Slayers (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: Cuidado Con Los Bandidos Nocturnos en la Posada

Parte 5

 

 

– Vaya locura de truco te has sacado de la manga. – Dijo Gourry, haciéndome sonreír con su ocurrencia.

Cuando cayó la noche entramos en el comedor de la posada de dos plantas de la siguiente ciudad. El aire olía a cerveza y tabaco. Yo volvía a tener hambre, así que cuando nos trajeron una bandeja de muslos de pollo, me olvidé de todo a mi alrededor. Estaban realmente deliciosas.


“Mmmmmm…”

Cuando Gourry dijo eso, me devolvió a la realidad, y vi que me estaba mirando con expresión vacía.

“¿Qué?”

Parpadeé. La vela sobre la mesa titiló. Llevé mi copa a mis labios y tomé un sorbo de zumo.

“¿Locura de truco?”

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Mordí un pedazo más del muslo de pollo que tenía en mi mano izquierda. Gourry seguía allí mirándome, con la boca abierta con incredulidad.

“Ah, ya me acuerdo.”

– Sobre lo de antes…

La expresión de Gourry evolucionó de la incredulidad al “pero quién es esta tía”.
“¿Qué pasa? ¿Tanto jaleo por un simple hechizo de pesca? Vaya, ¿de verdad pensaba que estaba totalmente indefensa?”

– Eso era magia de la más básica, – expliqué –. Nada que merezca la pena explicar, de verdad.
Gourry refunfuñó algo, con admiración.

– Entonces… ¿eres una hechicera o algo así? Ahora era mi turno de quedarme boquiabierta.

– ¿Una hechicera o algo así? Pues claro que soy una hechicera, ¿qué te creías?
Tengo que explicar que desde el primer momento en el que Gourry me vio, he estado vistiendo exactamente como UNA

HECHICERA. Llevaba pantalones y botas altas lo que, si bien no da pistas sobre mi profesión, quizás sí que indican que, al menos, no soy una princesa. Llevaba una túnica suelta, sujeta a mi cintura con un cinturón de cuero, un par de guantes también de cuero, y una cinta en la cabeza. Llevaba hombreras protectoras sobre los hombros, y una capa que me llegaba hasta los tobillos. Todos los objetos que he descrito tenían, además, símbolos mágicos plateados cosidos. También llevaba un colgante y brazaletes plateados. La espada corta en mi cadera tenía una gema encantada hecha por mí misma. ¡No podría tener más pinta de hechicera, a no ser que llevase un cartel pegado en el pecho que dijese “hola, mi nombre es LINA y soy UNA HECHICERA”!

¿Se pensaba que era una pescadera, o quizás una camarera?

– Hmmm… Ahora que preguntas, no estoy muy seguro. Después de todo aquello junto al río, supongo que pensaba que serías una pescadera, puede que una camarera.

“¡Muere Gourry, muereeeeee!”

Mi cabeza cayó hacia delante, hundiéndose en mi sopa.

“Anda, si aún quedaba un poco…”

– Tranquila, – dijo Gourry –. Sólo era una broma, no pensé que fueses una pescadera. Te lo has tragado, ¿eh?

– Pues sí. Iba a matarte, pero me he distraído con la sopa. – Respondí, usando un pañuelo para limpiarme la cara. No se rió, quizás debía de haberle explicado que yo también estaba bromeando, pero no pensaba ponérselo fácil. Que se quedase con la duda.


– ¿Y qué tal se te da? ¿Puedes lanzar bolas de fuego? Da la impresión que seas capaz de usar incluso magia negra.

Debería explicar que la hechicería se divide en tres categorías: magia blanca, negra y magia espiritual. Ésta última utiliza los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), además del mundo astral. Suele ser la que aprende cualquier hechicero. Pero mi especialidad es la magia negra, que no es tan malo como suena. Sólo uso los hechizos ofensivos, no las maldiciones. Es habitual que la gente piense que todos los hechizos ofensivos son magia negra, pero muchos de ellos son en realidad magia espiritual. El hechizo que Gourry mencionó, el Fire Ball, pertenece a la magia espiritual de fuego.

