Mahou sensou (NL)

Volumen 7

Capitulo 2: La Fundacion Phoenix

Parte 2

 

 

La Fundación Phoenix era conocida por ser una de las comunidades más excéntricas del C7.

En primer lugar, el jefe de la fundación era también el CEO de una compañía dedicada a la industria militar, muy conocida en el mundo humano. Debido a eso, era odiada por la comunidad de magos, y sus miembros solían ocultar su afiliación. Además, aunque la Fundación Phoenix era una comunidad nueva, la familia del presidente eran magos miembros de la nobleza mágica, famosos por poseer habilidades únicas. Ellos eran la familia Brave, quienes desarrollaron una magia especial durante la Edad Media. Una tecnología mágica conocida como «Forja Mágica».

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Ellos eran capaces de combinar la magia con armas, herramientas, adornos, libros y todo tipo de materiales. Sin embargo, sólo el clan Brave tenía acceso a esta tecnología, y pocos conocían sus secretos.

Muchos de los Aspectos que los magos necesitaban, eran forjados por el clan de los Brave. Muchos de sus clientes pertenecían a las altas esferas del Wizard’s Breath, e incluso de otras comunidades. Los de alto rango y superiores forjaban sus propios Aspectos. Por eso nadie podía tocar a la familia Brave. Ocupaban una posición elevada tanto en la sociedad de los magos como en la de los humanos.

Al mismo tiempo, eran tenidos por escoria tanto por los magos como por la sociedad humana.

Al recordar eso, Momoka miró a Sophia Brave, que caminaba a su lado con ligereza, balanceando su cola de caballo pelirroja de un lado a otro. Iba vestida con ropa de trabajo sucia, pero tarareaba de vez en cuando y parecía que iba a comenzar a saltar en cualquier momento.

Momoka, en cambio, estaba deprimida. Porque reconoció a una pareja caminaba delante de ella y Sophia.


A esas alturas, Momoka ya sabía los nombres de ambos. Eran Aiba Rei, que trabajaba en la sede de Wizard’s Breath, y su esposa Tsubaki. Además, Aiba Rei también era profesor de magia singular en academias de magia de varios países. Como la afinidad mágica de Momoka era la Magia Negra, nunca había tomado una clase con Aiba Rei, pero ya lo conocía. Cuando la rescataron el otro día, estaba demasiado aturdida para acordarse de él, pero Aiba Rei era muy famoso en la comunidad mágica.

Momoka se había cruzado con él varias veces en la sede de Wizard’s Breath.

Por supuesto, Aiba Rei no conocía a una cadete como ella.

Él y su esposa llamaron inmediatamente a una ambulancia cuando Momoka fue apuñalada por Kippei en las calles de Nueva York, y la acompañaron hasta el hospital. Una vez allí, Aiba Rei le preguntó a Momoka si quería contactar con Wizard’s Breath o volver a la academia. Pero lo único que Momoka respondió fue: «Déjenme en paz». En respuesta, él y su esposa se miraron el uno al otro y dijeron:

—En ese caso, hay un lugar que no es ninguno de esos dos, ¿quieres venir a nuestra casa?

Momoka también negó con la cabeza.

No quería que la ayudaran sin importar lo que pasara. Momoka se arrastró patéticamente bajo las sábanas y la esperaron en la habitación en silencio.

Esperaron allí durante tres horas. Así que Momoka levantó la vista de su cama y decidió a regañadientes seguir su sugerencia.

Sin embargo, decidieron que este lugar, la Fundación Phoenix, sería mejor que su propio hogar, y finalmente llevaron a Momoka a ese lugar. Momoka miró la espalda de Aiba Rei, que caminaba delante de ella.

Aiba Rei era uno de los dieciocho magos de mayor nivel en Wizard’s Breath. Su esposa, Tsubaki, también era una maga de primer nivel, solo que ella no pertenecía a Wizard’s Breath, sino a Bishop of The Camelot.

