Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 14

Capítulo 7: Audiencia Con El Rey Demonio Inmortal

Parte 1

EN RESUMEN, el Viejo Castillo de Kishirika era una pintoresca pieza de arquitectura demoníaca. Estaba construido con piedras de hierro especialmente elaboradas, y aunque carecía de los intrincados detalles y la elegancia de la fortaleza flotante de Perugius, seguía siendo un espectáculo para la vista. De hecho, a alguien con gustos más prácticos probablemente le gustaría más. Su único defecto era un agujero considerable en la torre central.

El lugar era una atracción turística, por lo que normalmente estaba abierto al público (siempre que se pagara la entrada), pero las zonas a las que se podía acceder eran limitadas. Nos llevaron directamente a la sala de audiencias. No la espaciosa y llamativa que se utilizaba para deslumbrar a los visitantes, sino una estrecha que se utilizaba con más frecuencia.

Los caballeros con armadura negra se alineaban en la estrecha sala, y su presencia hacía que todo fuera opresivo y sofocante. La guinda de este desagradable pastel era que el trono que teníamos delante estaba vacío.

“Seguro que está tardando mucho”, murmuré.

Zanoba respondió: “La realeza requiere tiempo para prepararse antes de recibir visitas”.

“¿Eso te incluye a ti?”.

“¿Alguna vez he tardado tanto tiempo en prepararme que le he hecho esperar, maestro?”

“Por mucho que te gusten las bellas artes, no pareces tener ningún interés en la ropa”.

Zanoba gruñó. “Me descorazona oírte decir eso. Pensé que tú, más que nadie, entenderías el cuidado que pongo en mis botones y bordados”.

“Quieres decir que te preocupas por esas cosas cuando las compras o las mandas a hacer, ¿no? No cuando te estás arreglando”.

Llevábamos al menos dos horas esperando. Nuestras bromas sin sentido habían evitado que me aburriera como una ostra, pero el sol ya se había puesto. No me quejaba de que estar de pie fuera agotador, pero me hubiera gustado que nos dieran asientos mientras esperábamos.

Zanoba y yo éramos los únicos en la sala de audiencias, aparte de los guardias. Elinalise y Cliff se habían ido con uno de los caballeros a buscar la hierba que necesitábamos en el sótano del castillo.

“¿Dónde está Lady Atofe? ¿Va a venir?”

“Ya te lo he dicho, hemos enviado a alguien a buscarla”.

“¿Pero no llega un poco tarde? ¿No me digas que está fuera de la ciudad?”

“Ella no es del tipo puntual. Su sentido del tiempo no funciona como el del resto de nosotros. Es mejor que le des un día de gracia”.

“De acuerdo, pero no podemos tener a esta gente esperando para siempre”.

“Ustedes, cierren sus bocas. ”

Escuché a los caballeros discutiendo. Estaban actuando con bastante despreocupación. Escuchar su conversación me tranquilizó.

De repente, el viejo capitán de los caballeros se acercó. “Pronto estará aquí, así que por favor esperen un poco más. Además, te pido que rechaces cualquier recompensa que te ofrezca”.

“Perdón, ¿una recompensa?”

“Si las cosas se tuercen y terminas aceptando una recompensa de ella, no habrá nada que el resto de nosotros pueda hacer para ayudarte”.

“Eh, de acuerdo… lo tendré en cuenta”. Asentí con la cabeza, con la genuina intención de seguir su consejo.

No tenía ni idea de lo que quería decir, pero no tenía ningún interés en aceptar ninguna recompensa. No había caído tanto como para vender a Kishirika por una compensación. Hablando de eso, dicha Emperatriz Demoníaca estaba actualmente atada con tanta cuerda que parecía una oruga mientras yacía en el suelo. Ella sería castigada más tarde. No sabía lo que tenían en mente: ¿una paliza? Pero seguramente no sería demasiado severo.

Aparte de eso, no podía bajar la guardia. Después de todo, íbamos a encontrarnos con un rey demonio. Los únicos demonios de alto rango que conocía eran Kishirika y Badigadi.

