Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 3

Capitulo 1: El Asesino Va De Caza

Estar de nuevo en casa fue un gran momento. Fui bendecido con una familia maravillosa.

La cena fue relajante. Mi madre no era una chef gourmet, pero su cocina se adaptaba a mis gustos. Probablemente me gustó porque crecí con eso, pero mi afecto por ella también jugó un papel.

Al día siguiente, fui a cazar a las montañas. Decidí que cocinaría hoy, aunque no necesariamente como agradecimiento por haberme tratado ayer. Dia quería comerse mi estofado de crema con conejo, así que tuve que salir a recoger los ingredientes.

Volviéndome hacia Tarte, le pregunté: “¿Aún están bien tu maná y tu resistencia?”

“¡Sí, lo estoy manejando!” ella respondió.

Mi territorio de caza preferido se encontraba más allá de un sendero de bosque profundo y era el hogar de muchas bestias feroces, lo que lo hacía bastante peligroso. Esas áreas tocadas por el hombre se habían hecho más fáciles de atravesar, pero incluso caminar por el desierto demostró ser una prueba de resistencia. Si no tuvo cuidado, sus piernas también podrían terminar raspadas.

Busqué caza aquí para evitar la caza furtiva de los plebeyos. Muchos se ganaban la vida vendiendo carne y pieles, y yo no quería interponerme en su camino.

También hubo muchos otros méritos. Ni siquiera los tramperos profesionales se aventuraron tan profundamente en la naturaleza, por lo que el área estaba llena de fauna. La tierra sin labrar como esta también era un buen campo de entrenamiento. Cazar aquí había perfeccionado mis habilidades.

“Encontré huellas de conejos Alvanianos… Eso significa que probablemente no ha ido muy lejos, mi señor”, observó Tarte.

Viajar a través de los densos bosques puso a prueba mi agilidad y resistencia, y esforzarme para asegurarme de no perder ni el más mínimo rastro de animales entrenó mi atención y concentración. Casi se sintió nostálgico.

Tarte me seguía detrás. Utilizando solo el más mínimo rastro de huellas dejadas atrás, adivinó la ubicación de nuestra cantera y salió en persecución.

Le había dado dos tareas durante este viaje de caza para ayudarla a superar sus debilidades.

La primera fue usar sus ojos Tuatha Dé todo el tiempo que estuvo en la montaña. Los ojos de Tuatha Dé consumían maná constantemente. Sin la habilidad Rapid Recovery, podrían provocar que se desmaye rápidamente. Por esa razón, un usuario tenía que practicar el mantenimiento de una producción baja de maná. Esto mejoró su control sobre los ojos.

La otra tarea de Tarte era usar una nueva arma que le había preparado. La lanza era la herramienta preferida de Tarte en combate. Obviamente, debería seguir practicando con él y esforzarse por ser lo mejor que pueda. Sin embargo, le había dado otro armamento para usar, así como un atajo para aumentar su destreza en la batalla. Si bien se apartó del honorable combate de caballeros o artistas marciales, no me importó. Fuimos asesinos. La búsqueda del poder era todo lo que importaba.

Tarte salió corriendo mientras cantaba el encantamiento que Dia había hecho a petición suya. Fue un hechizo digno de asesinato.

“¡Wind Shadow!”

Tarte era muy competente con un hechizo que creaba una barrera aerodinámica contra el viento que eliminaba la resistencia del aire, reprimía el consumo de energía y le permitía moverse a altas velocidades. Esta nueva magia que estaba utilizando se había basado en eso. El aire conjurado se reunió alrededor de la joven, aumentando su rapidez, disimulando su olor y amortiguando su sonido. Como un verdadero fantasma, se acercó al conejo sin temor a ser detectada.

Es cierto que el hechizo no borró todos los rastros de Tarte. Eso requería un control extremadamente delicado, lo que a su vez significaba un encantamiento más difícil. Sin embargo, esas imperfecciones podrían compensarse con técnicas de asesinato, así que no nos preocupamos por eso. Sin embargo, lograr todo eso fue más fácil decirlo que hacerlo.

“Ella está bien”, comenté.

Los conejos Alvanianos poseían un oído y un olfato agudos. Si Tarte se acercara sin ser notada, le daría una calificación aprobatoria.

Estaba viendo este juego desde la distancia. Tarte se levantó la falda. Si bien siempre mantuvo una lanza plegable en su muslo izquierdo, ahora lucía una pistola con un cañón acoplable a su derecha. Esa era la nueva arma que le había regalado.

“Un Gun Strike que Tarte puede usar. Espero que funcione,” murmuré.

