Mahou sensou (NL)

Volumen 7

Capitulo 3: Compañero Predestinado

Parte 3

 

 

Entonces Sophia parpadeó de repente, sorprendida y luego se echó a reír.

—Tejejejejeje

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—¿Qué pasa? —preguntó Takeshi curioso.

Pero Sophia no respondió y le dio la espalda mientras subía las escaleras.

—C-Cuando sonríes te ves…

Al cabo de un rato, la voz de Sophia se disipó y no pudo entenderla, así que le preguntó.

—¿Eh? ¿qué?





—No dije nada. Por cierto, ¿quieres ver nuestro taller? Aunque es un taller de forja mágica está lleno de basura por todos lados.

Takeshi también estaba interesado en la propuesta de Sophia.

—¿Puedo?

—Claro, Ah, pero… solo puedes ver mi taller. El taller del abuelo y mi padre son confidenciales y no podemos entrar.

—Ya veo…

A mitad de la escalera de caracol, llegaron a otro largo pasillo.

—Ven, es por aquí.

Cuando Sophia miró en la dirección que indicaba, un hombre y una mujer pasaron por delante. Takeshi miró por encima del hombro de Sophia para verlos, pero eran personas completamente desconocidas para él.

—Rei-san, Tsubaki-san ¿ya se van?

Sophia los llamó, y entonces se acercaron. La mujer miró a Sophia y luego a Takeshi para luego sonreír como si se le hubiera ocurrido algo. Takeshi tuvo la sensación de que su rostro le parecía familiar, pero no la reconoció inmediatamente.

—No me habías dicho que tenías novio, Sophia —dijo Tsubaki entre risas.

Sophia no pudo evitar soltar un sonido extraño.

—¿¡Fuhee!? C-Claro que no… o… talvez…

El hombre que estaba al lado de la mujer se rio mientras Sophia se esforzaba por responder.

—¿De qué hablas?

La pareja se rio de la vergüenza y el pánico de Sophia. Y mientras tanto, Takeshi no sabía si negarlo o callarse, así que mantuvo la boca cerrada y el ceño fruncido.

—Soy Aiba Rei —dijo el hombre.

—Y yo soy Aiba Tsubaki, encantada —dijo la mujer extendiendo su mano.

Takeshi la estrechó cautelosamente y entonces, notó algo familiar en sus nombres, haciendo que sus ojos se abrieran de golpe.

—¿A… Aiba?

Ellos tenían el mismo apellido que Mui. Difícilmente habría personas en la sociedad mágica que tuvieran los mismos apellidos sin estar emparentados. Así que Takeshi observó a Rei y a Tsubaki con temor. Sophia se dio cuenta de eso.

—¿Sucede algo?

Al oír la voz de Sophia, Rei y Tsubaki también se dieron cuenta de que a Takeshi le pasaba algo.

—¿Te sientes mal? —preguntó Rei.

—De verdad, estás muy pálido —dijo Tsubaki.

Después de un momento, Takeshi respondió.

—E-Estoy bien…

Sin embargo, a pesar de sus palabras, Takeshi estaba claramente pálido y alterado. Él observaba a Rei, un hombre alto y de pelo oscuro con un parecido innegable a Tsuganashi, el hermano mayor de Mui. Y la mujer a su lado la cual miraba a Takeshi con preocupación, también parecía una versión adulta de Mui.

«Estas personas, deben ser los padres de Mui».

Takeshi se preguntó qué diría Mui si hubiese estado allí en ese momento.

Ella había dicho que perdió a sus padres poco después de nacer, por lo que no podía recordar nada de ellos.

—¿Será que estás cansado? —dijo Sophia observando el rostro de Takeshi—. Mejor te llevo a la habitación de invitados para que duermas un poco.

Al ver a las preocupadas Sophia y Tsubaki, Rei suspiró. Las mujeres parecían estar preocupadas de que Takeshi pudiera derrumbarse en cualquier momento. Rei se acercó a Takeshi y le dijo:

—¿Te echo una mano?

Antes de que Takeshi pudiera responder, lo levantó sosteniéndolo de las piernas y la espalda.

—¡Uwaaa!

Takeshi gritó cuando fue levantado de repente. Rei lo miró de cerca.

