Nejimaki Seirei Senki (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: Sin Novedad En El Frente Oriental

Parte 8

 

 

En los ojos de los viejos soldados, tanto el Teniente General como los demás, que los veían marcharse, la calidez y la melancolía coexistían.

―¿La historia tiene que repetirse? Bada Sankrei…‖

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Sus cinco amigos, que estaban a su lado, fueron los únicos que oyeron las palabras que dejó escapar el joven.

―Ya veo, el Teniente General Rikan está muerto…‖

Inclinando su cabeza hacia abajo, con los ojos cerrados, Haro dedicó una plegaria silenciosa. Los cinco se habían reunido, llamados por Yatori, en el lobby del hotel; y compartieron y evaluaron la noticia de la muerte del gran general.

―Enfrentando el ataque de Kioka, la fuerza de vanguardia, bajo el comando del Teniente General Riakn en persona, experimentó una casi total destrucción. Por el contrario, al parecer la mayoría de los soldados desplegados relativamente cerca de la retaguardia lograron escapar hacia la capital.‖

―El Teniente General cumplió con su deber hasta el final‖, dijo Torway con pesar. Yatori y Matthew arreglaron su postura en sus asientos y cerraron los ojos.   Rezaron de todo corazón por una vida posterior llena de bendiciones para los viejos soldados, perdidos en el campo de batalla.


Entre el grupo, Ikta, el único que mantenía una expresión de amargura, gentilmente acariciaba la cara de Kusu, a quien mantenía cerca de su pecho.

―Maldición, ¿no se lo dije?‖

Un murmullo, mezclado con una maldición, escapó de los labios de Ikta, sorprendiendo a la camarera, que les traía el té. Junto a él, Yatori indiferentemente hizo un comentario, mientras llevaba la taza de té a sus labios con un movimiento fluido.

―¿Qué fue, exactamente, lo que le dijiste? ¿No estás siendo presuntuoso? ¿No pensarás que el estado de la guerra podría cambiar por tu opinión?‖

Ikta no pudo responder nada. En su lugar, él vertió una gran cantidad de polvo blanco de la azucarera que adornaba la mesa, lo cual era distintivo de los hoteles de clase alta.

Haro, habiendo terminado su oración silenciosa, se sitió mareada por esta acción tan descarada.

―E-Esos granos blancos… ¿sería malo si pongo algunos en una bolsa y los llevo de regreso a casa? ¿Cómo un recuerdo para mis hermanos menores?‖

Ella súbitamente pasó de la noticia solemne de la muerte a un tópico más ligero… De esa forma, las cinco personas, todos ellos excelentes jóvenes y señoritas, también aligeraron la atmósfera, pensando que no era apropiado que todo el lobby se deprimiera.

―Comprendo lo que sientes, pero eso sería de mala educación, ¿no? Bueno, la forma como Ikta lo está usando también lo es.‖

―Incluso sin obsesionarse sobre estos granos blancos, también tendremos una recompensa por parte de la Familia Real, ¿verdad? Porque como quiera que fuera, escoltamos a casa a Su Alteza, la Princesa, desde una nación enemiga.‖

Dijo Matthew, cuyo estómago había declinado por la aventura, pero lo había restaurado a su estado original gracias a las lujosas comidas del hotel. Mientras dejaban pasar el tiempo sin un propósito fijo, Yatori dejó escapar un suspiro.

―En vez que un suministro por un año de azúcar de alta calidad, sólo hay algo que quiero como recompensa: un examen de recuperación.‖





―E-Eso no debería ser problema, ¿no? No fue nuestra culpa que el barco se hundiera.‖

―Sería genial si las cosas salen bien, pero el número de peticiones exitosas para el Examen de Oficiales de Alto Grado es fijo todos los años. Sería bueno que no todos los puestos hubieran sido llenados. Aargh, esto es estar medio muertos, ¿saben?‖

Quizás su nerviosismo se había reducido al vivir por cerca de un mes en el hotel, pero no había tanta ambición en la voz de Yatori como la que existía al momento del hundimiento del barco.

―No, no. Ya he pensado mucho en ello mientras vivíamos aquí, y verás, es mejor si nos contactan lo más tarde posible.‖

Comentó Ikta con voz despreocupada, mientras bebía el té, endulzado con una cantidad exagerada de azúcar. Este hombre, que emitía un olor a perfume de mujer por todo el cuerpo, era el que, sin duda, disfrutaba más de su estilo de vida actual.

