Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 10

Capítulo 4: De Compras en la Pequeña Ciudad

Parte 2

 

 

Ahora mismo Sorcié estaba en paz, pero en la Academia había aprendido que no siempre era así y que, en tiempos de guerra, los nobles que vivían cerca de las fronteras tenían que dirigir a los soldados en la batalla. Como yo había nacido y crecido en la capital, lejos de cualquier frontera, me había olvidado de todo eso.

“Así que eres muy fuerte, eh…” Comenté.

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“Mientras mi oponente no esté armado, supongo que puedo aguantar.” Concedió, pero al igual que María, tenía la costumbre de ser siempre humilde, así que esto probablemente significaba que nunca perdería contra nadie a menos que tuvieran un arma encima.

Sabía que era un poderoso usuario de magia, pero darme cuenta de lo fuerte que era con las manos me sorprendió. A pesar de la urgencia de la situación, sus movimientos durante esa pequeña pelea fueron tan hermosos que no pude hacer otra cosa que mirarlo.

Así que es guapo, inteligente, fuerte, e incluso es un director de departamento en el Ministerio Mágico… Es genial. Si sólo pudiera mantener tal actitud cuando se enfrenta a las chicas, entonces sería perfecto. Tanto potencial desperdiciado… Pensé, mirando su cara, y entonces dejó de caminar de repente. ¡¿Eh?! ¡¿Por qué se detuvo de repente?! ¡¿Acaso acaba de leer mis pensamientos?! Me asusté, pero no fue así.

Entró en una tienda del lado de la calle por el que caminábamos y habló con alguien de dentro. “Gracias por cuidar de él mientras yo no estaba.”

“Ni lo menciones. Y asegúrate de no volver a perderte, ¿de acuerdo?” Dijo alguien, y entonces Cyrus hizo una reverencia y salió, seguido por un niño pequeño. Era el niño que había visto antes: lo había encontrado y lo había puesto a salvo.


“¿Es este el niño que mencionaste, Katarina?” Me preguntó.

“Sí, lo es. ¿Es uno de los del orfanato?”

“Debe serlo, ya que lo vi allí antes. Pero no quiere decir nada.” Respondió, con cara de disgusto.

En cuanto al chico, ni siquiera nos miraba a ninguno de los dos, y parecía molesto por haber sido encontrado por Cyrus.

“Esta chica de aquí.” Informó Cyrus al chico. “Te vio alejarte solo, y si no hubiera sido por ella, quién sabe lo que te podría haber pasado. Deberías agradecérselo.”

El chico seguía mirando hacia otro lado sin decir una palabra. No se perdió, ¿verdad?

Probablemente estaba tratando de huir…

“Bien, volvamos al orfanato antes de que nos encontremos con más problemas.” Declaró Cyrus.

“Nadie te pidió que me encontraras…” Escuché al chico susurrar. Tal y como había pensado, esto probablemente significaba que lo habíamos atrapado mientras intentaba huir, pero no podía entender por qué. Quise preguntarle qué quería hacer él solo, pero mientras caminaba al lado de Cyrus, desprendía un aura de no me hables tan fuerte que no me atreví a hacerlo.

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¿Hmm? ¿Qué?

Me detuve y miré a mi alrededor. No pude ver nada fuera de lugar.

“¿Qué pasa, Lady Katarina?” Preguntó María.

“Sentí como si alguien nos observara… pero debo haberlo imaginado.”

Empecé a caminar de nuevo. A decir verdad, no creía que lo hubiera imaginado. Ya había experimentado la misma sensación en el Ministerio… Podía sentir que alguien con malas intenciones me miraba fijamente, poniéndome la piel de gallina.

Sin embargo, no quería asustar a María, que ya había tenido suficientes experiencias de miedo por hoy, así que me limité a caminar lo más cerca posible de Cyrus. Después de eso, ya no me sentí observada, y llegamos a salvo al orfanato.

***

 

 

“Hemos vuelto.” Le dije a uno de los empleados del orfanato una vez que estuvimos dentro.

La mujer se dio la vuelta para mirarnos, haciendo que su cola de caballo se balanceara en el aire.

“Bienvenidos vu… ¡Liam!” Exclamó, sorprendida. Liam debía ser el chico que estaba con nosotros.