– ¿Así que doy la impresión de usar magia negra? ¿Eso es lo que piensas de mí?

– ¡No! Es que pareces tan despreocupada que…”

“Sí, claaaaro.”

– Bueno, sea como sea, – dijo, suspirando –. Parece que voy a poder ver de lo que eres capaz en un momento.

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“¿Y eso por qué…?”

Pero en cuanto ese pensamiento se formó en mi mente, la puerta de la posada se abrió de una patada.

– Es esa. – Gruñó alguien.

Giré mi cabeza hacia el lugar de donde venía la voz, y vi a un tipo mirándome directamente a mí.

“Mierda.”

Me estaba apuntando con su dedo. Tenía la esperanza de que se refiriese a otra desafortunada “esa”, pero no, su dedo índice me apuntaba directamente a mí.

“Quizás ha visto el pelo de Gourry y has pensado que era una chica, ¿no? Ya me parecía a mí que no tendría esa suerte.”

Un grupo de trols entró en la posada y, tras ellos, una especie de momia que parecía dirigir el grupo. Al fijarme un poco más pude ver que no se trataba de una momia, sino de una persona viva vendada de arriba abajo. Fuese quien fuese, estaba claro que era un hechicero.


– ¡Oh, vaya! ¡Estoy segura de que os equivocáis de chica! – Dije con una sonrisa de oreja a oreja, intentando no parecer demasiado lista –. Mi nombre es Sophia, seguramente estéis buscando a…

– ¡Cállate! Tu nombre me da igual, ¡reconozco tu cara! ¡Eres la que nos robó!

“Uuuups. Me habéis pillado.”

– Vaya, ¿en serio? Pues lo siento, chicos. Quizás podamos llegar a algún tipo de acuerdo…

Gourry me lanzó una mirada sospechosa.

– Luego te lo explico, – le susurré –. Primero es mejor que… Entonces sentí el aliento de un trol en la mejilla.

Los Trols son el doble de grandes que un humano, y mucho más fuertes. También son sorprendentemente ágiles, considerando su tamaño. Pero lo más importante que hay que recordar sobre los trols es que están dotados de una veloz regeneración, lo que significa que se curan en segundos de cualquier ataque que no suponga una muerte instantánea, por lo que hay que acabar con ellos de un golpe. Además, luchar contra trols en el interior de una posada puede ser muy destructivo, especialmente teniendo en cuenta que allí dentro estaban todas nuestras pertenencias. No es que hable por experiencia, pero confiad en mí. También puede ser muy peligroso para la gente que te rodea.

– Vale, hagámoslo a tu modo, – dije mientras me levantaba de la silla–. Vamos
fuera.

– Ni hablar.

– Vale…

“Genial, el posadero me va a odiar.”

– Devuélvenos lo que te llevaste, y nos iremos sin más.

– Ni de broma. No me sientan bien las amenazas. Especialmente las que me
lanzan hechiceros ladrones.

– Oye, ¿pero tú no eres una hechicera ladrona también? – Dijo Gourry, a mi espalda, interrumpiéndome.

– No compares, robarle a un ladrón no es delito. – Respondí, aunque mi respuesta no pareció impresionar a los tipos malos que, por cierto, nos superaban en número, y mucho.

– ¡A por ellos! – Ordenó el hombre momia, y los trols se pusieron en marcha.

Pero no eran los únicos.

Mis enemigos estaban armados sólo con colmillos, garras afiladas y fuerza bruta pero, creedme, era más que suficiente. Aunque mi ropa estaba también hechizada, sus garras no tendrían ningún problema en destriparme. Un paso en falso y sería comida para trols.

El primero y más grande de los trols inició el ataque, que yo esquivé. Usando su mano derecha como apoyo salté hacia atrás para esquivar el ataque de un segundo trol. Con la inercia de ese movimiento me deslicé entre las piernas de otro trol que se acercaban golpeándole en la entrepierna y agarrándome a uno de sus pies. Puede que no pueda acabar con un trols sólo con acrobacias, pero podía desequilibrarle al menos, lo que me permitió usarlo de escudo y minimizar la ventaja de mis enemigos. Casi parece que lo hubiese planeado, ¿verdad?
Sentí la sed de sangre a mis espaldas cuando un trol lanzó su ataque, clavando sus garras en mi capa.