No era raro que hubiera parejas que pertenecieran a diferentes comunidades. En particular, debido a que Camelot era una comunidad exclusivamente de mujeres, todas las «Hechiceras» que estaban casadas, naturalmente tenían maridos que pertenecían a otras comunidades. Momoka seguía sin saber por qué esas dos personas la habían llevado a la Fundación Phoenix. Antes de que hubiera podido preguntárselos, Tsubaki miró su reloj, se puso pálida y se marchó con Rei. Parecía que habían dejado a su hijo pequeño al cuidado de alguien y tenían prisa por irse cuando se dieron cuenta de que era hora de pasar a recogerlo. Momoka no tuvo más remedio que pasar la noche bajo el techo de la misteriosa Fundación Phoenix.

Momoka miró a Tsubaki, que llevaba un vestido rosa como el de las flores de cosmos. Pero, a pesar de que Tsubaki llevaba ropa casual, Rei que estaba a su lado, vestía con su uniforme de Wizard’s Breath.

Momoka se preguntaba si estaba bien llevar el uniforme de Wizard’s Breath estando en la sede de la fundación Phoenix.

Recorrieron un largo pasillo de la mansión pasando por más de diez grandes puertas.

Ella pensó que su abdomen, que había sido apuñalado por Kippei estaría dolorido, pero la magia curativa había funcionado bien y podía caminar sin dificultad.

Doblaron en una esquina del pasillo y subieron unas escaleras, pero no vio a nadie por ningún lado.

Llevaban más de cinco minutos caminando por la mansión y no había visto a nadie. También había un extraño silencio en todo el lugar. El lugar estaba limpio, todas las luces estaban encendidas, así que no era un lugar que diera mala espina, pero era extraño no ver a nadie. Definitivamente había comunidades con sedes más pequeñas en el C7, como aquellas que tenían menos de cinco mil miembros.

Sin embargo, según fuentes oficiales del C7, la fundación Phoenix tenía al rededor 55.000 miembros reportados. Momoka recordó que cuando recién la llevaron, Aiba Rei le dijo que este era el cuartel general de la Fundación Phoenix.

Normalmente, tendría que haber muchos magos a cargo, pero era extraño no ver ni siquiera a un guardia.

—Es aquí —dijo Tsubaki mirando hacia atrás mientras Momoka se dedicaba a observar con desconfianza los alrededores.

—Es la habitación de mi abuelo —dijo Sophia—. Él dice que se siente más relajado cuando está aquí. Pero no le gusta quedarse dormido. Es cierto, yo creo que la habitación está diseñada para dar sueño. Yo siempre estornudo cuando entro allí.

Cuando Sophia empezó a hablar frenéticamente, Rei se volvió hacia ella, la miró fríamente, llevándose un dedo a la boca.

Sophia cerró la boca con fuerza. Pero entonces la abrió de nuevo.

—Ah, sí lo siento. “El silencio es oro”. Me olvido fácilmente de las cosas y hablo demasiado. Mi padre dice que soy lengua larga. Pero mi abuelo dice que solo soy muy enérgica.


Esta vez Tsubaki frunció el ceño y miró a Sophia, por lo que finalmente se quedó callada con una expresión de tristeza.

Tsubaki miró entonces a Momoka y le dijo:

—Shijou-san, no sé si podrás resolver tus problemas, pero estoy segura de que el presidente te dirá lo que más necesitas ahora mismo.

—Yo también lo pienso —apoyó Rei asintiendo.

Luego agarró la aldaba de la enorme puerta doble.

Entonces golpeó la puerta. Momoka notó que algo se movía en la parte superior de la puerta.

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Mirando hacia arriba, Momoka jadeó sorprendida.

Había unos objetos incrustados en la parte superior izquierda y derecha de la puerta de madera.

Pensó que solo se trataba de dos enormes piedras incrustadas en la puerta, pero estas piedras se giraron y miraron a los cuatro por turnos. En la superficie de esas piedras blancas, que eran tan grandes como una cabeza, había unos globos oculares. A los otros tres no pareció importarles en absoluto, pero Momoka no podía apartar su mirada de esas cosas. Los globos oculares de la puerta se movieron inquietantemente realizando movimientos circulares.

Momoka se dio cuenta de que, al parecer, esas cosas eran una especie de cámaras de seguridad utilizadas para identificar a la gente en el pasillo. Entonces, como para hacer una confirmación, Rei golpeó la puerta una vez más, y una voz sonó desde el interior.

—Estoy aquí adentro. Pasa, Rei.

