Mahou sensou (NL)

Volumen 7

Capitulo 2: La Fundacion Phoenix

Parte 1

 

 

Cuando Momoka despertó, se enteró de inmediato dónde estaba; Era la mansión de la Fundación Phoenix. Sin embargo, ese hecho no la hizo sentir mejor. Había sobrevivido, pero seguía siendo una asesina. Todo lo que quería en ese momento, era activar su magia negra y lanzarse al espacio. Había matado a dos personas inocentes… Poco importaba saber que solo lo había hecho siguiendo órdenes de Wizard’s Breath a quien juró dar su vida.

No tenía relación alguna con Ryuusenji Kazuma, pero lo conocía bien. No había ningún estudiante de la Academia de Magia de Tokio que no lo conociera. Era un mago increíblemente poderoso que poseía una habilidad de aniquilación única entre los usuarios de magia negra. Todas las comunidades deseaban tenerlo entre sus filas. Eso incluía también a Wizard’s Breath…

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Sin embargo, Wizard’s Breath tomó un camino completamente equivocado a la hora de intentar reclutarlo. Momoka que apenas era una estudiante de sexto año de secundaria, estaba plenamente consciente de eso. Ella había sido asignada a La Agencia Especial de Gestión de Magos, conocida solo como Agencia Especial de Magos, el cual era un departamento que pertenecía a la Oficina de Auditoría de Wizard’s Breath.

Se suponía que su trabajo era encontrar magos con magias raras y reclutarlos para enlistarlos en el ejército de Wizard’s Breath. Pero lo que en realidad estaba haciendo ella era escoltar a los magos reclutados del edificio de la Agencia Especial de Magos al departamento de entrenamiento militar, y cuidar de ellos durante un tiempo. En otras palabras, era una criada…

Hacía unos dos meses, Momoka fue convocada repentinamente a la oficina del director de su departamento y se le ordenó cumplir con una orden. Le dijeron que ella y su equipo tenían que ir a exterminar a una criatura mágica que estaba causando estragos en el mundo humano. No era raro para ella, porque ya había tenido otras misiones como esa. La magia ilusoria y biológica, podían crear objetos con apariencia de seres vivos a los que se les llamaba «Criptidos» en el caso de tener forma de bestias.

Algunos magos incluso podían crear seres que podían hablar como hadas, gigantes, gnomos y goblins. Uno de los deberes de la agencia de magos era gestionar a los magos que habitaban en la sociedad humana. Si uno de ellos utilizaba magia entre los humanos y provocaba un accidente, la agencia tenía que encargarse de eso.

Ella pensó que sería una tarea sencilla ya que la estaban enviando a ella y a su equipo ya que, de tratarse de un Criptido muy poderoso, habrían desplegado unidades militares en su lugar.

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Pero al final, los dos compañeros de equipo de Momoka, fueron asesinados por el Criptido; un monstruo de dos cabezas que ella sola logró derrotar con la ayuda de sus portales. Sin embargo, resultó que aquel criptido no era ninguna criatura mágica… Eran dos magos que habían sido transformados con magia… y eran los padres de Kazuma.

La oficina Especial de magos no se lo dijo a Momoka, y siguieron ocultándolo incluso después de su regreso. Sin embargo, unos días después de la misión, Momoka fue informada por Washizu Kippei de que los padres de su amigo habían sido asesinados, y cuando le mostró una foto de Ryuusenji Kazuma junto a sus padres, lo supo todo.

El monstruo era una criatura horrible, pero sus ojos eran los de una persona. Los ojos de las dos cabezas del monstruo eran definitivamente los mismos ojos de los padres de Ryuusenji Kazuma.

—Soy una tonta…

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Momoka estaba desconcertada.

Al mover su cuerpo de lado en la cama, sintió un dolor punzante en el estómago donde Kippei la había apuñalado.

—Soy una completa idiota… una ignorante… Soy de lo peor…

Le dolía tanto el estómago que se acurrucó entre las sabanas como una oruga, apretó los ojos y se encogió por completo.

Tenía los ojos hinchados de tanto derramar lágrimas, así que apretó la cara contra la almohada y siguió llorando.

Momoka lloró y se mofó de sí misma al recordar cómo había dado su informe a la agencia con mucho ánimo, pensando que había hecho algo bueno. Fue doloroso y triste. Sintió que ya no tenía ningún otro lugar a donde ir y nadie a quien dar la cara.

El día anterior, cuando se encontró con Washizu Kippei, Momoka estaba en la sede de Wizard’s Breath en Nueva York, volviendo de una visita que había hecho para pedir su baja.

