Musume Janakute Mama ga Sukinano! (NL)

Volumen 1

Prologo: ¡Yo Me Haré Cargo de la Niña!

 

 

Musume Janakute Volumen 1 Prologo Novela Ligera

 

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Conocí a Ayako-san por primera vez en medio de una tragedia.

“…Yo me haré cargo de la niña.”

Una voz digna resonó entre los adultos vestidos de negro. No fue tan ruidosa, pero la voz acompañada de una silenciosa resolución pareció cortar el mal ambiente del lugar.

Fue después del funeral.

La pareja que vivía al lado murió en un accidente de tráfico.

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Los dos partieron juntos al cielo.

En ese momento, tenía diez años y mis padres me llevaron al funeral.

No lo entendía muy bien del todo.

El proceso de quemar incienso y las ofrendas… y lo que significaba que alguien había muerto.

La pareja fallecida… eran personas muy buenas. Siempre me saludaban con una sonrisa cuando me veían yendo a la escuela por la mañana. Incluso hicieron una barbacoa en el jardín con mi familia.

No sabía mucho sobre la muerte, pero me entristeció mucho pensar que nunca volvería a verlos.

Y también… me preguntaba qué pasaría con Miu-chan.

La pareja fallecida tenía una hija de cinco años.

Aparentemente iban a recoger a Miu-chan de la guardería y luego saldrían a comer fuera… Pero cuando iban de camino a recogerla, ocurrió el desafortunado accidente.

Miu-chan nunca podría volver a ver a su padre ni a su madre.

Era una verdadera tragedia.

Sin embargo…

Miu-chan no parecía haberse dado cuenta de la situación todavía. Durante todo el funeral estuvo tan mansa como un corderito, con la cara pasmada.

Tal vez todavía no sabía que su papá y su mamá estaban muertos.

Tal vez no sabía lo que significaba morir. Si yo con 10 años no lo entendía muy bien, probablemente ella, que tenía 5, menos.

Los adultos vestidos de negro empezaron a llamarle “pobrecita” uno tras otro. Pobrecita, pobrecita, decían.

Como si… estuvieran encasillándola.

Como si… se lo estuvieran implantando.

Después del servicio fúnebre, que se realizó en un ambiente tranquilo, los adultos comenzaron una cena en una sala de tatamis. Al parecer, esto era una ceremonia llamada Shojin otoshi. La mesa estaba llena de licor y sushi.

Cuando comenzaron a beber el licor, los adultos comenzaron a hablar de manera realista, como si hubieran estado esperando este momento. Comenzaron a hablar vulgar y mundanamente.

—Como dije antes, no puedo cuidar de ella.

—Yo tampoco puedo. Ya tenemos tres hijos.

—¿Y tú, hermano? Estás soltero, ¿verdad?

—No digas tonterías. Si me hago cargo de ella, nunca podré casarme.

—Supongo que no queda más remedio que enviarla a un orfanato.

—No, si la enviamos a un orfanato, la gente hablará mal de nosotros.

—Es cierto, parecerá como si la hubiéramos echado.

—Entonces, ¿por qué no se la dejamos a nuestra madre?

—Ya tengo las manos ocupadas con su padre. Para empezar, ¿por qué no dejan de encomendármelo todo a mí y empiezan a ayudarme a cuidar a su padre también?

Era como si los parientes de Miu-chan la estuvieran atacando solo con su voz.

Estaban discutiendo sobre quién se iba a hacer cargo de ella.

Y en resumen… nadie quería cuidar de ella. Todos parecían estar ocupados con sus propias vidas y familias y no podían permitirse el lujo de criar a los hijos de otras personas.

El intercambio se fue acalorando cada vez más.

No sabía qué tan bien entendía Miu-chan las palabras de los adultos, pero los adultos asumieron que “una niña de cinco años no lo entendería de todos modos” y hablaron a su antojo.