Rei abrió la puerta y tras instar primero a Tsubaki a entrar, hizo un gesto a Momoka para que entrara también. Sophia intentó entonces entrar en la habitación, pero enseguida soltó un quejido. Rei la empujó con fuerza.

—Tu no, Sophia.

—¿¡Por qué!?

Momoka, que acababa de entrar en la habitación, alcanzó a oír la voz desconcertada de Sophia.

—Mejor ve a pasear un rato por allí —dijo Rei—. Probablemente se vayan a tratar asuntos importantes de nuestra comunidad y cuanto menos sepas, mejor.

—¡Chii! Aguafiestas… —murmuró Sophia.

Luego se escuchó el sonido de sus pasos alejándose por el pasillo.

Cuando Rei cerró la puerta, Momoka ya había echado un vistazo a la habitación.

La habitación no era exactamente lo que ella esperaba.

Le dijeron que era la sede de una comunidad del C7, e incluso que esa era la habitación del presidente, pero el interior era un lugar al aire libre. Un magnífico jardín de flores como salido de un libro de ilustraciones, que se extendía desde la puerta hasta el pie de una montaña que parecía estar a kilómetros de distancia. Sintiendo cómo la hierba se balanceaba bajo sus pies, Momoka miró al suelo.

Pequeñas flores amarillas se balanceaban con el viento y florecían vivamente. El campo de flores había pasado de amarillo a rojo en la ladera de una colina, a poca distancia, y brillaba en azul en todo su recorrido. Flores de melocotón se alzaban en un espléndido degradado y, al mirar a su alrededor, vio una glorieta de techo redondo a unos cien metros, desde donde alguien saludaba.

Siguiendo a Rei y a Tsubaki, Momoka se apresuró a alcanzarlos para no separarse.

Había una mesa y unas bancas instaladas en aquella la glorieta de estilo occidental. Bajo su pequeño tejado circular, Momoka se sentó en una banca de cerámica blanca. Junto a ella estaban Tsubaki y Rei. Y frente a ellos, estaba sentado un hombre canoso de unos setenta años, con una nariz graciosa y una frente ancha, que llevaba gafas.

Sus cejas blancas caían y cubrían la parte superior de sus gafas, pero cuando Momoka vio los ojos de color avellana a través de ella, se sobresaltó por la agudeza de su mirada y giró la cabeza hacia otro lado.

Rodeado de campos de flores y picos de montaña en la distancia, el paisaje era tan tranquilo como el de una pintura. En la glorieta, una mariposa blanca revoloteaba alrededor de los cuatro.

—Ya veo…

Argon Brave, el jefe del clan Brave y presidente de la Fundación Phoenix, asintió con la cabeza y se frotó un lado de la nariz con las yemas de los dedos cuando escuchó lo que Rei le contó.

—Así que Ryuusenji Kazuma… ¿eh? El chico ese de la profecía.  No debería tener ese espantoso poder de aniquilación. Debimos haberle dicho a Wiseman que lo convirtiera en humano cuando era un niño.

—Eso habría sido pedir demasiado. Wizard’s Breath ansiaba tener su poder y lo mismo ocurría con las demás comunidades. —dijo Rei cruzándose de brazos con mal humor.

El presidente Brave tocó suavemente la mariposa que revoloteaba en la glorieta con un bastón de madera con una cabeza de caballo que tenía.

Partículas mágicas del mismo color que los ojos del presidente, brotaron de la cabeza de caballo de metal plateado y envolvieron suavemente a la mariposa haciendo que, en un instante, se transformara en una joven mujer.

Momoka miró sorprendida a la mujer, con los ojos muy abiertos. Sabía que había magia que podía convertir a los animales en personas, pero era la primera vez que lo veía.

Era una forma muy avanzada de magia y probablemente en toda la sociedad mágica, las personas que podían utilizar esa magia se podían contar con los dedos de las manos. Las mariposas, al ser insectos, eran menos inteligentes que los perros o los gatos, pero desde el momento en que apareció, la mujer que iba vestida con un traje de sirvienta, estaba sosteniendo una bandeja con una tetera y unas tazas. La mujer comenzó a servir el té frente a Momoka que la miraba con la boca abierta. Y mientras tanto, la conversación continuó. El presidente Brave se volvió hacia Rei y le dijo en tono frustrado.