La afiliación a Wizard’s Breath era distinta si alguien estaba destacado en la división militar o en los puestos administrativos. Momoka era oficialmente miembro del ejército, pero había sido cedida por tiempo limitado a la agencia especial de magos, en calidad de cadete. Si hubiera sido parte del área administrativa desde un principio, entonces ella podría haber renunciado inmediatamente si así lo hubiera deseado.

O si hubiera sido tan solo una recluta recién ingresada en el departamento de formación militar, podría habérselas arreglado para que la echaran. Sin embargo, ese no era el caso de una cadete como ella.

El alto mando de la división militar de Wizard’s Breath rechazó su solicitud, y le advirtieron que, en caso de desertar, sería sometida a una corte marcial.

A diferencia de los funcionarios de área administrativa, el ejército no era un lugar en el que se pudiera renunciar sin más, debido a la importancia de su trabajo, sus secretismos y, sobre todo, la cadena de mando que era absoluta.

Ser sometida a una corte marcial significaba, en el peor de los casos, cumplir una condena. Momoka había jurado dar su vida por la comunidad. Pero ahora estaba sintiendo el peso de sus propias palabras. A partir de ahora, si sus superiores le decían que matara a alguien, tendría que matar incluso a gente inocente.

—No puedo soportar eso…

Tenía la cara manchada por tanto frotarse las lágrimas, y la nariz le moqueaba. Se levanto de la cama, y se acercó a una mesa redonda que había en el centro de la habitación. Caminó descalza por el frío suelo de mármol y tomó un lápiz que estaba sobre esa mesa. El lápiz era tan cómodo en su mano que Momoka lo sentía como si fuera parte de su cuerpo. Sin embargo, ahora también se había convertido en una herramienta para asesinar.

Momoka deslizó su lápiz para liberar su magia con el hechizo de liberación y poder utilizarlo. Luego se agachó y empezó a dibujar una línea en el piso. Dibujó un rectángulo lo suficientemente grande como para que cupiera ella. Sus partículas de magia negra erosionaron lentamente el rectángulo desde los bordes hasta el centro, y Momoka se tumbó sobre él.

Ella pensaba que debió haber hecho eso antes. Era sumamente sencillo para ella. Poco a poco su cuerpo comenzó a hundirse en aquel rectángulo de fango negro. Una vez que su cuerpo estuviera completamente sumergido en aquella bóveda negra que se estaba formando, Momoka tenía la intención de cerrar el espacio con un movimiento de su lápiz, y de esa forma, quedaría aplastada en la piedra para así descansar en paz.

Aquella bóveda que parecía un ataúd, recibió a Momoka con suavidad. Pero justo cuando estaba a punto de levantar el lápiz para cerrar el espacio…

—¿¡¡Oye qué estás haciendoo!!?

Alguien sujetó repentinamente el brazo de Momoka y la levantó. Cuando abrió los ojos, sintió un fuerte golpe en la mejilla.

—¡No puedes jugar al funeral!

Momoka se sobresaltó y miró a la persona que hizo eso. Era una chica de unos quince o dieciséis años con ojos color avellana que la miraba fijamente con expresión de pánico mientras le gritaba con las manos en alto.  Llevaba su pelo rojo brillante como el fuego, recogido en una cola de caballo.

—¡Cuando juegas con magia tienes que hacerlo en presencia de un adulto! —exclamó la chica.

Momoka estaba desconcertada.

—¿¡Me entendiste!? ¡Responde!

Aparentemente se iba a quedar mirándola severamente hasta que asintiera, así que Momoka asintió con la cabeza obedientemente por el momento. Entonces, la chica sonrió y felicitó a Momoka diciendo «Eres una buena chica». Pero pronto la tez de la chica se volvió muy pálida.

—¡Oh, Dios mío! ¡Tienes la cara hinchada! Estás llorando y te gotea la nariz… —Finalmente, se dio cuenta del estado de Momoka—. ¿Te pegué muy fuerte? T-Tienes la cara muy pálida…





Cuando la chica empezó a sacar conclusiones equivocadas, Momoka se relajó un poco y preguntó:

—¿Y tú… quien se supone que eres?

Antes de responder, la chica llevó la manga de su sucia ropa de trabajo a la cara de Momoka y empezó a limpiarla. El olor a aceite le picó la nariz y Momoka trató de quitársela de encima.  Pero la chica insistió en presionar su manga contra su cara.

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—Soy Sophia. Soy la nieta del dueño de esta casa.

