Nejimaki Seirei Senki (NL)

Volumen 1

Capitulo 4: La Ciencia De La Pereza De Ikta Solork

Parte 6

 

 

El rostro de Ikta se contrajo sintiéndose miserable por un instante, pero entró dentro del carruaje obedientemente sin decir ninguno de sus chistes habituales.

―Mira tus ropas… las solapas de tu camisa están torcidas, y tienes arena pegada en el pantalón. Límpialo.‖

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―…Mm…‖

―En primer lugar, tu cara es desaliñada. Aún si no puedes evitar que tu aspecto sea mediocre,  no  hay  nada  de  lo  que  puedes  llamar  ‗la  ambición  de  la  juventud‘  en  tu rostro. Incluso si presento a este hombre flacucho como un ‗Caballero Imperial‘, sólo lo tomarán como una broma. ¿Planeas avergonzarme? ¡Corrígete de una buena vez!‖

―…Mm…‖

―¡Endurece tus labios, endereza tu espalda y mira al frente! Mejor aún, ¡párate derecho! Porta un aura de una persona dotada con sabiduría poco propia de tu edad, expresa tu perfecto carácter, que reboza de buenos modeles y caballerosidad, con el brillo de tus ojos. Por Dios, ¿no puedes mostrar algo de ánimo sin tener que apoyarte en el angélico Kusu?‖

―¡No me haga esas demandas fundamentalmente imposibles! ¿Qué tanto quiere que asuma el papel de un perfecto caballero? Comprenda que Ikta-kun, sin importar cómo se vista, sigue siendo Ikta-kun.‖

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Ikta replicó después del acto completamente irrazonable de la Princesa, pero viendo que sus hombros temblaban, se percató de su exabrupto.

―¿M-Me desobedeces…? Estás desobedeciendo mis órdenes… No tenías la menor intención de mantener tu promesa, ¿no es así?‖

―No, lo haré, ¡sí lo voy a hacer! Por el amor de Dios, por favor, pídame cuanto desee… Si es lo que quiere, puedo enderezar mi espalda, ¿ve? Y si me lo pide, ¡incluso voy a sacar chispas por los ojos!‖

―Entonces, escupe tu corazón por la boca.‖

―¡Eso es decirme que me muera, ¿no es así?! De seguro que sus palabras tratan de tomar ventaja de mi estado de ánimo justo ahora, ¿no cree?‖

El ataque caprichoso y continuo de ella fatigó a Ikta y lo dejó sin fuerzas. Cinco minutos después de que partieran, él ya había utilizado toda su fuerza de voluntad, por lo que se recostó en el asiento.

―Esto es tedioso, ¡entretenme más!‖

―Ya no puedo responderle más… Siéntase libre de freírme o quemarme.‖

―¡OH, ¿ya lo dijiste?! Entonces, voy a insultarte como me plazca. Eres un cobarde, sofista, insensible, loco por el sexo… este… umm…‖

―Su Alteza, parece que su vocabulario está algo limitado.‖

―¡¿T-Te estás burlando de mí?! ¡Es sólo que hay pocas palabras que te describan bien! Y está esa que estoy reservando; creo que si la digo, tú definitivamente te pondrás furioso, así que me he contenido a mí misma; pero si me vas a decir esas cosas, ¡entonces yo también te lo diré!‖

―Por favor… Si es algo que tiene que ver conmigo, dígalo de una vez; lo que sea.‖

―¡C-Complejo de madre!‖

Comparado con lo mucho que había dudado, lo que terminó diciendo resultaba un anticlímax. Cubriendo sus oídos y enconchándose en sí misma, la Princesa miró tímidamente a Ikta.

