Slayers (NL)

Volumen 2

Capitulo 5: ¡Problemón! La Batalla Final

Parte 3

 

 

Sabía que era mucho esperar. ¡El dragón-trol mordió mi látigo de fuego con sus fauces, y lo partió en dos!

“¡¿Cómo puñetas ha hecho eso?!”
Incluso imbuido de magia, el fuego es fuego. Como los dragones son resistentes al fuego, sabía que algo así era posible, pero parecía muy improbable.

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No había tiempo de buscar la razón… esa cosa tenía la vista fija en mí. Desenvainé mi espada, aun sabiendo que no había forma de que mi fuerza y habilidad con ella fuera suficiente para acabar con el monstruo. Después de pensarlo un momento, le lancé la espada a Gourry.

– ¡Pilla, Gourry!

– ¡La tengo! – Gritó mientras se lanzaba hacia su enemigo volador. Yo comencé a recitar otro hechizo.

Gourry cortó una de las alas de la criatura, haciendo que perdiese el equilibrio y cayese. Pero, de nuevo, la espada se quedó atrapada en la piel del monstruo, esta vez en el hombro izquierdo. La quimera rugió mientras lanzaba latigazos con la cola.

– ¡Ugh! – Se quejó Gourry cuando la punta de la cola le lanzó contra la pared.


Entonces la criatura empezó a levantarse.

– ¡Dam Brass! – Grité.

“¡Diana!”

Esta vez mi hechizo le dio de lleno y la criatura… um… perdió la cabeza. Aun así, el cuerpo siguió causando estragos un rato.

– ¡Muérete ya, persistente grano en el culo! – Dijo Gourry.

– Pues me recuerda a ti. – Dije con una risilla –. Supongo que tampoco te iría mal si perdieses la cabeza. Quiero decir, no es que la uses para nada. Aunque seguro que contigo sí que podría destruir con fuego, a la barbacoa.

– ¡Oye! ¡Puedo oírte! ¿Es que crees que soy como una cucaracha? – Se quejó mientras me miraba y suspiraba.

– ¿Qué? – Como si él no se metiese a veces conmigo, sólo por diversión.

– Pues tienes la cara plana.

“¿Eso es todo lo que tienes, Gourry? Esfuérzate un poco…”

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– ¡Se me habrá quedado así del porrazo que me he dado antes! – Dije, gruñendo –.

¡Bueno, da igual! ¡Apresurémonos! – Dije, mientras ambos sacábamos nuestras armas del cadáver del monstruo.

– ¡Vamos al segundo piso! – Dijo Rubia, metiéndonos prisa.

Al subir vimos un pasillo que se extendía a izquierda y derecha, con una docena de puertas en sus paredes. Había gárgolas junto a todas las puertas, todas con el mismo diseño y con una esfera de piedra en la boca. La verdad es que ponía los pelos de punta.

Por si no lo sabes, las gárgolas son bestias místicas que se parecen mucho a estatuas de piedra. Algún descuidado podría acabar siendo atacado por algo que había asumido que era sólo un objeto decorativo.

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En circunstancias normales, Gourry y yo podíamos encargarnos de un pequeño grupo de gárgolas sin muchos problemas, pero no teníamos tiempo que perder. Miré a Rubia rápidamente.

– ¿Son estatuas o gárgolas de verdad?

“O lo que es peor, ¿son una mezcla de ambas cosas?”





– No pasa nada. – Dijo –. Las he limpiado y quitado el polvo muchas veces. Sólo son estatuas. Recuerdo que una vez el amo

Halcyform llamó a la esfera de piedra roja ‘mi preciosa piedra’. Las otras son, por lo que yo sé, piedras normales. Pero recuerdo que sentía predilección por esa.

– Parece prometedor. Vamos a encontrarla. ¿En qué estatua la puso? – Pregunté.

– No lo sé. – Dijo con pesar –. Todo lo que me dijo fue que tuviese mucho cuidado cuando limpiase las estatuas del segundo piso.

– Genial. Supongo que tendremos que revisarlas una a una, entonces…

– No creo que tengáis tiempo para eso. – Dijo alguien, interrumpiéndome.

“¿Quién puñetas…?”

El dueño de aquella voz emergió de entre las sombras del pasillo. Primero sus pies, luego su túnica, y luego… una máscara blanca bajo una capucha.

– ¡Seigram! – Un sudor frío recorrió mi espalda.

“¿Halcyform le ha llamado telepáticamente?”

– Podríais haber usado este tiempo para salvar vuestras vidas, pero os negasteis, prefiriendo crear todo este caos. Los humanos son criaturas muy poco inteligentes. – Dijo casi con un ronroneo.

– Esperábamos que aparecieses para aguarnos la fiesta. – Dije, tirándome un farol

–. Si acabamos contigo, Halcyform pierde su inmortalidad, ¿verdad?

– Sí, pero no os será nada fácil.