—Pero, la precisión de las predicciones hechas con magia evasiva, son altas. Es un hecho que quien controla la sociedad mágica, controla también casi por inercia la sociedad humana. Sabían que el chico de la profecía llevaba tiempo debatiéndose entre los caminos del bien y del mal, y que las probabilidades de que eligiera el mal era alta, y lo ignoraron. Se los dije muchas veces y me sorprende la falta de sensibilidad y acción del C7. No creo que ahora vayan a hacer algo al respecto.

Rei suspiró, mirando las profundas arrugas entre los ojos del presidente.

—No todo el mundo puede tomar las decisiones que usted toma sin dudar ni equivocarse, presidente.

El presidente replicó inmediatamente.

—Ciertamente yo no dudo, pero sí cometo errores. Por eso estoy en esta situación. Ahora voy a tener que limpiar mi propio desastre.

Para cuando ambos cerraron la boca con disgusto, la mujer había terminado de servir y se quedó allí de pie. Momoka se había quedado mirando a la mujer con suma atención. Parecía una persona real; una chica de unos veintitantos años. Sin embargo, había una cosa que podía hacer dudar de que fuera realmente una humana; Era su apariencia.

Era demasiado pulcra y ordenada, como una muñeca. Al igual que la glorieta hecha de yeso, tenía la piel blanca y pura, ojos que a veces parpadeaban falsamente y un rostro carente de expresiones.

Cuando el presidente Brave se dio cuenta de que la mujer estaba allí de pie sin hacer nada, le dio un ligero golpe en el estómago con su bastón. En ese momento, partículas de color avellana se dispersaron de la mujer y ella volvió a tomar la forma de una mariposa. Momoka volvió a poner los ojos en blanco y se quedó mirando a la mariposa que salió revoloteando de la glorieta como si nada.

El presidente Brave dijo:

—Entonces, ¿Esta es la chica?

—Si, Es Shijou Momoka de la agencia especial de magos —respondió Rei.

Momoka se dio cuenta de que se estaba hablando de ella y desvió la mirada de la mariposa hacia Argon Brave.

El presidente estaba sonriendo en lugar de tener la mirada malhumorada de al principio.

—Encantado de conocerte, jovencita. Mi nombre es Argon Brave.

—M-Mucho gusto, Soy Shijou Momoka.

Él no se ofreció a un apretón de manos como suelen hacer los extranjeros. Así que Momoka se quedó sentada e inclinó su pequeña cabeza. El presidente Brave la miró fijamente y dijo:

—Cómo se atreven a poner una pequeña como ella en la agencia especial de magos y utilizarla para matar personas…

El cuerpo de Momoka tembló por un momento.

«Ese señor ya lo sabe… lo que hice como miembro de la agencia especial de magos de Wizard’s Breath…»

La herida que Kippei le había infligido, parecía calentarse lentamente, aunque no se había movido de su lugar.

El presidente Brave agarró su taza de té y se la llevó a la boca. Luego la devolvió a la mesa con un gesto elegante. Entonces, tras ver que Momoka se calmaba en ese corto espacio de tiempo, dijo:

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—¿Cómo te mantuviste viva, Momoka?

Esa era una historia aparte. Momoka tampoco quería hablar de eso porque fue también otra etapa terrible de su corta vida. Había ocurrido hacia cinco meses…

Momoka había asesinado a los padres de Ryusenji Kazuma un mes antes a eso. Kazuma desapareció de la Academia de Magia de Tokio tras la muerte de sus padres, y Momoka, aunque seguía asistiendo a la escuela, se tomó un descanso de todo el trabajo de Wizard’s Breath.

Fue durante este tiempo cuando ocurrió un incidente: Ryuusenji Kazuma, irrumpió en solitario en el edificio de la Agencia Especial de magos en la sede de Wizard’s Breath, y mató a cincuenta y ocho magos. Fue un hecho del cual, no quedó ninguna evidencia pues de los muertos, no quedó absolutamente nada.

Sólo se salvaron los que descansaban ese día y los que habían salido.

Momoka arañó con su mano izquierda el dorso de su derecha bajo la mesa para dejar de temblar. Pero cuando abrió la boca, le tembló la voz.