El Gun Strike que Dia y yo realizamos tenía algunas deficiencias importantes. Requería una explosión de magia de fuego, que solo tenían unos pocos magos selectos. Si bien cualquiera podría usar Gun Strike si se emplearan explosiones de Fahr Stone como propulsor, se requería un arma de fuego más grande que pudiera resistir la fuerza.

Por eso desarrollé el polvo Fahr Stone. Ajustando su cantidad, pude regular la explosión, disminuyéndola según fuera necesario. Las balas de la pistola de Tarte estaban llenas de la máxima cantidad de pólvora que podía soportar una pistola.

Tarte sacó la pistola de su muslo derecho y le colocó el cañón acoplable. El pequeño tamaño de una pistola hizo que fuera fácil de usar a quemarropa, y la colocación del cañón más largo aumentó la precisión para disparos a distancia.

En menos de un momento, Tarte llenó el polvo de Fahr Stone con maná hasta su punto crítico. Sonó una explosión y una bala salió disparada de la pistola y atravesó la cabeza del conejo Alvaniano.

Tarte disparó el arma con una mano, una hazaña de la que solo era capaz porque había aumentado mágicamente su fuerza física. Estas armas de fuego tenían el doble de patada que una Magnum. Fue suficiente para derribar incluso al más fornido de los hombres. Le había dado al arma una fuerza tan ridícula porque estaba destinada a matar magos.

“¡Lord Lugh, lo hice! Dejé mucho para comer”, dijo alegremente Tarte.

En realidad, este era el segundo conejo que había disparado hoy. Ella había golpeado al primero en el medio de su cuerpo, arruinando la carne.

Para asegurarse de que esto no sucediera, tenía que acercarse lo más cerca posible, mantener la calma y disparar un tiro limpio en la cabeza.

Esas eran las habilidades que quería que desarrollara Tarte, y lo había conseguido.

“Gran trabajo. Has pasado. ¿Cómo se siente el arma?”

“Me encanta. Poder disparar seis balas seguidas es asombroso”. Tarte amartilló el martillo y el cilindro giró y cargó la siguiente ronda.

Le había dado un revólver con capacidad para seis disparos. Una pistola semiautomática habría tenido un mejor rendimiento. Sin embargo, conlleva el riesgo de una descarga accidental, lo que pensé que era inaceptable. Un revólver se adaptaba mejor al mecanismo que impedía que el maná fluyera hacia cualquier otra cosa que no fuera la bala cargada.

“Ya veo. Por favor, avíseme si tiene alguna inquietud. Todavía es un prototipo, por lo que necesita mejorar”, dije.

“¡Okay! Daré un informe detallado de todo lo que se me ocurra. Modelo de prueba o no, tener una magia poderosa que no requiere un encantamiento es increíble. Cualquier mago podría usar esto”.

Tal como dijo Tarte, había desarrollado el arma para que fuera accesible para todos. Si alguna vez encontrara pólvora altamente eficiente en este mundo, eso eliminaría la dependencia de Fahr Stones, y podría fabricar un arma de fuego que cualquiera podría usar, mago o no.

“La era de tener que confiar todo a un héroe terminará algún día. Esta pistola podría ser el primer paso hacia eso”, comenté con indiferencia.

Las armas de fuego habían acabado con los caballeros de la Europa medieval. A estos combatientes se les concedió una vida privilegiada porque se entrenaron desde pequeños, aprendieron a usar la espada y gobernaron y protegieron a los campesinos con su fuerza superior.

Sin embargo, todo cambió en el momento en que se inventaron las armas. Ahora, cualquiera podría matar con facilidad. Años de práctica con espadas y lanzas no significaron nada frente a una bala de plomo. Con solo unos pocos días de entrenamiento, los plebeyos podían matar a soldados experimentados. Una vez que los caballeros ya no fueron necesarios, los campesinos comenzaron a sentirse explotados y los caballeros nunca volvieron a ocupar la misma posición en la sociedad.

“Lord Lugh, ¿está planeando distribuir armas en todo el mundo para poner fin a la sociedad actual?” Tarte cuestionó.

“No, no me estoy preparando para algo así en este momento”.

En este mundo, o mejor dicho, en este país, la sociedad de nobles apenas mantenía la paz. No quería hacer nada para encender las brasas de la guerra.

“Regresemos”.

“¡Si mi señor! Espero su estofado de crema. Nunca logré que el mío supiera como el tuyo, a pesar de que tú me enseñaste la receta. Siempre parece que falta algo”.

Hice guiso de crema por primera vez aquí cuando era muy joven y se convirtió en una especialidad local del dominio Tuatha Dé. Se sirvió a los viajeros en las posadas, y esos turistas lo difundieron por todo el mundo. A algunos les gustó tanto que quisieron ir a Tuatha Dé solo para experimentar el plato de donde se originó.