―Hablando de eso, ¿que se ha decidido que obtendrás un trabajo en la biblioteca aquí? Los gastos de viaje no son baratos, ¿no es así?‖

Considerando que Ikta no tenía ninguna prisa por presentar su examen, Yatori, con resolución inalterable, no tenía la menor intención de dejar de lado su contrato previo. Aun así, no pudo evitar que en su voz se adivinara un dejo de resentimiento.

―Además, mis gastos para vivir también serán más bajos, antes de tener que entrar a una casa de asistencia.‖

Dijo Ikta, desechando el acuerdo sin pena. Yatori maldijo la ingenuidad que mostró en el pasado. Quizás debió golpearlo en el estómago con más fuerza; si lo hubiera hecho, entonces todo se nivelaría con los gastos médicos.

Mientras continuaban su cháchara en una atmósfera relajada, de repente se dejó sentir una presencia que se aproximaba con un propósito. Los cuatro (menos Ikta) enderezaron las espaldas. Quienes se aproximaban a ellos con pasos regulares eran tres oficiales de la corte imperial, vestidos con imponentes ropas formales.

―Yatorishino Igsem, Matthew Tetdrich, Ikta Solork, Torway Remeon, Haroma Bekkel. Ustedes son los cinco que hemos nombrado, ¿correcto?‖

Todos respondieron asintiendo. El oficial de más edad aclaró su garganta tosiendo.

―Hay un artículo que les ha sido enviado hasta su lugar de residencia por el Comandante de la Guarnición Oriental, el fallecido Teniente General Hazaaf Rikan.‖

Mientras hablaba, los soldados más jóvenes, que permanecían a la espera a ambos lados, dieron un paso al frente. Llevaban un paquete largo y delgado, envuelto en una tela roja. Manejándolo con cuidado, lo pusieron sobre la mesa y en silencio abrieron el envoltorio.

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―¡¿Ah?! ¡¡Mi rifle de aire!!‖

Matthew con regocijo voló hacia su amada arma. Un instante después, Torway tomó en sus manos su propio rifle de aire, que era dos grados mejor que el estándar; mientras Yatori tomaba calmadamente en sus brazos su sable y su daga auxiliar. Sus armas favoritas, que ya se habían resignado a no volver a ver jamás, habían vuelto. Sus brazos temblaron por el peso del acero y de la nostalgia.

―Voy a leer el mensaje del Teniente. ‗Ya que el globo cayó en el océano en el lado del Imperio, afortunadamente fuimos capaces de recuperar sus pertenencias. No sólo se las devuelvo con toda humildad, sino que les confío el futuro del Impero a ustedes, jóvenes héroes‘.‖

Todos ellos enderezaron su postura y escucharon con atención. Más que un mensaje, eso parecía el contenido de un testamento.

‗Aunque soy un soldado veterano, mi voluntad no morirá. Rezo, desde el reino de la muerte, porque la suerte y la fortuna de la guerra estén con ustedes‘ ―Eso es todo‖

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Sin que nadie les dijera nada, todos ellos de forma espontánea se pusieron en pie e hicieron una reverencia al gran comandante que ya no estaba en este mundo. Aún Ikta, siendo tan retorcido como era, no era inmune al respeto que merecía alguien que había cumplido con su misión y caído en una muerte honorable.

―Muy bien, ahora pasemos a la ceremonia verdadera. Un carruaje tirado por caballos los espera afuera, así que por favor abórdenlo después de dejar sus armas en el hotel. Vengan adecuadamente vestidos, de modo que no se sientan avergonzados al estar frente a la nobleza.

La luz volvió a los ojos de Yatori. Ahora, comenzaba a soplar un viento nuevo, haciendo que el globo que parecía estar detenido en ningún sitio comenzara a moverse.

―Súbditos, por favor, contengan sus lágrimas ante el privilegio de esta audiencia. Su Majestad, el Emperador Arshankrut Kitra Katjvanmaninik, los espera en el palacio.‖

Dentro del carruaje tirado por caballos que avanzaba por un jardín magnífico de eterno verdor, cada uno de los cinco seguía sus propios pensamientos.

