Jinrou E No Tensei Maou no Fukukan (NL)

Volumen 4: La Princesa de la Guerra

Capitulo 4: Una Vez que Tengamos a Meraldia en Nuestra Manos

Parte 18

 

 

La torre de vigilancia que había construido en los Páramos Fétidos resultó útil aquí, ya que los exploradores apostados allí pudieron informar sobre los movimientos del ejército de Rolmund.

Supuestamente, cada uno de los cuatro ejércitos tenía un destacamento del cuerpo de magos con ellos. Eso hacía difícil saber cuál era la verdadera fuerza. Si enviáramos refuerzos a ciudades que solo iban a ser atacadas por unidades de distracción, estaríamos desperdiciando nuestras tropas. Qué dolor de cabeza.

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Pero hacer que dudáramos en comprometernos con los refuerzos que teníamos también era seguramente parte del plan de Eleora. Parece que no tengo otra opción. Necesitaré que la Maestra explore por nosotros.

“Maestra, ¿podrías teletransportarte a Bernheinen?”

“Hmm, eso sería lo mejor, sí. Puedo discernir si la fuerza que ataca a Bernheinen es la fuerza principal del enemigo o no. Si no es así, me dirigiré a Thuvan después. Luego a Zaria y por último a Veira.”

La Maestra no era aún una experta de la magia espacial, por lo que no podía teletransportarse en rápida sucesión. Le tomaría algún tiempo revisar todas las ciudades.

Aun así, ella podía transmitir mensajes más rápido que cualquier otra persona. Pero, ¿deberíamos enviar a nuestro miembro más importante al frente de batalla? Mientras pensaba en eso, Airia se volvió hacia mí y me dijo, “Deberíamos enviar mensajeros a Beluza y Lotz para decirles que tengan sus fuerzas en estado de alerta para moverse en cualquier momento. Una vez que descubramos dónde está la fuerza principal de la Princesa Eleora, pueden reforzar la ciudad correcta de inmediato.”

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Asentí en acuerdo.

“Entendido, te dejaré la transmisión de información a ti. Debemos asegurarnos de que los miembros del ejército demoníaco apostados en Ryunheit también estén listos para moverse en cualquier momento. ¿Puedo contar contigo para que hacer los preparativos necesarios, sir Baltze?”

“Por supuesto.”

“Supongo que ahora todo lo que podemos hacer es esperar hasta que obtengamos más información…”

No, un momento, si uso magia para fortalecer mis piernas, debería poder explorar las cuatro ciudades también. Justo cuando pensaba eso, todos me agarraron de los hombros.

“Espera, sir Veight.”

“No irás a ninguna parte, Veight.”

“¡Será mejor que te quedes aquí!”

“Veo que ese mal hábito tuyo no ha cambiado…”

¿Por qué todos están tan preocupados? Al ver mi expresión, Airia sonrió y dijo, “Si te niegas a quedarte quieto, lord Veight, tendré que pedirle al consejo que te prohíba formalmente que luches.”

“D-De acuerdo…”

Me portaré bien.

***

 

 

—Los Registros de Guerra de Eleora: Parte 7—

Eleora se apartó un mechón de su cabello negro de la cara y asintió.

“Parece que las cosas salieron bien.”

Borsche saludó y respondió, “El cuerpo de magos se encuentra bien de salud. Ninguno de nuestros mercenarios ha desertado tampoco.”

Eleora preguntó, “¿Crees que nuestros caballeros servirán como buenos espantapájaros?”

“Les prometimos medallas simplemente por formarse y hacer que parezca que van a atacar, así que imagino que obedecerán las órdenes… pero nunca se puede estar seguro.”

En Rolmund, a los soldados que ganaban medallas se les concedían pensiones vitalicias proporcionales al mérito de la medalla. Por esa razón, no se les entregaba tan a menudo como en Meraldia, donde las medallas generalmente iban acompañadas de una única recompensa en efectivo. Sin embargo, en este momento Eleora necesitaba hombres más que dinero.

