Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 15

Epilogo: Su Nombre Es…

— A mediados del 9º mes, 1550º año, Calendario Continental —

Había pasado un tiempo desde que Hakuya y Tomoe regresaron de la Isla del Padre.

Hilde, Brad y los médicos reunidos de todos los países seguían allí estudiando y tratando la Enfermedad del Bicho Mágico. La situación no iba a remitir tan fácilmente, por lo que era probable que su regreso tardara aún algún tiempo.

Mientras tanto, Liscia, Aisha, Naden y yo estábamos en el mar con Excel en el barco que ella capitaneaba, el Albert II.

El barco había salido de Ciudad Lagoon a principios del noveno mes, y nos dirigíamos a través de las aguas de la Unión del Archipiélago del Dragon de Nueve Cabezas hacia el Reino de los Espíritus en la Isla Madre con nuestros cinco barcos de escolta.

Tres de esas escoltas nos fueron dadas por Shabon para guiarnos a través del territorio de la Unión del Archipiélago.

En la cubierta del Albert II…

“Uf, el viento se siente muy bien”, dijo Liscia, inclinándose sobre la borda, dejando que su cabello ondeara libremente con la brisa marina.

Los días cálidos habían continuado en el noveno mes, y la forma en que el sol brillaba sobre el mar extendido frente a nosotros parecía una escena sacada del verano. Puede que sea la primera vez que disfruto del verano. Antes, cuando hacíamos una barbacoa en la playa de la República, podíamos ver el continente helado en la distancia, y cuando luchábamos contra Ooyamizuchi, era en el agitado mar del invierno.

Liscia, que estaba a mi lado, me miró con una risita. “Hacía tiempo que no podía hacer un viaje tan relajado contigo.”

“Es cierto… Has estado cuidando a los niños todo este tiempo.”

Liscia había estado con los niños prácticamente desde que nacieron, y yo siempre me ocupaba de mis obligaciones políticas. Situaciones como el viaje diplomático extra a Zem y la búsqueda para matar a Ooyamizuchi mantenían mi agenda mortalmente ocupada.

Evidentemente, vivíamos en el mismo castillo y ayudaba a los niños todo lo que podía, así que nos las arreglábamos para tener tiempo en familia, pero salir a algún sitio con Liscia — excepto en viajes oficiales como la cumbre en el Reino de los Caballeros Dragón — no había sido posible.

Ahora Cian y Kazuha eran lo suficientemente grandes como para ponerse de pie sin necesidad de sujetarse a nada y podían pasearse solos. En mi antiguo mundo, eso los haría lo suficientemente grandes como para dejarlos en la guardería, y así poder dejarlos a cargo de otras personas.

Por eso invité a Liscia a venir a este viaje al Reino de los Espíritus.

“Quería que Cian y Kazuha también viajaran en la cubierta del barco.”

“Eso… va a tener que esperar hasta que sean un poco más grandes.”

Cian y Kazuha se quedaron en casa en el Reino.

Entre Juna y Roroa, que estaban de baja por maternidad; Carla, la sirvienta, a la que estaban bastante apegados; y Albert y Elisha, que hacían frecuentes visitas al castillo para jugar con ellos, no faltaba nadie que cuidara de nuestros hijos.

Tal vez por eso, incluso cuando nos fuimos, nunca lloraron, lo que hizo que Liscia y yo nos sintiéramos algo tristes.

Liscia se acercó a mí y pasó su brazo por el mío. “¡He hee! Estar juntos, los dos solos, es bueno de vez en cuando.”

“Ah, ja, ja, de acuerdo.”

“Pero, ya sabes, las miradas por detrás duelen un poco…”

Liscia miró detrás de ella mientras se acercaba a mí. Yo también me giré para mirar, y allí estaban Aisha y Naden mirando desde detrás de la puerta del puente. Cuando se dieron cuenta de que nos habíamos dado cuenta, volvieron a agachar la cabeza.

“Siguen siendo muy considerados”, dijo Liscia con una sonrisa irónica. “Como este es mi primer viaje relajado contigo en años, me están dejando tener tiempo contigo para mí sola… Aunque supongo que no pueden evitar la curiosidad.”

“Ja, ja, ja…”

Lo único que pude hacer fue reírme torpemente. No me correspondía decirle a mis esposas cómo debían mostrar consideración entre ellas.

Entonces Liscia gimió y se estiró. “Aun así, viajar en barco es agradable. Es más lento que una góndola, pero puedo estirarme donde quiera, e incluso pelear con Aisha en la cubierta si quiero.”

“Claro, pero… no te dejes llevar y destroces el barco, ¿de acuerdo?”

“No lo haremos. Obviamente.”

“Bueno… Teníamos que llevar ya sabes qué con nosotros de forma segura. No podíamos subirnos a una góndola y tomar un vuelo directo con Naden”, dije, pensando en lo que había en la bodega del barco. “Hay que manejarlo con cuidado, así que tuvimos que hacerlo así… ¿Sabes?”