Momoka, temerosa de ensuciarse la cara con aceite, retrocedió e intentó quejarse, pero Sophia no le dio tiempo ni a abrir la boca.

Le limpió la cara con fuerza y luego tiró de su mano hacia la cama.

—Hoy es mi gran día. —dijo la chica con alegría.

—¿Por qué es tu gran día?

La chica fue y se sentó al borde de la cama y luego animó a Momoka a sentarse a su lado.

—Es el día en que un mago le dará uso a la primera arma que he fabricado.

Momoka fue y se sentó junto a Sophia. La chica sonreía y parecía realmente feliz.

—Soy tan buena forjando armas como mi abuelo. O al menos eso es lo que dicen mi abuelo y mi papá, así que probablemente solo intentan adularme. Pero no importa. He estado en el taller de mi abuelo y mi padre desde que era mucho más joven que tú, haciendo todo lo que quise, pero nunca tuve a nadie con quien jugar, ni nadie con quien compartir mi alegría.

Sophia habla mucho.

Mientras Momoka escuchaba, la observaba detenidamente.

—Pero últimamente me he dado cuenta de que no puedo seguir así. No tengo amigos. Fui a una escuela de magia, pero me expulsaron poco tiempo después. No había nadie amable. Todos me decían que yo era un bicho raro y que les daba asco. Que mejor debía dejar la escuela. Por eso, durante un enfrentamiento mágico entre clases, convertí las cintas en la cabeza de todos en serpientes. Y entonces uno de los chicos fue mordido. Fue un error porque yo pensé que se darían cuenta. Solo eran serpientes ratoneras. Ni siquiera son venenosas…

Mahou Sensou Volumen 7 Capitulo 2 Parte 1 Novela Ligera

 

Entonces Momoka le interrumpió sin pensarlo. No sabía cuánto tiempo seguiría hablando si la dejaba seguir.

—Oye… ehm…

—Dime Sophia… —respondió Sophia, sonriendo.

—S-Sophia-san, yo…

De repente, Sophia se levantó.

—¡Uwaa! No sabía que hablabas así. Eres una chica… ¿no?

—C-Claro que soy una chica.

—¿Y no puedes hablar de otra forma?

—Sí podría, pero…

«Nuevamente tengo que agregar esta nota: Momoka utiliza el pronombre “Boku” que significa “yo”, pero es un pronombre masculino. Esto no se puede representar en español, así que mejor lo explico. Las chicas usan el pronombre “Watashi” que significa lo mismo. Un ejemplo en español seria como si ella dijera “me siento cansado” en lugar de “cansada” que sería lo normal. Por eso Sophia le pregunta si es una chica. Esto no quiere decir que ella sea masculina o lesbiana. A veces es solo costumbre tal y como lo dice Momoka».

Momoka parpadeó, queriendo continuar la conversación, pero la energía de Sophia la abrumaba.

—Cuando yo era niña —comentó Sophia—, también solía usar el “boku” para referirme a mí misma. Pero mi padre me decía que no lo hiciera y mi abuelo también, así que dejé de hacerlo. Me decían que una chica que hablara de forma masculina no conseguiría un príncipe azul.

—¿P-Príncipe Azul?

—Sí. Cuando era pequeña, quería ser una princesa. Solía dibujar princesas todo el tiempo. Creo que tenía cinco o seis años.

—¿Cinco o seis años?

Momoka en esa época tenía diez años de edad, así que le parecía indignante que la compararan con una niña de cinco. Pero Sophia no se dio cuenta del ceño fruncido de Momoka.


—Ahora que lo pienso, da igual como te refieras a ti misma. Hay quienes usan su propio nombre para hablar de ellos mismos en tercera persona. Después de todo hoy en día se considera que la diversidad es importante ¿no te parece?

—…

Por primera vez, Momoka se planteó dejar de utilizar ese pronombre masculino.

—Oye, por cierto… ¿cómo te llamas?

Momoka suspiró cuando finalmente Sophia le preguntó su nombre después de todo ese tiempo.

—Me llamó…

—¡Espera!

Por alguna razón, Sophia extendió la mano para detenerla.

—Espera, voy a adivinar.

—¿Ok…?

Momoka asintió con la cabeza y Sophia se levantó bruscamente.

Mirándola, Momoka se deslizó hacia atrás desde el borde de la cama hasta el centro con sorpresa. Los ojos de Sophia comenzaron a brillar de un color amarillo intenso, como la parte más brillante de la luna llena.