Se inclinó disculpándose ante Cyrus y le preguntó dónde había encontrado a Liam.

“En un callejón cerca del centro de la ciudad.” Respondió.

“¿Otra vez…?” Suspirando para sí misma, la mujer se sujetó la cabeza con las manos.

Así que, no sólo Liam estaba tratando de huir, sino que el de hoy ni siquiera había sido su primer intento. La empleada parecía totalmente exasperada.

“Lo siento, y muchas gracias por traerlo de vuelta. Ahora me ocuparé de él, así que por favor vayan a la cocina. Los niños están esperando.” Dijo la mujer, saliendo de su momento de desesperación.

Casi lo había olvidado con todo lo que pasó, pero así es. Fuimos a comprar ingredientes. Pero aunque fuera a la cocina con María, no puedo ayudarla a cocinar. Y también quiero aprender más sobre Liam.

“Disculpe.” Me dirigí a la empleada del orfanato. “Fui yo quien lo vio ahí fuera, y también lo vi caminando solo en el orfanato hace un rato. Estoy un poco preocupada por él, así que me gustaría quedarme con él un rato… ¿Puedo?”

Parecía sorprendida por mi directa petición, pero luego me sonrió.

“Me alegro de que te preocupes tanto por uno de nuestros hijos. Sin embargo, desgraciadamente, yo no puedo darte el permiso. Tendríamos que pedírselo a la directora. ¿Le parece bien?”

“Por supuesto.” Respondí.

Pude ver que María y Cyrus sólo miraban ligeramente confundidos. Por otro lado, la fría mirada de Liam delataba lo mucho que le molestaba.

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“Sígueme entonces. Te enseñaré dónde está su despacho.” Me invitó, y la seguí a ella y a Liam hasta allí.

“Señorita Maggie, ¿podemos entrar?”

“Claro, pasen.” Nos respondió Maggie a través de la puerta, y entramos en su despacho.

“¿Oh? Estas son tres personas que no esperaba que me visitaran juntas.” Mientras nos miraba sorprendida, la mujer que nos acompañaba nos explicó la situación.

“Esta chica.” Me señaló la mujer. “Quiere pasar un rato con Liam. ¿Puede?”

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Todo se reducía a la decisión de Maggie. Si ella decía que no podía quedarme con Liam, tendría que rendirme.

“¿Oh?” Maggie me miró a los ojos y yo le devolví la mirada. Después de un rato, me sonrió.

“Estoy segura de que estará bien si es ella. Ella tiene mi permiso.”

“¡Gracias!” Dije, inclinándome ante ella. No estaba muy segura de por qué se había convencido de darme permiso sólo con mirarme, pero igual me alegraba.

Una vez superado este punto, Maggie pasó al principal punto de debate del orden del día.

“Ahora, Liam.” Empezó ella, mirando al chico. “¿Con esta sabes cuántas veces has intentado huir?”

No respondió. Se limitó a evitar desafiantemente su mirada.

“Tres, Liam. Por suerte, esta vez nuestros invitados te encontraron enseguida, pero las otras dos veces no fue tan bien, ¿verdad? Todo el mundo en el orfanato tuvo que buscarte, e incluso tuvimos que pedir ayuda a la gente del pueblo. Creí que ya te había dicho más que suficiente que no debías hacer nada así nunca más.”

Así que esta no era la primera vez que intentaba huir…

“¿Por qué lo haces? Las otras dos veces te disculpaste y nos dijiste que no lo harías más, pero no nos dijiste qué razón tenías para hacerlo. Déjame preguntarte lo mismo que te pregunté antes. ¿Te ha pasado algo malo aquí? Sé que no debe ser fácil para ti, ya que te acabas de mudar desde otro país. Si me lo dices, podríamos encontrar una solución juntos. Si el problema es que no te llevas bien con los otros niños, también podemos pensar en trasladarte a otro orfanato.”

Maggie sonaba calmada y tranquilizadora, pero de alguna manera seguía siendo autoritaria.

“Disculpé.” Le susurré a la empleada del orfanato que estaba a mi lado. “¿Liam es de otro país?”

Esa parte me había llamado la atención.