―O-Oye Torway, s-si recuerdo bien, cuando tengamos la audiencia no podemos ver a los ojos de Su Majestad, ¿verdad? También es mala educación hablar directamente con él sin pedir la ayuda de un asistente, y aclarar tu garganta o estornudar también está absolutamente prohibido, y también… este…‖

―Maa-kun, todo estará bien, así que cálmate. Cuando entres a la presencia de Su Majestad, arrodíllate, y después, sólo responde cuando él te pregunte algo. Ya que los modales dentro de la corte Imperial no están regidos por una ley, nadie nos dirá algo cruel para nosotros. Digo, vamos ahí para que nos recompensen, ¿no es así?‖

El más fácil de entender, y el que más temblaba, era Matthew, cuya redonda cabeza volteaba frenéticamente y se ponía roja o azul sobre su camisa, que había sido abotonada hasta el último botón, contra su voluntad. Torway no tenía el tiempo de gastar sus energías preocupándose por sacarlo del estado en que estaba.

―Bien…  está bien…  Ilf,  Shouka, Echiri…su hermana mayor…  pueden confiar en su hermana mayor, así que…‖

Mientras murmuraba los nombres de sus hermanos menores, Haro había adoptado una posición de una persona rezando. En el lado contrario, sólo Yatori, que palmeaba su espalda, estaba tan tranquila como de costumbre. La familia Igsem había recibido la visita de Su Majestad, el Emperador, y en su caso, hoy no sería la primera vez que lo viera frente a frente.

Sólo quedaba Ikta Solork. Desde que dejaron el hotel, había dejado casi de hablar, como si se hubiera vuelto una persona diferente. Pero uno no podía descuidarse. Viéndolo con los ojos de Yatori, que lo conocía desde hace mucho tiempo, había más indicaciones de mal humor que de nerviosismo.

‗Vamos a darle una advertencia‘, decidió Yatori mientras miraba su perfil inexpresivo.

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―Ikta, te digo esto seriamente; durante la audiencia, sólo responde aceptablemente aquello que te hayan preguntado. No importa quién soy yo, me rehúso a responder por ti en presencia de Su Majestad.‖

―Ya entendí. Es sólo que me duele el costado, y que estaría sufriendo en mi cama bajo circunstancias normales.‖

Para el joven, era una respuesta sin la viveza habitual. El carruaje se detuvo, concluyendo su viaje.

Los guardias externos del palacio les indicaron que descendieran, y los cinco finalmente se pararon en la tierra sagrada, donde residía la nobleza.

Lo que primero captó su atención fue el enorme edificio, construido con una gran cantidad de piedras opalescentes.

―Imposible… ¿Es el Sagrado Templo Blanco?‖

Las pupilas de Yatori se dilataron… ya que cuando Su Majestad recibía a invitados, existían tres edificios en el palacio de Banhataal.

Estaba el Templo de Arena Amarilla, dedicado a encuentros con invitados de naciones extranjeras; el Templo Verde Profundo, dedicado a la recepción de los reportes de los administradores; y el Sagrado Templo Blanco, dedicado a homenajear a aquellos que le hubieran prestado un gran servicio a la Casa Imperial.

El que estaba situado más cerca del Palacio Imperial, en otras palabras, la mansión donde la Familia Imperial vivía regularmente, era el Sagrado Templo Blanco, ante el cual estaban Yatori y los demás. Los únicos que podían tener una audiencia con Su Majestad el Emperador en este recinto, eran los vasallos principales, que habían dado un muy grande servicio al Imperio. El peldaño más alto para un soldado, el campo de promoción para los Mariscales, se llevaba a cabo aquí.

―Por favor, síganme.‖

Guiados por la chambelán 29 , quien vestía largos ropajes ceremoniales, los cinco entraron al Sagrado Palacio Blanco. Incluso el ánimo de Yatori había descendido por el nerviosismo. No importaba si habían salvado a la Princesa, esa era la obligación de cualquier persona ordinaria, aunque no tuviera ningún rango oficial. Todo lo que podía pensar es que, incluso si les concedieran una audiencia, era algo que podía llevarse a cabo en el Templo Verde Profundo.

Como una revisión final antes de llegar a Su Presencia, las mucamas arreglaron la apariencia de cada uno de los cinco.

Cuando concluyeron que ya no había nada que pudiera ser causa de problemas frente a Su Majestad, los soldados guardaespaldas, que fungían como sus escoltas, y que eran los únicos que podían portar espadas, lentamente abrieron las puertas de la cámara interna.

Al final de una larga alfombra color dorado, el gobernante del país reposaba en su trono.