—O-Oiga, esto no es necesario estoy bien…

Rei descartó por completo las palabras de Takeshi.

—Eso no es lo que parece.

Con Takeshi en brazos, Rei comenzó a alejarse, y Sophia y Tsubaki le siguieron. Cuando Takeshi miró el fino rostro de Rei, se dio cuenta de lo tenso que estaba. Esas personas eran los padres de Mui, lo que significaba que estaban destinados a morir en la guerra que se avecinaba.

«Si no hago nada… si trato de salir adelante sin cambiar el pasado… estas personas morirán…»

Cuando Rei acercó a Takeshi a su pecho para evitar que se cayera, pudo sentir claramente los latidos de su corazón.

Takeshi se asustó y cerró los ojos con fuerza.

«Si no altero el pasado, ¿significa que estaré dejando que estas dos personas mueran?»

Takeshi estaba en un dilema. A diferencia de Gekkou, él no creía que se pudiera cambiar el pasado y hacer un reinicio. Era una apuesta muy arriesgada. Si alteraba el pasado y el futuro era cambiado, él mismo podría desaparecer, e incluso si no lo hacía, puede que nunca pudiera volver a su propia época.

Cuando Rei vio que Takeshi se relajó en sus brazos con los ojos cerrados, pensó que su estado peor de lo que imaginaba, y apresuró el paso.


Al llegar a la habitación de invitados, puso a Takeshi en una cama grande.

—Creo que será mejor dejarlo dormir un poco —dijo.

Sophia asintió.

—De acuerdo.

Fue y sentó en el borde de la cama. Luego miró a Takeshi, que mantenía los ojos cerrados.

—Oye, ¿qué te acabo de decir? —dijo Rei frunciendo el ceño—. Será mejor que no hagas ruido.

Sophia hizo un puchero.

—Y yo dije que estaba de acuerdo.

Pero estaba sentada en la cama y se negaba a irse.

—¡Eso significa que tienes que irte! —exclamó Rei.

—¿Eehhh…?

Rei tiró de su brazo y Sophia se levantó de mala gana.

—Vamos, déjalo dormir en paz.

Ella fue arrastrada a la fuerza fuera de la habitación. Sophia se dio la vuelta, y cuando Takeshi la vislumbró desde la cama, extendió la mano y gruñó como un perro, pero fue expulsada sin contemplaciones al pasillo por Rei.

***

 

 

Hacía mucho tiempo que Takeshi no tenía un sueño tan confortable. Todavía estaba adormitado, medio inconsciente, en la comodidad de las sábanas cuando notó el calor de alguien pegado a su pecho.

—¿Mui…? —murmuró con naturalidad.

Recordó la vez que había cuidado de ella para que se recuperara después de haber enfermado de fiebre en el dormitorio de la Academia de Magia Subaru. En aquella ocasión, Mui había arrastrado a Takeshi a la cama y se había pegado a él. Al pensar en eso, Takeshi sintió de repente una sensación de nostalgia y la atrajo hacia sus brazos.

Pero la persona que está en sus brazos preguntó:

—¿Mui?

—¿Eh?

Había un ligero malestar en esa voz. Mui no se refería a sí misma usando su nombre. Takeshi puso su mano alrededor de la parte trasera del cuerpo que había arrastrado y lo acarició un poco.

—Me haces cosquillas Kuh… fufufufufu

Era la voz de una chica, pero no era una voz familiar.

—¿Qué?

Sus parpados seguían intentando obstinadamente permanecer cerrados, pero los forzó a abrirse.

A la luz blanca de la mañana, una brillante cabellera roja se esparcía alrededor de su barbilla. Aturdido, Takeshi levantó el brazo y tocó suavemente la parte superior de la cabeza de la persona. Entonces ella gritó bajo las sábanas.

—¡Uhya!

La cara que apareció no era la de Mui, y esta vez, fue Takeshi quien gritó.

—¡Uwaa! ¿¡Qué haces aquí!?

Se apresuró a quitar la otra mano con la que aun rodeaba su cintura, pero Sophia seguía aferrada al pecho de Takeshi y, de alguna manera, con la cabeza baja murmuró.