“Sin embargo, realmente no hago nada especial cuando lo hago”, admití.

“Por favor, déjame verte mientras cocinas. ¡De esa manera, puedo descubrir tu secreto!” Tarte se estaba entusiasmando. A ella le gustaba cocinar más que matar.

Mantuvimos una conversación ociosa mientras despellejábamos al conejo, le quitamos la sangre y lo envolvíamos en corteza de árbol. Una vez que regresamos a casa, me dirigí a la cocina de inmediato. Tarte había trabajado duro cazando hoy, así que me aseguré de darle la carne de la pierna, que era la parte más sabrosa.

Para la cena, disfrutamos del guiso de crema con conejo, un poco de pan recién hecho y un plato más que me apresuré a preparar.

El caldo lo preparé con huesos de conejo, hongos secos que crecían en la montaña y salsa blanca. Llené la sopa con un surtido típico de verduras de temporada y carne de conejo.

“El guiso de crema de mi pequeño Lugh es verdaderamente una obra maestra. No hay nada como la comida casera de un hijo”.

“Mamá, a menudo escucho ‘cocina casera de mamá’, pero nunca escuché a nadie decir ‘cocina casera de mi hijo’.”

“Pero esa es la única forma en que puedo describir el sabor. Seguro que sabes cómo complacer a una mujer, Lugh”, dijo mi madre con un suspiro de placer.

“Cuidado con tu fraseo”, le respondí.

Se llevó una cucharada de estofado a la boca y sonrió de oreja a oreja.

“Awww, al menos quiero superar a Lord Lugh en la cocina… Soy un fracaso como su sirvienta personal”. Tarte, que parecía en conflicto, mordió la carne de la pierna. Su ternura y sabor lo convirtieron en la parte más sabrosa del conejo. Participar de él era el privilegio de la persona que había matado al animal.

A menos que estuviéramos en la academia, Tarte solía colocarse detrás de mí como mi sirvienta en las comidas. Hoy, sin embargo, mi mamá le dio órdenes estrictas de comer con nosotros. No estaba exactamente seguro de lo que sucedió, pero ayer, mi mamá había convocado a Tarte para una larga discusión. Su comida con nosotros probablemente tuvo algo que ver con eso. Mi papá estuvo ausente debido a algo relacionado con mi ceremonia de entrega de medallas, lo que le dio a mi mamá la oportunidad perfecta para hacer alguna travesura.

“Esto es nostálgico. Me preparaste un estofado de crema cuando era tu mentor, ¿recuerdas? No podía creer que crearas una comida tan deliciosa a una edad tan joven. Has sido extraordinario desde que eras pequeño, Lugh”, dijo Dia.

“Yo era solo uno de los primeros desarrolladores. Por cierto, hice el gratinado que pediste”.

“¡Sí! Ese es mi favorito.”

Por lo general, preparo gratinados al día siguiente con las sobras. Sin embargo, Dia realmente quería un poco hoy, así que lo complací. Todo lo que tenía que hacer era cubrir la pasta con estofado de crema, salsa de tomate y queso y luego hornearla, un esfuerzo relativamente simple.

“Agregar queso rico y el sabor amargo de los tomates al ya delicioso guiso de crema lo hace aún mejor”, comentó Dia, saboreando extasiada una de sus comidas más queridas.

Tarte también estaba disfrutando de la comida, así que también le ofrecí un poco de gratinado. Entonces noté la mirada de reproche de mamá y también le di un poco.

Eso me dejó sin ninguno, pero no me importó. Hice gratinado para agregar un poco de sabor diferente al guiso de crema sobrante al día siguiente. Sin embargo, aun así, el sabor seguía siendo similar. Comer ambos al mismo tiempo fue demasiado para mí. No podía creer lo poco que estaban haciendo las damas de la familia.

“Eso fue increíble”, dijo mi mamá.

“Yo me ocuparé de la limpieza, mi señor,” ofreció Tarte.

“Voy a volver a mi habitación. Pasa más tarde, Lugh. Terminé de analizar el hechizo que me pediste que mirara”, invitó Dia.

Los tres tomaron caminos separados. Decidí ir a mi habitación para trabajar. Aunque tenía curiosidad por lo que Dia mencionó, también quería mejorar mi prototipo de arma.

Tarte me había estado robando continuamente miradas por el rabillo del ojo. Era un comportamiento típico cada vez que me ocultaba algo. Ella había hecho lo mismo antes de darme un regalo sorpresa de cumpleaños.

Por el momento, me contenté con fingir que no me había dado cuenta. Estaba preocupada por las tonterías con las que mi madre le había llenado la cabeza, pero estaba segura de que Tarte no haría nada que me causara estrés.