Campione (NL)

Volumen 1

Capítulo 6: Torbellino en la Noche Más Oscura

Parte 3

Yuri se apresuró a través de las calles rodeadas por la oscuridad.

Sólo podía confiar en la luz de la luna, las estrellas, y sus ojos, que habían conseguido por fin acostumbrarse a la oscuridad.

Normalmente ésta sería brillante, incluso durante la noche. A lo largo de las calles comerciales, usualmente se ve luz desde las ventanas de los edificios, además del alumbrado público por el camino.

Pero esta vez, no había luz artificial. La oscuridad total había abrumado toda el área.

Mirando hacia el reloj en sus manos, ya eran las 11p.m. No había ni una sola persona alrededor.

Sin ningún trabajador del turno de noche, el número de personas que deambulan por las calles comerciales por la noche sería mucho menor que durante el día. Pero también habría residentes que viven cerca, y también deben haber algunas personas en su camino a casa después de trabajar horas extra.

No debería ser tan inerte y desolado.

Todo el mundo se había quedado dentro de sus hogares o lugares de trabajo a la espera de que la mañana llegase. Incuso si saliesen a la calle, sólo un profundo abismo de oscuridad los esperaría.

En estas condiciones, donde ni siquiera las linternas funcionan, la única persona que se atrevió a salir sola era Yuri. Estas calles se supone que le eran familiares. Normalmente, no habría manera de perderse, pero esta noche era diferente.

Yuri mantuvo sus manos sobre las paredes y barandillas para saber de la situación ante ella, avanzando en condiciones en las que ni siquiera estaba segura de lo que había metros más delante.

Bajo estas circunstancias, su sentido de orientación era completamente inútil. Ya no era posible comprender dónde estaba.

Yuri siguió caminando como un insecto ciego. Su objetivo era un lugar con menor cantidad de gente que la de la calle comercial…, la bahía de

Tokio.

Dentro de la bolsa en sus manos estaba el Gorgoneion. Sólo cargar eso hacía imposible escapar de la lúgubre ciudad, que ya había caído en garras de Atenea.

Pero Yuri quería llevar la pelea entre Kusanagi Godou y la diosa a una zona desolada antes de que comenzasen. Enfocó toda su mente en esto, y era lo único que la mantenía de pie por estas oscuras calles.

Debido a que Yuri aun llevaba su traje de sacerdotisa, muchos curiosos habrían centrado su mirada en ella durante una noche normal. Pero en ese momento, no había ni un solo par de ojos curiosos.

Yuri sintió de pronto una inexplicable sensación de soledad, justo cuando estaba a punto de cruzar la carretera. La situación ha causado que todos abandonasen sus coches y huyeran, por lo que no era necesario pensar en las leyes de tránsito.
Sin embargo, alguien llamó a Yuri a una parada detrás.

— Tú, miko, que sirves a dioses desconocidos, suelta la reliquia de la Serpiente.

La noche estaba tranquila.

La noche estaba rodeada por una quietud y un silencio pocos naturales.

La voz era como el viento de la noche, dejando sin perturbaciones al silencio de la noche.

— Atenea es mi nombre. Hija de Zeus, viajera de al lado, vengo a recuperar la Serpiente de tus manos. Por la falta de respeto hacia los seguidores de los dioses extranjeros, una debe disculparse ahora.
Llena de un aura de divinidad, la abrumadora presencia se acercaba con un solo paso a la vez.

Yuri miró a su alrededor. Una mirada era todo lo que necesita para darse cuenta de que la chica que se estaba acercando lentamente hacia ella era Atenea.

Inmersa por la luz de la luna, la diosa se veía delgada y esbelta, sin embargo, emanaba un poder inusualmente poderoso. Su cabello ondeaba en la brisa de la noche, emanando una sensación de mala fortuna. Hebras y hebras de brillantes cabellos plateados parecían un sinnúmero de serpientes ante los ojos de Yuri.

— Antigua Serpiente…, finalmente te encuentro; con esto, una puede volver a ser la antigua Atenea, la desafiante Atenea. Miko, toma la historia del despertar de una de las tres diosas y llévala a los oídos de las futuras generaciones.

Atenea simplemente extendió su pequeña palma hacia adelante. Con sólo eso, la bolsa en las manos de Yuri se abrió de golpe; el interior, el

Gorgoneion, voló hacia las manos de Atenea.

— Tal es la antigua Serpiente. Una finalmente recuperará su propio pasado.

Atenea esbozó una sonrisa. Incluso con la envolvente oscuridad, Yuri podía sentir claramente su alegría. Entonces, la diosa cantó hacia el cielo:

Una canta el himno de las diosas de la trinidad. Conectando a los cielos, a la tierra y a la oscuridad, reencarnación de la sabiduría.

Una canta la melodía de la diosa degradada. Nacida como reina aunque vista como la serpiente de la prohibición, en agravio de la reina.

Una canta la balada de la diosa traumatizada. Deshonrada por su estimado padre, cayó a la humillación como madre.

