Saikyou Mahoushi (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: Nuevo Mundo

“¿No puedes reconsiderarlo?”

“No, he trabajado más que suficiente. He recuperado los continentes de Zentley y Covent.

De ahora en adelante me lo voy a tomar con calma.” Declaró firmemente Alus a su superior.

Su superior estaba vestido con un uniforme militar blanco. En su pecho colgaba un gran número de medallas de una manera ordenada. El anciano superior sentado en el otro lado de la mesa pellizcó el área entre sus ojos con una expresión preocupada. “Eres un activo invaluable para nuestro país, no, para toda la humanidad. Así que no puedo dejarte ir solo porque lo dices. Lo siento, pero no puedo aceptar tu retiro del servicio.”

“Con el debido respeto, Gobernador General, las regulaciones establecen que aquellos que han servido en el ejército durante 10 años y han obtenido logros por encima de cierto nivel son libres de jubilarse si lo desean. He servido desde que tenía seis años, así que son 10 años este año. ¿Y seguramente no dirás que reclamar dos continentes no es un logro suficiente?”

El Gobernador General luchó por evitar que sus emociones amargas se mostraran en su rostro. Sabía lo importantes que eran esas regulaciones, pero no pudo evitar sentir rencor contra quien las haya inventado.

Si bien eso era ciertamente lo que decían las regulaciones, un Maestro Mágico tenía un estatus muy alto y una posición reverenciada. A los Maestros Mágicos se les encomendó la tarea de proteger el país y recuperar los territorios perdidos

El mayor deseo de la humanidad.

Sin embargo, este joven de cabello negro no entendió esto. O más bien, no le interesaba.

Quizás era algo que solo aquellos nacidos y criados en este pequeño mundo podían entender.

Especialmente porque había servido desde que tenía seis años… Normalmente, eso era simplemente impensable. La regla general era que tenías que tener 14 años para unirte a los Maestros Mágicos.

Pero los talentos de este joven como Maestro Mágico habían sido reconocidos a sus seis años, y a pesar de su corta edad, su mana superó al de los Maestros Mágicos de alto rango. Por supuesto, no había forma de que los militares no aprovecharan a un activo tan valioso, e incluso se saltearon la educación general de Alus a favor de asignarlo a la capacitación de Maestro Mágico.

Tal vez fue el Gobernador General quien no lo entendió, ya que estaba más cerca de la jubilación, por lo que nunca imaginó que este adolescente de cabello negro solicitaría primero la jubilación. Sentía que finalmente estaba recibiendo la factura por imponerle tantas exigencias irrazonables al joven.

Todos los Maestros Mágicos en el ejército ganaban un salario considerable. Y aunque los impuestos de los ciudadanos pagaban este salario, nadie se quejó de ello. Eso fue porque toda la humanidad entendió la importancia.

Siete naciones principales formaron el baluarte del continente Azecil, y entre ellas la nación Alfa había obtenido logros militares sobresalientes.

La mayoría de esas ganancias fueron posibles gracias a la existencia de una persona. Esa persona era Alus Reigin, un Maestro Mágico de un solo dígito.

Su cabello negro cayó sobre sus ojos, y sus manos musculosas, lejos de ser las de un niño, contaron lo intensa que había sido su corta vida.

Hace cien años, los Fiends que aparecieron repentinamente redujeron la población humana a una décima parte de lo que había sido. Los países que conformaban el mundo disminuyeron a siete. En este momento, el espacio vital de la humanidad se vio forzado a 1/700 de su antigua gloria.

El concepto de magia puesta en uso militar fue un desarrollo reciente. La magia en ese momento no era capaz de enfrentarse a los monstruos, los temibles Fiends. La magia solo se había utilizado como complemento para ayudar a las personas en su vida diaria. El avance de la magia se debió a la invasión de los Fiends.

Los Fiends comían humanos, destruían ciudades y países por igual. La reducción de la población finalmente se detuvo debido a la introducción de tecnología mágica en el ejército.

Las siete naciones formaron un círculo que sirvió como una línea defensiva para su supervivencia. Y la gigante Torre Blanca que se alzaba en el centro de todo era el mayor logro de la humanidad.

En la parte superior de la torre había una barrera que cubría las siete naciones, que lograron detener la invasión de los Fiends. Ese fue el fruto de los esfuerzos de investigación en el campo de la magia durante más de 50 años después de eso, la humanidad había estado entrenando desesperadamente a los Maestros Mágicos para recuperar su territorio.

“Entonces, ¿qué tal una licencia extendida? Por supuesto, podemos garantizarte una vida cómoda, y nos encargaremos de que tus deseos se cumplan lo mejor que podamos. Apoyaremos tu investigación. Tendré los equipos e instalaciones necesarios preparados.”