“Debido a mi mala gestión, la moral de los caballeros de Meraldia es baja. En este punto, serán más útiles para restringir los movimientos enemigos que para luchar. Además, me da una excusa para otorgarles medallas.”

Borsche frunció el ceño.

“Sin embargo, ¿no crees que otorgarles la Medalla de la Santa Caballería es ir demasiado lejos? Si aquellos que ganaron esa medalla en la patria se enteran de esto, se resentirán.”

Entre las medallas que Eleora fue autorizada a otorgar, la Medalla de la Santa Caballería era la más prestigiosa. Ella sonrió irónicamente y dijo, “Esto es una inversión para el futuro. Además, si se niegan a cumplir su misión, esta campaña del sur estará condenada al fracaso. Su cooperación es necesaria para nuestro éxito. No permitiré que nadie de la patria cuestione mi decisión.”

Eleora apretó su Blast Grimoire y sonrió osadamente.

“A primera vista, la Mancomunidad del Sur puede parecer un monolito unido, pero en realidad es un monolito compuesto por dos estratos, humanos y demonios. Y el Rey Negro de los Hombres Lobo es el pegamento que mantiene unidos a esos estratos.”

“¿Quieres decir que, si él muere, la Mancomunidad caerá?”

Eleora asintió en respuesta, “Eventualmente, sí. Los pueblos del sur están unidos a través de sus líderes. Si pierden incluso uno, su alianza se romperá inevitablemente. Y si ese líder es el Rey Negro de los Hombres Lobo, se destruirá por completo.”

“Pero seguramente el enemigo también es consciente de eso. Las defensas de la capital demoníaca son probablemente más fuertes que las de cualquier otra ciudad.”

Eleora se rió y negó con la cabeza.

“Piénsalo, Borsche. ¿Realmente crees que los humanos arriesgarán sus vidas para proteger a un demonio?”

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“Ahora que lo mencionas, eso nunca ha sucedido en la historia de Rolmund o Meraldia.”

“Los demonios de Meraldia han arriesgado sus vidas para proteger a los humanos. Eso es algo que me impresionó y sorprendió a la vez. Pero aun así, los humanos de Meraldia nunca se han arriesgado a sí mismos para proteger a sus compañeros demonios.”

Antes de comenzar su invasión de Meraldia, Eleora había estudiado su historia y descubrió que no había precedentes de que los humanos lucharan por los demonios.

El capitán Lenkov corrió al cuartel general de Eleora y corrió hacia ella.

“Los preparativos para el asalto están completos, señora. Dejé mi comunicador con Saban, así que he venido aquí para informar en persona.”

“Buen trabajo. Es bastante inconveniente hacer algo sin un comunicador, ¿no es así?”

“Y que lo diga. Regresaré a mi posición entonces.”

A pesar de estar en medio de una misión extremadamente peligrosa, Lenkov salió corriendo con una sonrisa. Eleora tocó su arete y comenzó a dar órdenes.

“Saban, ¿puedes oírme? Soy yo.”

“¡Alto y claro, señora!”

“¿Qué tan bien funcionan las capas de camuflaje y las gafas de visión nocturna?”

“Perfectamente, señora.”

La voz de Saban era tranquila y serena. Aliviada de que sus subordinados no se habían puesto en peligro, Eleora le recordó con severidad, “Las capas de camuflaje simplemente imitan el paisaje circundante. No te hacen invisible. Tampoco te protegen contra la audición aguda o el sentido del olfato de un hombre lobo. No confíen demasiado en ellas.”

“Sí, señora, tendremos cuidado.”

“Bien.”

Eleora asintió con satisfacción y luego agregó, “También hemos modificado los Blast Canes para que no se disparen a menos que se cargue más del doble de la cantidad de polvo explosivo habitual. Lo saben, ¿verdad?”

“Sí, señora.”

“Sé que me estoy repitiendo, pero como no necesitaremos dispararlos más de una vez, siéntanse libres de cargarlos hasta tres veces más. Pero asegúrense de mantenerlos nivelados en todo momento. Si los inclinas un poco, las crestas mágicas entrarán en contacto con la pólvora y se encenderán.”