—S-Sophia… tus ojos…

—Ah, mis ojos siempre brillan cuando me pongo a pensar. —dijo Sophia con naturalidad—. En la escuela siempre me decían que esto los hacía sentir incomodos. Que yo echaba rayos malignos de mis ojos y que era espeluznante. Pero con qué derecho me lo decían si ellos se convertían en leones flacuchos, perros, conejos y otros animales que ni siquiera conocía.

Momoka miró a Sophia deprimida. Los ojos de Sophia brillaban porque obviamente estaba usando su afinidad mágica.

—Sophia, ¿por qué usas magia?

—No, no la estoy usando —respondió Sophia.

—Eh… pero parece que la estás usando —insistió Momoka—. Tus ojos brillan a causa de tu magia ¿no?

Sophia se paseaba por la habitación, con sus ojos amarillos brillando.

—Si, mi afinidad mágica es la magia evasiva. He oído que es bastante rara. No creo que haya conocido a nadie que utilice la misma magia. Aunque igualmente no conozco a mucha gente así que, rara o no, es igual para mí.

Sophia se detuvo allí y miró a Momoka con esos ojos brillantes que parecían pintados con pintura fluorescente.

—¡Lo tengo! Eres una maga de Wizard’s Breath.

—¿Cómo fue que lo…?

Se suponía que era la primera vez que Momoka veía a esa chica. No la conocía de nada.

—Ya se cuál es tu nombre también —continuó Sophia—. Eres Shijou Momoka. Estudiante de cuarto grado en la academia de magia de Tokio.

Momoka no pudo evitar sentirse molesta. Su nombre lo dijo correctamente, pero ¿por qué se equivocó en el año escolar?

—¡Soy de sexto grado! —exclamó Momoka.

—¿Eh? ¿Sexto grado? Ya veo, ¡lo siento! —respondió Sophia entre risas, con una mirada no tan arrepentida.

Momoka, miró fijamente a Sophia, y observó atentamente cómo las partículas mágicas que se habían reunido en sus ojos, se disipaban, y se desvanecían para finalmente dejar de brillar. En poco tiempo, sus ojos volvieron a su color avellana habitual.

—Las personas que me trajeron aquí te dijeron mi nombre, ¿verdad? —dijo Momoka.

Sophia negó con la cabeza.

—No, ¿acaso alguien te trajo aquí? Yo no sabía nada. La verdad es que yo estaba en el taller. Incluso amanecí dormida en el suelo del taller y mi papá se enojó conmigo. Me dijo: “Que demonios haces durmiendo en el taller”. Estaba ocupada terminando mi arma favorita. Hoy es mi gran día.

—Si, tu gran día. Ya me lo dijiste hace un momento.

—Tienes razón, ya te lo había dicho. Pero, ¿acaso tú no sabes quién te trajo aquí?

—…

Momoka frunció el ceño y se puso a pensar.

«Me pregunto si la magia que ella acaba de usar es algún tipo de “Mind Site…”»

Si ese hubiese sido el caso, tendría sentido que hubiera adivinado el nombre de Momoka. Sin embargo, si Sophia hubiera intentado leer su mente con una magia así, Momoka lo habría sabido. Como miembro de la agencia Especial de magos, la mente de Momoka estaba protegida de ese tipo de magias por un fino escudo similar a un hechizo de protección.

«Talvez sea otra cosa porque no sentí nada…»

Momoka no entendía qué clase de magia había utilizado Sophía.

Por su parte, Sophía volvió a la cama y se sentó de nuevo junto a Momoka.

—Dime, ¿por qué estabas tratando de suicidarte?

Cuando Sophia dijo eso, Momoka la volteó a mirar con asombro.

—Lo siento. Se que dije que estabas jugando al funeral, pero realmente pensabas morir ¿verdad? No había pensado en eso y lamento haberte abofeteado. Pero no tienes que morir. No creo que vayas a morir, hagas lo que hagas. Todo es culpa de los altos mandos de Wizard’s Breath.

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Temerosa, Momoka se deslizó hacia el otro lado de la cama y se distanció de Sophia. Luego la miró con atención y le preguntó:

—¿Quién eres tú?

—¿Yo? Soy Sophia… Sophia Brave.

—¿Brave?

Ese apellido le resultaba familiar.

—¿Eres una Brave del clan Brave?

—“Brave” es un apellido, por lo que el número total de personas que se llevan ese apellido forma una familia. Así que sí, lo soy. Pero no me gusta mucho mi apellido. Es demasiado tosco con ese significado de “valentía”. Suena demasiado masculino para una chica como yo. No puedo imaginar a una princesa teniendo “Brave” como apellido. Por eso cuando era niña…

—Oye…

Momoka interrumpió el largo discurso de Sophia.