―Yatorishino Igsen, Matthew Tetdrich, Ikta Solork, Torway Remeon, Haroma Bekkel. Las cinco personas mencionadas anteriormente se presentan ante el llamado de Su Majestad, el Emperador.‖

Tan pronto como dio este reporte, la chambelán en jefe, que los había precedido hasta ahora, se retiró hacia un lado y sólo los cinco jóvenes hombres y mujeres permanecieron frente a Su Majestad. Las miradas de los nobles los presionaban a sus espaldas, como un peso enorme sobre los cinco, que permanecían con una rodilla en tierra.

―Chamille, el servicio que te prestaron estos cinco, dilo tú misma.‖

La voz grave y seca llamó a su hija. Ante esto, Su Alteza, la Princesa Chamille salió desde el frente de la línea de asistentes, vestida con un sari blanco. Parecía que la fatiga del naufragio se había curado por completo durante este mes, y con su largo cabello rubio habiendo recobrado todo su esplendor, era como una flor solitaria, floreciendo en el edificio del templo.

―Voy a hacer mi reporte, Padre… Primero, el servicio de salvar de una muerte inminente a mi persona, quien había sido arrojada al mar por las sacudidas que se dieron durante el hundimiento, a causa de una tormenta, del barco que se dirigía hacia el Examen de Oficiales Militares de Alto Rango. Segundo, el servicio de forzar al enemigo a retirarse y la valentía de arriesgar la propia vida en el momento en que estuve a punto de ser capturada por soldados de la República de Kioka. Tercero, el servicio de alejar mis simples preocupaciones para finalmente escoltarme a través de la frontera nacional, poniendo todo su ingenio a trabajar, debido al infortunio de haber sido llevados a la deriva al territorio de la República, hasta donde encalló nuestro bote después del hundimiento.‖

Su Majestad asentía levemente al oír los varios servicios que la princesa recitaba, mirando las figuras de los honorables jóvenes y jovencitas.

―Gracias a sus servicios, mi hija, que es heredera de 900 años de la sagrada sangre de la Casa Imperial, ha regresado a sus raíces sin haber sido capturada por los salvajes de Kioka. Ustedes protegieron a una de mis descendientes, lo que esencialmente equivale a proteger al Imperio. Por tanto, jóvenes soldados de la defensa de nuestra nación, los recompensaré generosamente con medallas honoríficas. Levanten sus cabezas.‖

Al recibir el permiso, los cinco elevaron sus rostros tímidamente. Entonces, pudieron ver a la persona que llevaba el papel de gobernante de su país natal, viéndolo a corta distancia por primera vez.

El Emperador no era muy viejo; debía tener apenas por arriba de los 40 años, y estar en la flor de su madurez… pero en vez de ello, su figura daba la impresión de ser un enorme árbol muerto. Los huesudos dedos de ambas manos, la piel cuya resequedad era cubierta por varias capas de aceite perfumado, su cabello rubio que se había convertido en un ocre sin tono ni brillo, todo ello indicaba la decadencia de su mente y de su cuerpo, sin intención alguna de ocultar nada de ello.

El árbol muerto, con una corona sobre su cabeza, aferrándose tan sólo a su dignidad, lentamente levantó su brazo derecho.

―Yatorishino Igsen, Matthew Tetdrich, Ikta Solork, Torway Remeon, Haroma Bekkel, a estas cinco personas, el día de hoy, en este momento, les otorgo el título de ‗Caballeros Imperiales‘.‖

Se produjo un largo silencio. Las palabras del Emperador no eran asimiladas por las cabezas de los cinco tan fácilmente.

―¿…Caballero Imperial…? …Umm, en otras palabras… ¿nos concede un título…?‖

En ese momento, olvidando su nerviosismo y el decoro, la redonda cara de Matthew resplandecía de regocijo. Junto a él, Torway abría desmesuradamente los ojos, como si hubiera visto un fantasma a plena luz del día. Sólo Yatori permaneció impávida.

No era extraño que los cinco dudaran de lo que acababan de escuchar. El título de

―Caballero Imperial‖, normalmente, era uno de los honores supremos que sólo se daban a Oficiales Militares de Alto Rango con enormes servicios prestados durante tiempo de guerra. La gente que recibía esto, a pesar de ser un honor reservado para una sola persona, y que no podía ser heredado por los descendientes, era ‗subir a esa persona al primer escalón de la nobleza‘.

