Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 13

Capítulo 5: Dignidad Paternal

Parte 2

Me sentí un poco culpable por haber dudado de ella en primer lugar. No era que se hubiera puesto violenta con nadie antes.

“¡Ahaha! ¡Gyaaaha!”

En cierto nivel, parecía que Lucie también entendía que tenía buenas intenciones. La chica era todo sonrisas cada vez que Zenith lo visitaba. Sinceramente, era bastante reconfortante.

Pero, por supuesto, había muchas cosas que no sabíamos sobre el estado de Zenith y su posible evolución. Era difícil imaginar que algo malo pudiera salir de estas visitas, pero dado lo mucho que todavía era incierto, probablemente era mejor que permanecieran supervisados.

Después de todo, los accidentes pueden ocurrir, incluso cuando tus intenciones son buenas.

“…”

De repente, Zenith me miró. Casi parecía que intentaba enviarme un mensaje con sus ojos… aunque no tenía ni idea de lo que podía ser.

“¡Waaah! Waaaaah!”

Segundos después, Lucie empezó a quejarse en voz alta.

“Perdóneme, señorita Zenith…”

Lilia se agachó y apartó suavemente a Lucie de mí y de Zenith. Suzanne se acercó y recibió al bebé. Empezó a calmarla mientras revisaba su pañal y buscaba sarpullidos.

Después de un momento, sin embargo, asintió. “Parece que alguien tiene hambre”.

¿Ya era esa hora? Sylphie le había dado el pecho antes de irse, pero de alguna manera debían de haber pasado un par de horas desde entonces. Huh.

“Bueno, entonces, supongo que saldré de la habitación”.

“No me importa si quieres mirar, ya sabes”.

Fue muy amable el ofrecimiento de Suzanne, pero lo rechacé educadamente. Éramos viejos amigos y todo, pero eso no hacía que estuviera bien que viera los pechos de una mujer casada. Ella estaba tan bien dotada como Zenith o Lilia, también. De hecho, parecían un poco más grandes que antes. ¿Tal vez era toda la leche que había allí?

Si llegaba a ver esas cosas, el viejo ermitaño sabio que llevaba dentro podría despertar de su letargo. Eso en sí mismo podría no ser un gran problema. ¿Pero qué pasaría si Lilia, digamos, se lo mencionara a los demás? Sylphie y Roxy podrían desanimarse. Era un hecho innegable que estaban más en el lado del pecho plano del espectro, pero yo no elegía a las mujeres en función de sus cuerpos. No quería que se sintieran acomplejadas por ello.

En cualquier caso… ¿era sólo yo, o el Zenith había notado que Lucie estaba lista para ser alimentada? Tal vez uno adquiere un sexto sentido para ese tipo de cosas después de criar tres hijos propios.

***

Salí al pasillo y miré por la ventana más cercana. Por desgracia, era un día gris y lluvioso. Era difícil adivinar la hora exacta, pero como a Lucie le había entrado hambre, probablemente estaba cerca del mediodía.

De alguna manera, me las había arreglado para pasar toda la mañana con el bebé. Pero fue un tiempo bien empleado, en mi opinión. Nada era más importante que pasar tiempo con tu hijo.

Por el momento, sin embargo, me dirigí a mi estudio, una pequeña habitación en el primer piso que había reservado para mi investigación.

El escritorio que había dentro estaba cubierto de informes escritos a mano y unas cuantas piedras mágicas.

No había pasado los últimos seis meses jugando con mi hija y mis hermanas excluyendo cualquier otra cosa. También había estado estudiando los premios que traje del continente Begaritt.

Eran estas piedras las que habían dado a la hidra su capacidad de rechazar mis hechizos, obligándonos a un peligroso combate a corta distancia. Absorbían toda la magia que entraba en contacto con ellas. A simple vista, parecían escamas normales de color verde claro. Si no fuera por su transparencia, ni siquiera habrían sido identificables como piedras.

En la biblioteca de la Universidad de Magia había conseguido aprender algunos datos básicos sobre ellas.