“Sí. Hace un tiempo hubo algunos problemas con Ethenell en un puerto internacional, y fue rescatado allí.”

“Ya veo…” Respondí despreocupada, pero en realidad estaba sorprendida.

¿Podría estar hablando del incidente del secuestro en el que estuve involucrada? Eso sí que fue un problema.

Cezar y la gente del Ministerio Mágico se habían asegurado de que el público no supiera nada del incidente del secuestro o del tráfico de personas, pero obviamente los rumores de que había ocurrido algún tipo de “problema” anodino ya se habían extendido.

No recuerdo haber visto a este chico… Me pregunto si estaba allí entonces. Pero no parece reconocerme, y he oído que, aparte de los que yo conocí, había más niños que habían sido rescatados, así que él debía ser uno de ellos.

También me sorprendió saber que esos secuestradores —esa escoria— no sólo secuestraron a niños de Sorcié, sino también a niños de otros países.

“No puedo ayudarte si tú no me ayudas a mí, Liam.” Dijo Maggie con fuerza en su voz, pero el chico no pronunció ni una palabra.


Sólo podía imaginar lo triste que debió ser para él, ser secuestrado, enviado a otro país y luego encontrarse en un orfanato.

Entonces, supongo que sólo hay una solución… “¿Quieres volver a tu país?” Le pregunté.

Liam se movió como si se hubiera asustado, y luego me miró con fuego en los ojos. Probablemente había dado en el clavo.





“¿Es así, Liam? ¿Quieres volver allí? Pero he oído que estabas viviendo solo en los barrios bajos del lugar.” Le preguntó Maggie, mirándolo con sorpresa, y el chico chasqueó la lengua con fastidio.

“Sí, quiero volver a los barrios bajos. ¿Y qué?”

“Pero, ¿qué vas a hacer allí? Aquí estás a salvo, tienes comida que comer, ropa que ponerte y un techo sobre tu cabeza.” Respondió Maggie.

“Odio este país remilgado y aburrido. Me da asco.”

“Liam…” La anciana arrugó la frente, sin saber qué decir.

“Quiero volver. Déjenme ir a casa.” Gritó.

“Pero eso sería demasiado peligroso… Puede que esta vez no salgas ileso.” Trató de convencerle Maggie, pero fue en vano.

“¡Quiero ir! ¡Déjenme ir!” Seguía gritando.

“Disculpé…” Levanté la mano, queriendo hacer algo con esta incómoda situación.

La empleada del orfanato no parecía muy contenta con eso, como si no fuera realmente un buen momento para que yo hablara, pero Maggie me dio permiso para hablar. “Si tanto quiere volver a su país… ¿No puedes dejarle ir?” Liam, sorprendido, me miró fijamente.

“¡¿Eh?! ¡¿De qué estás hablando?!” Espetó la empleada. “¡¿Enviar a un niño de vuelta a los barrios bajos?! ¡¿Crees que puedes decir lo que quieras porque no eres responsable de él como nosotros?!”

Estaba furiosa, pero Maggie le hizo un gesto para que parara.

“¿Qué quieres decir?” Preguntó la directora. Tanto ella como Liam me miraban ahora fijamente.

“Quiero decir exactamente lo que he dicho. Sólo deja que vuelva a su país.”

“Tú…” La empleada me miraba con furia, pero estaba tan acostumbrada a que me regañaran que apenas lo noté.

“Pero.” Continué.  “Antes tendría que prepararse.”

“¿Prepararme?” Preguntó confundido.

“Sí. Aquí en el orfanato puedes aprender muchas cosas que no podrías aprender en los barrios bajos.” Le expliqué, acercándome a él y agachándome a la altura de sus ojos. “Uno de mis amigos es de los barrios bajos de Ethenell, ya sabes. Afortunadamente para él, cuando todavía era un niño, conoció a un hombre de otro país que le enseñó todo tipo de cosas.”

“¿Los barrios bajos de Ethenell…?” Repitió el chico de forma contemplativa. Me di cuenta de que tenía toda su atención; quizá su país de origen también era Ethenell.

“Y mi amigo, me dijo que este conocimiento es lo que le ayudó a sobrevivir. Verás, Liam, el conocimiento es un arma de la que no puedes prescindir.”

