Nejimaki Seirei Senki (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: Sin Novedad En El Frente Oriental

Parte 6

 

 

No, no es nada para estar decepcionados. Dado que, afortunadamente, mucho gas queda dentro del globo, una vez que hagamos que Shia lo rellene un poco y soltemos algo de lastre, por lo menos lo podremos hacer flotar.‖

―¿Pero qué vas a hacer una vez que esté flotando? Si no podemos avanzar en la dirección deseada, entonces, todo esto no tiene sentido.‖

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Ikta le mostró una sonrisa algo cruel a Su Alteza, la Princesa, que estaba acumulando arrugas en el entrecejo.

―Princesa, en momentos como este, hay que cambiar de perspectiva. Si no lo podemos usar como transporte, entonces debemos pensar en alguna otra forma de aprovecharlo. Es como un traje de dama, que se hace de modo que sea de todas las tallas, y luego se ajusta.‖

Haro y Matthew inclinaron sus cabezas a un lado, mientras que Torway fue el primero en adivinar las intenciones de Ikta.

―Ya veo… usaremos el globo como materia de negociación con el Ejército de Kioka…‖

―Esta vez tienes razón, Ikemen. El globo, que se ha convertido en algo que determina la superioridad en esta guerra, tiene un costo de fabricación muy alto, y para el Ejército de Kioka, todas y cada una de estas naves son preciosas. No dejarán que uno se pierda fácilmente. Por supuesto, no pretendo que su valor sea igual al de seis simples refugiados.‖

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―Así que será un rehén no convencional… Pero aún existe un problema: ¿cómo planeas traer al oponente a la mesa de negociación? Incluso si los amenazas con algo como ‗si no aceptan lo que pedimos lo destruiremos‘, los globos, a diferencia de los humanos, no pueden caminar. No hay forma en que podamos cruzar la frontera mientras lo empujas con un rifle de aire por la espalda, y luego dejarlo regresar cuando hayamos alcanzado el otro lado.‖

―Es verdad. El Ejército de Kioka nos vería con desconfianza si tratáramos de intercambiar el globo por nuestro cruce hacia el lado del Imperio. Como quieras verlo, no sería ese el comportamiento de un refugiado, así que pensarían que somos espías. Probablemente en la negociación se vea envuelto el comandante de los guardias fronterizos; si llega a imaginar nuestra identidad, incluso si perdieran uno de sus globos, nosotros seríamos los que nos volveríamos en rehenes valiosos desde su punto de vista.‖

A pesar de lo dicho, la sonrisa de Ikta no disminuyó en lo absoluto ante las objeciones de Yatori y de Su Alteza, la Princesa.

―Eso podría pasar si las negociaciones se extendieran… Pero no tengo la intención de permitir que sus superiores se involucren. Estoy apuntando a oficiales de rango bajo, como el líder de un escuadrón o el comandante de un pelotón. También planeo preparar algunos trucos simples de nuestra parte, de modo que no sean capaces de pensar con claridad.‖

Las miradas de sus aliados preguntaron en silencio sobre esa ―estrategia‖. Ikta metió la mano en el bolsillo de su pantalón y extrajo la placa que había obtenido del desafortunado soldado de Kioka, después del combate de ayer.

―En primer lugar, dado que los uniformes de Kioka son de color verde oscuro, si lavamos las manchas de sangre, no podrán verse. En segunda, el fallecido propietario de esta placa no es muy distinto a mí, tanto en edad como en físico. Y en tercera… creo que Yatori ya sabe de esto, hablando de mi ‗sello personal‘ cuando trato de entretener a las mujeres, definitivamente tendré que asumir el papel de ‗un ciudadano de Kioka‘.‖ 

En los ojos de todos se encendió la chispa del entendimiento. Ikta miró hasta estar satisfecho, y luego habló.

