente de ocho años!”

¡Qué intento indignante de dañar mi reputación! No estaba tratando de engañarlo. Tal vez lo redacté de una manera que pudiera interpretarse como lo estaba, pero simplemente estaba tratando de convencerlo.


“Sí, es cierto que ahora mismo no puedo leer. Por eso quiero que me presten un libro fácil, para que pueda enseñarme yo mismo”.

“¡No seas ridículo! Si fuera tan fácil aprender a leer, no tendrían que enviar sacerdotes como yo a aldeas remotas”.

“No dije que fuera fácil. Por favor, permítame pedir prestado un libro con pasajes de las Escrituras que a menudo recita durante el servicio, como un libro de texto compilado de ellos. ¿Una colección de oraciones? Eso sería bueno.”

El padre Folke pensaba para sí mismo mientras parecía que un estafador le acababa de proponer un plan para hacerse rico rápidamente. Debe haber sospechado que le había tendido otra trampa.

Una vez más, podría haber estado hablando de una manera que podría interpretarse como una amenaza o una estafa, pero solo estaba tratando de convencerlo; nada de lo que dije justificaba tanta sospecha hacia mí. Por favor, mire mis ojos de cachorro y créame.

“¡Ahí! ¡Tienes esa mirada sospechosa otra vez!”


Folke no debe estar viendo bien. Quizás por su insomnio.

“Como sea”, dijo finalmente, “si eso es lo que quieres, tengo un manuscrito que escribí yo mismo. Incluso si intentara venderlo, no podría ganar mucho dinero con él, e incluso si se daña, no sería un problema”.

“¡Muchas gracias, padre Folke! ¡Que Dios te bendiga!”

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Al final, todo mi convencimiento había funcionado. Después de todo,

¡tomarse su tiempo y ser cortés en la conversación fue el mejor enfoque! La violencia, así como la estafa y las amenazas, eran las herramientas de los bárbaros que no sabían razonar. Las personas podrían entenderse entre sí si hablaran racionalmente entre sí.

Con un gran sentido de logro, alcancé el manuscrito. Pero Folke se aferró a él con fuerza, no queriendo soltarlo.

“Una vez más, muchas gracias. Tenga la seguridad de que cuidaré bien el manuscrito”. Déjalo ir, bastardo.

“Escucha, ni siquiera pienses en hacer algo extraño”.

“Incluso si no me intimidas; No planeo hacer nada extraño”. Date prisa y entrégalo. Dejar ir. Esto es mío ahora.

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Por fin, Folke soltó el manuscrito a regañadientes, como debería haber hecho desde el principio. Me abstuve de decir nada sobre su generosidad, su lentitud o su tacañería, hojeé el libro —o mejor dicho, la pila de papeles— y con la mirada tracé las letras cuyo significado se me escapaba.

Entre ellas, descubrí algunas letras que me parecían familiares, así que le pregunté a Folke: “¿Podría decirme cómo leer esta oración?”.

“Oye, ¿no dijiste que no preguntarías nada más?”

“Le dije que esto era todo lo que le pediría en su calidad de educador de esta aldea. Entonces, esta vez, te lo pregunto en tu calidad de sacerdote”. Vamos, no te quedes ahí parado con esa mirada estúpida en tu rostro; date prisa y dime. Te juro que no te pediré nada más… Al menos no hoy.

Según Folke, era una oración que se usaba mucho. No solo por los sacerdotes, sino también entre los campesinos. Decía: “Dios lobo fuerte, dios mono sabio y dios dragón feroz. Bendícenos hoy con tus grandes poderes”.

Como esperaba. Ya lo había adivinado cuando vi la puntuación y las letras para “dios lobo”, “dios mono” y “dios dragón”, que eran las mismas que las de los grabados de los ídolos adorados en la iglesia. Estas letras eran fonogramas y no ideogramas. ¡Suerte la mía!

Me tomó un mes finalmente terminar de leer el delgado manuscrito. La lectura de letras desconocidas ya era una hazaña difícil, solo que se hizo más difícil por el hecho de que era un manuscrito escrito a mano. Independientemente, la principal razón por la que me tomó tanto tiempo fue la falta de tiempo libre.

La cosecha de otoño había terminado hace un mes, por lo que el trabajo agrícola se había calmado un poco, pero eso no significaba que los agricultores tuvieran tiempo libre en sus manos. Si no plantamos trigo de invierno antes de la cosecha de primavera, nos enfrentaríamos a la hambruna, y si no hicimos los preparativos para el invierno que pasa, moriríamos de frío. Se sentía como jugar el juego de la vida en modo pesadilla, donde incluso la más mínima negligencia conducía a la muerte inmediata. El único consuelo fue que teníamos una tasa de mortalidad más baja que en otras regiones más frías durante el invierno porque no nevaba mucho. Qué abismal estándar para el consuelo.

“Entonces, ¿puedo pedir prestado el próximo libro, por favor?” “¿Qué, ya estás aburrido de este?”

Como de costumbre, Folke, privado de sueño, puso los ojos en blanco. No tenía idea de lo que le molestaba tanto.

“¿No diría que un mes es bastante largo para este manuscrito?” Yo respondí.

“Es solo un mes. Es imposible que tu capacidad de lectura haya progresado mucho en un mes. Especialmente enseñándote a ti mismo”.

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“¿Eh?” Parecía que estábamos hablando uno al lado del otro. Pensó que había dejado de enseñarme a leer a mí mismo con este libro. Me sentí un poco ofendido, pero eso habría sido una suposición correcta si no tuviera mis aparentes recuerdos de vidas pasadas. Mientras me esforzaba por ser una persona honorable, recordé mi deuda de gratitud con el sacerdote por permitirme tomar prestado el libro y reformulé cortésmente: “Oh no, ya me acordé de todas las letras de este libro, así que, por favor, ¿podría pedir prestado otro libro?”.

“No creas que soy estúpido. Si vas a mentir, hazlo un poco más creíble”.

Mientras se reía, burlándose de mí, todos mis sentimientos de gratitud restantes desaparecieron en un instante. “Ya veo, ¿me estás llamando, un inocente niño de ocho años, un mentiroso sin ninguna prueba?”

 

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