La nobleza, bajo el sistema de clases Imperial, existía con el propósito de seleccionar a los jóvenes con linajes influyentes, para que se relacionaran con la Familia Imperial a través del matrimonio; y como regla general, uno no podía convertirse en noble si venía de las clases bajas.

Prácticamente la única excepción a esta regla era conferir el título de ―Caballero Imperial‖, y esto traía consigo muchos beneficios. Un aumento considerable en la pensión, una voz más influyente en asuntos políticos, permiso para atender las reuniones en la Casa de los Nobles… más derechos de lo que podían aguantar sus jóvenes personas habían caído sobre sus hombros.

Por tanto, Yatori y Torway no podían sentir sólo regocijo. Incluso si su servicio había sido la salvación de la Tercera Princesa, esta era a todas luces una recompensa excesiva, que parecía haber dejado a Torway completamente confundido, al grado que no podía hacer otra cosa que cruzar los brazos con nerviosismo. ¿Por qué dejar que pasen las cosas sin sospechar que tienen un lado oculto?

Sosteniendo a Haro, que se había desmayado de shock, Yatori con indiferencia miró de reojo detrás de ella… No había color en el rostro de Ikta Solork, mientras sus manos empuñadas temblaban incontrolables.

‗De una forma u otra está reprimiendo el impulso de saltar y estrangular el cuello del Emperador‘, es el sentimiento que llegó hasta Yatori. Estaba segura de estar en lo cierto.

Cuando los arreglos del otorgamiento de los títulos estuvieron terminados, el Emperador se reclinó sobre el trono como si estuviera completamente exhausto. El chambelán en jefe se encargó de todo a continuación.

Los detalles referentes a la preparación de los ‗Caballeros  Imperiales‘,  y  el resultado  del Examen  de  Oficiales Militares de Alto Rango, que había sido interrumpido por todo el incidente. Aquí, les fue anunciado que habían pasado el examen a raíz de las circunstancias excepcionales. Sin embargo, como el anuncio fue después de que les hubieran otorgado los títulos, tanto su sorpresa como su alegría fueron menores.

Su inesperada audiencia terminó sin ninguna indicación, y los cinco fueron conducidos fuera de la cámara interna, antes de que cualquiera de ellos pudiera asimilar completamente la situación.

Con Yatori a la cabeza, sosteniendo a la desmayada Haro, los cinco abandonaron el Sagrado Templo Blanco. Afuera, frente a dos carrozas cerradas tiradas por caballos, la Princesa, enfundada en su sari blanco, los esperaba.

―Su Alteza Chamille…‖

―Estoy segura que todo esto fue un problema. Pero por favor, vengan conmigo por un rato más. A partir de este momento, habrá una ceremonia celebrando que se les han conferido títulos.‖

Haciendo esa declaración, Su Alteza, la Princesa, abordó el carruaje de la izquierda un paso delante de ellos.

―Nos separaremos en grupos de tres. Yatori y Solork, suban conmigo aquí; los demás en el otro carruaje.‖

Era una separación llena de significado. Todos abordaron como les habían indicado, y los carruajes comenzaron a moverse. Como eran tres personas en un espacio diseñado fácilmente para seis, Su Alteza, la Princesa, dentro de la cabina cerrada del carruaje, inició la conversación.

―No importa lo que digamos aquí, el cochero no puede escucharnos. Ya no necesitas contenerte más, Solork.‖

La princesa habló como si hubiera adivinado los pensamientos más profundos de Ikta. Él abrió las manos, que había mantenido empuñadas todo el tiempo, exhaló un magnífico suspiro, y se llevó las manos al negro cabello.

―Realmente lo ha logrado, Princesa. Ha arruinado total y completamente mi plan de vida, ya que (incluso si se voltearan el cielo y la tierra), lo último que yo deseaba ser era un soldado.‖

Se quejó el joven que seguía siendo una persona ordinaria hasta hace apenas una hora… Sí, Ikta ya era un soldado.

Y no era porque hubiera pasado el Examen de Oficiales Militares de Alto Rango por circunstancias especiales; a fin de cuentas, éste sólo era la aprobación para entrar al ejército como un cadete avanzado; y el interesado siempre podía rehusarse si así lo quería. Pero sólo bajo circunstancias normales.

