Tatoeba Last Dungeon Mae no Mura no Shōnen ga Joban no Machi de Kurasu Yō na Monogatari (NL)

Volumen 7

Capítulo 2: Un Golpe A La Confianza — Supongamos Que Un Profesor Intenta Enseñar A Einstein

Parte 1

Un río serpenteaba a través de un valle excavado entre escarpados acantilados.

Un hombre con sombrero de paja estaba de pie en un pequeño bote de madera, esperando a los pasajeros del ferry.

En la distancia había un matorral de bambú verde y la Montaña Sagrada, su pico escondido en las nubes. El Dominio Ascorbic estaba compuesto en su totalidad por escenas que parecían cobrar vida como una pintura tradicional de lavado de tinta.

El valle era tan pacífico como esplendoroso.

¡Vroooooom! ¡Vroom, vrooooom! Ruidos de motor atronadores como una banda de motociclistas, un barco de vapor se precipitaba río arriba, arruinando la vista y haciendo que el ferry saltara como un paseo en rodeo.

En esta llaga de un barco estaban nuestros héroes. “¡Vamos! ¡Más rápido! ¡Más rápido!”

“¡Señora, más rápido que esto y el barco—!”

Pero Selen no prestó atención a las advertencias de la tripulación y echó aún más carbón al horno.

“¡Eh, mi señora! ¡¿Qué demonios estás haciendo?!” Riho gritó. “¡Augh! ¡Si este barco se balanceara más…!”

Diez minutos antes … el mismo barco se dirigía río arriba a un ritmo mucho más relajado, lo que les permitía a todos el lujo de disfrutar del paisaje: la luz del sol moteada al pasar por debajo de un puente de madera, los peces saltando del agua, el siempre cambiante, siempre hermosas vistas en las orillas …

“¡No hay nada como beber con vistas!” Marie dijo, sus ojos nunca dejaron la bebida en sus manos. La habían enviado como boticaria residente; después de todo, la gente había sido envenenada. Mientras tanto, Micona se había quedado en Azami para pasar tiempo con Marie, y probablemente ya estaba lloriqueando como un cachorro abandonado. Nuestros pensamientos y oraciones.

“¿Estamos seguros de que podemos confiar en esta bruja?” Murmuró Anzu. “Sé que el alcohol es la mejor medicina, pero ella ha bebido mucho”.

Riho escuchó esto y se acercó. “Las pociones que hace son mucho mejores que las del mercado promedio. Ella sabe lo que hace”.

“Voy a creer en tu palabra, pero ¿puede arreglárselas sola? ¡Apenas puede caminar recta! Escuché que la bebida se te sube a la cabeza en un barco, pero… está a punto de caer por la borda…”

Marie levantó su vaso, tintineando contra el de otra persona. Claramente tres hojas en el viento.

“Marie, no estamos aquí por placer”, recordó Lloyd, cuidándola sin importar dónde estuvieran. Qué buen chico.

“¡Marie!” Llamó Anzu. “¡El barco se mece! Puede que quieras quedarte quieta”.

Marie se dio la vuelta, respirando una nube de vapores de alcohol. “¡Anzuuuuu! ¡Bebe conmigoooooooo!”

“Me encantaría, normalmente, pero… ¡Whoa!”

El barco se sacudió con bastante fuerza, mucho más allá del balanceo. “¡Ese fue uno grande! ¿Estás bien, Marie…?

“¡Auuuuuuugh!”

Un tirón así de grande, e incluso alguien sobrio podía ser derribado. Lloyd y Phyllo hicieron que pareciera fácil, pero en su estado de borrachera, Marie no tenía defensas contra este tipo de cosas.

Desequilibrada y tambaleándose, Marie agitó los brazos en busca de un asidero… y encontró a Lloyd.

“Marie… ¡Gah!”

Se las arregló para tirar de él hacia abajo con ella. Estaba tan borracha que acabó tumbada encima de un chico. Sí, ya sonaba como un crimen en curso.

“¡Ahhhhh!” Selen gritó. “¡¿Quién dijo que podrías hacer eso?!”

Ver cómo se desarrollaba el incidente la había puesto directamente en modo acosador. Tan pronto como el balanceo se calmó, Selen giró sobre Anzu.

“¡¿Qué tan lejos hasta la próxima turbulencia?!” siseó, sin luz en sus ojos.

Anzu negó con la cabeza. “No te preocupes, todo es viento en popa desde aquí, Selen.”