―…¿N-No estás enojado?‖

―No. Aun si me enojara por algo así, es la pura verdad, así que no me siento insultado.‖

―P-Pero, cuando antes hablé de tu madre…‖

―¡Aah, ¿se refiere a justo después de conferirnos las condecoraciones?! Eso fue porque usted, Princesa, mencionó el nombre de mi madre en un contexto desagradable. Por tanto, por favor deje de insultar a mi madre. Le hice la promesa, así que no me enojaré, pero por otro lado, es sólo porque no puedo responderle nada adecuado.‖


Ikta  movió  su  mano  mientras  dormitaba.  La  ‗promesa‘  que  ambos  habían  estado mencionando desde antes, fue una pieza de negociación que el joven no había tenido más remedio que jugar para hacer que la Princesa se tranquilizara luego de su gran explosión después del incidente del secuestro. Ikta estaba atado a la promesa: ‗haré todo lo que me pida por un mes, comenzando ahora‘, ya por dos semanas.

―Ya no diré nada. Si no puedes contestarme, entonces yo me sentiría mal.‖

Ella podía sentirse temerosa de arruinar el ánimo de su acompañante, pero Su Alteza, la Princesa, de repente se quedó quieta y guardó silencio. Un momento incómodo recorrió el interior del carruaje. Ella no tenía la menor intención de hacer algo con la insolencia de Ikta.

―Solork, por favor, escúchame. Tengo algo serio que decirte.‖

El tono de su voz había cambiado. Hasta ahora es que ella había alcanzado la preparación mental para quebrar el hielo del silencio, pero el rostro de la Princesa estaba inusualmente serio. Sin tener elección, Ikta levantó la parte superior de su cuerpo del asiento.

―El que te invitara hoy, fue para que me acompañaras a la fiesta que tiene lugar en la Capital; pero el tener esta conversación fue el motivo principal.‖

―…‖

―Incluyendo el incidente del intento de secuestro, ya me has salvado la vida tres veces por separado. Por supuesto que te estoy agradecida, pero… más importante que eso, siento que ya no hay razón para que te oculte nada por más tiempo.‖

Escuchando esa introducción, Ikta resopló con una cara que reflejaba que ya esperaba esto desde hacía tiempo.

―¿Así que por fin va a rebelar lo que tiene en esa cabecita?‖

―Creo que nada bueno saldrá si te mantengo en suspenso. Sin embargo, era necesario posponerlo hasta que hubiera evaluado todo. No creí que bastarían sólo estos meses, y estaba preparada para emplear todo un año, pero…‖

Ikta detuvo a la Princesa, que estaba lista para ir directo al meollo del asunto, levantando una mano.

―Por favor espere. Antes de que vaya al punto principal, hay algo que quiero preguntarle primero.‖

―¿Qué es eso?‖

―Esta situación, ya hemos estado en ella antes, ¿no? Después de la inolvidable imposición de condecoraciones en el Sagrado Templo Blanco, abordamos un carruaje con usted, e intercambiamos palabras en privado.‖

―¿Y qué hay con eso?‖

―¿Que qué hay con eso? No me venga con esas cosas. Algo que estaba presente entonces, y que ahora no está, ¿recuerda?‖

No dejando que la Princesa se escapara fácilmente, Ikta la cuestionó directamente.

―Oiga, Su Alteza, ¿por qué no invitó también a Yatori? Si me está diciendo que ya no tiene motivos para ocultar nada por más tiempo, debido a que le salvé la vida, entonces, sin importar cómo lo vea, ella también tendría que estar aquí. En otras palabras, la que de entre nosotros ha demostrado con creces su lealtad hacia usted, fuera de toda duda es Yatori. No me diga que ya olvidó esa imagen.‖

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Recordando la figura de Yatori mientras permanecía sin moverse en medio de un mar de sangre con sus dos espadas en las manos, Su Alteza, la Princesa, mordió su labio, mostrándose avergonzada.

―…Tienes  razón,  Yatori  es  un  soldado  leal  en  todo  el  sentido  de  la  palabra.  He aprendido eso de primera mano durante estos incidentes… Sin embargo, por esa misma razón, no puedo invitarla a estar aquí.‖

―¿Y yo soy indigno de ser un soldado o algo así, y por eso quiere que la ayude? Si es eso, me siento satisfecho.‖

Ikta le reprochó con un cruel sarcasmo. La Princesa sacudió la cabeza de un lado al otro, con una expresión al borde de las lágrimas. 