En primer lugar, solían llamarse “piedras de absorción”. Las Hidras de Manatita las producían naturalmente dentro de sus cuerpos. Desde que esa especie de monstruo se extinguió hace miles de años durante la escisión continental, ahora eran increíblemente raras y valiosas.

Muchos dragones producían piedras o cristales mágicos dentro de sus cuerpos. Éste era sólo un caso particularmente inusual. La piedra de mi bastón, por ejemplo, había sido extraída de una especie dracónica de serpiente marina.

Los efectos de estas piedras eran muy variados, pero muchas de ellas tenían aplicaciones mágicas directas de algún tipo. Algunas podían aumentar tu capacidad mágica, o reducir la cantidad de maná necesaria para lanzar hechizos; otras hacían que tus hechizos fueran el doble de potentes sin aumentar su coste de maná. No era tan sorprendente que hubiera uno capaz de absorber la magia por completo.

Lo difícil era averiguar cómo lo hacían exactamente esas piedras.

Cuando las dejabas sentadas en un escritorio como éste, las piedras de absorción no chupaban activamente el maná de todo lo que las rodeaba. Claramente, algo tenía que pasar primero. Tras un poco de experimentación, pronto me di cuenta de que las piedras tenían un “frente” y un “reverso”. Era muy difícil distinguir un lado del otro, pero definitivamente existían.

Cuando ponía la mano en el dorso de una piedra y le daba algo de maná, la parte delantera empezaba a absorber la magia mientras emitía un gemido agudo.

En otras palabras, estas cosas no funcionaban automáticamente. Tenías que encenderlas y apagarlas tú mismo. Era un poco como las ventosas de los tentáculos de un pulpo.

Parecía que la hidra contra la que luchamos había activado su “armadura” de absorción de magia al ver volar los hechizos, haciendo inútiles mis ataques en el último segundo.

Me costaba imaginar que mucha gente pudiera reaccionar con tanta rapidez, pero los animales salvajes suelen tener una visión dinámica y unos reflejos mucho mejores que cualquier ser humano.

Experimentando más a fondo, también me di cuenta de que la piedra no “absorbía” exactamente la magia de la forma que había esperado. Cuando la sostenía con la mano derecha y le lanzaba un hechizo con la otra, el hechizo desaparecía, pero no recuperaba el maná que había gastado.

De hecho, estaba bastante seguro de que me estaba costando algo de maná, la misma cantidad que había utilizado para lanzar el hechizo original.

Tendría que hacer más experimentos para estar seguro de lo que significaba esto, pero tenía una hipótesis de trabajo. Básicamente, sospechaba que la piedra convertía el maná que le daba en ondas que podían desintegrar instantáneamente cualquier otra cosa hecha de maná. Los resultados eran similares a los del hechizo Perturbar la Magia, pero me parecía que estas piedras eran aún más minuciosas a la hora de destruir los hechizos con los que interactuaban.

Por supuesto, había muchas cosas que esta teoría no podía explicar por sí sola. Por ejemplo, las figuras que había creado con magia no se veían afectadas por las piedras, ni siquiera a quemarropa.

Las figuras de tierra eran inmunes a las olas, pero el proyectil de mi cañón de piedra no lo era. No tenía ni idea de por qué era así. ¿Quizás el maná de las figurillas se había estabilizado con el tiempo, haciéndolas inmunes a la disrupción? Hmm.

Sin embargo, no tenía mucho sentido seguir con estos agujeros de conejo. Ni siquiera tenía una buena idea de lo que era realmente el “maná”. En lugar de buscar a tientas una explicación exhaustiva, quería centrarme en cómo podía utilizar estas cosas. Y en cómo podía contrarrestarlas en el futuro.

Con ese pensamiento en mente, llevé a cabo otro experimento.

Tenía la sensación de que podía utilizar estas piedras para destruir algunas cosas que la Magia Perturbadora no podía. Los círculos mágicos, por ejemplo.

Cliff me había ayudado con este experimento. Como esperaba, conseguí destruir tanto un hechizo de Barrera como el círculo mágico que había utilizado para lanzarlo. El diseño de su pergamino original no se vio afectado, pero mientras el hechizo estaba en uso activo, las piedras de absorción podían borrar el propio círculo.