Claramente, había confundido la pregunta de Selen con la preocupación por los peligros futuros… pero Selen no era alguien que pudiera ser contenido por nociones tan racionales.

“Oh no.”

“Uh… ¡¿sí?!”

“¡Entonces tendré que hacer algunos!”

“Hacer… Espera, ¡¿qué?!”

“¡Todo el carbón! ¡A mí! ¡Destrozaré este barco si es necesario! ¡Haz que estas cubiertas se muevan! ¡Me lanzo sobre Lloyd! ¡Y únete al club de milla náutica alta!”

Por lo tanto, Selen comenzó a palear carbón. Todo para que pudiera organizar un “incidente” afortunado con Lloyd.

Sin duda, estaba dedicada a su causa. Riho hizo todo lo posible por detenerla, pero estaba luchando por mantenerse erguida.

“Urp… mi señora Selen… ¡por favor, más lento! ¡Esto es malo!”

Selen no podía oír palabras. Arrojó aún más carbón al fuego. Solo dejó de palear cuando el balanceo se puso tan fuerte que incluso ella se mareó.

“Urp… supongo que eso es lo suficientemente rápido como para hacer que el barco se balancee… ¡Ah! Ahora solo tengo que usarlo para impulsarme a—”

“……No pasara.”

“¿Por qué no, Phyllo? Urp… A esta velocidad, los efectos serán aún más dramáticos que—”

“…… Ya estamos aquí”.

“¿Huh?” Selen parpadeó hacia ella.

En la distancia, escucharon a Anzu gritar. “¡Difícil de virar hacia el lado de babor! ¡Tonterías! ¡Eso no es suficiente! ¡Necesitamos jerez!”

“¡Lady Anzu! ¡Babor y estribor no son licores!”

Gracias a Selen, el barco de vapor terminó haciendo un giro a la deriva hacia el muelle. El arco iris en el aerosol era hermoso.

Sin disfrutar de la vista ni un ápice, la tripulación de Azami había llegado a salvo a su destino.

“¡O-Oh no! Urp… ¡¡¡¡sacrifiqué mis canales semicirculares por nada!!!! Urp”.

“Deja de chillar, Princesa del Cinturón… T-Todos nos sentimos mal…” Allan se tambaleó hacia el muelle, y los demás pronto lo siguieron.

“¡Allan! ¡No mires de esta manera! ¡Tu cara me está provocando aún más náuseas! ”

“M-Mi plan falló… no puedo… vomitar delante de Sir Lloyd… ¡Hay líneas que ninguna chica puede cruzar!”

“¡Bleeeeeeergh!”

“… YYYYYYYY Marie acaba de cruzar esa línea…”

Tanto para “con seguridad”. Marie claramente había sufrido daños críticos… pero tal vez debería aprender a beber con moderación. Ella estaba vaciando el contenido de su estómago en el río como cuando una máquina tragamonedas rocía monedas cuando golpeas tres sietes.

“¿Oh? ¿Qué les pasa a todos? ¡Uh-oh, Marie!”

Lloyd, sin embargo, no se vio afectado en absoluto. Terminó dándole palmaditas en la espalda a Marie.

“Yo… quiero que Sir Lloyd me dé unas palmaditas en la espalda… pero no rodeado de ese olor agrio. Argh, siento que acabo de allanar el camino para mi rival…”

Si bien la mayor parte del grupo apenas pudo sentarse erguido, Phyllo estaba totalmente bien.

“…… Todos ustedes necesitan… entrenar sus oídos internos para mantener el equilibrio…”

Mientras tanto, Anzu señalaba hacia su destino… mientras estaba de rodillas, claramente luchando por ponerse de pie.

Cuando el último de ellos se tambaleó con éxito en tierra firme, encontraron…

“Wow… eso es… largo”.

…escaleras. Una escalera de piedra larga, larga y larga que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El tipo de escalera que te da una puntada en el costado con solo mirarla.

“¡Esta es la famosa escalera Ascorbic! Uno de los cien hitos imperdibles del Dominio. También tenemos la famosa montaña puntiaguda, Rapier Ridge y Bamboo Backwoods, ambos amados por los turistas—”

“¿E-Es una atracción turística? Quiero decir, ciertamente es una vista abrumadora, pero…” Agarrándose el estómago nauseabundo, Allan miró hacia la escalera muuuuuy larga.