“¿De verdad?”

“Sí. Me dijo que en un campo de batalla necesitas una espada o una lanza, pero que en la vida cotidiana necesitas conocimientos. Suena bien, ¿no?” Con una sonrisa, añadí: “Así que, si quieres volver, vas a necesitar muchos conocimientos. Siempre puedes volver después de aprender todo lo que puedas aquí, ¿no?”

Me miró fijamente sin decir nada, pero pude notar que la luz de sus ojos había cambiado.

El silencio de la habitación tardó en romperse por el sonido de una risa. Levanté la vista y vi que era Maggie.

“Ajajaja, creo que ya no tendremos más problemas.” Declaró. Dio una palmada, como para poner un punto final a todo ese tema, y dijo: “Bueno, mira la hora. Debemos ir a ayudar a preparar la cena.”

Luego nos llevó a los tres al comedor. Liam permaneció en silencio todo el tiempo y se limitó a mirar al suelo en lugar de dirigirme más miradas de enfado.

Maggie, bajando la voz para que sólo yo pudiera oírla, me dio las gracias. “Gracias, Lady Katarina. Los rumores sobre usted en la Academia eran ciertos.”

Sabía que ella conocía la identidad de Cyrus, pero resultó que también sabía quién era yo. Pero espera, ¿de qué rumores está hablando? ¿Los buenos? ¿Los malos?

Quise preguntarle, pero ella me sonrió y empezó a caminar más rápido, dejándome sin oportunidad de hacerlo.

***

 

 

Yo, Cyrus Lanchester, caminaba nervioso hacia la cocina. La razón de mi nerviosismo era que María Campbell, una chica que me gustaba, caminaba a mi lado.

Si esto hubiera sucedido en el trabajo, donde además era mi subordinada, estaría tan concentrado en mi trabajo que su proximidad no me causaría ninguna ansiedad, pero ahora, al encontrarme a solas con ella en mi tiempo libre, apenas podía mantener la calma. No era tan malo mientras Katarina estaba con nosotros, pero, ahora que estábamos los dos solos, era mucho peor. Mi propia reacción me hacía sentir patético.

Dicho esto, relacionarme con Katarina de forma habitual me había ayudado a acostumbrarme a las chicas, aunque sólo fuera en parte. Nunca se lo había contado a ella, ni a nadie, pero al principio de mis años de Academia, una vez me invitó a tomar el té una dama noble de mí misma clase.

Todavía no había aprendido a ocultar mi acento ni a comportarme según la etiqueta local, y se habían burlado de mí por ello. Eso hizo que mi miedo a las chicas fuera aún mayor.

Después de aquella traumática experiencia, empecé a asumir que todas las chicas que vivían en la capital eran refinadas y a la moda y que no tenían más que desprecio por la gente del campo como yo. Sin embargo, conocer a alguien tan singular como Katarina me hizo ver que no todo el mundo era como las damas nobles que se habían burlado de mí. Tenía algo que me recordaba a las ancianas que trabajaban en el campo allá en mi ciudad, y eso me permitía hablar con ella sin ningún problema.

Pero cuando se trataba de María, parecía que era incapaz de acostumbrarme a su compañía. Siempre me ponía nervioso. Cuando estaba cerca de ella, no podía actuar de la misma manera relajada que con Katarina. Definitivamente, no quería mostrarle a María mi lado menos genial.

Hoy, cuando estábamos de compras y he visto a un grupo de hombres acosar a María, he sentido la mayor rabia que he tenido en toda mi vida. Al ver que la tocaban con sus asquerosas manos, quise asustarlos un poco para que la dejaran en paz… pero acabé noqueando a cuatro de ellos.

Probablemente ella no se dio cuenta, pero me ensañé tanto con el que se atrevió a ponerle la mano encima que no pudo volver a levantarse en varias horas. Me consideraba un individuo frío y tranquilo, pero, para mi sorpresa, no era inmune a la ira.

Hasta hace poco, consideraba a las chicas como criaturas extrañas que sólo existían para hacerme sentir miserable, y nunca hablaba con ellas fuera del trabajo, y mucho menos pensaba en enamorar a una. Daba por sentada esta situación, hasta que, aquel fatídico día, vi la sonrisa de María. Ya no me conformaba con las cosas tal y como estaban. Quería hablar con ella, acercarme a ella.