—Y-yo debí haber muerto allí… y-yo e-era la culpable… y… aun así, murió gente que no tenía nada que ver…

—Lo que pasó allí no fue tu culpa —respondió el presidente Brave con firmeza—. Eso es más que obvio. No te castigues a ti misma.

Pero Momoka negó con la cabeza.

—Aun así, no puedo perdonarme. Ryuusenji Kazuma debió haberme matado a mí desde un principio. No debió habérselo pedido a Washizu-senpai. Debió haberme matado tan solo a mí.

Mientras Momoka se clavaba aún más las uñas en el dorso de la mano, Tsubaki le puso suavemente su mano encima de las suyas. Momoka la miró y se sorprendió. Entonces dejó de clavarse las uñas. El presidente Brave entonces dijo:

—No malinterpretes las cosas, Momoka. A Ryuusenji Kazuma no le importabas tú. A lo mejor él te odie un poco, pero estoy seguro de que era consciente de que solo fuiste engañada por tus superiores.

Momoka respondió de forma brusca.

—¿¡Entonces por qué los mató a todos!? ¿¡Acaso no fue un acto de venganza!?

—A simple viste eso parece, pero no es del todo cierto. Lo que sucedió después, lo confirmó.

—¿Qué pasó?

Cuando Momoka preguntó, Rei que estaba sentado al lado de Tsubaki dijo:

—No es qué pasó, sino lo que está pasando.

´Rapidamente Momoka volteó a ver a Rei y preguntó:

—¿Qué? ¿Está pasando algo?

El día anterior, Momoka recordó que fue a la sede de Wizard’s Breath, pero no notó ninguna señal de que estuviera ocurriendo algo raro en el cuartel general. Miró a los tres por turnos con una mirada de sospecha, pero todos cerraron sus ojos y se negaron a hablar. Después de un rato, Rei se puso en pie y miró a Momoka, con Tsubaki interpuesta en el medio.

—Shijou, este es un asunto importante. Antes que nada, necesito que contestes algo con toda la honestidad del mundo: ¿Aun estás dispuesta a dedicar tu vida a Wizard’s Breath?





—…

Momoka miró la cara seria de Rei, con demasiada sorpresa como para decir algo.

—¡Contesta!

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La voz grave e insensible de Rei, exigió una respuesta rápida. Momoka giró la cabeza desconcertada, y dijo pensativa:

—Me había comprometido a hacerlo, pero… yo… intenté pedir que me dieran de baja.

—¿Y te lo rechazaron? —preguntó Rei de inmediato.

Sin embargo, su pregunta fue más bien para confirmar una respuesta que ya sabía.

—Sí.

Momoka asintió. Y luego, por alguna razón, añadió algo más como para defender la decisión de Wizard’s Breath.

—Pero probablemente fue un rechazo piadoso. Si hubieran aceptado mi renuncia, me habrían tenido que someter a una corte marcial. Creo que estaban tratando de evitar que eso ocurriera.

—¿Eso crees? ¿Crees que es una comunidad piadosa? —preguntó Rei.

Momoka levantó la vista para mirarle fijamente.

—¿Qué es lo que usted quiere que yo diga? Acláremelo por favor.

Aiba Rei era un oficial de Wizard’s Breath. Momoka se preguntaba si él era consciente de que estaba hablando despectivamente de su propia comunidad. Sin embargo, resultó ser algo más que solo eso.

—Shijou, necesito que digas que vas a traicionar a Wizard’s Breath.

—¿¡Eh!? ¡Qu…!

—Necesitamos tu ayuda.

Momoka se levantó de la banca de un salto, y entonces miró a Rei, a Tsubaki y Argon Brave con una mirada indignada. Tsubaki parecía preocupada, el presidente Brave miraba con agudeza y Rei, lucía tan serio como siempre mientras esperaba la respuesta de Momoka.

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Ella se tambaleó y casi cayó sentada, pero consiguió abrir la boca.

—¿E-Están hablando alguna especie de conspiración? Cómo se les ocurre semejante…

—Somos la fundación Phoenix. Pertenecemos al C7 —murmuró el presidente Brave.

Momoka miró la expresión sombría del anciano que agregó:


—También somos mediadores.

Momoka le preguntó qué quería decir.

