Yahari Ore no Seishun (NL)

Volumen 14

Preludio 4: La Estación

Hablamos de todo tipo de cosas, como nuestros planes durante las vacaciones de primavera o los lugares que nos gustaría visitar.

Para alguien tan incómoda como ella, sabía que era solo su forma de tratar de cambiar de tema, pero realmente era mala en eso. Incluso su sonrisa no parecía natural. Ella realmente era una persona incómoda.

Ella podría hacer todo bien. Pero cuando se trataba de mentir, jugar cosas o decir la verdad, ella realmente no era buena para ello.

Me hubiera gustado que nos hubiéramos quedado así para siempre. Pero el tiempo pasó muy rápido. Se puso un poco más frío, se podía ver menos gente en la parte delantera de la estación, comenzamos a hablar menos y, finalmente, los trenes dejaron de funcionar. Y ahora, no podíamos ir a ninguna parte. Pero fingí no notar ninguna de estas cosas.

Todo lo que quería era disfrutar hablando de cosas aleatorias con ella, como siempre lo hemos hecho.

Si tan solo pudiéramos habernos quedado así para siempre, habría estado bien con eso. Si solo se hubiera concedido mi deseo como ella hubiera querido, también habría estado bien con eso. Pero eso no habría sido suficiente para mí ni me habría satisfecho.

“Hay tanto que quiero hacer…” Susurré. Miré hacia el gran edificio que tenía sus luces desapareciendo una por una.

Ella dejó escapar un suspiro y sonrió. “Tienes razón.”

“Sí, quiero hacer todo. Y quiero todo.”

Me acerqué un poco más a ella, más que antes, y presioné mi hombro contra el de ella. Luego, descansé mi cabeza sobre ella como si me estuviera quedando dormida.

“Soy una persona codiciosa, así que voy a tomar todo, ¿de acuerdo? Voy a tomar todos tus sentimientos, Yukinon.”

Después de todo, era una persona codiciosa.

Cosas divertidas, cosas felices, cosas deliciosas; amaba todo eso. No era buena cocinando o haciendo dulces, pero no odiaba hacerlos. Quería probar todo tipo de coberturas y combinaciones. No me importó si salieron mal. Picante o amargo, tampoco me importó.

Por eso, le preguntaría, pero solo una vez.

Si ella no dijera nada, entonces yo no diría nada. Pero si lo hiciera, yo también lo haría.

Fue injusto, lo sé. Pero los tres éramos iguales; todos fuimos injustos. Todos éramos codiciosos, porque queríamos que ese deseo fuera concedido. Incluso si supiéramos que no podríamos hacer que suceda. Incluso si supiéramos que nunca sería otorgado.

Pero probablemente era la más codiciosa.

Cosas dulces, cosas amargas, cosas dolorosas, cosas estresantes, cicatrices y heridas; lo quería todo.

Levanté la cabeza para poder mirarla de frente y la miré a los ojos. Estábamos tan cerca que nuestras caras podrían haberse tocado.

“Entonces, Yukinon, por favor dime cuáles son tus sentimientos.”

En el segundo que le dije eso, ella exhaló. Parecía vacilante e incluso confundida, y sus ojos vacilaron de ansiedad. Sus suaves labios estaban ligeramente abiertos, sus largas pestañas temblaban y parecía que iba a estallar en lágrimas.

Pero ya no podía evitar mis ojos. Siempre actuaba como si no hubiera visto nada, actuaba como si no hubiera notado nada, y actuaba como si no supiera nada, pero ahora, ya no podía. Me quede sentada y seguí mirándola.

Su hermoso cabello, sus ojos húmedos y sus pálidas mejillas eran todo lo que siempre había visto.

Cerró los labios una sola vez, como mordiéndolos, y miró a su alrededor. Principalmente estábamos solo nosotras dos al frente de la estación, y no había nadie lo suficientemente cerca como para escucharnos. Pero no obstante, aparentemente seguía preocupada porque alguien nos observase, lentamente acercó sus hombros. La forma en que era tan tímida al tocarme la hace parecer como un gatito.

Se llevó la mano a la boca para susurrar unas pocas palabras, las palabras que probablemente no quería escuchar.

Pero aun así terminé sonriendo. Estaba tan desesperada que mis mejillas, mi boca e incluso mi mirada se suavizaron en respuesta.

De repente alejó su cuerpo. Aunque su rostro parecía preocupado y asustado, sus mejillas seguían estando visiblemente enrojecidas en la oscuridad.

Cuando hizo esa mueca, realmente no sabía qué hacer. Porque hubiera sido más fácil para mí si hubiera llegado a odiarla.

***

Lo dije. Realmente lo dije, aunque nunca planeé hacerlo.