Los dos son siempre tan alegres, pero apuesto a que si les haces enfadar… eh, qué raro. Tengo la sensación de que no sería tan malo, en realidad.

“Muévete”.

Una voz sonó detrás de mí. Miré por encima del hombro y vi a una mujer. De todos los que había conocido, era la que más se parecía al estereotipo de demonio. Su piel era de color negro azulado, su cabello blanco y sus ojos rojo sangre. Tenía alas como las de un murciélago, y un único y grueso cuerno sobresalía de su cabeza.

Al igual que los caballeros, también llevaba una armadura negra, aunque estaba claro que la suya había visto muchas más batallas que la de ellos.

Estaba cubierta de arañazos y los elementos decorativos habían sido arrancados hacía tiempo. De su cintura colgaba una enorme espada que parecía demasiado grande para sus escuálidos brazos. Su vaina era mucho más extravagante que la de los otros soldados”. No era tan alta, probablemente de altura media para una mujer adulta. Más alta que Ariel, pero más baja que yo.

Lo más destacable de ella era algo totalmente distinto. Había un aura de rabia y hostilidad indescriptible en ella. Si la violencia fuera una fragancia, la llevaría como un perfume, pues era obvio que usaría la fuerza con cualquiera que intentara desobedecerla. Eso me recordó a Eris. Era como un caballero femenino, no, un capitán de caballería, para ser más exactos. Sería prudente no provocarla.

“¿No me has oído? He dicho que te muevas”, reiteró.

“Oh, sí, por supuesto”. Me aparté obedientemente del camino.

“Mucho mejor”. Unos largos mechones de pelo blanco se agitaron detrás de ella mientras caminaba hacia el trono y giraba para mirarnos. Se sentó y, tras quitarse la vaina de la cintura, bajó la espada entre las piernas, adoptando una pose de rey.

Respiró profundamente y gritó: “¡Soy el rey Demonio Inmortal Atoferatofe Rybak!”.

“¿…Eh?”

Mientras ladeaba la cabeza confundido, los caballeros de armadura negra sacaron apresuradamente sus espadas de sus fundas, levantándolas como muestra de respeto y lealtad a su señor. Sin embargo, uno de ellos se abstuvo y se acercó al trono. Era el viejo caballero capitán.

“¡Dama Atofe! ¿Por qué ha entrado por la puerta principal? ¿¡Cuántas veces le he dicho que entré en la sala del trono por la puerta trasera!?”

“La razón debería ser obvia. Me gusta más entrar por la parte delantera”.

“¡Tus caprichos no deberían dictar tu comportamiento!”

“¿No sabes que la mejor parte de desafiar a un rey demonio como héroe es poder atravesar su sala del trono antes de entablar una pelea?”

“¿¡Qué relevancia tiene eso!? Tu padre fue una vez uno de los Cinco Grandes Reyes Demonios. Oh, ¡cómo se lamentaría al ver la forma en que te comportas! Y no sólo él, ¿qué pensaría tu marido, Lord Rybak?”

“¡Cállate ya!” Atofe sacó su espada de la funda y se la clavó al anciano tan rápido que no pude seguir sus movimientos.

El viejo caballero capitán sacó su espada para parar su ataque, pero no fue lo suficientemente rápido. Su casco salió volando mientras se desplomaba hacia atrás. Los demás caballeros de la sala se precipitaron hacia él presas del pánico.

“Dejad de gritar delante de nuestros invitados”, espetó Atofe. “¡Mi viejo se revolcaría en su tumba!”

El casco del capitán de los caballeros vino rodando hacia mí. Estaba roto por la mitad.

Qué fuerza tan increíble.

Me agaché para recogerlo y encontré el interior cubierto de sangre húmeda y pegajosa.

“¡Uf!”

 Espera, aguanta. Eso significa que su ataque realmente conectó con su cabeza. Uh… ¿En serio? ¿Realmente lo mató?

“Muy bien, pero todavía te imploro que tengas cuidado”. A pesar de mis preocupaciones, el viejo capitán caballero se levantó del suelo como si estuviera completamente bien. Se inclinó ante Atofe, con volutas de humo saliendo de su frente.

