Campione (NL)

Volumen 3

Capítulo 4: El Grimorio Secreto de Prometeo

Parte 1

 

Habiéndose despedido de Lucretia, Godou y Erica permanecían en silencio mientras caminaban hacia la puerta.

¿Qué hacer ahora?

Justo cuando Godou suspiraba ligeramente, el teléfono de Erica sonó con un timbre de ritmo rápido y ligero. De inmediato sacó un celular color rojo de su bolsillo, y respondió en italiano.

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Godou la observó desde un lado.

La expresión y el tono de voz de Erica eran muy serios. ¿Podría deberse a una emergencia? Colgó después de unos cinco minutos, y de repente miró a Godou.

“Godou, ¿no me lo dijiste esta mañana? Acerca del vergonzoso acto de esta mañana, ¿no harías las paces, incluso si esto significaba un suicidio ritual por seppuku?* ¿Estabas mintiéndome?”

(NOTA: Una forma de suicidio practicado por los samurái a manera de mantener el honor. También conocido como harakiri.)

“¡Por supuesto que estaba mintiendo!, ¿¡quién querría cometer seppuku por eso!?”

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“Mmm, entonces voy a considerarlo como una simple expresión ― escucha bien, tienes que venir con nosotros.”

“¿Ah? ¿Por qué?”


Godou preguntó, al ver a Erica dándole órdenes de forma tan obvia. Al instante, su mirada dirigida a Godou llevaba el mismo escarnio que tuviera al ver a un tonto.

“Aunque tú seas un aficionado inútil, ese grimorio ― el Grimorio Secreto de Prometeo es diferente. Aunque Lucretia no nos dijo como usarlo, no hay nada malo en llevarlo.”

Es cierto, el poder del grimorio no nos fue revelado después de todo.

Cuando le preguntamos al propietario original, la única respuesta que obtuvimos fue algo así como ‘¿No deberían descubrir los poderes ocultos por ustedes mismos? Preguntar sobre ello sería tan insípido como leer una guía para un RPG’.

Recordando la despreocupada actitud de Lucretia, Godou no pudo evitar sentirse deprimido.

¿O tal vez, fue una decisión tomada bajo una cuidadosa consideración?

“Entonces, ¿por qué no llevas mi equipaje por ahora? Sírveme como un signo de tu sinceridad por hacer las paces. ¿Entiendes?”

“… ¿No vas a apuntar un arma hacia mí, y luego robarlo?”

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“¡Como Gran Caballero de la Cruz de Cobre Negro, he jurado no hacer una cosa tan despreciable! ¡Si tal juramento fuera a romperse, yo sería el hazmerreír!”

Erica habló con gran emoción. Pensar que un juramento tendría un significado tan importante.

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Entonces, ¿qué debería hacer Kusanagi Godou? ¿Acompañar obedientemente a Erica o escapar? ¿O simplemente coger ese grimorio lo-que-sea en sus manos e ir directamente de vuelta a Japón?

Godou se decidió por la cuarta opción.

“¡Voy a ver a Lucretia-san una vez más, por favor espérame un rato!”

Sin esperar la respuesta de Erica, se dio media vuelta y regresó a la casa de la bruja. Esta vez abrió la puerta con sus propias manos y entró en la habitación de Lucretia.

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“Qué decepcionante, joven hombre. Entrar en el dormitorio de una mujer sin ser invitado es un completo fracaso… Cierra la puerta rápidamente y cálmate.”

Lucretia Zola estaba tumbada en la cama, mirando a Godou con unos ojos que estaban a punto de quedarse dormidos.

Envuelta en sábanas, esta vez no levantó su cuerpo para hablar.

Ella realmente estaba muy cansada. Ser testigo de una batalla entre dioses tan de cerca y sobrevivir ― probablemente era una tarea más difícil de lo que Godou podría imaginar.

“Habiéndote despedido hace diez minutos, y luego vuelves tan pronto. ¿Tal vez tu corazón fue robado por mi belleza, y volviste para confesar tu amor? Oh, bueno, no puedo culparte. Cuando un chico en la pubertad conoce a una belleza como yo, tal comportamiento apasionado no puede ser evitado.”

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“No, eso es totalmente falso.”

Godou respondió rápidamente, no va a dejar que ella controle el flujo de la conversación.

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Debido a la muy amplia gama de amigos de sus sociables familiares, Godou estaba bien acostumbrado a tratar con este tipo de persona extraña.

“Luces claramente tan parecido a tu abuelo, pero no veo ningún don verbal para complacer a las mujeres. Aun así, estoy muy interesada en ti. ¿De qué quieres hablar conmigo?”

