Slayers (NL)

Volumen 2

Capitulo 2: Grotescos Guerreros se Arrastran en Atlas por la Noche

Parte 1

 

 

– ¡Jojo! ¡Así que al final habéis decidido aceptar! Os lo agradezco, ¡os lo agradezco muchísimo! – Exclamó Lord Tarim, lleno de alegría, mientras seguía untando de grasa su tostada. (Se convirtió en “Lord Tarim” una vez aceptamos el trabajo. No puedes llamar por su nombre de pila a secas a aquel que te ha contratado. Todo el mundo lo sabe). De vez en cuando se llevaba el puro a la boca, como para puntualizar lo que estaba diciendo.

“¿Cómo puede notar el sabor de la comida después de meterse eso en la boca?”

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Estábamos sentados en la mesa del patio de atrás de su mansión, hablando sobre el trabajo.

– Es todo un alivio, debo añadir. Ahora podré dormir por las noches sin preocuparme de Daymia y sus ridículos intentos de asesinato.

– Dijo, sonriendo. De hecho, si su sonrisa hubiese sido más ancha, le habría partido la cabeza en dos.

– No me importa que se sienta más seguro, pero no lo tome como una excusa para correr riesgos innecesarios, ¿vale? – Le advertí

–. ¿Cuánto tiempo piensa que nos necesitará a su cargo?

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– ¡Ah, sí, los detalles! El nuevo presidente será elegido en dos semanas. Las cosas deberían calmarse después de la elección. Hasta entonces se os pagará diariamente, más gastos.

La cantidad que Lord Tarim nos ofrecía era incluso más de lo que yo esperaba, y yo esperaba mucho. Después de todo, si no hubiese soltado suficiente dinero, sería como decir que no pensaba que valiésemos lo suficiente. Y nadie quiere que sus guardaespaldas piensen que no tienes fe en ellos.

Por supuesto, si teníamos en cuenta que enfrentarse a mazoku era parte del trabajo, bueno, la verdad es que no estaba ofreciendo demasiado. Pero no era cuestión de quejarse.

Terminamos con los detalles de la negociación y decidimos echar un vistazo mejor al lugar. Conocer lo que te rodea es una parte importante en este tipo de trabajo. Puede que debas apuntarlo en alguna parte.

– ¿Haciendo turismo? – Preguntó una voz burlona desde el primer piso mientras nos dirigíamos al segundo.

No era otro que Lantz, con los brazos cruzados y una cara de descontento.

– Ah, vaya, eres tú. – Dije, sin ocultar mi desagrado –. No estamos de turismo, estamos inspeccionando el lugar. Si hay un ataque tendremos más ventaja si sabemos dónde luchar y hacia donde retirarnos. Pero no debería esperar que alguien que no sabe mantener sus manos alejadas del trasero de una chica esté lo suficientemente evolucionado para entender la estrategia. – Dije mientras le miraba fijamente. Había supuesto que se habría echado a llorar con un comentario así, pero se había quedado impasible.

“Mierda.”

– Lo siento. No esperaba ver a una cría y su matón mascota dando una vuelta sin vigilancia en un lugar como este.

“¡¿Cría?! ¡Grrrr!”

Vale, sí. Soy un poco más baja que la mayoría. Eso es un hecho. ¡Pero no puedo soportar que me lo restrieguen!

– Ah, ya veo, pero parece que te ponen los traseros de las crías. Lo siento, pero creo que no vamos a poder ser amigos.

– Rayos… – Lantz se quedó sin saber qué decir.

Premio.

– ¿Qué pasa? ¿Te he tocado la fibra sensible, Lantz? Será que no tienes ningún amigo, ¿verdad, toca-culos?

– ¡Ca-cállate! – Me estaba tomando en serio, así que me dediqué a asentir con firmeza.

– Bueno, es normal, con una personalidad así.


– Sí, deberías cambiar de personalidad, y rápido. – Añadió Gourry.

“¡Genial, Gourry! Qué comentario tan mordaz.”

– Si no lo haces, acabarás con alguien como Lina.

¡THWACK!

Y así fue como le presenté a la cabeza Gourry a mi amiga, la esquina de la barandilla.

“Espero que le haya dolido, pero mucho.”

– ¿Qué puñetas ha sido eso? – Le pregunté –. ¡¿De qué lado estás?! Gourry me miró con una expresión de dolor, rascándose la cabeza.

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– Bueno, no se me ocurrió pensar q…

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– ¡Eso está claro! – Dije y me giré hacia el otro idiota de la sala. –. Bueno… Lantz, ¿verdad? Lord Tarim cree que somos lo que necesita para este trabajo… y Rod está de acuerdo. ¿Crees que contratarían a un par de extraños si pensasen que no fuésemos los más indicados? ¿En serio?

– No lo sé, a lo mejor. – Respondió enfurruñado como un niño.

– Mira, estabas allí cuando derroté al hechicero de Daymia, ¿verdad?