Sin embargo, no eran capaces de afectar a un círculo mágico en el interior de un instrumento mágico. Tal vez fuera porque el círculo estaba tallado en el propio instrumento, en lugar de estar dibujado en su superficie.

Eso tendría sentido. Recordando nuestra batalla con la hidra, me di cuenta de que nunca desactivó el círculo mágico de su guarida a pesar de que se agitaba por todas partes.

En cualquier caso, lo más importante era que esas escamas no podían destruir todo lo que fuera de naturaleza mágica.

Dicho esto, probablemente eran más que eficaces para hacer frente a la mayoría de las amenazas que pudiera encontrar. Con una de ellas en el bolsillo trasero, podría liberarme la próxima vez que cayera en una trampa y cayera en el interior de un hechizo de barrera. Lo ideal sería evitar caer en las trampas, pero nunca está de más tener una póliza de seguro.

Por el momento, estaba pensando en incorporar una de las piedras a mi mano protésica en algún lugar. Quizá en la palma.

Podría ser complicado utilizar esa mano tanto para activar la piedra como para lanzar magia, pero con suerte le cogería el truquillo con algo de práctica.

***

“Hola, hermano querido. Tienes un invitado”.

Llevaba ya un rato trasteando en mi estudio cuando Aisha asomó la cabeza para anunciar que teníamos visita. Su rostro estaba tranquilo y sereno; se había puesto en modo de criada profesional.

“¿Quién es?”

“El príncipe Zanoba. Te está esperando en el salón”.

Hmm. Me pregunto si necesita algo.

No es que me importe que haya venido por capricho, claro… Tal vez sólo quería compañía.

“Lo tengo. Gracias, Aisha”.

Me levanté de mi asiento despreocupadamente.

Zanoba había estado avanzando en su propia investigación sobre el autómata recientemente. Mi prótesis Zaliff había sido un producto de esos esfuerzos. Y resultó que las piernas y los pies del autómata funcionaban de forma similar a las manos y los brazos. Esta vez había ayudado a hacer el prototipo. Zanoba dibujó los planos, yo creé el modelo sección por sección con mi magia, y Cliff lo inscribió con los círculos mágicos necesarios.

Fue un proceso lento y delicado. Habíamos pasado casi un mes haciendo una sola pata. Algún día, con suerte, las venderíamos junto a nuestras manos artificiales, pero estábamos muy lejos de producir estas cosas en masa.

De todos modos. Ahora que habíamos conseguido un buen dominio de las extremidades, Zanoba empezaba por fin a investigar el cuerpo del autómata. Esto implicaba localizar las finas costuras entre sus secciones, y luego cortarlas cuidadosamente para estudiar las “entrañas”.

Justo en el centro de su pecho, había encontrado una piedra mágica. Era una bonita cosa cristalina roja de tamaño inusual. Sin embargo, después de estudiarla, se dio cuenta de que en realidad no era una sola piedra. Era una combinación de numerosas piedras más pequeñas, cada una de ellas cubierta de pequeños círculos mágicos.

Esto era claramente el “núcleo” del autómata. Si lográramos descifrar todos los patrones grabados en ella, teóricamente seríamos capaces de hacer lo mismo nosotros mismos.

Y entonces, una vez que lleváramos nuestra investigación a cotas aún mayores, el sueño de la Robo-Maid se haría finalmente realidad.

Desgraciadamente, Zanoba se enfrentaba con dificultad a este nuevo reto.

Los círculos del núcleo eran increíblemente extraños y complejos. Es más, los patrones estaban llenos de fragmentos de escritos antiguos -notas, advertencias, pasajes de libros oscuros- y diseños preliminares tachados. Básicamente, estaba claro que el creador del autómata había estado perfeccionando el diseño del núcleo incluso mientras lo construía.

Parecía que la obra maestra que habíamos encontrado era en realidad un fracaso o un prototipo. No se podía saber qué pretendía su creador.