―Espero que resulte; aunque esta clase de actuación sea un éxito con alguien de este grupo, no quiero pensar que no me dirijo al público adecuado.‖

Habiéndole confiado la posición de comando del 67 pelotón del Ejército de Kioka, Unidad de Defensa de la Frontera Oeste, próxima a la playa, la Segunda Teniente Nejif Halrum no era precisamente una comandante de gran talento, pero había establecido una cierta reputación sobre su ética de trabajo.

Comprendiendo su posición como oficial no comisionada y cumpliendo las tareas que le habían sido asignadas sin defectos ni excesos, su sentido del deber era apreciado por sus oficiales superiores.

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Vigilar la frontera requería de paciencia; y aun así, dado que la oportunidad de llevar a cabo un trabajo o servicio sobresaliente era prácticamente inexistente, con más razón era una tarea que la gente ambiciosa o con talento no estaba inclinada a desempeñar.

Todo el largo día, mientras se limitaba a intercambiar miradas con el Ejército Imperial, que había establecido campamento en el lado opuesto de la frontera, también tenían la necesidad de dirigir sus precauciones hacia el océano, para que no pudieran rodearlos usando botes.

Bueno, al final terminaron enviando la señal luminosa de ‗nada anormal‘ a sus oficiales superiores, como usualmente hacían tres veces al día. Les daban tanta comida como podían a los refugiados que cruzaban la frontera, y luego, semanalmente, los ayudaban para que llegaran a las poblaciones en la retaguardia. Era una gran molestia que su número creciera todos los días.

―Ya es hora de la puesta de sol, el Cadete Romari de Correspondencia solicita el reporte del comandante del escuadrón.‖

Incluso cuando le dieran las órdenes a los soldados de Correspondencia, no necesitaban mencionar todos y cada uno de los detalles. No había pasado nada hoy que ameritara un reporte. Sus compañeros de escenario estaban bien conscientes de ello.

―Por Dios, entonces hoy amaneció y anocheció sin que pasara nada…‖

‗Parece que han olvidado que estamos en guerra‘, pensó Nejif mientras miraba a su subordinado retirarse. Por alguna razón, el Imperio no había conducido una invasión a gran escala contra la República ni siquiera una vez, desde el inicio de la guerra. Como resultado de las actividades de la Unidad de Guerra Aérea, la marea de la guerra de forma consistente y unilateral se inclinaba en su favor. Para ser personal que había sido desplegado como preparativo contra un ataque, el trabajo de Nejif y los demás prácticamente no era distinto al que harían en tiempos de paz.





―Si todo va a ser así hasta el final, y aunque es bueno que nuestros aliados no tengan que luchar hasta morir, ¿qué el Imperio no tiene la intención de tomarse esta guerra en serio?‖

Para Nejif era obvio; para el Imperio, que no tenía una forma de contrarrestar a los soldados de la Guerra Aérea, el ataque era la única forma de tener cierto éxito en esta guerra. Si sólo se están desgastando al continuar únicamente en plan defensivo, ¿por qué no implementan un ataque? Eso era algo que hasta un niño podía comprender. A pesar de que eran el enemigo, resultaba algo frustrante.

―Segunda teniente, llegan tropas aliadas desde la retaguardia.‖

Sus fútiles meditaciones, las preocupaciones de una oficial de bajo rango, fueron dejadas a un lado por el reporte de su oficial subordinado, que entró de prisa en la tienda. Mientras pensaba si tenía alguna cita para un encuentro o algo así, Nejif se levantó de su silla.

―¿No es algo súbito? ¿De qué unidad son? No hemos preparado nada para recibirlos, pero…‖

―Su afiliación no está clara, pero son un número pequeño. Sin embargo, así a lo lejos se ve algo extraño en ellos.‖

Había perplejidad en el rostro de su subordinado. Nejif decidió ir a ver por sí misma, y salió de la tienda.

La inesperada tropa se acercaba de uno en uno hasta una distancia en que pudo comenzar a ver sus rostros. Había un soldado de la República, dos varones (uno gordo y otro alto) vestidos ligeramente con ropas sucias, y además tres chicas jóvenes.