Parece que está bien.

Tal vez él también era inmortal. De hecho, tal vez el resto de los guardias eran todos inmortales.

“Me alegro de que lo entiendas ahora. Muy bien, hagamos esto de nuevo”.

“¡Como usted ordene!”

Atofe devolvió su espada a su funda y retomó su pose de highlander. Uno de los otros caballeros le trajo al capitán un nuevo casco, y se pusieron en formación. Una vez más, desenvainaron sus espadas y se las ofrecieron a su líder.

“Soy el rey Demonio Inmortal Atoferatofe Rybak”.

Zanoba se arrodilló rápidamente e inclinó la cabeza, así que le seguí. No sabía nada de este tipo de etiqueta y supuse que debía seguir su ejemplo.

“En primer lugar, permítame agradecerle. Hemos podido atrapar a esta idiota gracias a ti”. Atofe dirigió su mirada hacia Kishirika.

Nuestra emperadora demoníaca estaba enrollada como un burrito. Parecía resignada, como si hubiera perdido completamente la esperanza. Casi me sentí mal por ella. Básicamente la habíamos escupido después de que nos ayudara y nos diera las respuestas que buscábamos. Sin embargo, era un mal necesario. Teníamos nuestros propios objetivos que cumplir.

“No teníamos referencias de ella, así que nuestra búsqueda se alargó. Hicieron bien en encontrarla por nosotros”.

Ah, así que era tal y como sospechaba. Lady Atofe fue floja con los detalles cuando mandó hacer ese boceto.

“Además…” Atofe siguió posando mientras miraba a lo lejos. Su voz se apagó y permaneció en completo silencio. Pasaron cinco minutos con ella congelada en su sitio.

¿Se le estropeó el motor o algo así?

“Moore, ¿qué era lo siguiente que tenía que decir?”

“Una recompensa. Ibas a darles una recompensa”.

Al parecer, el viejo capitán de caballería se llamaba Moore. Algo en ese nombre me hizo imaginar a un tipo sonriendo maniáticamente. Como moo-hoo-ha-ha.

“Hm, sí. Tengo que darles una recompensa”, murmuró Atofe para sí misma.

“No, eso no es necesario”. Recité la frase que había preparado mentalmente tras el consejo de Moore. Supuse que se trataba de una formalidad. Probablemente por eso me sugirió que la rechazara.

Atofe dio un pisotón. “¿Estás diciendo que no quieres mi recompensa?” Me miró con ojos asesinos.

Mis piernas empezaron a temblar. La enemistad que desprendía no era una broma. Estaba en un nivel completamente diferente al de Linia y Pursena. Era la misma animosidad que había en los ojos de Ruijerd cuando me miraba fijamente.

“N-no, estaré encantado de recibir tu recompensa”.

Era mejor no desafiar a alguien como ella. Si ella quería insistir en darnos algo, era mejor aceptarlo.

Sí, eso es todo lo que puedo hacer. Moore me lo había desaconsejado, pero si la alternativa era cabrearla intencionadamente, probablemente era mejor ceder.

Me aclaré la garganta y pregunté: “Si no te importa que pregunté, ¿qué es lo que pretendes darnos?”.

Los ojos de Atofe se entrecerraron y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. “Poder”.

Poder, ¿eh? Poder… Bueno, mentiría si dijera que no lo quería. Si eso era lo que ella ofrecía, valía la pena tomarlo.

Bien, pero el señor Moore nos dijo que era mejor no aceptarlo. Tal vez debería cancelar todo el asunto y decirle que ya había accedido a darnos algunas de esas hojas en el sótano del castillo, así que aceptaremos eso y nos iremos a casa.

“¡Te concedo el privilegio de unirte a mi guardia personal para que puedas entrenar tu cuerpo!”

“¿¡Qué!?”

¿Eh? ¿Así que no iba a poner su mano en mi cabeza y despertar algún poder latente en mí, o concederme un ojo de demonio como tenía Kishirika?