Es porque sabía que si lo hubiera expresado en palabras y lo hubiera reconocido, las cosas nunca serían lo mismo. Todas las cosas que se habían colocado en capas con una película delgada se abrirían como el desbordamiento de agua en un recipiente y el estallido de un globo atravesado por una aguja.

Por eso, sellé mis labios con fuerza. Si me hubiera tragado mis palabras, las cosas podrían continuar como estaban. Pero sus ojos no me permitieron ese lujo.

Esta era la primera vez que le había dicho a alguien algo como esto, y estaba segura de que sería la última.

Abrí mis labios temblorosos para decirle, mi voz salió débil y temblorosa, como si me estuviera arrepintiendo.

¿Qué tipo de cara haría ella? ¿Qué me diría ella? Mientras la miraba esas preguntas llenaron mi cabeza, y ella me dio una cálida sonrisa. Ella simplemente aceptó mis palabras con un movimiento de cabeza, sin pronunciar una sola palabra.

Era la primera vez que este tipo de palabras salían de mi boca, pero parecía que ella siempre había notado cómo me sentía. Pero aun así eligió esperar hasta que yo estuviera lista para decirle.

“Está bien, yo también lo diré.”

Lentamente cerró los ojos, colocó su mano sobre mi hombro y usó su otra mano para cubrir su boca. Luego acercó su rostro.

Las uñas de gel que se extendían desde sus delgados dedos, sus mejillas rosadas coloreadas con un ligero colorete, sus labios brillantes e hinchados y sus cejas suavemente curvadas; todas sus partes lindas, elegantes y hermosas se acercaron, como si fuera a besarme.

Cuando me vino a la mente un pensamiento tan inapropiado, de repente me avergoncé y estuve a punto de retroceder. Contuve el impulso y me incliné hacia delante.

Y luego, me susurró al oído, como si estuviera jugando a las mordidas como un cachorro.

Estaba segura de que sus palabras eran lo que quería escuchar. Suspiré con alivio y silenciosamente alejé mi barbilla para evitar dejar que mi pensamiento se escapara.

Ella retiró su mano de mi hombro y se distanció. Cuando nuestros ojos se encontraron, ella se rio vergonzosamente y se frotó el moño en la cabeza.

“Creo que nuestros deseos son probablemente los mismos.”

“Tienes razón…”

Por lo menos, creo que eso era lo único de lo que estábamos seguras.

Pero sabía que habría sido difícil tenerlo otorgado exactamente como hubiéramos querido. Es por eso que elegí lo que habría sido lo más cercano a ello. Quería creer que se otorgaría algún día, tal vez, el día en que finalmente pudiera manejar mejor las cosas.

Orando un poco en mi mente, asentí. Sin embargo, ella negó con la cabeza.

No estaba segura de a qué negaba con la cabeza. Le di una mirada inquisitiva, solo para que hablara de algo completamente diferente.

“Creo que es lo mismo para Hikki.”

Cuando de repente ella mencionó su nombre, mi cuerpo se congeló. Como para aliviar mi cuerpo de la tensión, ella superpuso suavemente su mano con la mía.

“No creo que quiera renunciar a nada.”

Ella susurró con indiferencia, pero sus palabras me pincharon el pecho. Sin que yo lo supiera, mis hombros se hundieron. Cuando levanté la vista, su mirada sin parpadear se dirigió hacia el distante cielo estrellado.

“La distancia entre nosotros no es algo físico. No importa qué tan lejos lleguemos, no importa cuánto tiempo haya pasado desde la última vez que nos vimos, la distancia entre nuestros sentimientos no cambiará, creo.”

“¿Así es como funciona…?”

“Uh huh, creo que sí… Pero si nuestros sentimientos cambian, nos sentiremos increíblemente separados, no importa lo cerca que estemos el uno del otro.”

Escuché sus palabras en un lugar más cercano que nadie. Pero en algún momento nuestras manos superpuestas se habían unido. Entrelazamos nuestros meñiques, como si estuviéramos haciendo una promesa. Solo había una gran parte de nuestras manos que se tocaban. Nuestro calor corporal no era particularmente alto, al igual que la temperatura que nos rodeaba no era particularmente baja.

Pero definitivamente podía sentir el toque de su calidez.

“Si tu deseo y mi deseo son los mismos, ¿puedes tomar todos mis sentimientos?”

“Sí, un día, seguro lo haré.”

Ella diría en pocas palabras: Al hacer eso, podríamos quedarnos como estábamos sin que nada cambiase.

Si nada cambiase, ¿cuán maravilloso hubiera sido eso?

Cuando nuestras palabras se transformaron en calor, cerré los ojos en silencio con una sensación de deseo.

Estaba segura de que nunca olvidaría este calor. Por eso, nunca podría olvidar la frialdad de nuestras manos cuando se separaron.