Por otro lado, a pesar de este deseo mío, incluso el simple hecho de respirar se convertía en una lucha cuando ella estaba cerca de mí.

Me gustaría poder tocarla. No podría tocarla. Pero me gustaría poder tocarla…

Ni yo mismo estaba seguro de mis propios pensamientos. Katarina, para agradecerme que le enseñara sobre agricultura, hizo varios intentos de ayudarme, pero ni siquiera tuve el valor de seguir su ejemplo. Deseaba poder empezar mi vida de nuevo.

Dicho esto, hoy he dado un paso en la dirección correcta. Siguiendo las instrucciones de Katarina, he tomado la mano de María. Era suave, mucho más suave de lo que jamás hubiera imaginado.

No volveré a lavar esta mano mía… No, eso sería asqueroso… Pero, si es sólo por unos días…

“Disculpe, señor Cyrus.”

“¡U-Ugh! ¿Sí?” Respondí mientras me sacaban de mis pensamientos insoportables.

“Ese arte marcial que usaste antes… ¿Crees que yo también podría usarla?”

“Oh, por supuesto. Incluso las mujeres sin mucha fuerza pueden usarlo.”

“Entonces… ¿me lo enseñaría?” Preguntó María, mirándome fijamente. Me di cuenta de lo sería que era.

“Puede parecer fácil, pero te aseguro que no lo es. Que te enseñen cómo funciona no es necesariamente suficiente.”

Había que aplicar la cantidad correcta de fuerza en puntos muy específicos para que esa técnica tuviera algún efecto. Dominarla podía ser difícil. Le pregunté si seguía queriendo aprenderla a pesar de ello, y asintió como respuesta.

“Mi Magia de Luz no sirve de nada en situaciones como la que nos hemos encontrado hoy.” Explicó.

“Eso puede ser cierto, pero era una situación excepcional. En general, siempre estarías cerca de alguien que pudiera protegerte. No hay necesidad de aprender a defenderse hasta tal punto…”

María era una Usuaria de Magia de Luz, lo que ya la hacía rara y valiosa para nuestro país. Además, era joven y de buen corazón. No faltaban hombres que la protegieran de cualquier problema. Sin embargo, ella se negó a aceptar eso.

“No quiero poder confiar sólo en que otros me protejan. Quiero poder proteger también a mis seres queridos.”

La fuerza que irradiaba su rostro mientras hablaba la hacía parecer aún más bella de lo habitual.

Oh… Mi corazón se acelera… de nuevo.

Había creído que estaba tan encaprichado con ella como podría estarlo un hombre, pero ese espíritu de lucha que llevaba dentro me enamoró aún más.

¿Quién iba a pensar que, un día, sentiría esto por una chica?

“Como quieras. Entonces te enseñaré en tu tiempo libre.” Asentí, teniendo que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para apartar la mirada de aquellos preciosos ojos.

“Muchas gracias.” Dijo, eufórica, y cuando volví a mirarla, me recibió una sonrisa demasiado adorable para describirla.

Después de eso, mi cabeza se quedó en blanco, y así permaneció durante bastante tiempo.

***

 

 

Después de cenar en el orfanato, llegó la hora de irnos. Como ya era tarde, Cyrus dispuso que los carruajes nos llevaran a cada uno de nosotros hasta nuestras casas. Jeord y Alan se dirigieron al castillo, María a su casa, los hermanos Ascart a la suya, María y Cyrus (que una vez más iba con el cochero) a los dormitorios del Ministerio Mágico, y Keith y yo a la Mansión Claes.

Todos me contaron su día mientras cenábamos y, a pesar de que algunos dijeron inicialmente que también les hubiera gustado jugar con los niños, al final todos parecían haberse divertido.

Incluso después de que Nicol fuera relevado de sus funciones docentes, Jeord y Keith siguieron ayudando a los niños con los deberes. Sus pequeños alumnos decían que eran incluso mejores que sus profesores. Eso no me sorprendió, teniendo en cuenta cómo había confiado en esos dos para superar mis estudios en la Academia de Magia.