—Munyamunya…

Ella estaba acostada allí balbuceando y haciéndose la dormida.

—Oye, levántate…. sé que no estás dormida. Ya te vi.

Cuando escuchó a Takeshi susurrar, Sophia murmuró «eres un aguafiestas».

—Nada de aguafiestas, ¡sal de la cama!

Takeshi agarró a Sophia por los hombros y la empujó suavemente hasta el borde de la cama. Ella rodó y cuando llegó al borde de la cama, finalmente abrió los ojos.

—Kyaa… ¡me caigo, me caigo!¡Cielos! Eres muy bruto.

—No te metas en la cama de un hombre de esa forma.

Takeshi dijo algo de sentido común, pero Sophia replicó haciendo un puchero.

—Es que, venía a despertarte para que fueras a desayunar, pero te vi allí dormido tan cómodamente, que también me dio sueño. Y como había espacio suficiente para mí, no pude resistirme y me acosté. ¡Estaba tan cómodo que me quedé dormida de verdad!

—¿Qué clase de excusa es esa?

—¿Estas enojado?

Sophia miró con expectativa a Takeshi que simplemente soltó un suspiro.

—Dices que venias a invitarme a desayudar ¿verdad?

Sophia asintió y trató de levantarse, pero estaba justo en el borde de la cama, y su mano resbaló así que terminó cayendo al suelo.

—¡Auch!

—¿Estás bien?

—No te preocupes, estoy bien.

Dándose unas palmadas en el trasero, Sophia se levantó. Llevaba el mismo overol del día anterior, con manchas de aceite y pintura por todas partes.

Takeshi estaba en ropa interior. Cuando se levantó, se sonrojó un poco al darse cuenta que había estado en contacto tan cercano con Sophia en ese estado.

—Te he traído una muda de ropa —dijo Sophia, señalando la mesita de noche—. Vi que no tenías ropa, así que te traje unos pantalones y una camisa de papá. Y también una sudadera mía que me queda muy grande. Soy muy friolenta así que me suelo poner varias camisas. Me compré una sudadera dos tallas arriba de la que uso, pero me quedaba demasiado grande y holgada. Quizás a ti te quede bien. Además, traje la ropa interior nueva de mi padre, pero quizá sería mejor conseguirte otra porque él usa calzoncillos hoy en día. Es raro ¿verdad?

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Mientras Sophia hablaba tanto, Takeshi terminó de ponerse rápidamente la ropa que había sobre la mesita.

La camisa blanca y los pantalones grises parecían un uniforme escolar, pero la sudadera marrón oscuro, tenía un feo logo de perro en el pecho.

Takeshi lo miró, parpadeó un momento y luego recuperó la compostura.

—Gracias por la ropa.

—No, te preocupes. Todavía tengo algunas de mis prendas que son demasiado grandes, ¿te gustaría probártelas? También tengo otro overol a juego con el que ando yo. Es bonito con sus tirantes color azul claro.

Sophia se sujetó la ropa de trabajo que llevaba puesta y se la enseñó.

—N-No, tranquila. Estoy bien con lo que me diste…

Cuando Takeshi negó con la cabeza, la boca de Sophia se torció con una ligera decepción.

—Entonces, um… con respecto a ayer… los Aiba…

Takeshi intentó cambiar el tema de la conversación.

Sophia se sentó en una silla de la mesa redonda de la sala y enseguida se metió en la conversación.

—Ah, te refieres a Rei-san y a Tsubaki-san. Sí, supuse que los conocías. Era de esperarse. Aiba Rei es un mago de Wizard’s Breath muy famoso por ser usuario de magia singular. A veces suele dar clases en academias de magia de todo el mundo. Su esposa Tsubaki es una de las más poderosas y hermosas, magas de Camelot. Realmente es raro que alguien no los conozca.

Aparentemente Aiba Rei y Aiba Tsubaki eran famosos en esa época. De pronto, Takeshi se dio cuenta de algo y preguntó:

—Oye, pero, ¿qué hacia Aiba-san en la Fundación Phoenix? ¿no se supone que es de otra comunidad?

Tal y como acababa de decir Sophia, Aiba Rei era un mago de Wizard’s Breath. Y Tsubaki, era una «hechicera» de Camelot.