Dar sentido a todo esto iba a ser mucho más difícil que cualquier otro reto al que nos hubiéramos enfrentado hasta ahora. Pero Zanoba no se dejó intimidar. Parecía, en todo caso, aún más decidido que antes a llevar a cabo la “misión de su vida”.

Por lo que valía, tenía mi apoyo moral.

“Hola, Zanoba. Siento haberte hecho esperar”.

Cuando entré en el salón, Zanoba se levantó de un salto del sofá donde había estado tomando té un momento antes. “¡Ah, Maestro Rudeus! Mis disculpas por molestarle así”.

Julie y Ginger, que estaban de pie en la esquina de la habitación, siguieron su ejemplo y bajaron la cabeza en silencio.

“Entonces, ¿qué puedo hacer por usted hoy?”

“Simplemente estaba en el vecindario, así que pensé en pasarme a saludar”.

Huh. Así que realmente era sólo una visita social.

“Entendido. Bueno, siéntete como en casa”.

Este era un comportamiento inusual para Zanoba, pero no iba a rechazarlo ni nada por el estilo.

Mientras me acomodaba en una silla, Julie trotó a mi lado. “Mire, Gran Maestro Rudeus. He terminado otro”.

Me tendió una estatuilla para que la examinara. Era su último intento de hacer una figura de Ruijerd que le había encargado reproducir como tarea.

“Buen trabajo”, dije, estudiándolo desde varios ángulos. “Estás mejorando rápidamente.

Sigue produciendo para mí, ¿de acuerdo?”

“¡Muy bien!” dijo Julie con una alegre reverencia.

Mientras yo viajaba por el continente de Begaritt, Julie había terminado su figura original de Ruijerd. Me sorprendió lo bien que quedó. Estaba claro que había utilizado mi propia versión como modelo, pero la verdad es que la suya era mejor.

Para empezar, la postura era perfecta. Incluso un aficionado total se daría cuenta de que estaba viendo a un completo malote.

Cuando se lo enseñé a Norn, no pudo evitar murmurar “quiero uno” en voz baja, así que le regalé el original. Ahora lo tiene en una estantería de su dormitorio.

Reconociendo el éxito de Julie, le encargué que hiciera tantas copias de la figura como pudiera. Aun así, tardó bastante en hacer una sola, pero no fue un gran problema. El trabajo era una buena manera de trabajar en el estiramiento de su capacidad de maná, y con suerte tendríamos una buena pila de ellos listos para el momento en que estuviéramos listos para vender el libro de Norn.

“Ayer, vi a la señorita Norn en la escuela”.

“¿Ah sí? ¿Se encontraron? ¿Dijo algo?”

“Me dio las gracias. Así que yo también le di las gracias”.

“Ah, qué bien. Bien por ti, Julie”.

Extendí la mano y le di una palmadita cariñosa a Julie en la cabeza. Se puso un poco rígida ante mi contacto, pero no se apartó.

Por casualidad, Norn había terminado recientemente su libro sobre Ruijerd. Incluso después de que empezara a aprender la espada de mí, había seguido escribiendo. El libro era corto, y la prosa era un poco torpe y complicada. Además, sólo cubría una parte de la vida de Ruijerd: la historia de esas lanzas malditas, que comenzaba con el leal servicio de Ruijerd a su señor y terminaba con su venganza.

Pero a pesar de todos sus defectos, había conseguido captar perfectamente la personalidad de Ruijerd. Su orgullo, su dolor y su audacia se transmiten con una claridad asombrosa. Con un poco de edición cuidadosa, confiaba en que podríamos venderlo como un libro para niños.

Para comprobar esta teoría, le leí el borrador a Julie, a quien le encantó. Me obligó a leerlo tres veces seguidas, y probablemente habría continuado si Ginger no hubiera intervenido.

Por lo que parece, nadie le había leído a Julie cuentos como ese cuando era pequeña. Tal vez era una cosa cultural. Al parecer, los enanos tenían algún tipo de cuento tradicional, pero tal vez no escribían libros para niños. O tal vez sus padres estaban demasiado ocupados para pasar mucho tiempo entreteniéndola. En cualquier caso, no importaba.