Lo mismo ocurrió con María y Sophia. Los niños seguían haciendo preguntas mucho después de que hubiera terminado la clase. Ambas dijeron que habían disfrutado de la oportunidad de sentirse como una hermana mayor por una vez.

Hablé sobre todo de mis juegos con los niños, incluyendo los detalles sobre Alan y Nicol. Omití la mayoría de los detalles sobre mi viaje de compras con María y Cyrus, limitándome a mencionar lo abarrotada que estaba la ciudad a causa de los artistas ambulantes.

No quería preocupar a mis amigos contándoles el incidente con los borrachos, y todavía no estaba segura de qué pensar de la historia de Liam. Sin embargo, acabé hablándole a Keith de él, después de que nos hubiéramos despedido de todos los demás y estuviéramos volviendo a casa solos.

“¿Por qué crees que querría volver a los barrios bajos en lugar de quedarse en el orfanato?” Le pregunté a mi hermano.

Había utilizado las palabras de Sora para persuadir a Liam, pero sinceramente todavía no tenía ni idea de por qué querría volver a su país de origen. Allá, mantenerse vivo ya era una lucha, mientras que aquí tenía tres comidas calientes para comer todos los días sin falta. Esto último me parecía mucho mejor.

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Quise preguntarle directamente, pero cenó solo y volvió rápidamente a su habitación antes de que pudiera hacerlo. Noté un atisbo de ansiedad en su rostro que me preocupó ligeramente.

“Hmm.” Respondió Keith después de pensar un rato. “¿Tal vez echa de menos a su familia y amigos?”

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“Se supone que no tiene familia allí, pero tal vez sí tenía amigos.” Acepté. Esa era ciertamente una posibilidad.

“Pero si fuera yo, si hubiera gente que me importara y que viviera en un lugar peligroso, los pondría a salvo en lugar de intentar volver con ellos.”

Tenía razón: aunque Liam tuviera amigos por los que se preocupara, no podría ayudarles simplemente volviendo. Todavía no podía entender las motivaciones de ese niño. Incliné la cabeza hacia un lado, pensativa.

Keith volvió a hablar. “Tuve una infancia dura, pero ciertamente no se puede comparar con vivir en los barrios bajos, así que me temo que no puedo entender realmente lo que pasa por la cabeza de alguien que se ha criado allí. Tal vez deberías preguntarle a alguien que tenga ese tipo de pasado.” Sugirió.

“¡Tienes razón! Gracias, Keith.”

Decidí que al día siguiente, en el trabajo, le preguntaría a Sora, que había vivido realmente en los barrios bajos.

***

 

 

En cuanto llegué al Ministerio Mágico, entré en el Laboratorio de Herramientas Mágicas.

Los recién llegados, como Sora y yo, entramos temprano para preparar la oficina para el día.

“Buenos días, Sora.”

“Buenos días.” Respondió, reprimiendo un bostezo, y no perdí tiempo en hablarle de Liam.

“¿Tiene la suerte de estar en un orfanato y quiere volver a los barrios bajos? Qué chico más raro.” Fue la primera reacción de Sora.

Para ser honesta, tuve que estar de acuerdo con él.

“Pensé que tal vez lo entenderías, ya que también creciste allí.”

“Claro, crecí en el mismo lugar, pero no soy él. No tengo ni idea de lo que pasa por la cabeza de ese chico. Estaría más que feliz de permanecer en este lugar seguro y limpio en lugar de tener que volver a ese basurero.” Sonaba orgulloso de sí mismo. Era el tipo de cosas que esperaba que dijera.

“Ah, claro, también estaba pensando que tal vez tiene algunos amigos en su país de origen y los echa de menos. ¿Crees que eso tendría sentido?”

“Hmm… No es imposible, pero entonces no tendría sentido querer volver allí solo. Si fuera yo, conseguiría que me acompañara un adulto. Posiblemente uno que sea fácil de convencer.” Reflexionó, como si estuviera retomando la conversación que Keith y yo tuvimos ayer.

Incluso alguien como yo, que se había criado en Sorcié, lejos de todo peligro, se daba cuenta de que volver solo a los barrios bajos no serviría de mucho, así que era imposible que Liam, que se había criado allí, no lo entendiera. Pero eso significaba que no tenía la menor idea de la razón que tenía Liam para querer volver a su casa.