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Si ese era el caso, no habría razón alguna para que estuviesen en la sede de la Fundación Phoenix.

Ante la pregunta de Takeshi, Sophia respondió con una mirada natural.

—Recibimos muchas visitas de clientes de la Forja Mágica. Siempre hay gente de otras comunidades yendo y viniendo.

—Ah, ya veo.

Si habían ido allí para que les forjaran un Aspecto con su técnica de magia, entonces tenía sentido. Sophia sonrió cuando Takeshi pareció entender el punto. Sin embargo, ella sabía que esa no era la única razón por la que Rei y Tsubaki visitaban la sede de la Fundación Phoenix.

Se preguntó si debía contárselo a Takeshi, y luego se dio cuenta de que no tenía por qué hacerlo.

Salieron juntos de la habitación y Sophia lo condujo al comedor del primer piso. Allí iban a desayunar en familia.

Cuando Takeshi y Sophia entraron en el comedor, ya había dos personas sentadas a la mesa. Argon Brave, el presidente de la Fundación Phoenix, estaba sentado en el extremo de la mesa, junto a la ventana, y Hale, el padre de Sophia, estaba sentado en diagonal junto a él con el periódico extendido. Había desayuno para Takeshi y Sophia en la mesa, pero a juzgar por el hecho de que Argon y Hale solo tenían tazas de té frente a ellos, parecía que ya habían terminado de comer.

—Buenos días abue, papi… —dijo Sophia al entrar en la habitación.

Hale respondió primero, levantando la vista de su periódico.

—Buenos días, hija mía.

Sophia y Hale se dieron un ligero beso en la mejilla.

Entonces Sofía se quejó.

—Papi, tu barba me raspa.

Hale Brave preguntó: «¿En serio?» y se puso la mano en la barbilla.

—Buenos días, nieta mía.

Después, Sophia se acercó a Argon, éste tomó la mano de su nieta y la besó ligeramente.

—Abuelito, tu barba da cosquillas.

Sophia se rio.

Al terminar de saludar, Sophia tomó asiento donde se estaba la comida servida.

Takeshi, que había estado de pie, se preguntaba qué estaba pasando cuando entró en la sala, pero finalmente se acercó poco después de que parecieran haber terminado sus saludos matutinos.

—Buenos días —dijo Argon Brave, el patriarca de la familia, mientras bajaba el periódico y lo doblaba.

Takeshi se apresuró a responder.

—¡B-Buenos días señor! Lamento mucho no haber saludado ayer, y le estoy muy agradecido por su hospitalidad.

Argon dejó el periódico sobre la mesa y levantó la mano.

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—Tu tranquilo, muchacho. No tienes por qué estar tan rígido. Siempre hay alguien que se queda con nosotros. Tan solo disculpa por el pésimo servicio. Sólo empleamos a un número mínimo de personas porque nosotros, nos ocupamos de nosotros mismos. Por favor, siéntete cómodo.

Takeshi asintió y se sentó junto a Sophia.

Entonces Hale, el padre de Sophia, que estaba frente a ella, le habló.

—Ehem… por cierto, ¿cómo es que tú conoces a mi hija?

—¿Papi?

Sophia miró a su padre con curiosidad.

—Como puedes ver, mi hija es muy encantadora y tiene una buena personalidad, pero no está acostumbrada a los chicos de su edad. Ni siquiera encajaba bien en el colegio y le resultaba difícil asistir. Tienes que entender que, si de pronto trae a un chico para que se quede en nuestra casa, es normal que yo como padre, tenga muchas preguntas que hacer.

Sophia frunció el ceño cuando escuchó a Hale hablar con una mueca disfrazada de sonrisa.

—¡Santo cielo, papá! ¿qué tanto quieres preguntar? ¡Será mejor que no empieces a decir cosas raras o no te lo perdonaré! Si quieres saber, Takeshi es mi compañero predestinado ¡está bien que se quede!

—¿¡Tu compañero predestinado!?

—¿¡Tu compañero predestinado!?

Argon y Hale gritaron al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo.

Sophia frunció el ceño.