―¿Una entrega de refugiados?‖

Era común para los soldados asignados a labores de patrullaje encontrar y capturar a refugiados, y luego traer a esas personas a la Unidad de Defensa de la Frontera. Aunque era extraño que los refugiados superaran en número a los soldados.

―¡Alto ahí! ¡Soldado a cargo, mencione su Unidad y su nombre completo!‖

Determinando que los visitantes habían llegado a una distancia a la cual podía ser escuchada, Nejif dio la orden en voz alta. Al oírla, el soldado se puso en ‗firmes‘ e hizo una reverencia, luego comenzó a hablar rápidamente, de lo que se podía adivinar un poco de miedo.

―¡Soy miembro del Séptimo Batallón Independiente del Ejército de la República, a bordo de la nave 24, cadete Nihad Hyu, de Guerra Aérea! Me disculpo por no anunciarme antes, pero quisiera pedir una audiencia con su comandante lo antes posible.‖

―¿Soldado Nihad de Guerra Aérea? Soy la Segunda Teniente Nejif Halrum, al mando del 67 pelotón de la Unidad de Defensa de la Frontera Oeste del Ejército de Kioka; pero ¿por qué tanta prisa? En primera, si está en una misión de patrullaje, se supone que se muevan en grupos de tres por escuadrón. ¿Qué les pasó a los otros dos?‖

Al recibir esa respuesta, el joven soldado que se había identificado como Nihad (Ikta Solork disfrazado), mostró un rostro pálido, que no parecía para nada una actuación.

―Por ciertas circunstancias, no están aquí. De todos modos, ya que no hay tiempo, debo darle una explicación breve. Por favor, mire el cielo hacia el este; ¿ve ese globo flotando por allá?‖

Al oír eso, Nejif se percató de la redonda silueta flotando en el cielo del atardecer. Como no era extraño que los globos volaran hasta cerca de la frontera, viniendo de la retaguardia, no se había fijado especialmente en ello, hasta ahora; pero…

―Está volando a una muy baja altitud, ¿no? ¿Qué está haciendo? Y una vez que el sol se oculte, el aterrizaje será algo complicado…‖

―Aunque quiera aterrizar, no puede. Quien está en el globo en este momento no son mis compañeros, sino algunos aliados de esta gente.‖

Nihad se movió hacia las personas que había traído consigo. Nejif arqueó las cejas sin poderlo creer.

―¿Qué dijiste?‖

―Esta gente son refugiados que vienen del Imperio. El día de la tormenta, hace poco, parece que llegaron a la deriva hasta la República en un bote pequeño. Como estábamos en una misión de patrullaje, descendimos aquí cerca temporalmente para pasar la noche, pero nos topamos con esta gente en el bosque junto a la playa.‖

―Hmm… ¿y entonces?‖

―Desde aquí se vuelve complicado. Al momento en que los encontramos, disparamos una bala con el rifle de aire como advertencia, pero el asustado grupo comenzó a huir por todas partes. Mientras los perseguíamos, fuimos capaces de atraparlos de uno en uno, pero por desgracia, la dirección en la que escaparon fue la misma hacia donde estaba el globo, y…‖

Por un momento guardó silencio, como apenado, y Nejif adivinó el resto de la situación.

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―¡Se lo robaron! ¡Sufrieron una vergonzosa derrota a manos de los refugiados, y perdieron un precioso globo de la República!‖

―No tengo ninguna excusa. No pondré objeciones si me torturan arrancándome los brazos en una Corte Pública, después de esto.‖

En el lapso mientras la emoción de la sorpresa sobrepasaba toda sospecha dentro de Nejif, Ikta de forma casual dejó caer sus trucos.

La ‗Corte Pública‘ era el nombre popular de la Rama Judicial de la República de Kioka, y permitía que las personas ordinarias que acudían a ella tuvieran imparcialidad en sus asuntos.