“¿Y a cambio, tendré que responder si me llaman?”

El Gobernador General asintió, mostrando una expresión estricta en su rostro arrugado. Perder a Alus ahora daría lugar a que su fuerza nacional se redujera a la mitad. Se les pondría en una posición en la que tendrían que luchar para defender sus fronteras, y tratar de recuperar cualquier territorio perdido estaría fuera de discusión.

Con la cifra de Maestros Mágicos muertos en constante aumento cada año, no solo la nación Alpha estaba logrando ganancias militares, sino que sus bajas también estaban disminuyendo. Eso también fue gracias a este hombre de 16 años.

En los diez años que Alus había sido un Maestro Mágico, Alpha había tenido el número más bajo de muertes entre los siete países. Las naciones compartían un objetivo común: trabajar para proteger la gigante Torre Blanca por la supervivencia de la humanidad.

Pero el estado de cosas subyacente era diferente. Pedir ayuda a otra nación se consideraba vergonzoso, y perder poder nacional era una cuestión de dignidad.

Mientras que las siete naciones compartían un frente común, también compitieron con ferocidad por el prestigio.

“Entiendo.” Dijo Alus con sequedad. Ya sabía que no podría retirarse sin problemas. Este era un buen compromiso. Para bien o para mal, Alpha dependía demasiado de él.

Sabía que el Gobernador General había tomado medidas para lidiar con eso, pero los excelentes Maestros Mágicos no eran tan fáciles de educar y entrenar. Al final, nunca había suficiente tiempo.

El Gobernador General se dejó caer en su silla y se permitió escapar un suspiro de agotamiento. Él sabía que este día llegaría eventualmente.

El joven era una excepción entre las excepciones. En el ejército, donde el comportamiento egoísta y calculador era común, este joven, cuyos talentos superaban a los de los demás en todos los aspectos, simplemente había producido los resultados que se le habían pedido.

El Gobernador General sintió que no podía evitarse que a este joven le faltara el sentimiento de sacrificarse por la gran causa, considerando que había crecido en un mundo así; pero al mismo tiempo, estaba impaciente consigo mismo por haber sido demasiado lento para contrarrestarlo.

“Se te llamara tan pronto como los preparativos estén listos. Hasta entonces, quédate en casa.”

Alus enderezó su postura. “Entendido.” Se inclinó y se excusó.

Alus siempre había mostrado una falta de comprensión cuando se trataba de las sutilezas del corazón. Es por eso que tendría que aprender la ‘educación’ que nunca recibió, en el lugar que se prepararía para él.

Incluso si la determinación de Alus no cambió, el Gobernador General pensó que eso también estaría bien. Para empezar, los militares eran los protectores de la humanidad, y una organización que anhelaba el orden. Por eso, cuando Alus pidió confirmación con su ‘¿tendré que responder si me llaman?’, no tuvo más remedio que asentir con la cabeza.

El Gobernador General no podía arriesgarse a perder su mayor activo militar. Entonces, si Alus pudiese encontrar algo en el siguiente lugar preparado para él que quisiera proteger por su propia voluntad, podría no tener que, por primera vez, darle esa orden al joven.

Después de haber pensado en eso, el Gobernador General Berwick Sarebian decidió volver a sumirse en sus pensamientos, lo que profundizó aún más las arrugas de su frente. Sacando una lista de los documentos de su escritorio, se apretó un terminal en forma de tarjeta contra su oreja.

Por el momento había logrado evitar la jubilación de Alus, pero no tuvo más remedio que aceptar su retirada de la primera línea contra los Fiends.

Estaba claro que el Gobernador General Sarebian estaría muy ocupado preparándose para emergencias y más trabajo organizativo, como anuncios de cambio de personal oficial.

***

Era hora de la ceremonia de ingreso al Segundo Instituto Mágico.

El gran salón situado en los vastos terrenos del Instituto en la Ciudad Beliza, en Alfa, estaba lleno de jóvenes estudiantes que buscaban convertirse en Maestros Mágicos. Pero había un único asiento vacío.

Tal vez alguien estaba enfermo, pensaron los estudiantes, y luego no le prestaron atención.

Habiendo pasado los exámenes de ingreso, prácticamente se les prometieron futuros como Maestros Mágicos. Eran la élite que había pasado esa prueba tan difícil y famosa.

Por el bien de proteger el continente de Azecil, habían tocado las puertas del único instituto de Maestros Mágicos en Alpha. Del mismo modo, las otras naciones también tenían un solo instituto. En el momento en que se les permitió entrar en la ceremonia de entrada, ya no eran civiles.

Convertirse en un estudiante del Instituto era sinónimo de convertirse en un protector de la humanidad.

Al mismo tiempo, eran herramientas para expandir el dominio y el prestigio de la nación.