—¿Qué les pasa a ustedes dos? Se ven raros. Es tal y como dije. Ya lo he analizado con mi magia, lo juro. Pero por favor, no le digan nada raro a Takeshi, ¿sí?

—E-Espera, espera, Sophia… ¿a qué te refieres con “compañero predestinado”? —dijo Hale alterado—. ¿¡I-Insinúas que te vas a casar con él!?

Cuando Takeshi escuchó a Hale, no pudo evitar sorprenderse también. Sin embargo, Sophia, que estaba despreocupada, le contestó a su padre.

—Seguramente eso acabará sucediendo eventualmente, ya que mi “Magical Analysis” dice que yo amaré a Takeshi hasta la muerte.

—¿¡Eeeeh!?

—¿¡Eeeeh!?

—¿¡Eeeeh!?

Los tres hombres, Hale, Argon y Takeshi, se quedaron atónitos, pero Sophia tomó su vaso de jugo de naranja y dio unos sorbos.

—¿¡H-Hasta que la muerte los separe!? —exclamó Argon.

—No puede ser… Sophia, tu me dijiste que te casarías con papi… —reclamó Hale.

Argon y Hale se quedaron atónitos por los comentarios de Sophia. Takeshi tragó saliva con dificultad.

«Aquí está pasando algo raro…».

Un sudor frío recorrió su frente.

Finalmente, Hale fijó su atención en Takeshi que estaba con la cabeza agachada intentando pasar desapercibido.

—O-Oye tú, ¿De verdad piensas hacer eso? Es demasiado pronto.

Takeshi estaba aturdido. No sabía nada de lo que Sophia había dicho. Es más, quería preguntar qué era eso del «compañero predestinado».

Pero expuesto a la despectiva mirada de su padre Hale, Takeshi se estremeció y susurró.

—¿Eh? No, yo no… pretendo eso…

—¿¡Entonces estás jugando con ella!?

Los ojos de Hale se volvieron aún más intensos.

—N-No me refiero a eso, yo…

Cuando Takeshi se asustó, Hale pareció perder la paciencia y golpeó la mesa con fuerza.

—¡Quiero saber qué está pasando!

Luego se levantó y miró a Takeshi.

Sophia se encogió de hombros mientras partía un panecillo y se lo llevaba a la boca.

—Por favor, papá. Deja de molestar a Takeshi. Nos conocimos ayer. Estamos empezando a conocernos y a desarrollar nuestra relación.

Takeshi miró sorprendido a Sophia a su lado.

«¿Cómo que desarrollar nuestra relación?».

Es la primera vez que escuchaba algo así, y Takeshi no tenía intención de hacerlo.

—El “Magical Analysis” de mi hija jamás se equivoca. ¡Dime ahora cuáles son tus intenciones!

Hale seguía de pie, gritandole a Takeshi.

—¿Qué? Pero yo ni siquiera sé de qué está hablando…


Incapaz de responder o si quiera entender lo que pasaba, Takeshi no tuvo más remedio que mirar hacia otro lado. Entonces, Argón, el silencioso abuelo, acudió a su rescate.

—Ya cálmate, Hale.

—Suegro, mi hija ha traído a un futuro yerno. No puedo calmarme.

—¡Hale!

—Si…

Interrumpido y regañado por Argon, Hale asintió como un niño. Luego, mirando a Sophia que estaba recogiendo huevos revueltos con su tenedor. Argon le preguntó tranquilamente:

—Sophia, ¿estás segura de que eso fue lo que te indico “Magical Analysis”?

—Claro que sí, abuelito. Lo comprobé varias veces. No hay error alguno.

Los ojos de Argon se abrieron bajo sus largas pestañas en señal de sorpresa ante la respuesta de Sophia, pero rápidamente asintió.

—Ya veo. Entonces supongo que no queda más remedio que aceptarlo.

El rostro de Hale se torció ante la traición de su suegro, del que esperaba oposición.

—¡Suegro!

—Hale, no hagas un escándalo. Además, tu…

Mientras daba un codazo a Hale, Argon se dirigió ahora a Takeshi y le preguntó:

—¿Como te llamas, muchacho?

Takeshi aún no había tocado nada de la mesa. Sus manos seguían apretadas en su regazo.

