Jinrou E No Tensei Maou no Fukukan (NL)

Volumen 11: El Hijo del Héroe

Extra: De Señor Demonio a Señora Demonio

Mi querida amiga Gomoviroa,

Te escribo esta carta en la víspera de mi duelo con el Héroe. Hay una serie de cosas de las que deseo hablarte con respecto al futuro del ejército demoníaco. Esta será una carta bastante larga, pero por favor ten paciencia conmigo.

Todas las organizaciones se crean con un objetivo en mente. Esto es válido tanto para las organizaciones humanas como para las demoníacas.

La gente, naturalmente, se junta para buscar comida, para protegerse mejor, para criar a sus hijos y demás. El ejército demoníaco es una organización que se creó para asegurar un espacio de vida seguro para las diversas razas de demonios.

Los humanos se negaron a reconocer nuestros derechos, por lo que finalmente recurrimos a la violencia para convencerlos. Usamos nuestro poder superior para obligar a los humanos a aceptar nuestras demandas.

Por supuesto, nada de esto es una revelación para ti. Solo he dicho lo obvio. Lo que no es obvio es que las organizaciones tienden a convertirse en un objetivo en sí mismas.

Sé que has estado alejada de la sociedad durante mucho tiempo, así que seré directo: las organizaciones eventualmente olvidan el propósito para el que fueron formadas y priorizan en su lugar extender su propia vida útil. Se convierten en un caparazón retorcido de lo que eran antes y, en ocasiones, incluso trabajan en contra de su objetivo original.

Creo firmemente que una buena organización siempre debe reevaluarse a sí misma y reorganizar al personal para asegurarse de que se está moviendo en la dirección correcta. He visto demasiados colectivos estancarse y marchitarse porque olvidaron su propósito.

El ejército demoníaco ahora tiene una posición fuerte dentro de la sociedad humana. Hemos conquistado muchas ciudades y, aunque la situación actual está lejos de ser la ideal, por ahora estamos conviviendo. Honestamente, hemos logrado una cantidad sorprendente.

De hecho, se podría decir que hemos logrado nuestro objetivo inicial. Por supuesto, la lucha está lejos de terminar.

Si depusiéramos las armas ahora, las instituciones humanas aún antagónicas a los demonios, como el Senado, nos aniquilarían. No podemos permitirnos el lujo de renunciar a nuestro poderío militar. La guerra es un mal necesario que debemos asumir para realizar plenamente nuestros ideales.

Sin embargo, llegará un momento en que nuestra guerra terminará. Una época en la que habremos derrotado a nuestros enemigos o los habremos convertido en aliados.

Cuando eso suceda, el ejército demoníaco tendrá que cambiar. Tendrá que transformarse de una organización que valora solo la destreza militar, a una que sepa gobernar de manera justa y proteger su territorio. Hay muchos demonios dentro de nuestras filas que solo entienden la lucha, como nuestro difunto amigo Tiverit.

Nuestra especie no valora a quienes usan las palabras para resolver sus problemas en lugar de los puños. Pero ahora que muchos de los demonios más militantes han muerto en la batalla, tenemos una rara oportunidad de reformar el ejército demoníaco. Quiero dejar esta organización en las manos adecuadas para asegurarme de que esta oportunidad no se desperdicie.

La verdad es que siempre he estado buscando la oportunidad de retirarme y creo que ahora es un buen momento. Soy el tipo de persona que solo es útil en el campo de batalla. Mato, intimido y uso tácticas de miedo para construir muros que protejan a los demonios de los humanos. Es todo lo que aprendí y es todo lo que sé.

Pero hay alguien en el ejército demoníaco que ha estado usando un enfoque diferente para asegurar nuestro lugar en la sociedad humana.

Por supuesto que me refiero a tu discípulo, Veight. Como yo, mata a sus enemigos y usa la intimidación y la coerción cuando es necesario. Pero no construye muros ni crea fisuras con sus métodos. De hecho, hace exactamente lo contrario: derriba los muros entre nuestras dos especies y convierte al enemigo de ayer en el amigo de hoy.

Hay pocos demonios como este. Pero te sorprenderá saber que lo mismo ocurre entre los humanos. Hay que ser extremadamente atento y paciente para conseguir que los demás confíen en ti. Es una rara habilidad que requiere tanto un talento innato como un gran esfuerzo para desarrollarla.

Veight es un poderoso guerrero y un hábil político que puede cambiar sus tácticas en un instante para adaptarse a la situación. Es el tipo de campeón que necesitamos. Estoy seguro de que a muchos demonios, incluida tú, les resulta extraño que exista alguien como él.

Su forma de pensar está demasiado alejada de la de un demonio normal. Valora la convivencia pacífica y el diálogo abierto. Incluso muestra respeto por los humanos mucho más débiles que él. Sin embargo, sé por qué esas acciones son tan naturales para Veight. Sin embargo, es un secreto que preferiría no divulgar sin su consentimiento, así que te lo contaré en otro momento.

Independientemente, creo que Veight es el que mejor se adapta para ser el próximo Señor Demonio. No me arrepentiría en absoluto de dejar el ejército demoníaco en sus manos.

Él conoce mejor que nadie las cargas que debe soportar un líder. Sin embargo, sé que es demasiado bondadoso para tomar las decisiones difíciles que debe tomar un gobernante. Si lo hago mi sucesor, sé que en algún momento su naturaleza gentil lo llevará a tomar decisiones equivocadas. No puedo en conciencia pedirle que tome mi relevo.

Si derroto al Héroe, pospondré la elección de un sucesor hasta que aparezca un candidato mejor. Por esa razón, absolutamente debo ganar este próximo duelo. Sin embargo, en algún momento, necesitaré encontrar un reemplazo. Alguien que pueda construir una nación pacífica, a diferencia de mí.

—Friendensrichter

***

“Y ahí lo tienes: la carta del Señor Demonio. Combinado con lo que he aprendido de mi investigación del Gran Torii de los Divinos de Wa, creo que tanto tú como él reencarnaron aquí de un mundo diferente”, dijo la Maestra mientras terminaba de leer el testamento que Friedensrichter le había dejado.

“Ya veo”, respondí, rascándome la cabeza. Así que lo supiste todo el tiempo, ¿eh? Supongo que debería haberlo esperado.

La Maestra me miró y dijo con voz de reproche, “¿Por qué ambos pensaron que necesitaban ocultarme esto? ¿Acaso no soy digna de confianza para ti?”

“Lo siento. Es solo que sabes más que nadie sobre la vida y la muerte, así que estaba preocupado…” admití. Preocupado de que te animaras a hacer algunos experimentos de investigación locos.

La Maestra se rió entre dientes y respondió, “No temas. Tengo la intención de comenzar experimentando con animales primero. Grabaré una cresta nigromántica especial en el cerebro de un centenar de ratas y a partir de ahí veré si esas crestas reaparecen después…”

“Mira, es por eso que no quería decírtelo.”

Sabía que había tomado la decisión correcta.

-FIN DEL VOLUMEN 11-