―¡Te equivocas, no es eso! No es que seas una persona talentosa dispuesta a hacer el trabajo sucio ni nada así. ¡No he pensado eso ni una sola vez! Al contrario, es todo lo opuesto. Tú tienes una pureza de una clase distinta a la de Yatori; eso es lo que yo…‖

―Bueno, está bien. Sólo soy una persona que le gusta decir lo que le place sin parar; pero por alguna razón, parece ser que hay una parte de mí que ha conquistado a Su Alteza. Déjeme escuchar lo que tiene que decir.‖


Los ojos negros de Ikta observaron a su acompañante como si la sopesara. La Princesa tragó saliva ruidosamente, y abrió la boca con dificultad.

―Tú… ¿qué piensas del estado actual del Imperio de Katjvarna?‖

―Para decirlo fácil, está en la etapa final de su decadencia.‖

―Eso es algo rudo, sin embargo, estoy por completo de acuerdo… Comparando con su época dorada hace más de 100 años, nuestra industria está declinando, nuestro poder nacional se debilita, pero sacando todo de balance, sólo nuestro poder militar está al alza. Y mientras el Imperio se ha vuelto débil y pusilánime, nuestra vecina, la República de Kioka, ha crecido y prosperado.‖

―La República de Kioka ha estado manejando sus asuntos internos y diplomáticos bastante bien. Por el contrario, el gobierno del Imperio está usando ahora su maldita estupidez de forma perfecta. El que dejó que Kioka, una región pequeña que originalmente se había separado del Imperio, y que no era otra cosa que un país pequeño y débil comparado con un vecino tan poderoso, floreciera hasta donde ha llegado, en cierto sentido no es otro que el mismo Imperio.‖

Nejimaki Seirei Volumen 1 Capitulo 4 Parte 6 Novela Ligera

 

La Princesa le dio la razón a Ikta, al poner en palabras lo que ya había considerado.

―La definición del gobierno en el Imperio Katjvarna es compensar las fallas del Gabinete a través de la guerra.‖

―Ese es un buen resumen. Sí, así es exactamente. Si recordamos el incidente de la Fortaleza Oriental antes de todo esto, es fácil de entender usándolo como ejemplo. El Gabinete  le  traspasó  sus  errores,  la  ‗falla  al  tratar  de  conquistar‘  parte de  Kioka  por medio  de  trucos  militares,  la  ‗derrota  aparente‘…  Entonces,  por  decirlo  así,  en  este país, es como si ‗todo lo que ocurre, en última instancia, gira alrededor del ejército‘.‖

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―Sí,  puedes  incluso  llamarlo  ‗su  principio  para  sus  excesos‘…  Es  por  eso  que  los soldados son valorados en este país, porque ellos soportan la responsabilidad por las fallas de los políticos, perpetradas por la Familia Imperial, y asumen su papel resolviendo las guerras.‖

―Para la Familia Imperial, el ejército es un basurero muy conveniente, que incinera automáticamente toda la basura que arrojan en él. Mientras esto dure, los hombres de Estado no tienen que asumir ninguna responsabilidad por las políticas que proponen por su cuenta, y por eso se corrompen. La situación ha llegado al punto que, cualquier cosa que hagan, ellos piensan que una guerra lo resolverá todo. El Gabinete se ha convertido en una cueva de ladrones, para aristócratas influyentes que no tienen nada en la cabeza, excepto dejar atrás sus ropajes de plebeyos y hacer del Emperador una figura decorativa, envejeciendo al tiempo que no cargan con ninguna de sus responsabilidades como líderes.‖

La Princesa asintió con energía. El odio y rencor hacia su padre biológico surgió en sus ojos.