“Tendremos cuidado, señora.”

Eleora había informado a todos sobre todo esto en la reunión antes de la operación, por lo que sabía que estaba siendo un poco sobreprotectora. Pero ella absolutamente no quería perder a uno de sus preciosos hombres por algo tan ridículo como la falla de un arma. Borsche había estado escuchando la conversación de Eleora y sonrió con picardía.

“Nunca imaginé que tú, la inventora de los Blast Canes y la fundadora del cuerpo de magos, estaría dispuesta a destruir las armas que tú misma diseñaste para volar las puertas.”

Eleora suspiró.

“Eso solo sirve para demostrar que me han arrinconado. No escribas esto en los registros oficiales. No quiero que los historiadores descubran un plan tan patético.”

“Como desees, Su Alteza.”

Desde lo alto de una pequeña colina, Eleora miró las luces parpadeantes de Ryunheit. Luego volvió a tocar su arete comunicador y dijo, “Todas las unidades, nuestro objetivo es asesinar al general más importante del ejército demoníaco, el Rey Negro de los Hombres Lobo, Veight. Asegúrense de hacer todo lo posible para no atacar a los humanos en la ciudad.”

Esta era la primera vez en su carrera militar que Eleora intentaba una estrategia tan arriesgada. Pero en este momento, este era el único plan que tenía.

“Todo está procediendo según lo previsto. Que comience la operación.”

***

 

 

Esa noche, un grupo de soldados caninos patrullaban los muros cerca de la puerta oeste de Ryunheit.

“Tengo hambre”, murmuró el canino cuyo rostro se parecía al de un Shiba Inu. Junto a él, un canino con cara de beagle se quitó el morrión. Los morriones de los caninos se parecían a los chacós usados ​​por los soldados en la Europa de la era industrial. Los caninos bajos lo preferían porque les hacía parecer más altos.

“Creo que puedo arreglar eso.” El segundo canino hurgó en su morrión y sacó una delgada tira de papa seca. “¿Quieres un poco?”

Él comenzó a masticar una mientras le ofrecía la otra a su compañero.

“¿Dónde rayos escondiste eso?”

“En mi sombrero.”

“Esa fue una pregunta retórica.”

El canino con la cara de Shiba Inu suspiró. Su compañero ladeó la cabeza, aún masticando su bocadillo.

“¿No te gustan las papas secas?”

“No tengo ningún problema con las papas. Pero no puedes simplemente poner comida en tu sombrero militar. Sir Veight te va a gritar si se entera.”

“De ninguna manera. Cuando Sir Veight vio esto por primera vez, él…”

El canino con cara de beagle se calló y escondió sus bocadillos en su sombrero. Ahora fue el turno del otro canino para ladear la cabeza.

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“¿Qué pasa?”

El canino con cara de beagle de repente comenzó a oler el aire.

“Algo huele raro. ¿Es un pájaro?”

“¿Hm? Ahora que lo mencionas… no reconozco ese olor.”

El canino con la cara de Shiba Inu miró alrededor. Al igual que los hombres lobo, los caninos tenían una excelente visión nocturna. Su capacidad para discernir los colores sufría a cambio, pero incluso esta tenue luz de medianoche era tan brillante como el mediodía para ellos. Sin embargo, el canino no pudo detectar nada fuera de lo común. Aunque solo por un momento, pensó que vio algo extraño cerca del borde de los muros. Parecía como si el paisaje se estuviera moviendo o cambiando.

“Oye, ¿viste eso de ahí?”

“¿Qué cosa?”

“Eso que está allá. Es como una cosa… no, ¿es más como un sentimiento?”

Pero cuando miró hacia atrás, el fenómeno había desaparecido. Los dos caninos intercambiaron miradas y luego levantaron la cabeza.

“¿Algo raro?”

“¡Definitivamente algo raro!”

Ellos asintieron el uno al otro.

“¡Suena la alarma!”

“¡Bueno!”