Por así decirlo, era un sitio donde ‗los pecados de las personas eran juzgados mientras el público (como soberano de la nación) observaba atentamente‘; pero por otro lado, los ciudadanos de la República, especialmente sus soldados y oficiales de gobierno, quienes recibían un salario de los impuestos, lo tomaban como un cliché que indicaba, en cierto modo, que eran dueños de sus vidas.

En el monárquico Imperio de Katjvarna, la frase para referirse a esto sería ‗frente a Su Majestad, el Emperador, sin defensa alguna‘, o ‗humildemente reportar una falla ante una corte marcial‘.

Era una pequeña diferencia que marcaba las variaciones entre los dos sistemas de gobierno y las características de sus ciudadanos; pero si no fuera por estos pequeños detalles, los humanos podrían considerar a todos sus compañeros de escena como sus compatriotas.

―Pero… Nejif-dono, ¿no podría usted ayudarnos a atenuar nuestro crimen?‖

―¡Aunque así lo quisiera, debemos tener de regreso ese globo, sin importar cómo!‖

―Para eso es que requiero su ayuda. Uno de los refugiados que robó el globo, en el corto tiempo mientras se elevaba desde el suelo para flotar en el aire, nos propuso un trato.‖

―¿Un trato? ¿Y cuáles son los detalles?‖

―Nos dijo: ‗den a mis familiares y aliados suficiente comida, y envíenlos al Imperio bajo el pretexto de que están devolviendo prisioneros de guerra. Una vez que vea que los seis han cruzado la frontera, haré bajar el globo.‖

El rostro de Nejif se contrajo por el enojo, y sólo alcanzó a decir algunas palabras sin propósito.

―¡Ridículo! Si son gente que abandonó su propia tierra. ¿Acaso creen que el Imperio recibirá cálidamente a aquellos que primero huyeron y ahora vienen de regreso? Si se rinden ante nosotros y se vuelven ciudadanos de la República, eso sería una mucho mejor elección.‖

―Eso es también lo que creo, pero no hay forma de persuadir de ello a esta gente ahora. Por otro lado, como están aterrados y ya han robado nuestro globo, deben estar en un estado mental en el que no responderán a nuestras buenas intenciones. Cuando los vimos por primera vez, si los hubiéramos recibido pacíficamente y sin intimidarlos, la historia sería distinta, pero…‖

‗En eso tienes razón‘, parecía estar a punto de gritan Nejif. No importaba si eran refugiados abandonando el Imperio, sus corazones seguramente estaban en una encrucijada entre su tierra nativa y esta tierra nueva; si de repente les disparaban con un arma en medio de todo esto, no sería raro que terminaran creyendo que Kioka no tenía la intención de recibirlos.

―A pesar de que se dio la orden de que se recibiera amablemente a los refugiados, ustedes se portaron de una forma muy agresiva… No, no voy a comenzar a echarle la culpa sólo a usted, Soldado Nihad de Guerra Aérea; lo que es más importante, ¿qué hay de los otros dos? En un grupo de la División de Guerra Aérea, ¿no se supone que se incluya a un sargento?‖

Lo lógico es que la persona de más alto rango sea la que se encuentre con ella, es lo que reprochaba Nejif implícitamente. Bajo su falsa expresión de pánico, Ikta en realidad sí estaba nervioso, ya que de su capacidad para manipular esta parte dependería el éxito o el fracaso de todo su plan. 

―Hay una explicación para eso… Mis aliados están tomando una ruta distinta a la mía, y están ahora justo debajo del globo. Los que lo manejan son aficionados, así que no sería raro que en cualquier momento, por cualquier razón, ellos se precipitaran a tierra, o incluso que el viento se los lleve hasta el lado del Imperio. Debemos dejar algunas manos para asegurar o destruir el fuselaje cuando eso pase. Por lo menos se requieren de dos personas para asegurar el globo; y si hay necesidad de destruirlo, el que debe tomar la pesada responsabilidad de esa decisión no es otro que el líder del escuadrón.‖

A Nejif le faltaron más palabras de reproche. Ciertamente, si fuera a caer en manos enemigas, lo mejor era destruirlo.