En la superficie, el Instituto afirmaba que estaba educando y entrenando Maestros Mágicos, pero en realidad, todos los graduados fueron puestos en el servicio militar.

Por supuesto, nadie que ingreso era lo suficientemente tonto como para no ser consciente de esto. En todo caso, todos recorrieron ese camino de forma voluntaria.

Ser un Maestro Mágico le daba a uno un gran estatus, uno nunca moriría de hambre, y era una profesión muy prestigiosa. Ellos estaban apostando sus vidas para proteger a la nación.

Ese tipo de deber tenía un maravilloso toque, por lo que la gente estaba embelesada y admirada.

Además de eso, la magia de combate fue prohibida para los ciudadanos comunes. Sólo se permitía la magia básica necesaria para la vida, que, por supuesto, ni siquiera se clasificaba como magia de primer orden.

No había manera de que los jóvenes no se sintieran atraídos por la magia más avanzada con infinitas posibilidades. Y para usar ese poder, deberían convertirse en soldados o unirse al Instituto en el que se formarían como militares.

Por eso aceptaron el reto del examen del Instituto. Buscaron la licencia para usar magia que era emitida por el Instituto.

El día de la ceremonia de entrada Alus llegó temprano.

Pensó que el equipaje que había enviado por adelantado estaría llegando. Había mucho que hacer, como limpiar y preparar.

Al ser un lugar para entrenar Maestros Mágicos, los terrenos cubrían un área considerable. El Instituto dividía el progreso de los Maestros Mágicos en tres años, con un total de aproximadamente 1,000 estudiantes, todos los cuales vivían en los dormitorios en el lugar. Además, había campos de entrenamiento e instalaciones de investigación para el estudio de la magia.

En resumen, el Instituto ocupó una quinta parte del área total de Beliza, y Beliza era la ciudad más grande de Alpha. Era tan grande que tomarte un día entero para visitar todos los edificios no bastaría.

Como tal, se les dio a los estudiantes una insignia que les permitió usar los puertos circulares o las puertas de transporte que se establecieron en todo el recinto.

Alus era un estudiante nuevo, pero no tenía intenciones de asistir a la ceremonia. Para él, este era solo un lugar en el que había terminado por orden del Gobernador General. El tiempo que pasaría aquí sería un período de gracia temporal que usaría completamente para sí mismo.

Su cabeza estaba llena de disposiciones y planes para poder dedicarse a su investigación durante los tres años hasta la graduación.

“¿También eres un estudiante de primer año?”

La que llamo a Alus era una estudiante de apariencia ingenua que llevaba un uniforme sin una sola arruga. Tenía el cabello de color castaño pálido que le llevaba a los hombros y una sonrisa coqueta en sus labios.

En el lado izquierdo de su pecho había una insignia nueva. Alus dio a la insignia, que estaba inclinada debido a los pechos particularmente llamativos de la chica, una breve mirada. “Así es. ¿Tú también?”

“Sí. Simplemente no pude esperar, así que llegué temprano.” El ambiente que la chica desprendía tenía un sentimiento juguetón, y su expresión se relajó en una suave sonrisa, tal vez porque había encontrado a un compañero de primer año.

Una primaveral brisa refrescante soplo, haciendo que su cabello se balancease.

Alus contuvo las ganas de irse y abrió la boca con la única intención de poner fin a toda esta conversación de “estudiantes nuevos”.

Justo en ese momento…

“Alice, ¿qué estás haciendo? Parece que la inauguración aún no ha comenzado, pero podemos esperar dentro.” Una voz alegre llamó, y la chica llamada Alice se dio la vuelta.

Una pelirroja, cuyo cabello revoloteaba de un lado a otro, se les acercaba desde lejos.

“Lo siento, estaré allí.” Parecía que esta pelirroja era amiga de Alice.

Perfecto, pensó Alus. “Bueno, tengo negocios que atender.”

Las palabras hicieron que la chica inclinara la cabeza y lo mirara con confusión. Debe haber parecido extraño para un nuevo estudiante tener negocios que atender el día de la ceremonia de entrada. “¿No vas a ir a la ceremonia?”

“Como he dicho, tengo negocios que atender.”

“Ya veo… Entonces te veré en la ceremonia.” Alice le hizo una pequeña reverencia, sonriendo.

“… Si nos volvemos a ver.” Murmuró Alus para sí mismo, mirando hacia otro lado. Por supuesto, no tenía intención de asistir a la ceremonia. Después de asentir con la cabeza a la chica y su amiga pelirroja, él les dio la espalda.

“Mi suerte esta mañana ha sido terrible.” Dejó escapar esas palabras cuando echó una mirada hacia atrás en dirección a las chicas que se alejaban, luego se dirigió al laboratorio que había sido preparado para él.