—¿Mediadores de qué?

—Existimos para mantener el orden en este mundo.

Las palabras del presidente eran demasiado ambiguas para Momoka. Estaba confundida, pero se esforzaba por digerir lo que le habían dicho. Entonces se llevó la mano a la frente y dijo:

—Esperen un momento… Eso… ¿No se supone que ese es el trabajo de la Asociación Internacional de Magos?

—La asociación no funciona, por eso estamos aquí —El presidente suspiró con frustración—. Su existencia perdió todo sentido desde que Wizard’s Breath se hizo con el control absoluto. Su poder incluso supera a comunidades como Eclipse, Camelot y Pendragon juntas. La asociación y Wizard’s Breath ahora prácticamente son la misma cosa.

Momoka desvió su mirada del presidente hacia Rei y dijo en tono firme:

—¡Eso es prácticamente una conspiración en contra de Wizard’s Breath!

—Puedes llamarlo como quieras, no importa —dijo Rei con toda la tranquilidad del mundo.

—¿Y qué pasaría si al salir de aquí voy a la sede de Wizard’s Breath y les cuento todo esto? —preguntó Momoka. Era la única que se sentía confundida y alterada en ese momento.

—Tú no vas a hacer eso, Shijou —Rei parecía muy seguro de lo que decía—. Estás decepcionada de Wizard’s Breath, y te sientes traicionada porque te hicieron cometer un crimen. Para salir de eso, puedes elegir luchar sola por el resto de tu vida, o puedes unirte a nosotros.

—Yo… no puedo… —dijo Momoka consternada—, no puedo traicionar a Wizard’s Breath.

Entonces intervino el presidente Brave.

—No malinterpretes las cosas, Momoka. No espero que hagas nada por mí.

El anciano agarró su taza y dio un sorbo. Se humedeció la garganta y continuó lentamente.

—Aun si dijeras que vas a traicionar a Wizard’s Breath, no es mucho lo que tendrías hacer. Sólo queremos tomar el control de la agencia especial de magos y hacerla funcionar de nuevo como se debe.

—¿Como se debe?

Cuando Momoka le devolvió la pregunta, el presidente Brave sonrió ligeramente y dijo:

—No has olvidado lo que te obligaron a hacer, ¿verdad?

—…

—Queremos que tú mantengas el orden sin desviarte de tus ideales. Creemos en ti y queremos que te vuelvas una miembro secreta de la Fundación Phoenix.

Momoka intentó retroceder, pero quedó atrapada entre la banca y la mesa. En algún lugar de su mente, comenzó a sentirse enojada, preguntándose por qué estaba en esa situación. Tan solo tenía diez años de edad y estaba en sexto de primaria. Era solo una niña…

«¿Por qué no me dejan ser solo una niña? ¿Es porque tengo un poco más de poder mágico que otras personas? ¿o es por mis habilidades?».

En un ataque de ira, Momoka agachó la cabeza y murmuró de mala gana.

—No soy una oficial del Wizard’s Breath, tan sólo soy una cadete.

El presidente Brave asintió y contestó:

—Lo sé, pero pronto serás una oficial.

Momoka rápidamente volvió a levantar la cara

«¿Yo convertirme en una oficial?»

Ante la sorprendida Momoka, el presidente continuó.

—Eso es lo que te iba a contar, y por eso te preguntamos si serías capaz traicionar a Wizard’s Breath. Durante el último mes, un grupo nuevo formado por Ryusenji Kazuma ha estado secuestrando y asesinando a figuras importantes del C7.

Los ojos de Momoka se abrieron aún más.

—¿Eh? Yo no sabía nada de eso.

—Es porque la asociación lo está encubriendo —dijo Rei.

Momoka se dio cuenta de que en ese momento él ya estaba sentado. Estaba bebiendo su té en una postura relajada que no era apropiada para esa situación.

Momoka se mordió el labio, pensando que era la única que estaba allí de pie con cara pálida y completamente sorprendida.

«No entiendo nada. ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?».

Rei puso su taza en la mesa y dijo:

—La asociación… o, mejor dicho: Wizard’s Breath, está tratando de mantener esto en secreto, pero probablemente es sólo cuestión de tiempo antes de que se haga público.

Inmediatamente el presidente Brave continuó sus palabras.