—¿Perteneces al clan Brave de los que usan la forja mágica?

Momoka estaba seria, pero Sophia asintió ligeramente.

—Pues sí. Soy la única hija de los Brave de la forja mágica. Esta es la Fundación Phoenix. Es mi casa. Todo el mundo sabe que los Brave y la fundación Phoenix, somos la misma cosa.

Momoka sabía que había estado tan sumida en su angustia que no había pensado en ello. Ciertamente si se trataba de la Fundación Phoenix, era natural que hubiera magos de la familia Brave.

—Tu y yo nos parecemos —dijo Sophia repentinamente—. Creo que podríamos ser buenas amigas. Ah, pero solo si tú estás de acuerdo obviamente. Creo que eres la primera persona de la cual quiero ser amiga. Nunca tuve amigos en la escuela. Ni uno solo. Es extraño, ¿verdad? que haya magos como nosotras… Yo puedo entenderte, porque también tengo mis pecados. Aunque a diferencia de ti, no lo hice porque alguien me lo dijo, ambas somos culpables de lo mismo. Soy una asesina… o mejor dicho una matricida.

—…

Hasta la mitad, Momoka pensó que no podía entender nada de lo que decía. Estaba enfadada por las palabras de Sophia. Pero eso se esfumó con lo último que dijo.

—No intentes acabar con tu vida de nuevo, Momo-tan


—¿M-Momo-tan?

Ese apodo no le hizo gracia, así que la cara de Momoka se torció como si estuviera masticando un insecto amargo.

—Es fácil morir. Tal y como tú intentaste hacerlo hace un rato. Pero es mejor guardarlo para el final. Hay algo más importante aún. Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. No puedes pagar tus pecados con tu vida. Lo que necesitas para expiar tus pecados no es dar tu vida, sino tus acciones.

—…

—Ven conmigo, Momo-tan. Será divertido. Aunque estés triste, si tienes muchas cosas divertidas, podrás superarlo por muy triste que estés. Creo que puedo darte eso.

Momoka miró a Sophia desde el otro lado de la cama. Sus ojos color avellana brillaban con vitalidad, incluso en ese momento que no estaba utilizando magia. Era una chica extraña. Momoka relajó los hombros y sonrió con naturalidad, pero con una pizca de tristeza.

—No hay otra salida para mí que la muerte.

Se refería a Wizard’s Breath, pero Sophia contestó con firmeza, como si lo supiera todo.

—Nadie dijo que tenías que huir ¿verdad? no tiene que huir de nada ni nadie. Pero creo que deberías decidir qué quieres hacer a partir de ahora. Y si no quieres hacer nada, simplemente no lo hagas.


—No puedo darme ese lujo.

—Tienes que ser más indulgente contigo misma, Momo-tan. Sé que la mayoría de los adultos son blandos consigo mismos, porque son muy astutos. Tú también deberías ser así. Estar viva significa ser fuerte. Ser fuerte significa entrenar la mente y ser sabia. Si te vuelves más sabia, serás capaz de pensar en formas de salir de un apuro. Y no tendrás que hacer cosas que no quieras hacer.

—…

De repente, Momoka se quedó desconcertada por algo profundo que acababa de escuchar.

A su lado, Sophia empezó a retorcerse tímidamente. Y cuando sintió la mirada de Momoka, dijo:

—¿N-No te parece que somos más como amigas ahora? Ya sabes, los amigos se quejan de sus profesores, hablan de su vida amorosa y hablan seriamente de sus problemas. Lo he visto en los mangas, pero pensé que así podrían ser las cosas en la realidad.

Cuando Sophia sonrió tímidamente, Momoka parpadeó sorprendida.

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«¿Ella compara esta platica tan seria con algo como quejarse de los profesores?».

En cuanto pensó eso, Momoka se echó a reír. Sus hombros comenzaron a temblar con la risa.

Al cabo de un rato, empezó a reírse a carcajadas intentando mantener su voz baja.

—¿Eh? ¿Acaso dije algo gracioso? —dijo Sophia—. ¿Qué fue lo que dije? Es que siempre parece como si tuviera un sentido del humor diferente al de otras personas. Cuando los demás se ríen yo nunca sé de qué va el asunto. Es solitario, ¿sabes? Cuando todos los demás están serios, yo soy la única que se ríe.

Momoka no pudo resistirse y se echó a reír una vez más con las manos en el estómago. La herida de su abdomen le hormigueaba, pero no podía evitarlo al ver a Sophia haciendo un puchero por no entender de qué se reía.

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