Una, llamada Atenea, hija de Zeus, patrona de Atenas, doncella eterna.

¡En el pasado, era la madre tierra nutriendo a todas las cosas!

¡En el pasado, era la amante oscura del inframundo!

¡En el pasado, era la emanación de sabiduría celestial de la iluminada diosa!

¡Una se compromete, Atenea pronto volverá a la Atenea original!

Canciones divinas se entrelazaron desde la boca de Atenea. Como himno, como oración, como alabanza.

Con la continuación del canto, la figura de Atenea empezó a cambiar.

Su altura incrementó, sus extremidades se alargaron, y el aspecto de una niña delicada desapareció ante una doncella de excelencia divina.

La inmadurez se desvaneció de su rostro. Solo de su figura, parecía tener diecisiete o dieciocho años, sus ropas modernas se habían transformado en una antigua túnica blanca.

— Desafiante… ¡Atenea…!

Viendo a Atenea tan cercanamente, los instintos de Yuri se dieron cuenta de la naturaleza de la diosa. Aquí estaba la descendiente de la madre tierra.

Aquí estaba la lideresa dominante de la muerte y la tristeza.

Aquí estaba la desamparada diosa de los cielos, la tierra y la oscuridad.

Aun así todavía debía ser rechazada, ya que esta calle no era propiedad de los dioses, sino construida por el pueblo, como una ciudad para la humanidad.
— ¡Atenea! Por favor, dejé de bromear. ¡Aún dispone de un oponente aquí! —. Yuri hizo caso omiso de su tembloroso cuerpo, asustada por el desafiar a un dios, gritando con todas sus fuerzas.

— ¡Oh, Miko! tus palabras me divierten. ¡Hablas en su nombre, una puede pensar lo mismo!

— ¡Aquel que luchará contra usted es la personificación del asesinato de dioses, aquel reconocido como el Rey de los Magos, Kusanagi Godou! ¡Hasta que logre derrotarlo, por favor, deje de causar problemas haciendo lo que quiera!
Frente a la entretenida Atenea, Yuri suprimiendo su miedo respondió.

Yuri había recibido la educación especial de una miko-hime desde la infancia, por lo que podía entender el poder divino mejor que nadie. A pesar de esto, ella continuó sin contenerse:
— No

Su temblor no era causado por el miedo.

Yuri se dio cuenta de que su temperatura estaba bajando, porque estaba cerca de Atenea quien ahora tenía al Gorgonieon. Afectada por el frío del inframundo que se extendía de la diosa, el cuerpo de Yuri se acercaba a su muerte.

— Ah… pido una disculpa. Aunque una recuperó su antigua fuerza, el control total aún no se ha recuperado.
La voz de Atenea contenía su regocijo. En comparación con antes, el poder espiritual dentro de sus palabras era incomparablemente más fuerte.

— Sin embargo, este bautismo del aliento de la muerte no lo has recibido solo tú. Kusanagi Godou ya lo ha experimentado. Si es capaz de escapar del abismo de la muerte para estar frente a una, todavía se te podrá conceder tu deseo…

— Si eso es así, entonces no hay problema. Esa persona todavía está viva. Por mi bien,
¡Definitivamente, me protegerá! ¡El definitivamente llegará pronto! ¡Sólo miré!

Sus piernas temblaban tanto que le era difícil incluso estar de pie. Sin embargo, Yuri seguía de pie con todas sus fuerzas.
Ella no había recibido una respuesta de Kusanagi-san, ella sólo le dijo que se apresurarse antes de colgar la llamada.

Además, ella no sabía si su poder de hecho podría ser utilizado.

Si se pudiera, Kusanagi Godou volaría allí. Si no, ella irremediablemente moriría allí. Así que… ¿qué hare? ¿Debería confiar en él? ¿O no?
Dejando de lado toda la confusión, Yuri gritó con todas sus fuerzas:

— ¡Kusanagi-san! ¡Kusanagi Godou! ¡Ven ya! ¡Atenea y yo estamos aquí! ¡Date prisa… tu fuerza es necesaria ahora! ¡Rápido!
El viento comenzó a soplar.

La suave brisa de la noche se levantó rápidamente a una ventisca ligera, que luego creció a un poderoso torbellino.
Atenea se quedó atónita. Dentro del torbellino se erguía la figura que le causó esa expresión.

– Kusanagi Godou

Kusanagi Godou había llegado con el viento.

Su mirada se había conectado con sus ojos penetrantes.

Cuando Yuri vio al rey demonio que tenía su edad se derrumbó sobre el suelo de rodillas. Lo más sorprendente era que Yuri no estaba nerviosa en lo absoluto.

No importa cuán inmaduro fuera, no importa cuán problemático fuera, él llevaría a cabo lo que tenía que hacer.

Proteger a aquellos más débiles que él, rescatar a sus amigos del peligro…, sin esa voluntad, sería imposible para una persona normal recibir el título de Campione.

Godou definitivamente vendría.

Eso era lo que su intuición le había dicho; ella calmadamente asintió a Godou como muestra de su confianza.