El canino con la cara de Shiba Inu puso su boca en el silbato de perro colgando alrededor de su cuello. Pero antes de que pudiera soplar, las puertas explotaron. La explosión sacudió los muros y los dos caninos se agacharon reflexivamente.

“¡¿Uwaaah?!”

“¡¿Qué acaba de pasar?!”

“¡S-Sopla el silbato! ¡Ahora!”

Los dos soplaron sus silbatos tan fuerte como pudieron. Luego gritaron, “¡La puerta oeste está siendo atacada!”

“¡Ataque enemigo!”

Inmediatamente, los miembros de las fuerzas marines beluzanas y los guardias caninos comenzaron a correr hacia las puertas. Al mismo tiempo, todos escucharon una explosión sorda proveniente de la puerta este.

“¡¿Ahí también?!”

***

 

 

Casi al mismo tiempo, en el cuartel de los hombres lobo en Ryunheit.

“¡Los silbatos fueron soplados en las puertas este y oeste! ¡También hemos confirmado que hubo dos explosiones!” le gritó Fahn al ingeniero dragonante que estaba de servicio. Él asintió y dijo, “Entendido, lanzaré la señal de emergencia.”

El ingeniero salió corriendo y envió la señal. Estalló en lo alto del cielo, iluminando la noche.

***

 

 

Baltze agarró sus espadas gemelas y salió corriendo. En el momento en que vio las puertas humeantes se dio cuenta de lo que estaba pasando.

“¡Todas las unidades, reúnanse! ¡Refuercen las defensas de las puertas interiores y protejan a lady Airia y lord Veight a toda costa! ¡Caballeros Azure, síganme a la puerta este!”

En la distancia, Baltze podía distinguir destellos de luz intermitentes. Supuso que eran de la nueva arma de Rolmund. Mientras corría hacia el este, Grizz—capitán de las fuerzas marines beluzanas—corrió hacia él. Llevaba un atuendo llamativo que era claramente visible incluso en la oscuridad y llevaba una enorme maza con púas.

“¡Oye, Baltze! ¡Las puertas este y oeste han sido penetradas!”

“Así parece. ¿Puedo contar contigo para reforzar a nuestros hombres allí?”

“Sí, mis hombres están luchando en el lado oeste. Pero el enemigo ya llegó al nuevo distrito residencial.”

Baltze ensilló su wyvern y saltó sobre él.

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“No debieron haber traído muchas tropas si pudieron ocultar su acercamiento. Usa nuestros números superiores para hacer retroceder a los que han logrado entrar.”

“¡Entendido, jefe! ¡No te mueras ahí fuera!”

“¡Que la fortuna de la guerra esté contigo, sir Grizz!”

Los dos capitanes se saludaron y luego regresaron corriendo a sus respectivos escuadrones. El cielo nocturno de Ryunheit estaba lleno de destellos de luz intermitentes.

***

 

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Después de escuchar que estábamos bajo ataque, Airia y yo comenzamos a reorganizar las defensas de la ciudad. Según el informe del mensajero canino, los muros exteriores del este y oeste de Ryunheit habían sido atacados.

“¡Hay treinta hombres que se acercan desde el este! ¡El viejo Vodd dijo que se ven como mercenarios!”

Así que el ataque al lado oeste es una distracción. O al menos quieres que piense eso, ¿verdad, Eleora? Bueno, no me engañarás otra vez.

La falta de tropas de Eleora significaba que a menudo había usado faroles para ganar sus batallas. Pero si el ataque a los muros occidentales era realmente un engaño, entonces ella habría esperado hasta que la puerta este se abriera para hacerla explotar. Sabía que ella tenía algún tipo de radio mágica, por lo que coordinar sus ataques debería haber sido fácil.

El hecho de que hubiera volado ambas puertas a la vez significaba que tampoco quería que se reunieran demasiadas tropas en la puerta oeste.

Era obvio que la verdadera distracción terminaría en la puerta este. Airia se agachó y le preguntó al mensajero canino, “¿Son solo mercenarios los que han enviado a la puerta este?”