De repente recordé lo que había dicho sobre la vida en Sorcié.

“Ya sabes, dijo que este lugar es demasiado ‘remilgado’ para él. Que es aburrido. Tal vez, más que querer volver a los barrios bajos, simplemente no le gusta el orfanato…”

“Personalmente, preferiría un lugar aburrido a uno peligroso todos los días de la semana…” La refutación de Sora era aún más persuasiva viniendo de alguien que había experimentado la vida en los barrios bajos de primera mano.

Me di cuenta de que preguntarle a Sora probablemente no iba a ayudarme, y mi mirada debió traicionar ese pensamiento, ya que añadió: “No soy bueno con los sentimientos de la gente y otras cosas delicadas como esa. Será mejor que le preguntes a alguien que sí lo sea.”

“¿Y quién sería?”

“Resulta que hay alguien así justo en nuestro departamento, y vas a recibir clases particulares de él hoy mismo. Parece la ocasión perfecta para preguntarle.” Respondió, dejando claro a quién se refería.

“¿Te refieres a Raphael?”

“Sí. Es bueno para entender a la gente. Si no lo fuera, no podría mantener este departamento en funcionamiento a pesar de Larna y todos los otros bichos raros que tenemos aquí. Quieres saber cómo se siente ese chico, ¿verdad? Entonces Raphael es probablemente tu hombre.”

Nunca lo había pensado de esa manera, pero lo que había dicho Sora tenía sentido. Raphael siempre había sido una persona sociable, incluso en la Academia, en el consejo estudiantil. Parecía que podía leer los sentimientos de la gente y dirigirlos en consecuencia, y también hacía algo así durante las clases de Magia Oscura conmigo. Siempre pensaba en cómo hacerlas entretenidas y evitar que fueran demasiado duras para mí.

Y como hoy iba a tener otra lección con él, esa era, tal como había dicho Sora, la ocasión perfecta para pedirle algún consejo sobre la situación de Liam. Pensando que Raphael era efectivamente mi hombre, traté de terminar los preparativos de la mañana en la oficina lo más rápido posible.

***

 

 

“¿Empezamos la lección de hoy?” Preguntó Raphael después de entrar en la habitación detrás de mí.

“En realidad, hay algo que me gustaría preguntarte antes.” Respondí, y le conté la historia de Liam.

Intenté darle todos los detalles posibles, incluyendo cómo habíamos ido al orfanato, cómo lo habíamos encontrado entrando en un callejón mientras estábamos de compras, y lo que me había contado en la oficina de Maggie. Había mucho que explicar, y yo no era muy buena con las palabras. Iba saltando de una parte de la historia a otra, olvidando a menudo dar suficiente contexto, pero Raphael nunca me interrumpió y escuchó atentamente todo lo que le dije.

“Remilgado y aburrido, eh… ¿Recuerdas cómo era su cara mientras decía eso?”

“Sí. No parecía que estuviera realmente disgustado. Más que nada parecía triste.” Respondí.

Eso era lo que me preocupaba tanto. Había un extraño contraste, una desconexión entre lo que decía y la forma en que lo decía. No podía ignorar eso aunque quisiera.

“Ya veo…” Murmuró Raphael para sí mismo, antes de empezar a pensar en silencio en lo que le había dicho.

Incluso para alguien como él, tratar de entender los sentimientos de un niño al que nunca había conocido no debía ser tarea fácil. Además, tenía tendencia a preocuparse demasiado por todo, así que no quería molestarle con cosas extra en las que pensar.

Debería tomar este asunto en mis propias manos. No puedo confiar tanto en él.

“En realidad, sabes, no necesitas…” Intenté decírselo, pero empezó a hablar.

“Nunca he conocido a este niño, ni he experimentado la vida en los barrios bajos. Por lo tanto, lo mejor que puedo aportar es una hipótesis basada en la especulación. ¿Te gustaría escucharla?” Preguntó, con las cejas bajas hacia los ojos.

Asentí con la cabeza.