– ¿Qué? Todo lo que hiciste fue lanzarlo al barro. Eso no prueba nada, excepto que tu oponente era un idiota.

“¡Argh!”

Bueno, estaba claro que mi oponente había sido un idiota… eso no podía discutírselo. Pero lo que pasaba en realidad es que Lantz seguía enfadado por el incidente en el restaurante, su pelvis y la esquina. ¡Vaya un llorica!

– Vale, ¿qué tal esto? Te enseñaré de lo que somos capaces. – Dijo Gourry con ton casual, desenvainando su espada.

“¡Gourry! ¡¿En qué estás pensando?!”

– ¡De acuerdo! – Respondió Lantz.

Lantz también sacó su espada, y cogió una moneda de oro de su bolsillo, con las manos temblorosas. Con su mano izquierda la colocó sobre la punta de su espada… y la dejó allí en equilibrio.

“Muy bonito.”

Era el tipo de truco que haría un principiante con talento, pero aun así estaba impresionada.

– ¡Ha! – Exclamó Gourry mientras blandía su espada. Entonces vimos dos flashes de luz, escuchamos un ruido metálico y… Lantz y yo nos quedamos expectantes.

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La moneda de oro cayó al suelo, partida perfectamente en dos mitades…

¡exactamente por el centro! Con un solo golpe Gourry había diseccionado la moneda que estaba en equilibrio sobre la espada de Lantz. ¡La habilidad, velocidad y fuerza requeridas para algo así eran inimaginables!

– Y… yo no… ¡eso es increíble! – Exclamó Lantz con genuina admiración. Yo subí un par de escalones.
Con su orgullo satisfecho, Gourry envainó la espada y se dispuso a seguirme.

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“¡Hora de aboyar algunos cráneos!”

Mi rodillazo volador lanzó a Gourry de morros contra el suelo, con su frente haciendo un sonido húmedo al aterrizar.

– ¡¿Por qué le has hecho eso a mi hermano?! – Me gritó Lantz mientras ayudaba a Gourry a levantarse, con una mirada llena de preocupación.

“¡¿Hermano?! ¿Desde cuándo Gourry se ha convertido en su hermano?”

– ¡Oye, me has hecho daño! ¡¿A qué ha venido eso?! – Preguntó Gourry mientras se levantaba, frotándose la frente.

– Eso… – ¡SMACK! – Ha sido… – ¡SMACK! – Por tirar… – ¡SMACK! – ¡el dinero! – ¡SMACK! ¡SMACK! ¡SMACK!

Puede que sea una hechicera, pero vengo de una familia de mercaderes, y ningún mercader digno de ese nombre soportaría impasible que alguien trate así a una pobre moneda indefensa.

¿Qué quieres que te diga? Mis padres daban mucha importancia a ser responsables con el dinero. Ni mi hermana ni yo nos metimos en el negocio familiar (ella es camarera), pero lo llevamos en la sangre. Ver una moneda de oro partida por la mitad sacó toda la indignación que llevaba dentro.

– ¡Para! – Protestó Gourry –. ¡No me pegues más! ¿Me perdonas si la moneda que he partido aún tiene valor?

– Claro, pero, ¿cómo?

Gourry se sentó en el suelo y cogió las dos mitades mientras Lantz y yo le observábamos.

– Creo que tengo una idea, – prometió –. La verdad es que la he partido muy bien, aunque esté mal que lo diga yo.

– Sí, ya, estamos muy impresionados, pero…

– Sabes, no suelo alardear de esa manera, – dijo, interrumpiéndome –. Pero Lantz,
¿te gustaría quedártela como si fuese un talismán de buena suerte? Digamos… ¿cincuenta libas?

Una liba equivalía a una décima parte de una moneda de oro. Parece que Gourry tiene algo de sangre de mercader también.

– Vendida. – Dijo Lantz mirándome con odio mientras guardaba con sumo cuidado la moneda partida en su bolsillo.

– ¿Y qué sabes hacer tú? – Preguntó –. Supongo que tendrás alguna habilidad viendo como tratas a mi hermano. ¿O sólo te lleva a todos lados como a una muñeca, para quedar bien?

“¡¿Una muñeca?!”

– Oh, te voy a enseñar de lo que soy capaz, ¡¡Vas a veeeer!! – Y comencé a recitar un hechizo.

– ¡Daaaaaah! ¡Detente, Lina! ¡Te lo suplico, para por favor!

En un acto de suprema bondad, dejé de recitar el hechizo Drag Slave, pero sólo porque Gourry estaba suplicando con una pinta muy patética.

“Has estado ASÍ de cerca, chavalín.”

– Si hubiese sabido que iba a haber tanta gente por aquí… – murmuré mientras continuaba mi camino.

Lantz me lanzó una mirada a lo ‘sí, claro’.