“Pareces bastante enclenque. Pero oye, diez años de mi entrenamiento te pondrán a la altura”.

“Um, uh…”

“Así es, durante toda una década no descansaré para ayudarte a templar tu cuerpo. Bueno, ¿qué te parece? Es un gran honor, ¿no?”

¿Diez años sin descansos?

Uh, no, tengo dos esposas y un hijo esperándome en casa, así que me gustaría pasar de todo el asunto del campamento de entrenamiento si te da lo mismo.

Seguro que diez años de entrenamiento me harían mucho más fuerte, pero ¿qué sentido tendría si tuviera que abandonarlo todo para hacerlo? ¿Cuál sería el objetivo de ponerme tan fuerte? ¿A quién pretendía derrotar? De acuerdo, quizá podría proteger mejor a mis seres queridos si fuera más fuerte, pero ¿merecía la pena abandonarlos durante una década?

Entonces, ¿qué hago? No, no tengo más remedio que rechazarla. No puedo unirme a su guardia personal.

Miré a Moore. Sacudió la cabeza, con una expresión de resignación en su rostro.

“Lo siento, pero por muy grande que sea el honor, tendré que abstenerme”.

“¡Tonterías! Ahora, que alguien vaya a traerle un traje extra de armadura negra y prepare un contrato para que lo firme”.

Varios de los guardias personales de Atofe se apresuraron a salir de la habitación a su orden.

“¡Le estoy dando la mejor armadura, el mejor entrenamiento, y permitiéndole entrar en la guardia más renombrada de todo el Continente Demoníaco! ¡No hay mayor honor! No podrás oponerte a mí una vez que firmes el contrato. No es que lo intentaras de todos modos, estoy seguro, incluso sin esa formalidad. De hecho, debes estar muy contento ahora mismo”.

No estaba nada contento.

Sin embargo, de todos los demonios de alto rango que había conocido, ella era la que más parecía un rey demonio. De una manera extraña, me alegré de tener la oportunidad de conocerla. Tal vez yo no era el único al que había ofrecido esta recompensa, tampoco. Tal vez otros de su guardia también se habían visto obligados a firmar un contrato.

“Lo siento mucho”, dije, “pero tengo una familia que me espera en casa. No puedo abandonarlos durante diez años”.

“No veo el problema. No he visto a mi hijo ni una sola vez en los últimos cien años. Créeme, ninguna noticia es una buena noticia. Es la prueba de que siguen vivos”.

¿Qué, porque ella había abandonado a su hijo durante un siglo, quería que yo hiciera lo mismo con mi familia durante una década? No.

“P-pero diez años es un tiempo increíblemente largo para un humano. Además, le prometí a mi familia que volvería, y…”

“¿Y?” Las venas se movían en su frente. Estaba empezando a perder los nervios.

“Y tengo una amiga enferma que me espera. Necesito encontrar una cura para ella lo antes posible y volver a casa. Además, tengo muchas otras cosas que hacer ahora mismo. No puedo quedarme aquí y acumular poder para mí…”

“¡Cállate!” Atofe gritó tan fuerte que resonó en las paredes.

Oh, muchacho, eso fue ligeramente aterrador. Bueno, no, fue simplemente aterrador. ¿Qué le pasa? ¿Por qué me grita?

“¿¡Vas a entrar en mi guardia personal o no!? Deja de hacer juegos de palabras y responde”.

“¡No voy a hacerlo!”

Ella se congeló en su lugar. Toda su cara se puso roja mientras su expresión se contorsionaba. “¿¡Por qué!? ¿Por qué me rechazas?”

¿Eh? Uh, ¿no he enumerado literalmente todas las razones?

“Uh, um…”

Ahora era un buen momento para dejarle las cosas a Zanoba. O al menos ese era mi plan, pero lo miré, y prácticamente tenía signos de interrogación bailando sobre su cabeza mientras me miraba inquisitivamente.

Ah, mierda, es cierto. Estuvimos hablando en lengua demoníaca todo el tiempo. No tenía ni idea de lo que estábamos diciendo. No puedo confiar en él.