“¡Los guerreros que deseen practicar con nosotros primero deben pasar esta prueba! ¡Es parte del entrenamiento! ¡Los nuevos reclutas se ven obligados a subir y bajar estas escaleras, desde el templo hasta la ciudad, para conseguir comida! No mientras esté mareado por lo general. Perdón por haberte dicho esto”.

“No tienes nada de qué disculparte, Lady Anzu. Todo es culpa de este idiota”.

“¡No merezco ese insulto! Simplemente actué sobre la base de una doncella… ¡Urp!” Selen lo contuvo.

A pesar de la palidez de Anzu, los ojos de Lloyd se iluminaron ante la mención del entrenamiento.

“¡Ya veo! ¡Esto es parte del entrenamiento! ¡Lo haré lo mejor que pueda!”

Y con una sonrisa, recogió el equipaje de todos. La gran cantidad de eso sorprendería al campeón mundial de levantamiento de pesas, y Anzu estaba claramente anonadada.

“¡¿L-Lloyd?!”

“¡Escalar normalmente difícilmente contaría como entrenamiento! ¡Eso sería demasiado fácil! Al menos necesitas llevar algo”.

“¿D-Demasiado fácil…? ¡¿En serio vas a cargar con todo eso?!”

Subió corriendo las escaleras, llevando no solo el equipaje, sino también a Marie (que no estaba en condiciones de caminar) y a Selen (que acababa de tomar un aventón).

“Um…” Anzu olvidó que estaba enferma. Era como si se hubiera inclinado sobre la barandilla para vomitar, pero la vista de los delfines y las ballenas era tan cautivadora que curó su mareo.

Sabía que Lloyd era fuerte, pero no se había dado cuenta de lo fuera de serie que era en realidad.

“Si te sorprende eso, te espera un rudo despertar”, advirtió Riho.

Anzu sonrió. “Él es otra cosa, ¿eh? Supongo que tenemos este rito en la bolsa”.

Vio a Lloyd desaparecer en la distancia, asintiendo para sí misma… y luego recordó la otra mitad del trato.

“Pero tengo que encontrar una manera de entrenarlo… entrenar a un chico que ni siquiera llama a estas escaleras un desafío. Eso es un listón alto…”

Comenzó su propio ascenso, pero sus pasos eran pesados, como si tuviera que soportar una carga propia.

***

Poco después, Lloyd regresó corriendo.

Anzu estaba solo a la mitad de las escaleras y no tenía idea de lo que estaba haciendo allí.

“¿Qué pasa, Lloyd? ¿Olvidas algo?”

“Er, Anzu, tienes compañía más adelante”.

“¿Lo tengo? No querrás decir…” Con el ceño fruncido, Anzu subió corriendo el resto de las escaleras.

Los terrenos del templo sirvieron como el hogar del clan Kyounin. Era un jardín de grava tan bien cuidado que podría confundirse con un parque. En la distancia, se podía escuchar una cascada proveniente de un río que venía desde la Montaña Sagrada misma.

Y en el centro se encontraba el templo del clan Kyounin, un imponente edificio de pilares bermellones y tejas colocadas por expertos. Destacaba contra el verde del bambú que lo rodeaba, haciendo que tanto los turistas como los rivales se quedaran boquiabiertos de asombro.

Por las mañanas, los espadachines suspiraban, y por la noche, lloraban, esa era la canción del Dominio Ascorbic. Aquellos que vinieron a desafiar a los maestros de la espada se quedaron sin aliento al ver el edificio, y cuando el día terminó, estaban suplicando misericordia.

En las piedras de los terrenos del templo, una mujer con un vestido rojo bebía té.

Parecía tener unos veinte años. El vestido y su sombrero pertenecían a un baile elegante o al balcón de un castillo.

¡Ka-clunk! El sonido de una fuente de bambú no concordaba en absoluto con su vibra, y claramente había traído su propia mesa, silla y té de color ámbar.

“¿Quién es la dama del vestido elegante? ¿Amiga tuya?”

A juzgar por los brazos cruzados y el ceño fruncido, Anzu sabía exactamente quién era.

“Nunca seremos amigas. ¿Qué haces en mi casa, Renge?

Renge miró por encima del borde de su taza de té y luego sonrió. “Veo que no trajiste nada de elegancia contigo, Anzu.”

“¡No hay nada elegante en estacionarse en medio del camino!”

La rabia de Anzu fue deliberadamente ignorada. Renge se puso de pie e hizo una reverencia a todos los que estaban detrás de Anzu.