―El Emperador actual… la persona conocida como el Emperador Arshankrut Kitora Katjvanmaninik, si se le despojara de la corona imperial, no sería nadie. Él es sólo un hombre depravado, ignorante y temperamental. Probablemente no fuera así en un principio, pero una vida de adicción al vino y a las mujeres lo ha corrompido hasta la médula de sus huesos. El sólo pensar que yo soy la hija de alguien así, me hace sentir enferma, como si toda mi sangre estuviera corrupta.‖

―Eso no es científico. Si hay una parte de una persona que puede corromperse mientras sigue viva, no sería la sangre, sino la mente.‖

Ikta habló con ligereza, y la Princesa sonrió, refrescada por su humor.

―Tú ni siquiera lo conoces, y aun así piensas lo mismo…. No basta con que te lo agradezca, no tienes idea de lo mucho que esas palabras han aligerado mi corazón.‖

―Bueno, pero el logro no es mío, es de la ciencia, ¿no?‖

―No tienes que rechazar mi agradecimiento de esa forma… En todo caso, bajo la premisa de que el Gabinete de Katjvarna está completamente podrido, quiero solicitar tu ayuda.‖

En ese punto, Su Alteza, la Princesa Chamille, respiró hondo y comenzó a hablar, mientras componía su postura.

―Ikta Solork, tú, como soldado, ascenderás a lo más alto del Ejército Imperial.‖

―…‖

―Yo sé que esto no es algo que quieras hacer; sin embargo, no te permitiré que digas que no puedes. Tú tienes un buen instinto en lo que a asuntos militares se refiere, ‗un instinto arrollador‘ para esas cosas.‖

La Princesa deliberadamente se abstuvo de poner algo más de su evaluación en palabras, ya que el hecho de que ella estuviera viva y respirando ahora era debido no a otra cosa que a las cualidades extraordinarias y a las habilidades de Ikta.

Él pudo atravesar la frontera nacional gracias a su ingenio, manejó como títere a un capitán en servicio activo a través de tácticas novedosas, y arruinó un intento de secuestro  por  soldados  veteranos,  ‗leyendo‘  sus  tácticas  en  un  nivel  superior.  Si  un récord como ese no era promesa de un futuro distinguido, entonces, ¿cómo debía ser juzgada la habilidad de alguien?

―Eso es absurdo… Ese ejemplo ignora el estado actual en este momento, pero hipotéticamente, si siguiera ascendiendo hasta llegar a General del Ejército, ¿qué es lo que haría después de eso? No me va a ordenar que organice un golpe de estado contra la Familia Imperial, ¿verdad? Además de ser un soldado, un noble y un héroe, si  me  presenta  el  honor  de  ser  un  ‗dictador‘,  en  verdad  sería  algo  demasiado generoso.‖

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―No, no habrá un golpe de estado. Me desagradan los dictadores, e incluso si tuviéramos éxito, el interior del Imperio quedaría en una zona gris políticamente. No hay forma que Kioka dejara pasar tan jugosa oportunidad.‖

―En todo caso, parece que usted está levemente al tanto de la realidad. Entonces, por favor dígame, ¿qué es lo que tendré que hacer cuando haya escalado el escalafón?‖

―Yo haré que pierdas la guerra.‖

La respuesta inmediata de la Princesa hizo que Ikta se envarara por primera vez… Esta chica, ¿qué acababa de decir?

―Tú te volverás un Capitán o un General del Ejército, y comandarás a todas las fuerzas del Ejército Imperial; luego de hacer esto, te asegurarás de tener una ‗derrota definitiva‘ en la guerra con Kioka. Absolutamente no una victoria, tiene que ser una derrota. Esto es porque aun si salieras victorioso, el Imperio está tan débil en su organización que es imposible que se reconstruya como nación.

En ese instante, Ikta sintió como si un rayo hubiera caído sobre su cabeza. Entre las impresiones que había recibido desde el tiempo en que era discípulo de Anarai Khan, este cambio de paradigma42 es el que tendría un efecto dinámico más marcado en su vida.