Quizás porque no tenía mucho gas debido a que lo robaron justo después de aterrizar, el globo estaba ahora a la deriva, apenas al alcance de un rifle de aire. Si fuera necesario, llegado el caso se podría derribar.

Sin embargo, y debido a su naturaleza, tratar de derribarlo con un rifle de aire podía terminar en desastre: el globo explotando por todos lados; y eso no podía ignorarse. Si eso pasaba, la muerte de los pasajeros era una certeza, y los soldados de Kioka habrían perdido en su totalidad un precioso globo. Debían evitar eso tanto como les fuera posible. Hasta ahora comprendió Nejif a lo que se estaba enfrentando.

―No me diga, Cadete Nihad, que planea ceder en el trato y hacer que los refugiados crucen hacia el lado del Imperio. No, el hecho es que me está cargando esa responsabilidad a mí.‖

―Aunque me siento avergonzado, es como usted supone.‖

―¡Qué ridículo… como si yo pudiera aceptar un comportamiento tal bajo mi propia discreción! ¡Yo no tengo esa autoridad! Mi misión es rechazar a las personas que tratan de cruzar la frontera sin permiso; ¡no puedo llevar a personas que ya están de este lado hacia el otro!‖

―Estoy consciente de ello, pero por favor, considérelo con cuidado. Quienes serán culpados por este fracaso no seremos sólo nosotros. Estos refugiados cruzaron a través del océanos mientras debían ser vigilados por la Teniente Nejif.‖

Ante esas palabras, Nejif abrió los ojos impactada… ¡Era cierto! Ella no había hecho otra cosa que criticarlo, pero visto desde esa perspectiva, ¿no era también su propio error? Aunque les hubieran ordenado recibir a los refugiados con calidez, eso no implicaba que los dejaran pasar la frontera sin tratar de detenerlos. Por supuesto, para animar a los ciudadanos del Imperio para que escaparan, habían creado intencionalmente varios ―agujeros‖ en su defensa de la frontera; pero esta gente no había cruzado por ahí.

Ikta vio que el corazón de Nejif, balanceándose entre el deber y la auto-preservación, estaba en su poder. Como alguien con un gran sentido de la responsabilidad, ella no tomaba la salida fácil de la auto-preservación, pero aun así, se podía empujar a Nejif a que se portara de esa forma.

El joven se percató de todo esto y habló. En el arte de la guerra, uno debe dejar una ruta de escape para el enemigo que está acorralado.

―Teniente Nejif, si me permite expresarme, creo que nuestra máxima prioridad debe ser la recuperación del globo. Es el crimen de regresar refugiados o el de perder un globo; si hay que elegir entre los dos, la Teniente debe escoger el que represente una menor pérdida para la República, ¿no?‖

Las hábiles palabras de Ikta tuvieron como resultado que la responsabilidad y la auto- preservación coexistieran. Le permitió digerir que la deportación de los refugiados, o el abuso de la propia autoridad, era algo pequeño en comparación a tener el globo de vuelta.

La auto-preservación parecía no ser sino algo secundario. Para torcer el carácter de alguien recto, esta clase de escenario era muy efectivo.

―Y-Yo… no puedo tomar esa decisión por mí misma. Haré contacto con el comandante a través de señales luminosas, así que por ahora…‖

―Por favor, deje las bromas. Relatar todo lo sucedido con señales de luz tomaría mucho tiempo y esfuerzo, ¿y usted cree que ese globo se quedará sobre territorio de Kioka hasta que termine de hablar con su superior? Si me permite decirlo, como soldado del rango más bajo entre los miembros de la Unidad de Guerra Aérea, existe una gran posibilidad de que el viento allá arriba comience a soplar en dirección al océano. Si eso sucede, ya que el globo podría descender lejos en el mar, no tendríamos otra opción que derribarlo. ¡En cualquier caso, un armamento precioso se escapará de nuestras manos!‖

Por supuesto que Ikta no tenía la intención de dejarla comunicarse con sus superiores, o de pensar las cosas con calma.