El  problema  aquí  era  el  otorgamiento  del  título  de  ‗Caballero  Imperial‘.  El  título conferido era una orden del emperador, disfrazada de una recompensa. En vista de que él era un plebeyo, no era algo que pudiera rechazar. Y lo que era aún más problema,  el título  implicaba  enlistarse  al ejército,  ‗lo quisiera  o  no‘.  El razonamiento era simple: ‗un Caballero no puede no ser un soldado‘.

―Ya que me he convertido en un soldado, ya no puedo desafiar más las órdenes del ejército.  En  este  punto  ya  no  es  una  ‗autorización‘  para  avanzar  a  la  Academia  de Oficiales Militares de Alto Rango, sino una orden. …El puesto de bibliotecario en la Biblioteca Nacional por el que trabajé con ahínco ahora ya no vale nada. Ya no tengo energía ni para enojarme por ello.‖

Encontrando la amplitud de espacio como algo conveniente, Ikta dejó caer la parte superior de su cuerpo sobre el asiento. En la expresión de Su Alteza, la Princesa, que miraba con atención a este joven mientras trataba de mantener la compostura con un rostro pálido, se adivinaban leves sentimientos de culpabilidad.

―Su Alteza, estamos muy agradecidos de haber recibido este honor tan inmerecido. Sin embargo, ¿no es algo completamente inusual?‖ 

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Yatori expresó lo que sentía. La Princesa permaneció en silencio, escuchando con atención.

―‘Caballero Imperial‘, como su nombre implica, debería ser un título otorgado únicamente  a  soldados  que  han  realizado  un  gran  servicio  en  guerra.  ‗Caballero‘  es una condecoración que se da a los soldados, así que las personas a las que se da el título de ‗Caballero‘ es porque ya son soldados, así que se ha invertido el orden. Por lo que sé, no hay un precedente de conferir un título así.‖

―No hay precedentes. Por tanto, se ha creado uno con ustedes.‖

―Su Alteza…‖

―¡Yatori, te lo ruego, no me mires con esa crítica en los ojos! Claro que yo apoyé la idea; sin embargo, el conferirles este título no salió de mí, sino que fue el deseo de todos los miembros del Gabinete de Katjvarna.‖

Mientras permanecía recostado, Ikta atacó las débiles defensas de Su Alteza, la Princesa.

―Aunque en realidad fuera un juego arreglado, si los ciudadanos son testigos de la caída  del  Fuerte Oriental,  eso  no  es  otra  cosa que  una  ‗batalla  perdida‘.  Su  odio  se dirigirá hacia Kioka, pero algo de ello también irá hacia el ejército, ya que la naturaleza humana siempre tiene esa inquietud, ¿no?‖

―…‖

―A quienes quieren tener en este momento es a ídolos que inspiren esperanza en los ciudadanos… en resumen, héroes.‖

La princesa suspiró. La certeza de las suposiciones de Ikta era contundente; aún más que eso, era aterradora.

―Es correcto. El momento de nuestra vuelta a salvo resultó ser demasiado conveniente. Jóvenes cadetes militares regresan a casa con la Tercera Princesa, que se había perdido en Kioka en vísperas de que ellos recuperaran la Provincia Oriental. En medio de los infortunados reportes de la guerra perdida, esta noticia fue como un rayo de esperanza para los ciudadanos. El gobierno no tuvo otra opción que echar mano de ello.‖

―Aah, ¿con que sí era eso? Supongo que la realeza tiene el privilegio de jugar con las vidas de los ciudadanos ordinarios.‖

El sarcasmo de Ikta, carente de todo humor, se había convertido rápidamente en una espada formada con palabras.

―De cualquier forma, se supone que nosotros somos los héroes que reavivarán los corazones de 20 millones de personas en el Imperio… Bueno, dejemos eso a un lado por el momento. Por mucho que eso me moleste, no es como si la orden imperial fuera a cambiar si comienzo a quejarme por ello. Lo que le quiero preguntar desde hace tiempo es algo completamente distinto.‖

―Oiga, Princesa, ¿qué infiernos es lo que usted quiere al acorralarnos de esta forma?‖ Levantando la parte superior del cuerpo, Ikta llegó al meollo del asunto.