“Mi nombre es Renge Audoc. Jefa del clan Audoc. Un placer conocerte.”

Esto solo sirvió para enojar más a Anzu.

“No están encantados de conocerte. ¡¿Por qué estás aquí?!”

“¡Para el té! Un momento de elegancia que nunca soñaría perder”.

“¡Eso no es lo que estaba preguntando! ¡Expresa tu maldito negocio! No es que no pueda adivinar…”

Renge apuró su taza, luciendo completamente serena. “Entonces apenas necesito una explicación. Retírate del Rito de la Montaña Sagrada, Anzu”.

“Demonios no. Incluso si tengo que luchar por mi cuenta, sigo siendo rival para todo el clan Audoc”.

“Pensé tanto. Pero, ¿y si no fuera solo el clan Audoc?” Alguien saltó desde el techo del templo.

… Un macho, muy bronceado, con los músculos hinchados por todas partes. Llevaba una capa y una máscara de mascarada… y un par de calzoncillos. Un atuendo tan desviado que silenció a todos.

Se echó la capa a un lado, se bombeó los muslos y el trasero, y mostró sus blancos nacarados.

“¡Mwa-ha-ha! ¡Llama y aparezco!”

“¡Maldita sea, Nexamic!”

El macho movía su trasero de lado a lado, moviendo un dedo  y chasqueando la lengua.

“¡Escribe el nombre completo, por favor! ¡Mi nombre!¡Es!¡Tigeeeeeeeeeeeeeeeer! ¡Nex! ¡A! ¡Miiiiiic! ¡Estrella superior! ¡Número uno del clan Tigre! ¡Maestro de los puños y el culturismo! ¡Mi mejor característica son mis isquiotibiales!”

“““……”””

Cuanto más ardía, más frías eran las miradas. “¡¿Qué estás haciendo aquí, Nexamic?!”

“¡Como mis isquiotibiales me guían! ¡También mi capricho! ¡La preocupación por los futuros cachorros de tigre me llevó a este lugar!”

“Hemos formado una alianza”, anunció Renge, tomando otro sorbo de té.

Nexamic se volvió hacia ella como si estuviera disputando la llamada de un árbitro.

“¡Renge! ¡¿Por qué dirías eso?! ¡La historia de los isquiotibiales es mucho mejor! ¡Recuerda mejorarlo!”

“Los clanes Audoc y Nexamic están trabajando juntos”, dijo Renge, ignorándolo por completo.

“¡Pero se odian!” Anzu exclamó, desconcertada. “¿Por qué lo harías…?”

Se dirigió hacia el hombre musculoso semidesnudo, dejando a sus confundidos invitados mirando desde el margen.

“Al menos trata de ser elegante. Solo se necesita un momento para pensar”.

“¡Mwa-ha-ha! ¡Nuestro objetivo es prevenir el despotismo de Kyounin!¡Nuestro pasado es agua debajo del puente! ¡El sudor brota de una frente!¡Nos hemos dado la mano! ¡Bíceps bloqueados! ¡Hi-yah!”

“…………” Anzu claramente ya se estaba hartando de sus payasadas… y se estaba preocupando por su propio enemigo, Renge. “Realmente deberías reconsiderar esta alianza…”

“Mientras tolere su apariencia, personalidad y olor, es un aliado extremadamente útil”.

“¿Sin embargo, ni siquiera puedes soportar mirarlo? Es literalmente lo opuesto a tu ‘elegancia’ favorita”.

“Sí.” Renge señaló dramáticamente. “¡Y encuentro que estar a cargo del Dominio Ascorbic es tan intolerable que me uniría al hombre menos elegante del mundo! ¡Un pequeño mal olor no es nada en comparación!”

Esto equivalía a una declaración de guerra.

“Señora”, dijo Anzu, sacudiendo la cabeza. “Sé que una vez te llamé pandillera, pero ¿sigues guardando rencor? Incluso entonces, no te callarías acerca de la elegancia. Tu desesperación es dolorosamente obvia”.

“¡¿Qué?! ¡Eres una idiota más grande de lo que yo seré! ¡El hecho de que puedas lucir un kimono no te hace elegante! ¡Y ese no es el punto! ¡No arrastres la historia antigua!”

Renge amplió su postura con los brazos cruzados. No… una pose elegante. “Entonces, ¿de qué se trata esto?” Preguntó Anzu.