Kumo Desu Ga Nani Ka?

Volumen 12

Julius

Parte 3

Mientras todo el mundo celebra la derrota de la reina teratect, Hyrince se aleja rápidamente.

Al darme cuenta, lo sigo en silencio.

Entonces Hyrince se para.

Justo cuando me muevo para ir con él…

“¡No te acerques más!”

… grita para que me detenga en seco.

“¿Hyrince… está ella… ahí?”

“Sí…”

“Entonces yo—“

“¡No! ¡Julius, no te atrevas a venir aquí!”

Ella está ahí.

Pero Hyrince no me deja verla.

“Por favor. Te lo ruego—no te acerques. No mires. Estoy seguro de que Yaana tampoco querría que la vieras así…”

La voz de Hyrince se ahoga con sollozos que apenas puede reprimir.

Yaana está escondida detrás de él, su espalda ancha me bloquea la vista.

Pero Hyrince me ruega que no mire.

Eso solo es suficiente para que me imagine en qué tipo de horrible estado debe estar.

Y no me atrevo a ignorar las palabras de Hyrince e ir a verlo por mí mismo.

No soy… lo suficientemente valiente… para mirar.

¿… Qué clase de héroe soy?

¡¿Cómo puedo llamarme héroe si ni siquiera pude proteger a la chica que amaba?!

Las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos, pero las obligo a detenerse.

Aún no.

Todavía no puedo llorar.

“¡¿?! ¡Julius!”

Gracias al grito de advertencia de Hyrince, apenas logro bloquear la espada que venía hacia mí.

“¡Tsk!”

Escucho a alguien chasquear la lengua cerca e inmediatamente ataco con mi espada en esa dirección.

Hay un estridente choque de metal contra metal cuando nuestras armas chocan.

No es otro que Bloe, el general demonio contra el que estaba luchando antes.

Salta hacia atrás, su ataque sorpresa termina en fracaso.

“¡¿En serio todavía quieres pelear?!”

La reina teratect está muerta.

Esa debe haber sido la gran arma secreta de los demonios.

Como la derrotamos, seguramente su moral esté por los suelos.

Entonces, ¿por qué todavía quiere pelear?

Al mirar detrás suyo, me doy cuenta de que los demonios se han reunido en ese lugar.

Y por lo que parece, siguen ansiosos por pelear.

Al escuchar la conmoción, los soldados humanos se acercan para reunirse detrás de mí también.

“Toma a tus soldados y vete. No quiero luchar más.”

Le digo a Bloe que se retire.

Debe haberse dado cuenta en nuestra última pelea que no podía vencerme.

Dado que su ataque sorpresa falló. No tenía forma de ganar.

Y lo último que quiero ahora es más batalla.

“Por favor. No me hagas seguir peleando por rencor.”

Si luchamos ahora, desataré mi odio con estos demonios.

También podrían ser víctimas del Señor Demonio.

Es por eso por lo que no quiero pelear con ellos.

“¡Tenemos que luchar ahora!”

Haciendo caso omiso de mis más sinceros sentimientos, Bloe prepara su espada.

“¡Héroe! Eres increíblemente fuerte; ¡Lo admito! ¡Pero sigue siendo inútil! ¡Si lo pasaste tan mal con uno de sus engendros, jamás vencerás al Señor Demonio!”

Bloe comienza a despotricar en el lenguaje de los demonios, como si ya no pudiera seguir formando oraciones en el lenguaje humano.

“¡No puedes ganar, maldita sea!”

Su voz está llena de amargura.

“¡Tengo que matarte aquí y ahora por el bien de los demonios!”

Luego carga hacia mí.

Estoy seguro de que tiene sus propias razones para no darse por vencido.

¡Pero yo también, ¿sabías?!

¡No puedo dejar que me maten ahora después de que Yaana muriera para protegerme!

Golpeo la espada de Bloe a un lado y utilizo el movimiento de retroceso para cortar su cuerpo.

Bloe se derrumba en un chorro de sangre.

“Maldita… sea… todo… ¿Por qué…?”

Sus últimas palabras vacilantes salen en lenguaje demoniaco, pero no puedo adivinar su significado.

Puedo sentir la sensación de angustia que hay detrás de ellos.

Pero no puedo mostrar piedad a un enemigo que me ataca.

Apartando la mirada del cuerpo de Bloe, me giro hacia los demonios restantes.

“Lo digo una vez más. ¡Marchaos ahora!”

Les doy una advertencia final.

Si siguen insistiendo en venir a por mí después de eso, ¡no tendré opción…!

Pero entonces una sola niña sale de entre los demonios.

Una niña que es tan pálida que hace que un escalofrío recorra mi espalda.

“Escucha atentamente, Julius. Los humanos son débiles. Increíblemente débiles. La mayoría de los humanos son incluso más débiles que yo, es por eso por lo que cuando me miran dicen que soy fuerte. Pero yo también sigo siendo solo un humano. Soy fuerte para los estándares humanos, pero eso es todo.”

De la nada, recuerdo lo que mi maestro me dijo una vez.

“Para aquellos con verdadera fuerza, el poder de los simples humanos no es nada.”

Lo he experimentado por mí mismo anteriormente.

Hace mucho tiempo, cuando presencié con mis propios ojos al temido monstruo conocido como la Pesadilla del Laberinto.

Por alguna razón, ahora siento aquel mismo miedo.

La chica abre sus ojos…

Una bufanda revolotea en el suelo, su dueño ha desaparecido.