“Lo siento tío feo, pero la capa es lo único que vas a conseguir.”

Una fracción de segundo después deslicé mis brazos por las hombreras para librarme de la capa.

“¡Qué buena soy!”

El trol había usado demasiada fuerza en su golpe, así que acabó dándose un porrazo contra el suelo. Salté sobre él, pisándole la cabeza delicadamente y me dirigí hacia mi siguiente oponente.

Las cosas siguieron por el estilo durante un rato, hasta que llegué hasta Gourry. Esta vez era yo la que luchaba y él el que miraba, ¡como si fuera un combate de exhibición!

– Bienvenida.

– Gracias, ¿me has echado de menos? – Pregunté, jadeando.

¿Qué puñetas estaba haciendo, sentado tranquilamente mientras veía a una pobre e inocente chica pelearse con un grupo de trols?

Sí, me reservo el derecho a jugar la carta de la chica pobre e inocente cuando me de la gana, gracias. Da igual, ¡el caso es que no había excusa para su comportamiento!

Los trols seguían allí, probablemente porque sólo había conseguido noquear a uno de ellos.

– Pero serás…

Bueno, al menos había conseguido algo, poner de los nervios al hombre momia.

– Gourry, ¿podrías hacer un pequeño esfuerzo y herir a esos trols? – Pregunté bruscamente.

– Claro, pero… eh… sabes que los trols se regeneran, ¿verdad?

– ¡Sí, lo sé! No vayas de maestro. Sólo haz lo que te he dicho, ¡rápido!

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– ¿Da igual el tipo de herida? ¿Sin importar lo pequeña que…?

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– Eso es, ¡hazlo ya!

Mientras Gourry y yo debatíamos el plan, los trols se habían acercado bastante.

“Ponte serio de una vez, Gourry.”

– ¡Vale! Vamos allá, – dijo antes de meter su mano en el bolsillo y sacar un montón de nueces. Sí, nueces. Lo que comen las ardillas, vaya. Empezaba a preguntarme si se había vuelto loco cuando…


– ¡Argh!

– ¡Ack!

Disparándolas sólo con la fuerza de la punta de sus dedos, Gourry había conseguido no sólo penetrar la gruesa piel de los trols con las nueces, sino enterrar los frutos en su carne. Había lanzado esas nueces con tanta fuerza que podría haber noqueado a cualquier hombre.

– Una técnica interesante, chico, – dijo riendo el hombre momia –. Una pena que posean una rápida regeneración… – Pero antes de que terminase su frase, todos los trols empezaron a gritar a la vez. Las pequeñas heridas que Gourry les había infligido se estaban expandiendo rápidamente.

– ¡¿Qu… qué está pasando?! ¿Qué has hecho? – Gritó el hombre momia, claramente frustrado y asombrado por la situación.

Las heridas se expandían en todas direcciones, despedazando los cuerpos de los trols. Cuando todo terminó cada trol había perdido más de la mitad de su cuerpo.

La verdad es que fue todo un asco, menos mal que no sucedió antes de cenar.

Tanto el hombre momia como los trols supervivientes estaban totalmente petrificados, y habían perdido las ganas de pelear. Susurraban entre ellos sobre la extraña magia que yo había utilizado para destrozar a sus compañeros. Se notaba el terror que sentían ante esta extraña y poderosa arma.

Te diré un pequeño secreto. Lo que le hice a los trols era una cuestión de inteligencia, más que de dificultad. Puedes pensar en ello como una versión invertida de un hechizo curativo de magia blanca, si lo prefieres.

Te lo explico: Un hechizo curativo Recovery, como su nombre indica, usa el poder espiritual para acelerar el proceso de curación normal de un cuerpo. Al invertirlo, usé los poderes curativos de los trols en su contra, a un ritmo acelerado. Recuerda que los trols poseen habilidades regenerativas, así que, al invertir dicha habilidad, y amplificándola hasta el máximo, cualquier pequeña herida acaba expandiéndose hasta que el cuerpo se autodestruye.