“Deja de hundirme las esperanzas, ¿vale?”

Pero la verdad es que tenía razón. Y lo que era peor, si Halcyform aparecía aún con su inmortalidad intacta, nos quedaríamos sin opciones.

Pero aún teníamos una oportunidad. No había ninguna prueba de que Gio Gaea estuviese por allí. Quizás nos estábamos enfrentando sólo a Seigram, así que teníamos que acabar con él o encontrar la piedra.

Sólo se me ocurrían esas dos opciones.

Bueno, siempre nos quedaba la opción de utilizar el Drag Slave, pero si lo lanzaba allí mismo, destruiría la ciudad.

– Vamos a destruirte. – Dije, amenazante –. Y lo haremos antes de que aparezcan tus amigos.

– ¡Uuups! Demasiado tarde, me temo. – Dijo una voz cantarina.

“¿Eh?”

Me quedé congelada por un segundo, y entonces eché lentamente un vistazo a mi espalda. Allí estaba, calmado y resplandeciente en sus ropas blancas, su capa al viento.

– Ya estoy aquí.

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“¡Halcyform el Blanco!”

Aún tenía esa asquerosa sonrisa en los labios.

– Bueno Rubia, ven aquí. – Dijo llamándola en un suave tono.

– Por favor amo Halcyform. Por favor deje que esto termine. – Dijo mientras se negaba a acudir a su lado.

– ¿Pero qué dices, Rubia? Todo lo que hecho ha sido por ti, querida. Todo ha sido porque no quiero volver a perderte.

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– ¡¡No!! – Gritó ella –. ¡Lo que quieres no es más que una ilusión! Yo no… ¡no soy la Rubia que tú amabas…! No importa las veces que me llames por su nombre. Yo…
¡no soy más que un monstruo! ¡Una marioneta que tú mismo creaste!

“Eh… ¿de qué va esto?”

– ¡Rubia! Eso no es… – Se notaba la sorpresa, y luego tristeza, en la cara de Halcyform –. Eres mi Rubia, nada más. Eres mi preciosa…

– Lord Halcyform. – Interrumpió Seigram con tono severo –. Dejemos este sinsentido para después.

– ¡¿Sinsentido, dices?! – Preguntó Halcyform mientras miraba a Seigram con dureza. Durante un momento sólo hubo silencio.

Entonces Halcyform exhaló –. Muy bien, acabaré con el problema que tengo entre las manos. Seigram, tú quédate donde estás y observa.

– Como desee. – Respondió Seigram con mucho desdén.

– ¡Amo Halcyform! – Suplicó Rubia.

– Rubia, será mejor que te apartes. – Le advertí.

– ¿Por qué? – Me preguntó, sin comprender.

– De una forma u otra, tenemos que terminar con esto. – Dije.


– Eso parece. – Halcyform estaba de acuerdo. Gourry asintió.

– Tarim creía que tus objetivos iban más allá de la simple inmortalidad. – Dije, mientras Gourry preparaba la Espada de Luz.

– ¡No es cierto! La inmortalidad era lo único que quería. Sólo deseo no perder nunca a los que aprecio, otra vez no. – Respondió

Halcyform.

No pensaba que pudiese vencer a Halcyform en un uno contra uno, pero si venciésemos a Seigram, Halcyform perdería su inmortalidad. Precisamente por eso, Seigram no iba a participar en esta batalla. Si le atacásemos huiría a no ser que le destruyésemos de un solo golpe. Y si huyese, estaríamos acabados. ¿Había alguna oportunidad de acabar con él en el primer golpe? Gio Gaea, su subalterno, había sobrevivido a un golpe directo de un Elmekia Lance, pero…

…No es que no tuviésemos otra opción.

Halcyform levantó su mano derecha, dando comienzo a la batalla. Un silencioso hechizo salió de sus labios. En ese exacto momento, Gourry y yo corrimos hacia él por el pasillo. Desenvainé la espada mientras recitaba un hechizo, pero Halcyform ya había terminado el suyo. En ese momento, Gourry saltó hacia la izquierda, y yo hacia la derecha.

Era una maniobra muy simple, pero al menos haría que Halcyform dudase por un instante. Aunque fuese inmortal, no estaba acostumbrado a luchar sus propias batallas.

Entonces yo terminé mi hechizo.

– ¡Flare Bit!

Docenas de pequeñas esferas de luz explotaron alrededor de Halcyform.

– ¡Gah! – Su cuerpo desapareció por un momento entre el humo y las llamas.

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– ¡La piedra! – Grité.

– ¡Vale! – Respondió Gourry. Atacó con su espada a la gárgola más cercana, partiendo en dos la esfera de piedra de su boca. Una docena de flechas de fuego surgió desde la nube de humo que rodeaba a Halcyform, que las estaba disparando a ciegas. Los dos pudimos esquivarlas sin esfuerzo. Una flecha perdida pasó cerca de nosotros, directa hacia la cara de Seigram, que estaba allí parado, observando.