Cuando Argon le preguntó, Takeshi no pudo responder de inmediato.

—…

El único sonido en la habitación durante un rato fue el de Sophia moviendo los platos.

Takeshi tenía que pensar. Si decía una sola cosa que no debía, podría cambiar eventos del pasado.

Aunque Sophia fuera una maga de la Fundación Fénix, seguía siendo una niña y lo más probable es que no tuviera nada que ver con la guerra, pero el anciano presidente de la fundación y su yerno, podrían estar muy implicados en la guerra entre el Wizard’s Breath y los Trailers.

Sin embargo, no podía quedarse callado para siempre. Pensó por un momento en decir un nombre falso, pero al final dijo su nombre tal cual.

—Nanase… Takeshi…

En ese momento, sintió inmediatamente la mirada de Sophia sobre él.

Ella lo había rescatado de la habitación donde lo tenía Gekkou. En otras palabras, ella conocía a Gekkou. Teniendo el mismo apellido, Takeshi pensó que ella se daría cuenta de la relación que tenían. Sin embargo, Sophia se limitó a mirarlo en silenció y luego siguió comiendo como si nada. Inesperadamente, fue Hale Brave quien se dirigió a Takeshi.

Se sentó de mala gana una vez más y le indicó con la mano la comida que tenía delante.

—Deberías comer de una vez. Se te va a enfriar —dijo malhumorado, luego desplegó el periódico arrugado y siguió leyéndolo.


Takeshi asintió en silencio y levantó su vaso de jugo de naranja.

***

 

 

Un poco más atrás en el tiempo, en la Academia de Magia de Tokio, Gekkou había vuelto a aquella habitación libre en el dormitorio de los chicos. Después de la escuela, se iba a la agencia de especial de magos de Wizard’s Breath para hacer algunos trámites sencillos y luego, una vez organizado, enviaba mensajes regulares a los Trailers. Sin embargo, aunque solo visitaba la habitación una vez al día, seguía asegurándose de que Takeshi tuviera suficiente comida, ropa y otras necesidades para cada día. Después de desactivar la barrera de tres capas mediante una autentificación de identidad con un círculo mágico, Gekkou abrió la puerta y entró en la habitación.

—Takeshi, ¿te has portado bien?

Ya eran pasadas las diez de la noche. La luz estaba encendida en la habitación.

Gekkou, llevaba unas bolsas con comprados en ambas manos, y se aseguró de cerrar la puerta tras de sí antes de acercarse a la cama.

—Hoy me he venido arriba y he preparado tu pollo frito favorito. También compré una ensalada.

Mientras hablaba, Gekkou se dio cuenta de que las sábanas, que normalmente estarían abultadas por la presencia de una persona debajo de ellas, estaban enrolladas. No había rastro de nadie en la silenciosa habitación.

—¿Takeshi?

Puso las bolsas sobre el escritorio y miro alrededor de la habitación.

—¿Estás en el baño?

Caminó al baño diciendo: «Voy a abrir la puerta» y entró sin esperar una respuesta. Sin embargo, Takeshi no estaba ni en el excusado ni en la bañera.

—¡Takeshi! ¿Dónde estás?

Al momento de entrar en la habitación, la barrera de tres capas no había sido rota. La puerta seguía cerrada con llave tal y como la dejó y, por supuesto, él era el único que tenía la llave.

Atónito, Gekkou salió del baño y encontró una toalla frente a la puerta. La recogió y miró una mancha roja que había en ella.

—Esto es… ¿sangre?

No había forma de que supiera lo que había pasado.

—No hay manera de que pudiera escapar. Este lugar está protegido… Takeshi jamás podría haber roto la barrera…

La afinidad mágica de Takeshi era la magia evasiva. No poseía ninguna habilidad para romper barreras de protección. Incluso si un mago usuario de magia negra le hubiera entregado alguna especie de dispositivo para romper barreras, lo habría notado desde el momento en que lo llevó a ese lugar.

Cuando Gekkou encontró a Takeshi desplomado en el patio trasero de la academia, sólo llevaba una espada deteriorada.

Si el propio Takeshi no tenía la capacidad para escapar de allí, sólo se le ocurría una cosa:

—¿Podría ser que alguien viniera de fuera? —Gekkou se rascó el pelo—. ¡Mierda!