―Eso es lo que me ha estado molestando desde el principio; ¿qué estaba haciendo alguien como la Princesa en el barco que se dirigía al archipiélago Hirgano? Incluso alguien tan sofisticado como yo no puede imaginar ni una simple buena razón para que usted estuviera ahí.‖

―E-Eso era parte de asuntos oficiales. En vista del deterioro del estado de la guerra con Kioka, queríamos dar ánimos a los cadetes militares que llevarán la carga del futuro de esta nación…‖

―Si su comportamiento hubiera sido tan inmaduro como su edad, no tendría problemas en aceptar esa fachada para sus verdaderas intenciones… Pero ya es demasiado tarde para eso. Por la razón que sea, ya nos ha demostrado mucho de su inteligencia, ¿ve? No sólo yo, sino que Yatori y Torway también percibieron que usted, Princesa, se estaba reservando algo para sí misma… ¡Kusu, haz de luz fuerte!‖

Kusu, que estaba en brazos de Ikta, bañó a Su Alteza, la Princesa, con una luz poderosa, como si quisiera iluminar los secretos al interior de su corazón.

―Ahh… Basta, Solork… Es muy brillante.‖

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―Voy a decir de una vez la verdad. Cuando nosotros, hombres y mujeres jóvenes que apenas comienzan y con un gran potencial de éxito, respondimos la llamada de cuidar a la Princesa… es obvio que sólo estamos siendo usados como conexiones en espera de una ganancia en un futuro distante.‖

Tanto  si  era  o  no  la  respuesta  al  otorgamiento del  título  de  ‗Caballero  Imperial‘,  Ikta estaba siendo muy sádico con sus críticas a la chica. Sin embargo, no parecía que la princesa dejaría que su compañero tomara el papel principal por siempre.

―¿Es ese cinismo algo que aprendiste de tu padre, Ikta Solork… no,  ‗Ikta Sankrei‘?‖

En ese momento, el joven dejó de parpadear. Hizo que Kusu apagara la luz con un gesto de su mano, y miró con intensidad a su acompañante.

―¿Así que el orgullo de la Familia Imperial, la Unidad Central de Inteligencia, no necesita ni un mes para investigar la historia personal de alguien?‖

―El único que puede desplegarla es el Emperador reinante. Yo no puedo usarlos, y tampoco hubo necesidad de ello en esta ocasión. Excelencia en inteligencia, tacto y efectividad en momentos de emergencia, el poder fingir el acento de un ciudadano de Kioka que desertó del Imperio, y sobre todo, tu actitud amenazadora contra el fallecido Teniente General Rikan, mientras le pedías el retiro de todo el ejército, desafiando la orden del Emperador. Al reunir esas pistas hasta ahora, fue más que suficiente para que tuviera cierta sospecha.‖

Habiendo recuperado el control de la conversación, la princesa volteó con una mirada de disculpa hacia Yatori. 

―Debo disculparme contigo, Yatori. Con el objeto de investigar el pasado de Solork, negocié con la familia Igsen sin consultarte, ya que, al observar la confianza mutua que se tienen, parecía que había muy pocas cosas que se ocultaran ustedes dos.‖

―¿Mi padre le habló sobre eso…?‖

―Trató de negarlo; sin embargo, tuvo que decírmelo, ya que se lo ordené con el poder del Estado. Cuando escuché la verdad, luego de forzarlo de esa forma, la fuerza de su relación me pareció cada vez más y más misteriosa.‖

Había un dejo de confusión en los ojos de Su Alteza, la Princesa, donde no había evidencia de que el misterio fuera a aclararse.

―A pesar de ser anteriormente un formidable comandante, tuvo el deshonor de ser catalogado como  un  ‗criminal  de guerra‘  por  desobedecer  órdenes  en medio  de  una operación, antes de encontrar su fin en prisión durante el periodo de post-guerra en la campaña militar previa contra Kioka. Comandante en Jefe del Ejército Imperial, General Bada Sankrei. Y tú eres el hijo que dejó como legado, Ikta.‖

Frente a la carta de triunfo desplegada por Su Alteza Chamille, Ikta desvió la mirada como si estuviera molesto.

―Claro que no nací de un árbol; quiero decir, incluso Ikta-kun tiene padres. El hombre que proveyó la pequeña semilla para mi nacimiento pudo haber tenido ese nombre, ahora que lo pienso.‖

‗Aunque parecía retorcido, ahora no es más que infantil‘, es lo que pensó la princesa cuando recuperó el papel principal. Ya que era algo que sentía que le había arrebatado desde que lo conoció, también sintió que, de alguna forma, estaba recuperando su orgullo junto con el protagonismo; y sin darse cuenta, se volvió más y más arrogante.