—Eso quiere decir que pronto te ascenderán a oficial porque les falta gente.

Momoka miró al anciano de pelo blanco y ojos afilados. El presidente de la Fundación Phoenix, el sucesor de la Forja Mágica y el hombre que podría perjudicar a Wizard’s Breath…

«Puede que estén tratando de engañarme…».

Momoka se encontraba deseando creerles. Pero hacerlo sería traicionar a Wizard’s Breath. Estaría traicionando a la comunidad a la que tanto había deseado unirse. La comunidad a la que había jurado dedicar su vida.

Momoka solo pudo pensar en sus padres.

Su padre pertenecía a una pequeña comunidad cuyo nombre, muy poca gente conocía.

En una sociedad mágica, el tamaño y el poder de una comunidad a la que pertenecías podía tener un gran impacto en el resto de tu vida.  El padre de Momoka trabajaba en una empresa de seguridad en Tokio, en la sociedad humana. Su vida no era tan diferente de la de un humano ordinario.

Por eso se alegraron tanto cuando su hija se convirtió en cadete de Wizard’s Breath. Les hizo llorar el saber que el futuro de su pequeña estaba en buenas manos.

«Y, ahora estoy aquí, sin saber qué hacer…»

El director Brave habló con Momoka que se encontraba pensativa.

—Después de que te nombren oficial, intentaremos conseguirte un puesto en la agencia especial de magos aprovechando su falta de personal.

—No sé si podré hacer eso —dijo Momoka, tragando saliva con dificultad.

Pero se oyó una voz fuerte a su lado que aplastó su vacilación.

—¡Hazlo!

Era de Rei.

—A-aunque me diga eso, yo…

Cuando Momoka tembló y trató de replicar, Tsubaki, que había permanecido en silencio hasta el momento, tomó la palabra.

—Rei, no la presiones. Es solo una niña de diez años.

Momoka miró a Tsubaki. Parecía que había al menos una persona que podía entenderla.

Un poco aliviada, Momoka dejó escapar un suspiro. Pero Rei era muy frío.

—No importa la edad que tengas. Si te lo digo, es porque sé que puedes hacerlo. Tú y un nuevo recluta llamado Nanase Gekkou son los únicos cadetes de la agencia especial de magos que siguen con vida. Intentamos ponernos en contacto con Nanase Gekkou, pero algo en él no nos convenció.

Momoka frunció el ceño. Aparentemente ya tenían tiempo tramando ese plan y estaban buscando a alguien que pudiera traicionar a Wizard’s Breath.

Momoka miró a Rei y dijo:

—Entonces… ¿por eso me eligieron a mí? Me trajeron aquí para… esperen un momento: cuando Washizu-senpai me apuñaló ustedes aparecieron a mi lado casi de inmediato. ¿Acaso me estaban vigilando?

Rei ignoró por completo las acusaciones de Momoka. Pero el presidente Brave dijo:

—La batalla ya ha comenzado. Y no es que tu no sepas qué hacer. Lo que pasa es que tienes miedo de equivocarte.

Momoka ahora dirigió su mirada al presidente. Tenía ganas de arremeter contra el viejo y gritarle. Le molestó que la hicieran pensar con optimismo que la estaban ayudando desinteresadamente. No obstante, el hecho de que ella estuviera allí en ese momento era fruto de un seguimiento que le habían hecho.

«Como pude ser tan tonta…»

De repente, las palabras de Sophia Brave, con quien estuvo hace un rato, volvieron a su mente:

«Los adultos son blandos consigo mismos, porque son muy astutos. Tú también deberías ser así, Momo-tan. Estar viva significa ser fuerte. Ser fuerte significa entrenar la mente y ser sabia».

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Momoka dejó escapar un largo suspiro, luego respiró profundamente y dijo con sinceridad:

—Tal y como usted dice, tengo miedo de seguir equivocándome. Así que quiero saber qué es lo correcto.

El presidente Brave asintió y dijo:

—Igual que todo el mundo. Pero nadie sabe a ciencia cierta lo que realmente es correcto. Incluso la magia evasiva nos suele mostrar que el futuro también es incierto. Solo nos queda confiar en nosotros mismos.

Sus palabras tenían algo de verdad.

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