“Grrr…”

***

 

 

Terminamos de inspeccionar la mansión de Tarim y decidimos investigar por la ciudad. Lantz, que de repente parecía sentir mucho apego por Gourry, hacía de guía.

Al parecer, todo lo que estaba más allá del mercado se consideraba “el centro”. Y donde nosotros estábamos, cerca del castillo, todo estaba muy calmado durante el día.

– Ya hemos llegado, hermano. – Dijo Lantz al detenerse.

Un montón de mansiones majestuosas nos rodeaban. La mansión a la que apuntaba Lantz era muy parecida a la de Tarim, pero más grande. Sólo tenía tres pisos, pero su descomunal anchura hacía que la de Tarim pareciese estrecha, en comparación.

– Así que esta es… – dijo Gourry con un suspiro.

– La residencia de Daymia. – Añadió Lantz, también en voz baja.

– ¿Por qué es tan grande? – Pregunté, más bien pensando en voz alta.

– ¿Crees que soy un puesto de información turística? – Dijo Lantz de sopetón.

“¡¿Y a este qué puñetas le pasa?!”





¡Sabía que me había cogido manía!

– Er, Lina… – Dijo deprisa Gourry, intentando distraerme para que no empezase una pelea.

– ¿Queréis echar un vistazo? – Le pregunté. Ambos arquearon una ceja a la vez.

– ¿Echar un vistazo a qué?

– A la casa de Daymia.

“Obviamente.”

– ¡No! – Chilló Lantz como una niña –. ¡¿Hablas en serio?! ¡No podemos colarnos en casa de alguien a plena luz del día!

– ¿Quién ha dicho nada de colarnos? – Respondí –. Entraremos por la puerta como personas civilizadas, y charlaremos un poco. Si somos educados tendrán que comportarse y no hacer nada extraño o los vecinos se enterarán de que algo ocurre. No pasará nada.

– Uh, no estoy muy seguro, – dijo Gourry cruzando los brazos –. Según Lord Tarim, Daymia no es un tipo muy legal. Y si ocurre algo, la ciudad creerá antes en la palabra de un respetable ciudadano antes que en la nuestra. Pareceremos los malos.

– Mmmm… – murmuré. Estaba algo sorprendida de escuchar algo tan lógico saliendo de la boca de Gourry. Me había olvidado que, de vez en cuando, podía aportar algo a una conversación.

– Bien visto, – dije sin más remedio. Tendríamos que pensar en otra cosa –.

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Bueno, vamos a seguir. Próxima parada, la casa del presidente Halcyform… Knock, knock.

Llamé a la puerta dos veces, usando la aldaba con forma de cabeza de dragón. Era muy guay.

Lord Tarim había dicho que Rubia, la asistente de Halcyform, aún vivía en la solitaria mansión, por si acaso él regresaba.

“Seguramente ella tiene que saber algo, ¿no?”

No hubo respuesta.

– ¿Quizás no está en casa? – Dije mientras miraba la fachada, admirando la arquitectura.

– ¿Sí? – Dijo una voz desde dentro de la casa.

“¡Un momento! Esa voz…”

Tras correr los cerrojos, una chica abrió la puerta. No pude evitar quedarme mirándola fijamente.

“Su pelo es del color del atardecer, sus ojos están llenos de tristeza…”

Era ella… la chica que se acercó a mí en la calle. La que me había dicho que no nos metiésemos en este asunto y luego se marchó.

Estaba claro que era ella.

Terminó de abrir la puerta y nos miró con sospecha.

– ¿Qué puedo hacer por vosotros? – Preguntó como si fuera la primera vez que nos veíamos.

“Así que vamos a jugar a eso, ¿eh? Pues yo también sé jugar.”

– La señorita Rubia, ¿verdad? Asintió.

– Encantada de conocerle. Estamos investigando la desaparición del presidente…

– Dije, mintiéndole a la cara.

Su expresión cambión, aunque sólo un poco.

– Ya le he dicho al consejo de la asociación todo lo que sé. No tengo nada más que añadir. Por favor marchaos. – Dijo mientras empezaba a cerrar la puerta.

– ¡Sólo una pregunta! – Exclamé mientras bloqueaba la puerta con el pie. Fui allí a obtener la respuesta a la pregunta que dejó a

Lord Tarim sin palabras, y no iba a irme sin, al menos, una pista –. ¿Qué es lo que estaba investigando el presidente?

Se estremeció. Era la misma reacción que había tenido Lord Tarim. Entonces, por un instante, se quedó mirándome fijamente.

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– Investigaba… la vida. No puedo decir más. Quitó mi pie del umbral de la puerta y cerró de un portazo.

– ¡¿Pero qué le pasa a esa mujer?! – Preguntó Lantz enfurruñado.

“En paz, ¿eh?”

– ¿Por qué sonríes? – Preguntó Gourry.

– Ah, por nada… – mi manto se agitó por el viento –. Sólo es que… se está poniendo interesante.

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