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Este plan, si se pensaba con tranquilidad, tenía muchos agujeros; así que era importante no darle tiempo para razonar sus decisiones. Tenía que hacerle creer que el plan que proponía era ‗lo único que era razonable por hacer‘.

―S-Si hacemos cruzar a esa gente, ¿qué garantía hay de que el globo descienda? Desde el punto de vista de quienes lo manejan, ¿no es una misión suicida el volver en medio de sus enemigos?‖

―No, definitivamente sí lo traerán de vuelta… Teniente, ¿alguna vez ha subido a un globo?‖

―Bueno, no, pero…‖

―Entonces probablemente no lo sabe, lo solitario que es estar a bordo y flotar en el cielo. Las personas son gente que, por naturaleza, viven con los pies bien puestos en el suelo. Desafiar eso y subir al cielo requiere de un gran valor. Durante los entrenamientos, incluso yo llegué a sentir que mi cuerpo se paralizaba; en esos momentos, sólo podía pensar en una cosa: en volver a tierra, aunque sea un segundo antes. No hay espacio para pensar en nada más.‖

―P-Pero, ¿no están ellos haciendo precisamente eso, y lo están resistiendo?‖

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―Si la vida de familiares y amigos está en la balanza, incluso el miedo es superado por la desesperación; pero al momento en que la tensión se disipe, se darán cuenta de ello… de que están en medio del cielo, sin nadie a su lado que los apoye.‖ 

El razonamiento que Ikta usaba para persuadirla era, por supuesto, pura improvisación; pero para Nejif, que lo escuchaba, sus palabras tenían el peso de la experiencia de ‗alguien que ya ha estado en el cielo‘. Incluso las cinco personas que hacían el papel de refugiados y que atisbaban la situación no podían evitar el sentirse asombrados por su actuación.

La autoridad desapareció de las objeciones de Nejif. Con eso, Ikta supo que había superado la parte difícil de la negociación.

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―Incluso si enviamos a esa gente del lado del Imperio, ya es tarde. ¿Podrán verlo desde el globo?‖

―No lo sé. Pero en realidad es mejor que esté oscuro, y entre ellos hay un portador de un espíritu de luz. Una vez que hayamos pasado a la otra mitad de la frontera, si le enviamos señales de luz de tipo imperial, podremos comunicarnos con el globo. Eso quiere decir que alguien debe asegurarse de que la señal se envíe, así que yo iré detrás de ellos con mi rifle de aire.‖

Como si esa responsabilidad fuera obviamente suya, Ikta estaba sugiriendo que debía acompañar a los refugiados cuando cruzaran la frontera. Como la idea pareció surgir de forma espontánea, Nejif no pensó que estuviera fuera de lugar.

―Comprendo lo que dices, lo comprendo, pero…‖

Pero la ansiedad que se acumulaba en el interior de Nejif era el último obstáculo que le impedía asentir con su cabeza. Como Comandante de la Unidad de Defensa de la Frontera, el riesgo de permitir que personas cuya identidad no conocía cruzaran de un lado a otro de la frontera, la hacía sentirse incómoda.

―Sé bien cómo se siente, Teniente Segunda Nejif; pero por favor mire bien: ¿cree que esta gente sean espías o candidatos a soldados del Imperio?‖

Cuando dijo eso, Nejif volteó a ver a las personas a las que Ikta señalaba. Jóvenes que no llegaban a la adultez; tres de ellas mujeres. Sin importar lo incompetentes que fueran en el Ejército Imperial, era imposible que una unidad dispuesta a arriesgar sus vidas para infiltrarse a la República estuviera compuesta de esa forma.

―Si aun así tiene dudas, todo lo que tiene que hacer es registrar sus pertenencias,

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¿cierto? No tenemos el tiempo para interrogarlos a todos de uno en uno, pero creo que sí tenemos tiempo para eso.‖

Esas palabras fueron el golpe final. Nejif frunció el entrecejo y después de guardar silencio por cerca de un minuto, se volteó a sus subordinados, que se habían reunido alrededor de ella por una razón u otra, y finalmente les ordenó con una voz enojada.