En ese caso tenía sentido. Gekkou no estaba seguro si Takeshi ya esperaba ser enviado al pasado, pero la habitación siempre permaneció protegida. De lo que sí estaba seguro, era que al final habría gente que comenzaría a hacer preguntas. Así que estaba pensando en cambiar el lugar donde mantenía confinado a Takeshi al día siguiente.

Gekkou había lanzado un hechizo para alterar los recuerdos de casi todos los estudiantes en el dormitorio de los chicos. Y no solo eso; la misma magia se utilizó para reescribir los recuerdos de todos los profesores y alumnos de la Academia de Magia de Tokio que pudieran entrar en contacto con Gekkou. Entre los oficiales de Wizard’s Breath, dentro del ejército y en las agencias especial de magos, Gekkou había colocado a muchas personas a las que había implantado recuerdos que le convenían.

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Aunque el él mismo no tenía la capacidad de alterar los recuerdos de otras personas, se consiguió a un mago que podía hacerlo nada más llegar a esa época, y todo le salió perfectamente.

Durante el último año, Gekkou había dedicado mucho tiempo y esfuerzo a consolidar su base. Todo ello con el fin de llevar a cabo su plan. Y, sin embargo, las cosas se torcieron cuando llegó a la habitación. Ahora por culpa de Takeshi, corría el riesgo de que sus planes se frustraran por completo. Gekkou agachó la cabeza y se quedó allí parado por un momento, mordiéndose el labio con frustración.

—¿De nuevo te vas a meter en mi camino, Takeshi? —murmuró con una voz aturdida y quebrantada.

Las manos de Gekkou temblaban de rabia mientras seguía sosteniendo aquella toalla ensangrentada que encontró.

Todavía no le había dicho nada a Takeshi. Pensaba que, si podía hablar con él, esta vez Takeshi reconocería sus actos y cooperaría con él. Pensó que podrían empezar de nuevo como hermanos, como dos personas que habían sido enviadas desde el mismo futuro.

«Y aun así…».

El fuego en los ojos de Gekkou parpadeó con ira.

—¿¡Por qué huiste!? ¡Solamente yo puedo protegerte! —La voz baja que exprimió, fue arrebatada por la ira—. Te estuve esperando todo este tiempo. Llevaba un año entero esperándote, desde que me enteré de tu llegada gracias a la magia de adivinación. En este mundo donde no hay nadie… donde no conozco a nadie…

Durante el último año, Gekkou había estado intentando desesperadamente asegurar su lugar en ese mundo.

En el momento en que se dio cuenta de que estaba en el pasado, intentó a toda costa volver a su tiempo original, pero poco o nada podía hacer ya que estaba solo y sin identidad. No podía decirle a nadie la verdad porque al menos podía imaginar cómo sería cambiar el pasado.

Después de ser transportado al pasado, de usar magia en la sociedad humana y de ser llevado a esa academia, ni siquiera tenía ganas de vivir hasta que encontró a un manipulador de la memoria entre los estudiantes, lo amenazó y consiguió que cooperara con él. Ahora, el mago que podía alterar la memoria estaba trabajando para Gekkou en el lado de los Trailers, sin saber que sus propios recuerdos también habían sido alterados. Por muy inhumano que fuera, era la única forma que se le ocurría de hacer las cosas.

Reescribió los recuerdos de unas personas para rodearse de amigos. Pero, aun así, había estado soportado la soledad durante el último año.

No había nadie con quien pudiera hablar, nadie a quien pudiera decir la verdad, nadie a quien pudiera decir que quería volver, sólo podía pensar en su propia época. Cada día y cada noche, no había un día que no pensara en Takeshi… y en Kurumi…

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—Pensé que finalmente podríamos entendernos…

Una sola lágrima cayó de los ojos llenos de odio de Gekkou.

Cuando se enteró por magia de adivinación que Takeshi podría haber sido transportado al pasado, la esperanza que había albergado se desvaneció.

Takeshi había huido… huyó de la habitación… y de su dominio…

Escapó de él que había intentado protegerlo de ese mundo del pasado tan caótico…

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