Lucretia por fin abrió los ojos.

Como si escudriñara en la cara de Godou, ella lo miró directamente.

“¿No eran sus palabras de hace un momento un poco extrañas? Como Erica dijo, darle la tableta de piedra a ella sin duda sería mejor que la situación actual.”

“Hohoho, pero también dije que elegí la opción más interesante.”

“Eso definitivamente no era una mentira, lo entiendo, pero siento que ― no son realmente sus verdaderas intenciones, de lo contrario no tendría la sensación de que estoy siguiendo la corriente.”

“Eh, así que crees que tengo otros motivos, joven.”

Al escuchar las palabras de Godou, Lucretia se rio a carcajadas.





“Sí, antes de que me canse de todo esto y deje esta tableta de piedra en un bote de basura, por favor, dígame la verdad. Eso sería de gran ayuda.”

“¡Amenazándome como respuesta! Excelente, ahora sí pareces el nieto de Ichirou. Terco como él, pero de una manera completamente diferente. No puedes ser subestimado. Sí, de lo contrario, no hubiera habido ningún sentido en dártelo.”

Lucretia se veía muy contenta y reía en su cama.

“Está bien, te lo voy a explicar directamente. Realmente no es nada importante, pero sólo quiero actuar como una restricción para esa pequeña señorita. Desarmarla aunque sea un poco. Si le das el Grimorio Secreto de Prometeo a ella directamente, inmediatamente lo tomará para enfrentarse contra los dioses, ¡esa genio!”

“… ¿Ella es así de increíble?”

“Sí, se dice que Erica Blandelli es el atesorado prodigio de la Cruz de Cobre Negro, pero eso no es lo peligroso. El peligro radica en el hecho de que ella todavía tiene que comprender el terror de los Dioses Herejes… De hecho, consideré la opción de recuperar el grimorio y ocultarlo.”

“¿Entonces por qué no hacerlo?”

“Porque esa cosa definitivamente será muy útil. Por eso, quiero entregárselo a algún mago Entonces, cuando Sir Salvatore llegue, dáselo y deja que lo utilice eficientemente ― ese fue uno de los planes que se me ocurrieron.”

“¿Sir Salvatore?”

Otro personaje abordado con título de ‘Sir’, Godou perplejo inclinó la cabeza.

¿Era algún famoso caballero de Gran Bretaña?

“Sí, así es. Tal vez él sea el único que pueda resolver este incidente de una sola vez. Un gran e importante hombre al que es imposible que una maga no afiliada como yo logre

acercarse, así que es mejor entregarle el grimorio a Erica-san, que es de una prestigiosa familia. ¿Puedes aceptarlo ahora?”

“Lo tengo, sí… En otras palabras, ¿espera que pueda ser un obstáculo para Erica?” “¡Respuesta correcta! Así que, joven hombre, ¿qué piensas hacer?”

Al darse cuenta de las intenciones de esta anciana bruja, Godou comenzó a reflexionar. Conociendo las intenciones de Lucretia ahora, ¿debería seguir sus deseos?

¿Qué debe hacer? Él estaba realmente disgustado por las intenciones de la bruja, pero esta isla se ha encontrado en una situación más allá del conocimiento humano, y la pacífica vida de las personas estaba siendo interrumpida.

Él no creía que pudiera resolver el problema por sí mismo, pero no puede quedarse fuera de esto y no hacer nada.

Godou suspiró, si no ve esto hasta el final, no sería capaz de volver a Japón con la mente en paz.

“Entiendo, siempre que mi vida no peligre, seguiré con esa tipa.”

“Sí, esa sería una gran ayuda para mí. Permíteme brindar contigo algún otro día en reconocimiento a tu valor y tu actitud entrometida.”

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“¡No me llames entrometido! ¡Esto fácilmente podría llegar a ser mortal!” Había sido testigo del poder divino en Cagliari.

Godou no era tan ingenuo como para creer que estaba a salvo después de haber presenciado esa escena. Frente a este tipo de amenaza, los humanos eran tan insignificantes como granos de arena.

“Hohoho, no te enfades. Que hayas llegado exitosamente hasta aquí, a un país con la barrera del idioma, indica que la suerte está de tu lado. Si te encuentras en peligro, sal corriendo, no te culparé. Oraré para que la buena fortuna esté contigo.”

Finalmente, Lucretia sonrió tranquilamente mientras miraba el rostro de Godou.

Al igual que una señora viendo a su nieto, o una hermana mayor bendiciendo a su hermano en su camino de crecimiento. Esa era una expresión ambigua.

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