De todos modos, como a Julie le había gustado tanto el libro, había planeado presentarle a Norn uno de estos días, pero parecía que se me habían adelantado.

Probablemente Norn se sintió un poco avergonzada al saber que ya tenía una admiradora. Sin embargo, era bueno escuchar que habían empezado con el pie derecho. Reconocer el talento del otro es un buen primer paso para construir una buena relación de trabajo.

Todo esto significaba que estábamos avanzando de forma excelente en los preparativos de nuestra campaña de relaciones públicas de Superd. Yo también me mantenía al día con mis investigaciones y mi formación. En general, me sentía bien con el uso de mi tiempo. Si me presionara para hacer algo más de lo que ya estaba haciendo, probablemente me estaría sobrecargando.

Tal vez hubiera sido óptimo centrarse en un área específica en la que especializarse, pero mi sensación era que nunca sería el mejor en nada de lo que intentara. Eso fue cierto en mi primer intento en la vida, y probablemente también lo sea en este.

Siempre habrá alguien mejor que tú ahí fuera. Tal vez yo era el mejor mago de la Universidad en este momento, pero el mundo estaba lleno de gente increíblemente poderosa.

Existe el talento genuino, el tipo de talento con el que no puedes competir, por mucho que lo intentes.

Sin embargo, no sentí ninguna necesidad de esforzarme por ser el mejor en una sola cosa. Mi objetivo era ser lo suficientemente flexible como para competir en varios frentes. Si no podía vencer a alguien en un combate individual, encontraría la forma de esquivarlo.

En teoría sonaba bien. Pero, por supuesto, a veces puedes encontrarte con una Hidra Manatita. Quería ser lo suficientemente poderosa para defender a mi familia, aunque solo fuera eso. La lucha no era realmente mi especialidad, pero tendría que encontrar la manera de hacerme más fuerte.

“Oh, claro. ¿Quieres echar un vistazo a Lucie, Zanoba?”

“¡Ooh! ¿¡Estás dispuesto a mostrarme a tu hija!? ¿¡Estás seguro!?”

“Quiero decir… sí. ¿Hay alguna razón para que no lo haga?”

“¡Supongo que no! Sin embargo, creo que hay ciertos países en los que es tradicional esperar a que un niño cumpla cinco años antes de dejar que alguien ajeno a la familia lo vea.”

“¿En serio? Eh. Personalmente, prefiero enseñársela a todo el mundo que pueda…”

En cualquier caso, no había razón para pensar demasiado en todo esto ahora mismo. Sólo tenía que seguir avanzando lenta y constantemente.

Seguía con mi entrenamiento diario y mis ejercicios de magia, avanzaba en mis proyectos de investigación y hacía muchos amigos interesantes. En comparación con mi último intento de vida, me había esforzado mucho más y había aprovechado mucho más cada día. Se puede decir que estaba haciendo un buen trabajo hasta el momento, al menos para mí.

En otras palabras, no había necesidad de apresurar las cosas. Si me presionaba demasiado, acabaría por quebrarme física o mentalmente. Además, las prisas podrían hacer que me descuidara. No quería caer en otro desastre, como el de la hidra.

Así que, por ahora, iba a seguir avanzando a mi propio ritmo. Un paso a la vez.

Quería hacer de mis esfuerzos de superación personal una parte de mi rutina diaria. Con suerte, ese esfuerzo daría sus frutos la próxima vez que me encontrara ante un verdadero reto.

Hmm. Sin embargo, ¿cuál era el siguiente paso que debía dar en este momento?

Había sustituido mi mano por una prótesis. Mi investigación iba viento en popa. Mis relaciones con mis esposas eran excelentes, a mis hermanas y a mi hija les iba bien y nuestra familia tenía una sólida red de seguridad financiera.

Tal vez ya era hora de que Roxy me enseñara algo de magia acuática del nivel del Rey.

Leyendas de la Universidad #5: El Jefe tiene debilidad por los niños pequeños.