―…Su Alteza, básicamente, perdiendo la guerra…‖

―¡Sí, salvaremos el país perdiendo la guerra! Para decirlo de forma más precisa, como resultado de la pérdida en batalla, la cultura, la filosofía política y la economía de la República de Kioka, las usaremos como medio de presión externa ante todo lo que he mencionado, para purificar al Imperio.‖

―Podrías  estar  escuchando  una  idea  imposible. Ciertamente, aún   no existía  un  país que hubiera intentado algo así con conocimiento de causa; sin embargo, históricamente sí existían varios precedentes de países que habían florecido como resultado de perder una guerra. Y es por eso que sé que es un método plausible.‖

Ikta no pudo hacer otra cosa que observarla en muda sorpresa… Es cierto, como con el incidente del Teniente General Hazaaf Rikan, había ejemplos de pequeñas derrotas militares que eran usadas en el Imperio para propósitos políticos, como hasta ahora.

Pero al final, como estaban limitadas a derrotas tácticas y locales, el ‗objeto de tanto sacrificio‘ seguía siendo una hipotética victoria definitiva. Expresándolo de otra forma, era como sacrificar alguna de tus piezas importantes en shogi, mientras buscabas acabar con el rey enemigo.

No obstante, la idea de Su Alteza, la Princesa, era diferente. Este era un intento de abandonar la victoria, al menos en la superficie del tablero, y tratar de obtener esa victoria por fuera del campo de juego. Incluso en una guerra normal, la estrategia está en una dimensión superior a las tácticas, y esa estructura podía aceptar derrotas locales; pero la Princesa, colocando a la política en un nivel todavía por encima que la estrategia, iba a permitir una derrota definitiva.

Ella creía que con una derrota así, considerándola  como  una  monumental ‗pieza  de  sacrificio‘, se conseguiría  la  victoria en un futuro distante, gracias a la política.

―¡¿Y qué piensa hacer con la cultura y nacionalidad del Imperio?! ¡El trato hacia una nación derrotada es algo que está en manos del país vencedor, ¿sabe?!

¡Considerando ese punto, el mismo Imperio se volverá infinitamente más débil durante su restauración!‖

―Tienes toda la razón, pero eso sería en una situación en la que perdiéramos la guerra de forma total. Si somos vencidos, pero conservamos suficiente fuerza de reserva, será posible limitar la intervención de Kioka en el contexto de nuestro poder militar. Y Solork, lo que quiero pedirte es que hagas exactamente eso.‖

―¿N-No puedo ganar la guerra, pero tampoco puedo perder sin dejar una fuerza suficiente para el proceso posterior? En otras palabras, yo…‖

―¡Deberás perder inteligentemente, Solork! Con el objeto de purificar el interior del Imperio, tú nos traerás una derrota que nos deje con la cantidad perfecta de fuerza de reserva, para que la presión externa pueda ser moderada, y así podamos limitar la interferencia de Kioka, aun perdiendo.‖

―Tú eres el único que puede asumir ese papel. No es sólo cuestión de mera habilidad militar. Ikta Solork, tu idiosincrasia, tu odio a los soldados, los nobles y la realeza, es esencial. Por ejemplo, aun si Yatori tuviera las mismas habilidades que tú, no podría confiarle este papel. Ella es un soldado por naturaleza. Su genuino deseo de abatir al enemigo y proteger su país nunca cambiará. La sola idea de usar una guerra perdida para beneficiar al país es tristemente inconsistente con su forma de pensar.‖

Ikta sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Era muy rara… en esta nación, la idea de Su Alteza, la Princesa, era muy rara. Pero en cierto modo, era congruente con la corrupción del Imperio, porque esencialmente, aun el plan de ‗salvar al país perdiendo la guerra‘ era igual que la inclinación política del Imperio por ‗compensar las fallas del Gabinete con derrotas en la guerra‘.