“Sí, lo sé”, dijo Liscia, con una mirada un poco triste, y apoyó su cabeza en mi hombro.

***

Algunos días después, nuestro barco llegó a la Isla Madre en el Reino de los Espíritus.

Había un montón de altos elfos reunidos en el puerto, vitoreando. Era como si todo el país nos diera la bienvenida. Para un país xenófobo como el suyo, estaban siendo inusualmente acogedores, pero el hecho de que supieran que nuestro país jugaba un gran papel en la curación de la Enfermedad del Bicho Mágico, y que no estaban bajo el control de Fuuga como la Isla Madre, tenía mucho que ver con eso.

Cuando desembarcamos del Albert II, se acercó un hombre alto elfo que llevaba una destacada corona de laurel. Se parecía mucho a Gerula.

“Bienvenido, oh rey de Friedonia. Soy Garula Garlan, hermano mayor de Gerula, a quien cuidaste en tu país, y rey de éste.”

“Encantado de conocerte. Soy Souma A. Elfrieden.”

“Nosotros, el pueblo de los altos elfos, te damos la bienvenida.”

“Gracias.”

Al intercambiar un firme apretón de manos, la multitud reunida estalló en aplausos. Los demás del Reino también se daban la mano en el barco.

Rápidamente presenté a Garula a Liscia, Aisha y Naden, que habían desembarcado conmigo, y decidí ocuparme enseguida de mi principal objetivo al venir a este país. Hice una señal al Albert II, y levanté la voz para que la multitud pudiera escuchar.

“¡A partir de este momento, les devuelvo un tesoro a su nación que la mía ha guardado para ustedes!”

Cuando lo hice, el Albert II comenzó a bajar cuidadosamente su carga. Se trataba de un único ataúd, cuya tapa era de cristal.

Acerqué a Garula para que pudiera ver, y cuando lo hizo, entrecerró los ojos, y luego miró hacia el cielo.

En su interior, junto a varias flores, congeladas para evitar la putrefacción, estaban los restos de Gerula Garlan. La larga batalla contra la enfermedad le había ahuecado las mejillas, pero un cuidadoso maquillaje mortuorio hacía que pareciera que simplemente dormía.

Le dije a Garula, que parecía estar luchando por contener las lágrimas: “Gerula donó varios órganos para la investigación después de su muerte. Sin embargo, seguía pensando que su cuerpo debía ser devuelto a la tierra que amaba.”

“Tienes mi agradecimiento por esto… Rey Souma”, dijo Garula, mirándome a los ojos, habiendo vencido a sus lágrimas.

Los restos de Gerula fueron llevados lentamente entre dos filas de altos elfos. No pudieron evitar derramar lágrimas por el hombre que había dado literalmente su vida por su país, salvando a innumerables personas de la Enfermedad del Bicho Mágico.

“¡Ohh, Lord Gerula!”

“Lo siento tanto por usted… y, sin embargo, su sacrificio nos salvó.”

Los vítores anteriores terminaron, y fueron reemplazados por sollozos y lamentos de luto.

Mientras miraba a esa gente, le pregunté a Garula: “¿Qué hará ahora el Reino Espiritual?”

“Tendremos que cambiar lo que haya que cambiar, estoy seguro”, dijo Garula con voz tranquila. “Debería estar claro para cualquiera que no podemos permitirnos mantener el país cerrado por más tiempo. Los osificados por los viejos ideales se verán finalmente obligados a avanzar. Me gustaría unificarlos y empezar a comerciar con su Alianza Marítima.”

Me sorprendió un poco oírle decir eso.

“Qué inesperado. Había escuchado de Merula que el rey del Reino Espiritual era un militarista.”

Por lo que me contaron, los hijos del anterior rey eran un hermano mayor que era un excelente guerrero, y un hermano menor que era valiente y sabio, y fue el mayor el que ocupó el trono.

Por eso, cuando conocí a Gerula, supuse que el Rey del Reino Espiritual sería aún más testarudo, pero ahora que lo conocí de verdad, parecía gentil y flexible.

“Oh, entiendo…” Garula sonrió un poco. “Bueno… voy a hablar solo por un momento. Por favor, ignórame.”

“¿Eh?”

“¿El hermano mayor, el militarista, querría realmente el trono? Él sólo anhelaba luchar en el frente, así que ¿qué haría si se le pide que lo tome? Especialmente si tenía un hermano menor idéntico que no encontraba problemas en el trabajo administrativo.”

“Espera… ¡¿No me lo digas?!”

¿Hicieron un cambio? Sólo para que pudiera seguir siendo un comandante único luchando en el frente en lugar de convertirse en un rey. Si es así, el rey que está frente a mí es… Y los restos que duermen allí son…

Me quedé sorprendido, y debí poner cara de tonto, porque “Garula” rompió a sonreír.