―Registren las pertenencias de esas personas, ¡rápido!‖

***

 

 

Cinco minutos después, la inspección de las pertenencias terminó sin nada que reportar, y las seis personas, incluyendo a Ikta, se reunieron y cruzaron la frontera. La Segunda Teniente Nejif y sus soldados observaban con atención sus espaldas, pero la distancia que los separaba ya era considerable.

―Bueno, eso salió mejor de lo que esperaba. Gracias a todos; acepto aplausos y donaciones en efectivo, ¿saben?‖

Supuestamente vigilándolos, Ikta, representando al soldado de la República de Kioka, Cadete Nihad Hyu de la Unidad de Guerra Aérea, soltó una broma por primera vez mientras apuntaba su rifle de aire (por supuesto, uno recuperado de los soldados de Kioka) hacia la espalda de sus aliados formados en fila india. Yatori rio levemente desde la vanguardia.

―Esa fue toda una escena. Poner a volar un globo sin tripulantes y usarlo como medio de coerción. Aunque es difícil verlo desde aquí, en realidad no hay nadie a bordo del globo; todo lo que hicimos fue cargarlo con algunas de nuestras cosas. Para negociar y persuadir, Ikta se inventó un terrorista imaginario completamente imposible, y así logró engañar por completo a la Segunda Teniente Nejif.‖

―A lo que más le temen los soldados de Kioka es a perder uno de sus globos. Pensé que si usábamos eso como base, este método de persuasión serviría para nuestros propósitos lo suficientemente bien como para no tener que usar arma alguna.‖

―Al inventar el terrorista imaginario, desviaste la atención de la Teniente Nejif lejos de nosotros, ¿no es así? Como se podría esperar de Ik-kun. Si el enfrentamiento hubiera sido cara a cara, creo que la otra parte habría tenido que defender su reputación como comandante, y no habríamos sido capaces de pasar.‖

Torway dirigió una mirada de admiración hacia Ikta. Frente a él, Haro asentía una y otra vez.

―Yo siento lo mismo. Ya que vino en forma de ‗un consejo de un soldado amigo‘, le fue más fácil acceder a ello… ¡Y a eso añade tu habilidad para actuar! Apuesto que la Segunda Teniente de la República nunca sospechó de las palabras de Ikta. La verdad, nunca pensé que podrías hablar con tanta fluidez con acento de Kioka.

Kioka, alabado por sus aliados, elevaba orgulloso la nariz. La única persona entre ellos con una expresión de desagrado era Matthew.

―Hmm… no voy a darte ningún halago. Apenas comenzaba a acostumbrarme a ese rifle de aire, ¿sabes?‖

―Mi amigo Matthew, por favor, perdona por eso. Si hubieras llevado un rifle de aire del Imperio, o un sable, entonces no parecerías un refugiado perfectamente inofensivo,

¿verdad? Es porque dejamos las armas atrás que pudimos pasar por esa inspección de pertenencias.‖

Como indicaban esas palabras, ni Yatori, ni Torway ni Matthew llevaban ni una sola de sus armas, ni siquiera las que habían salvado del buque que se hundía. Yatori y Torway no dijeron nada, pero ellos también apreciaban de corazón sus armas.

―Matthew, antes de suspirar por lo que has perdido, muestra aprecio por la vida que fuiste capaz de conservar. Además, no es como si las hubiéramos arrojado a la basura; en su lugar, las dejamos en manos del destino para que vuelvan o no.‖ 

Yatori suavizó las cosas de forma muy natural. En resumen, esas eran las cosas que habían cargado en el globo no tripulado. Aunque era un consuelo muy pequeño, se jugaban todo a la posibilidad de que el globo derivara hacia el lado del Imperio, gracias a la dirección del viento.