―Mi persona no es más que una Princesa decorativa que no posee ni una porción de territorio. Actualmente no cuento con la autoridad de interferir en la política o el ejército. Eso es algo que tú debes obtener por mí. Lo único que yo puedo hacer es sentar los cimientos. La verdad, no tenemos flexibilidad en lo que se refiere a tiempos, ya que el Emperador reinante, que sigue con su estilo de vida decadente, se vuelve más débil día con día; no sabemos cuándo su salud sucumbirá. Es posible que sean 10 años, o quizás seis, o cinco… puede ser menos aún… Si eso sucede, los parásitos que infestan el Gabinete los apoyarán a ustedes, los Caballeros, como candidatos a Emperador, y no es difícil de imaginar que eso desatará una violenta guerra civil. Y ya que eso sería una gran y problemática crisis a nivel nacional, Kioka bien podría aprovechar el caos político como una oportunidad y lanzar contra nosotros una ofensiva con todas sus fuerzas. Seremos atacados y amenazados desde el exterior… Antes de que eso pase, tú debes ascender a lo más alto del ejército.‖

Sean cinco o seis años, Ikta todavía estaría en sus veintes. No había un precedente de ningún General del Ejército tan joven en la Armada Imperial; es más, nadie objetaría si se asegurara que algo así era imposible.


A pesar de ello, la Princesa le estaba pidiendo que lo hiciera. Ella creía firmemente que el joven frente a sus ojos podría hacerlo posible. Ikta rechinó los dientes. Para él, esa fe tan unilateral era una equivocación de la que nunca se arrepentiría lo suficiente.





―Su Alteza… usted… ¿de dónde sacó la idea? En el Imperio, sin importar lo retorcida que esté su mente, no encuentro nada que pudiera haberla inspirado. Digamos que hay un sitio que alienta lo contrario a esa clase de pensamiento, pero no es el Imperio, sino…‖

No es posible que ella… esta epifanía llegó hasta Ikta. La Princesa lo confirmó con una respuesta inmediata. ―Sí, es algo que se ha ocultado a los ciudadanos, pero yo he vivido en suelo de Kioka por los meses y años que transcurrieron desde que tenía tres hasta cumplir los once años. Para garantizar las condiciones del cese al fuego entre ambas naciones, les fui entregada como rehén política.‖

―…¡Entonces, su forma de pensar es una mezcla de los estilos del Imperio y de Kioka!‖

Su Alteza, la Princesa Chamille, acercó su rostro al de Ikta, que la observaba estupefacto, de modo que sus narices casi se tocaron. Luego, ella llenó sus palabras siguientes con toda la determinación que había acumulado en su no muy larga vida.

―Aplasta bajo tus pies los deseos largamente añorados por los soldados, deshazte de todo compromiso con la Familia Imperial, traiciona hasta la última migaja de confianza que hayas recibido como un héroe con esa simple derrota… ¿Qué dices? No hay un escenario mayor ni más apropiado para ti, que odias todo lo que tenga que ver con soldados, la Familia Imperial y los héroes… ¡Eso es lo que te estoy ofreciendo!‖





―¡…!‖

―No te atormentes más, Ikta Solork, ¡pelea junto conmigo hasta que seamos derrotados! En cualquier caso, ¿alguien tan retorcido como tú podría aspirar al Cielo del que hablan en la Iglesia de Alderah? ¡Entonces, déjame acompañarte a las profundidades del Averno, y que ambos sean la misma cosa! Ya he decidido que te acompañaré en tu camino al Hades… ¡No comenzaré a quejarme ahora!‖

Esta persuasión tan teatral arrojaba toda la lógica al viento, pero Ikta no puso ninguna objeción. El momento en que no pudo rechazar el plan de la Princesa como

―irrealizable‖, fue probablemente cuando quedó atrapado por el destino.

Y así, la historia comienza en el estricto sentido de la palabra. ‗El hábil administrador invencible del estatus quo‘ Ikta Solork; y ‗la última Princesa del Imperio de Katjvarna‘ Chamille Kitora Katjvanmaninik; ellos dos se alinearon juntos y corrieron a toda velocidad hacia la siguiente batalla de su derrota prometida.

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