―¡Aun  hay  más!  La  persona  a  la  que  llamaste  ‗tu  maestro‘,  que  fue  el  primero  en predicar esa forma de pensar a la que llamas ‗ciencia‘, ¿no es el anciano profesor que desertó del Imperio a la República de Kioka el año pasado, Anarai Kahn, ‗el blasfemo‘? Parece que él era un antiguo amigo de Bada Sankrei.‖

―Aunque creo que el viejo tomaría como un cumplido el apodo de ‗el blasfemo‘.‖

―¡Y todavía no acabo! El acento de Kioka fue algo que aprendiste de tu madre, ¿no es así? En la hora de la victoria, escuché que una hermosa mujer, a quien el decadente Emperador reinante había mandado llamar a su harem desde Kioka, le fue entregada al General Bada como parte de su recompensa por sus servicios distinguidos en la guerra. Su nombre, si no recuerdo mal, era Yuuka Sankrei, ¿no?‖

La luz de la razón desapareció de los ojos de Ikta, y extendió rápidamente su mano derecha, tomando a la princesa por el cuello. Esta vez, incluso empujó a un lado con su mano izquierda a Yatori, que de inmediato se había movido para detenerlo.

―Trata de decir un insulto más sobre mi madre, y te estrangularé hasta la muerte con estas manos.‖

Ikta miró a la princesa con una expresión asesina que raramente había mostrado. No duró mucho; la soltó en cuanto Yatori recuperó su postura… Sin embargo, había sido suficiente. El incidente, que apenas había durado unos segundos, quedó grabado en la inmadura chica, como el temor de ‗ser odiada por alguien‘.

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―Esta es una conversación muy incómoda. Si eso sucede, entonces yo también tendré que estrangularte.‖

Mientras escudaba a la princesa a sus espaldas, quien permanecía en estado de shock, Yatori lanzó la advertencia con voz baja. Ikta, ya tranquilizado, levantó ambas manos, demostrando que no tenía intenciones violentas, lo que contradecía su comportamiento anterior.

Con eso, su conversación se interrumpió. Bajo los cuidados de Yatori, la respiración de la princesa por fin regresó a la normalidad. El carruaje, que había llegado a su destino, detuvo su marcha. Ikta fue el primero en abrir la puerta y bajar de la cabina de pasajeros.

Aunque había pasado un tiempo considerable, aún estaban de alguna forma dentro de los jardines. Los habían transportado hacia el este a una plaza adecuada para un banquete de celebración. Dentro del jardín, adornado con alegres flores completamente abiertas, se alineaban varias mesas con una comida lujosa, completamente distinta a la de la fiesta de graduación de la Academia; y militares de alto rango, así como nobles con bebidas 30 en una mano, estaban entretenidos conversando.

―Ahh… Gracias a Dios, el banquete de celebración en verdad es de primera categoría. Con esto me siento un poco mejor, ¿sabes?‖

―Espera, Ikta; Su Alteza aún…‖

Sin tomar en cuenta el pálido rostro de la princesa, Ikta localizó a Matthew y los demás parados en un sitio ligeramente alejado, y comenzó a moverse para encontrarse con ellos. Por supuesto, la voz de Yatori llevaba una crítica implícita.

Manteniendo su espalda hacia ellas, el joven habló con voz seca.

―Oye, Yatori; pasaste el Examen de Oficiales Militares de Alto Rango, y eso vino junto al título  de  ‗Caballero  Imperial‘, que  está muy por  encima  de  sólo  ser el mejor  de  la clase. Seguro que hay algunos puntos no tan satisfactorios, pero si mides los pros y contras, el día de hoy es, sin duda alguna, uno que puedes celebrar, ¿no es así?‖

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―…‖

―Por el contrario, ¿qué hay de mi parte? Todo eso también me pasó a mí, ¿ves?, y este es, sin duda, uno de los peores de mi vida. Entre este y el día en que perdí a mi madre, es difícil decir cuál es menos malo. En todo caso, y a pesar de que era lo último que hubiera deseado para mi vida, me convertí en tres cosas el día de hoy: un noble, un soldado y un héroe.‖

―En un día así, y mientras dure, tan sólo voy a beber hasta que ya no sepa de nada más. Es lo único en lo que puedo pensar.‖

Terminando su discurso con una voz temblorosa, y sin voltear a ver ni siquiera una vez a Su Alteza, la Princesa, Ikta por fin se alejó.

De todas formas, no existían palabras en este mundo que hubieran podido detenerlo.

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