“Me voy a reír con ganas si le da.”

Pero en cuanto pensé eso, Seigram esquivó el proyectil.

“Aguafiestas.”

Por supuesto, no había ninguna posibilidad de que un hechizo con fuego físico dañase a un mazoku como él, incluso si le diese de lleno. Pero me hubiera gustado verlo.

Lancé mi siguiente hechizo antes de que las explosiones del anterior hubiesen desaparecido del todo.

– ¡Bamu Rod!

Esta vez no ataqué a Halcyform, sino que mi látigo de fuego destrozó las cabezas de un par de gárgolas junto a las esferas de sus bocas. Como no tenía ni idea de cuál de ellas era la Piedra del Pacto, supuse que era mejor destruirlas todas. No era el mejor de los planes, pero era todo lo que podía hacer.

– ¡Ack! – El color desapareció de la cara de Halcyform cuando se dio cuenta de mis intenciones –. ¡Fire Ball! – Exclamó, lanzando una ardiente esfera hacia mí.

– ¡Oh oh! – Gourry cogió una de las estatuas que habían caído al suelo, y la lanzó en la dirección de la bola de fuego.

“¡Diana!”

La estatua se estrelló contra la esfera a medio camino, esparciendo sus llamas en todas direcciones. Usando una de las gárgolas como escudo conseguí protegerme.

¡Mientras Gourry saltaba hacia delante, una de las llamaradas le dio en los pies! Perdió el equilibrio, pero giró en mitad de la caída y se agarró a una de las gárgolas con la mano izquierda. De alguna manera había conseguido recuperar el equilibrio usando una de las estatuas como apoyo.

“Seguro que lo tenía todo planeado. ¡Vacilón!”

Se quedó así un momento, y entonces, con un ‘¡pop!’ la esfera de la gárgola, donde se había agarrado, se salió de la boca, y Gourry dio con el culo en el suelo. Ojalá hubiese tenido tiempo de reírme.

– ¡Gourry! – Le grité –. ¡Esa piedra!

– ¡No! – Halcyform parecía muy preocupado, y Gourry lo comprendió en seguida. Yo comencé a recitar un hechizo.

– ¡Esto acaba…! – Dijo Gourry mientras preparaba la Espada de Luz –. ¡…Aquí!

– La piedra de su mano estalló en mil pedazos… como cualquier otra.

– ¡Noooo! – Halcyform gritó de dolor.

– ¡Dam Brass! – Mi hechizo le dio de lleno en el pecho.

– ¡Lo conseguimos! – Celebró Gourry. Y entonces…

¡Una nueva lluvia de Flare Arrows salió disparada hacia nosotros!

– ¡Ugh! – Gruñió Gourry, frustrado. No, no era frustración… ¡dolor! ¡Le dolía el pie izquierdo por la explosión anterior!

“Esto no va bien, ¿pero cómo…?”

– Es imposible. – Murmuró Gourry con la frente empapada en sudor.

La figura de Halcyform estaba ante nosotros, tan silencioso como siempre, y los ojos llenos de odio.

– ¡¿No hemos destruido la Piedra del Pacto?! – Preguntó Gourry.

– ¿La Piedra del Pacto? – Halcyform tenía una mirada muy extraña. Sus labios estaban curvados en una sonrisa fría como el hielo –.

Pensabais que esa era la Piedra del Pacto, ¿no? – Empezó a reírse, lo que nunca es buena señal.

– Sí, ¿y qué? – Dije mientras miraba a Rubia.

– Ya veo, Rubia os habló de la esfera, ¿verdad? – Dijo Halcyform mientras también se giraba hacia la muchacha –. Rubia, entiendo cómo debes sentirte, y hablaremos de esto más tarde. Señor Gourry. – Dijo tras volverse de nuevo hacia nosotros

–. Lo que has destruido era un orbe de memoria que contenía datos importantes para mi investigación. Hace tiempo era muy importante para mí, pero ya no. Parece que Rubia os dio una pista equivocada.

“¡No puede ser!”

Bueno, no podíamos culpar a la chica por intentarlo.

– Aun así, merezco una disculpa por destruir mi orbe de memoria, como mínimo.

– Se burló mientras iba a por Gourry. Yo salí corriendo hacia mi amigo.

– ¡Fire Ball! – Exclamó Halcyform, generando una esfera de luz.





– ¡Ray Wing! – Recité yo, cogiendo a Gourry y volando juntos por el aire, mientras el Fire Ball se estrellaba justo a nuestra espalda.

El golpe nos lanzó más lejos de lo que yo esperaba, haciendo que nos estrellásemos contra el techo. Sentía el desprecio que emanaba de Seigram.

Slayers Volumen 2 Capítulo 5 Parte 3 Novela Ligera

 

“¡Uuuun momento!”

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