La atmósfera era tan horrible que hasta un niño de 10 años como yo podía notarlo.

Y alguien inesperadamente dijo, “Si la niña va a estar sola, sería mejor que acompañara a sus padres también…” En ese momento me tapé los oídos para no escuchar las últimas palabras.

¡Boom!

Dándole un fuerte golpe a la mesa, una mujer se levantó.

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“…¡Yo me haré cargo de la niña!”

Una voz digna cortó el aire sombrío.

“¿No me han oído? Dije que…. ¡Yo me haré cargo de la hija de mi hermana!”

La mujer repitió sus palabras mientras los adultos alrededor guardaron silencio, perplejos.

Aparentemente era la hermana menor de la madre de Miu-chan.

Una mujer hermosa con una atmósfera suave sobre ella.

Creo que tenía unos 20 años.

Sus ojos ligeramente caídos tenían una mirada suave, pero ahora estaban llenos de una silenciosa ira que menospreciaba a sus familiares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“E-Espera, ¿qué estás diciendo, Ayako?”

Una mujer sentada a su lado intentó detener apresuradamente a Ayako-san.

Parecía ser su madre.

“¿Hacerte cargo de ella, dices…? No puedes hacer eso. Acabas de empezar a trabajar este año… Cuidar a una niña en este momento es…”

“Lo siento, mamá. Pero… ¡ya lo he decidido!”

Ayako-san se quitó de encima a su madre y caminó apresuradamente.

“No quiero dejar a Miu-chan en un lugar como este un segundo más.”

Con pasos firmes, se dirigió a la niña que estaba sentada en la esquina.

Se agachó y la miró a los ojos.

“Miu-chan. ¿Quieres vivir conmigo de ahora en adelante?”

“¿Contigo, tía Ayako…?”

“Sí, conmigo.”

“…Pero, Miu quiere estar con papá y mamá.”

“Tu papá y mamá… se fueron a un lugar lejano. Así que ya no pueden vivir juntos.”

“…Entonces, ¿Miu está sola?”

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“Sí, pero de hecho, yo también estoy sola ahora.”

“¿Tú también, tía Ayako?”

“Así es. Verás, es un poco vergonzoso. Cuando conseguí un trabajo, me dejé llevar y empecé a vivir sola… pero he vivido en la casa de mis padres desde que nací, así que ahora me siento muy sola viviendo por mi cuenta.”

Por eso, dijo Ayako-san.

Con una mirada gentil, mientras extendía una mano a Miu-chan.

“Tu tía se siente sola y aburrida todos los días, por eso quiero vivir con Miu-chan. ¿No quieres?”

“…Mm. Sí quiero.”

Cuando Miu-chan asintió, Ayako-san sonrió tan brillantemente como el sol.

“¡Bien! ¡Ven aquí!”

Cogió a la niña de los brazos y la alzó.

“¡Vaya! Ha pasado un tiempo desde que te cargué en mis brazos, pero te has vuelto muy pesada, Miu-chan. Me duele la espalda.”

“Fufu. Tía, suenas como una abuelita.”

“Oh, solo los niños malos dicen cosas como esas. Aquí está tu castigo, cuchi, cuchi~.”

“Jajaja, detente, tía Ayako, me haces cosquillas.”

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Las dos estaban sonriendo tan alegremente como si hubieran olvidado de que estábamos justo en una ceremonia póstuma.

Los adultos a su alrededor guardaron silencio sin decir nada. Había una pizca preciosa de santidad en la escena que nadie podía profanar.

Pero yo… no podía apartar la vista de Ayako-san.

No pude evitar sentirme deslumbrado cuando ella extendió su mano sin dudarlo a la niña que había sido arrojada a las profundidades de la desesperación por una jugarreta de Dios.

Ella, que había derrotado la tragedia, parecía una heroína noble o una santa misericordiosa, y creo que fue allí cuando me robó el corazón.

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