“¡Sí, señora! ¡No hay caballeros o… cuerpo de magos o como se llame! ¡Eso es lo que dijo Vodd!”

Se tropezó con sus palabras un poco, pero el mensajero hizo llegar toda la información pertinente. Airia se puso una pechera y una capa que una de sus asistentes le trajo y se volvió hacia mí.

“Dudo que los mercenarios sean su principal fuerza.”

“Estoy completamente de acuerdo, lady Airia.”

Los mercenarios de Meraldia no eran tan fuertes. La región no había visto la guerra en décadas, por lo que la mayoría de sus batallas habían sido contra bandidos o monstruos salvajes. En las batallas a gran escala, eran incluso más inútiles que los soldados de a pie.

“El verdadero asalto vendrá del oeste. Dile a mis hombres lobo que vayan allí.”

Había pasado mucho tiempo estudiando las estrategias de Eleora. Ella prefería lanzar múltiples fintas y luego dar un golpe decisivo una vez que el enemigo estuviera desorganizado.

Al oeste de Ryunheit había un bosque en el cual los residentes a menudo conseguían leña. También fue donde escondí mis Spear Bones hace mucho tiempo. Como ya no estaban apostados allí, podría usarse fácilmente para ocultar una pequeña fuerza. En este momento, mi prioridad más alta era proteger a Airia. La Maestra estaba fuera siendo nuestra exploradora, así que ella era la única persona importante que quedaba en la ciudad.

“Sir Wengen, haz que la guarnición de la ciudad proteja el antiguo distrito. Necesito que tus hombres protejan a los ciudadanos y a lady Airia.”

Wengen se puso de pie y saludó.

“Como ordene, lord Veight.”

Luego aullé a los hombres lobo en la ciudad y los reuní en mi posición.

“El enemigo tiene como objetivo el antiguo distrito. Si se agrupan, solo se harán blancos de sus armas especiales, así que muévanse en sus escuadrones de cuatro y embosquen a cualquiera que vean. ¡Hagan lo que entrenamos!”

Todos asintieron. Fahn, Jerrick, Monza, los hermanos Garney, Hamaam y Vodd, estaban todos presentes. De hecho, un momento, ¿dónde está Vodd? Justo cuando pensaba eso, Vodd entró tambaleándose, aún en su forma de hombre lobo.

“Lo siento, llego tarde. Quería vigilar la puerta este, por si acaso.”

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“Mientras estés seguro, eso es todo lo que importa. Me preocupaba que te hubieran matado.”

Puede que Vodd fuera un mercenario retirado con más experiencia que cualquiera de nosotros, pero seguía siendo un anciano. Él sonrió, con su pelaje blanco erizado.

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“¿Qué pasa, Vodd?”

“Oh, estoy feliz de que finalmente podamos cazar de nuevo.”

Los otros hombres lobo también sonrieron. Me había olvidado lo mucho que les encantaba pelear. Ese era el único lado de ellos que no podía entender.

Me recordó que yo era el único entre nosotros que era realmente humano por dentro. Pero en este momento, su amor por la batalla iba a demostrar ser un activo. Lancé un nuevo hechizo sobre los hombres lobo, uno que acababa de aprender de la Maestra hace unos días.

Era una versión ligeramente alterada del hechizo de protección de flechas que había usado en Zaria. Este desviaba la magia en lugar de las flechas.

“Escuchen, este hechizo bloqueará un ataque mágico de cualquier tipo, pase lo que pase.”

“¿Cómo funciona un hechizo que bloquea hechizos, hermano?”

“Ya sabes, eso hace que las dos magias se neutralicen o algo así…”


Los hermanos Garney luchaban por comprender las implicaciones, así que simplifiqué mi explicación.

“El enemigo puede dispararles flechas mágicas y mi hechizo bloqueará una sola de ellas. Si los golpean una vez, retrocedan inmediatamente. ¿Entendido?”

“¡Sí!”

“¡Mierda, lánzalo en nosotros cinco veces más entonces!”

No importa cuántas veces lo lance, solo funcionará una vez.

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