―Parece que hemos llegado a la zona de control. Muy bien, Kusu, ¿podrías enviar una señal de rendición hacia el lado del Imperio, en mi lugar?‖

Escuchando la orden de Ikta, Kusu, que estaba dentro del bolso en la cintura de Torway. Saltó al piso. Ya que fue necesario que Ikta se convirtiera en Nihad durante la negociación, ambos habían intercambiado temporalmente de espíritus. Por supuesto que, como uno no podía darle órdenes a un espíritu con quien no se había hecho un contrato, el rifle de aire que Ikta sostenía era tan peligroso como si estuviera hecho de papel maché.

Mientras Kusu enviaba la señal luminosa, Ikta de repente se acordó de algo, y liberó el barril del rifle de aire del torso del espíritu de viento Tsuu, prestado por Matthew. De su

‗túnel de aire‘, Ikta extrajo un pequeño anillo, que había ocultado adentro.

―Princesa, le regreso esto. Por favor, no lo pierda, ya que de aquí en adelante, es la prueba de nuestra identidad.‖

El anillo grabado con el sello del Imperio fue devuelto a su propietaria. Hablando de Su Alteza, la Princesa, tanto su ropa como su piel estaban cubiertos de tierra, al igual que el resto de los actores. Sin embargo, para que su belleza no resaltara, habían aplicado lodo en la rubia cabellera. Ikta también estaba en las mismas condiciones, pero extrañamente, la persona en cuestión, sin dar ninguna respuesta, solo miró al joven con sus grandes ojos, y sin moverse.

―¿…? ¿Tengo algo en la cara?‖

―No, fuera de tus ojos, nariz y boca, nada más.‖

Después de esa respuesta sin sentido, la princesa no desvió los ojos de él. Cuando Ikta inclinó su cabeza, Haro, que estaba parada junto a Kusu, gritó con fuerte voz.

―¡Hey, soldados del Imperio, por aquí! ¡N-No irán a dispararnos, ¿verdad?!‖

―Ya que apenas escapamos con vida de territorio enemigo, si nos disparan tropas amigas y morimos… eso sería realmente gracioso, ¿saben?‖

Todos sintieron un escalofrío por la espalda ante esa imagen; pero afortunadamente sólo resultó ser una paranoia. El sello del Imperio, el cual fue mostrado a los soldados por Su Alteza Chamille, probó ser muchísimo más efectivo de lo que habrían imaginado.

Cuando se confirmó la autenticidad del anillo por los oficiales militares de rango alto asignados a la Defensa de la Frontera, los seis fueron llevados dentro del territorio Imperial con toda ceremonia. Así fue como escaparon del infierno, al que habían caído por una diferencia de un pelo.





Para la dinastía Katjvanmaninik, aún para los que se derivaban a labores administrativas, el sol que golpeaba el país no mostraba ningún signo de debilidad. Sus habitantes con ropas ligeras, y los visitantes con turbantes sobre los rostros, todos resistían la furia del sol.

Sin embargo, la gente no sufría con frecuencia de golpes de calor. El mercado seguía estando animado aún bajo el señor del fuego, y los mostradores de las tiendas rebozaban de actividad, ofreciendo comida y vestidos, ornamentos con piedras y metales preciosos, y productos foráneos, que nadie había visto con anterioridad.

El centro de la actividad política, comercial y cultural del imperio de Katjvarna, era la Capital Banhataal. Esta ciudad eran los terrenos donde el Emperador celebraba su prosperidad; en esta metrópolis, el palacio donde vivía la Familia Real coexistía con un jardín con un magnífico árbol siempre verde.

―¡Ikta, despierta! ¡Ha llegado información sobre el estado de la Provincia oriental, ¿sabes?!‖

En el tercer piso de un hotel dedicado a las clases altas dentro de la capital, ‗La duna de arena blanca‘, Yatorishino Igsem golpeaba la puerta de una habitación privada. Ya pasaban de las 11AM del mediodía; para la chica del cabello de fuego, que tenía el hábito absoluto de acostarse y levantarse temprano, no había razón para que una persona permaneciera apagada como una luz a estas horas.

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