“De vez en cuando —muy pocas veces, la verdad sea dicha— me veo sobrepasado por un miedo repentino: el miedo a que, de la nada, la vida feliz que estoy viviendo se haga añicos por completo.”

Me preguntaba por qué hablaría de sí mismo para explicar sus ideas sobre Liam, pero sabiendo que Raphael no diría algo así a menos que tuviera una buena razón para hacerlo, seguí escuchando.

“Esto se debe sin duda a lo que he vivido en el pasado. Vivía felizmente con mi madre hasta que la familia Dieke me quitó todo eso, sumiéndome en la desesperación. La única razón que tenía para seguir vivo era buscar venganza. Fue un infierno.”

El bello rostro de Raphael se oscureció ligeramente.

“Hasta que un día, tomé la mano que me ofreciste y volvía a encontrar la felicidad. Ahora estoy rodeado de gente que me importa, en un lugar donde puedo sonreír y me devolverán la sonrisa.” Enfatizó su punto de vista dándome una débil sonrisa, suave y triste, que me recordó aquel día en que le vi llorar tan dolorosamente.

Nos dijo que nos odiaba, que quería que nos fuéramos, pero lloró como quien ha sido herido. Parecía un recuerdo muy remoto, pero sólo habían pasado unos años desde entonces. En ese tiempo había sido capaz de enfrentarse a su trauma, dar un giro a su vida y llegar al punto de poder preocuparse y ocuparse de otras personas. Raphael Wolt era realmente un ser humano increíble.

“A pesar de esta felicidad presente… no puedo quitarme el miedo. El miedo a perderlo todo, a que me lo quiten sin motivo como antes. Porque entonces, no sabría qué hacer.” Añadió en voz baja, bajando la mirada.

“¡No dejaré que nadie te haga eso!” Grité sin pensarlo realmente. “¡Si alguien intenta quitarte esta felicidad, le daré una paliza!”

Al principio, se sorprendió por mis repentinos gritos, pero luego empezó a reírse.

“Gracias, Katarina. Me alegra que digas eso, pero ya no soy un niño, y si alguien intentara amenazar esta vida que me he construido, créeme… esta vez me defendería.”

La confianza en su voz me convenció de que ya no había que preocuparse por él.

“Todo esto lo puedo decir porque ahora soy un adulto.” Continuó. “Pero para un niño es diferente. Un día encuentras un lugar cómodo para ti, y al siguiente lo pierdes porque un adulto ha decidido que las cosas deben ser así.”

‘Entonces, lo que quieres decir es…”

“Que tal vez este niño Liam teme lo mismo. Que incluso si encontrara la felicidad, no tendría ninguna garantía de no perderla de repente. Por supuesto, es posible que ni él mismo lo entienda del todo, ya que sólo es un niño. Pero creo que lo que le mueve puede ser el miedo a la pérdida, más que el odio.”

No el odio, sino el miedo a perder la felicidad que ha encontrado. Esa era sólo la hipótesis de Raphael, pero lo que Liam dijo e hizo ese día, y la mirada en su rostro… Todo parecía tener sentido.

“Creo que podrías tener razón, Raphael. Intentaré hablar con él sobre eso la próxima vez que lo vea.”

“Por favor, hazlo. Y si realmente está asustado…”

“¿Sí? ¿Qué debo hacer?”


“Por favor, dile que está bien tomar las manos de los que se la tienden. También dile que está bien pedir ayuda a los demás. Dile que siempre hay alguien que irá por la vida junto a él.” Me sonrió amablemente. La belleza de esa sonrisa me hizo comprender por qué todo el mundo estaba loco por él.

Pedirle ayuda fue lo correcto.

Me abaniqué la cara con la mano, intentando refrescar el calor que me había provocado la guapura de Raphael.

“Aun así, es increíble que seas capaz de teorizar tanto sólo con lo que te he contado.” Le felicité.

“Es que las cosas que dijo me recordaron mis propios sentimientos.” Explicó con calma. Luego mencionó que, si lograba hablar con Liam de nuevo, podría pedirle más consejos. “Oh, claro.” Añadió, tratando de llevar nuestra discusión sobre Liam y su situación a una conclusión. “Separarse de la felicidad a la que te has acostumbrado es terrible. Pero…”

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