Gracias, gracias, por favor contén los aplausos hasta el final del espectáculo.

Y sí, como imaginas, es otro de mis hechizos originales. Normalmente no utilizaría algo tan asqueroso, pero con los trols es otro asunto. Si no lo hubiera usado, probablemente habría acabado perdiendo algo más que mi aliento.

El hechizo se había terminado, pero dudaba que los demás se diesen cuenta. Desafortunadamente, uno de los trols resultó ser más cabezota de lo que yo esperaba. Se me quedó mirando y luego corrió hacia mí. Saqué mi espada corta y comencé a recitar mientras se acercaba.

Por suerte, yo era más rápida que él.

Su garra chocó contra mi espada y saltaron chispas, lo que se repitió dos veces más. Entonces vi una apertura en la pose del trol y…

– ¡Ajá! – exclamé mientras clavaba la espada en su estómago. El trol sonrió.

Un consejo, un trol que sonríe nunca es una buena señal. Ahora ya lo sabes.

Me tenía justo donde quería. Había expuesto su estómago a propósito esperando que yo le golpease, para atraparme. Si soltaba el arma, me quedaría sin mi espada para defenderme. Si no la soltaba, estaría atrapada y al alcance de mi enemigo, mientras que él sobreviviría gracias a sus poderes regenerativos.

Pero mientras él se regodeaba, yo iba a terminar con la batalla.

– ¡Mono Volt! – Grité, condiciendo una descarga eléctrica a través de mi espada, desgarrando el torso del trol.

“Eso te pasa por presumir, grandullón.”

Todo el cuerpo del “pobrecito” trol se convulsionó mientras gritaba de dolor hasta que por fin murió. Hubo un tremendo golpe seco cuando todas sus extremidades perdieron su fuerza y cayó desplomado al suelo.

“¿Siguiente?”

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– Se acabaron los juegos, chicos. – Coloqué las palmas de mis manos sobre mi pecho, cerré los ojos, y comencé a recitar.

Cuando separé lentamente las manos, una bola de luz azul blanquecino apareció entre ellas, y comenzó a crecer en tamaño y brillo.

– ¡¡E-es un F-F-F-F-Fire Ball!! – Gritó el hombre momia con los ojos abiertos como platos –. ¡Corred! ¡Correeeeeed! – Entonces tanto él como los trols salieron de la posada a toda velocidad, como si se les hubiese prendido fuego en los pantalones.

– Uf… – Suspiré con alivio, aún sosteniendo la bola de luz en mis manos.

– ¡No me vengas con “uf”! – Gritó Gourry desde el otro lado de la habitación –.
¡¿Qué vas a hacer con ese Fire Ball?! – Al parecer él también temía el poder de ese conjuro, y había corrido hacia la salida.

El Fire Ball es un famoso hechizo ofensivo de fuego que usan prácticamente todos los hechiceros. Al lanzar la bola de luz, el área en el que cae es envuelta por el fuego, acabando con cualquier cosa viva que haya en ella. Aunque su poder destructivo varía según el hechicero, un golpe directo haría que cualquier humano pasase de “poco hecho” a “chamuscado” antes de que el pobre supiese lo que se le venía encima.

– Oh, ¿esto…? – Dije mientras miraba durante unos segundos a lo que tenía entre mis manos, y entonces lo lancé.

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– ¡Aaaaah! – Gritaron todas las personas en la sala, pero entonces se produjo un gran silencio.

Gourry fue el primero en mirar hacia arriba, muy poco a poco.

– Venga ya, ¿quieres tranquilizarte? No es un Fire Ball. – Sonreí y señalé hacia la esfera de luz blanca que había sobre mí –. Es un hechizo Lighting. – Entonces me puse a reír sin parar. Por Dios, qué graciosa soy, me parto.

– ¡¿Y qué piensas hacer con todo esto?! – Preguntó el posadero, que al parecer no me encontraba graciosa para nada.

“Sabía que esto iba a pasar.”

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