Wortenia Senki (NL)

Volumen 12

Epilogo: Estatus

Al mismo tiempo, el ejército de Ryoma Mikoshiba formó su campamento en las afueras de Epirus y comenzó a cruzar cuchillas con Robert y Signus…

Al este de Rhoadseria, el general más célebre del reino de Myest, Ecclesia Marinelle, recibió una citación de su soberano, el rey Phillip. Ecclesia estaba nerviosa, y sus labios estaban secos.

Su ansiedad provenía del hecho de que ella no estaba reuniéndose con el rey en su sala de audiencias como de costumbre.

En cambio, se le había ordenado que fuera a su oficina personal. Los caballeros hacían guardia en la puerta, y solo se permitía entrar a los ayudantes más confiables del rey. Como prueba, además de Ecclesia y el rey sentados en el sofá opuesto de ella, bebiendo su taza de té, la única otra persona presente fue el primer ministro y líder del reino, Owen Spiegel.

Esta no era la primera vez que Ecclesia había sido llamada a esta habitación. Aunque era joven, había librado innumerables batallas desde el día en que el ex general Marinelle le confió su puesto. Sus hazañas marciales y su destreza ofensiva le valieron el temido nombre de “El Torbellino.”

La posición de Ecclesia como general le dio autoridad sobre la defensa nacional. A diferencia de Rhoadseria, el control de los ejércitos de Myest se dividió entre tres generales.

A pesar del hecho de que todos la despreciaban por ser una mujer, Ecclesia había subido de rango y se había convertido en uno de esos generales.

Debido a su posición, el rey había pedido su opinión sobre el destino del país incontables veces antes, y Ecclesia le había explicado su punto de vista varias veces.

Pero eso no significa que no estuviera nerviosa en su presencia.

Siempre había una gran distancia entre ella y el trono, y los caballeros siempre estaban presentes para proteger al rey. Además, conversar con el rey requería que uno se parara en la ceremonia y hablara en consecuencia.

Pero una reunión en la oficina del rey no era como una audiencia oficial. Y el rey Phillip a menudo llamaba a Ecclesia aquí en lugar de la sala de audiencias. Honestamente hubiera preferido que la hubiera llamado allí.

No importa cuántas veces me pida que me reúna con él aquí, siempre es un dolor de nervios. Sé que debería apreciar el hecho de que está atento a sus sirvientes, pero…

Ecclesia observó al rey sentado enfrente de ella. Era un hombre mayor, acercándose a sus sesenta años. Pero a pesar de su edad, todavía era amigable y de corazón abierto. También parecía más joven de lo que uno esperaría; su cabello era todavía tan negro y elegante como el de Ecclesia.

El rey Phillip había heredado el trono en sus veinte años, y había gobernado durante más de treinta años. Su reinado fue bueno, y conocía la importancia del poder económico. No escatimó gastos para desarrollar las ciudades portuarias de Myest, incluyendo la más grande, Pherzaad.

También era sabio en los caminos de la guerra. Myest había pasado siglos luchando por el territorio con el Reino de Brittania en el sur. No solo protegió el territorio de Myest, sino que incluso mató a uno de sus preciados generales él mismo.

Era de complexión mediana, pero se rumoreaba que sus habilidades como guerrero eran impresionantes. Entre los demás soberanos de las regiones orientales del continente occidental, uno podría muy bien llamarlo héroe de guerra.

Aunque Felipe era un soberano fuerte, no era una persona severa. Seguía las reglas del decoro con el público oficial, pero era un hombre muy franco fuera de esos escenarios. Era un gobernante fácil de servir, o más bien se presentaba de esa manera.

Sea como fuere, los que servían a sus órdenes no compartían necesariamente la misma perspectiva. Después de todo, Ecclesia no se sentía cómodo estando en su oficina así, por no hablar de beber té servido por el propio rey.

El vapor que salía de la taza de Ecclesia olía a hojas de té traídas desde el continente meridional. Había sido importado por la casa real.

No hace falta decir que era absurdamente caro y, a menudo, se servía como una especie de recompensa. Servirlo a un criado en un entorno ordinario como este era excesivo, por decir lo menos.

Sin embargo, Ecclesia había tenido ese té una y otra vez, cada vez que fue llamada a esta oficina. No importaba cuántas veces lo sirviera el rey, siempre era difícil beberlo.

Ella simplemente se sentaba en el sofá, rígida como una tabla. En cuanto a Ecclesia, ella quería terminar con esto lo antes posible y marcharse.

Phillip, por el contrario, le sonrió serenamente. “¿Qué pasa? Tu té se está enfriando.”

No pretendía tener mala voluntad. Y como ya le había servido el té, no importaba si se enfriaba; ya había cumplido con su deber como anfitrión.

Pero Phillip estaba realmente preocupado de que pudiera terminar bebiendo té frío. No estaba tratando de obligarla a beberlo, pero era difícil evaluar cuáles eran sus intenciones. La diferencia de estatus entre un rey y su criado era simplemente demasiado grande.

El único que realmente podía conocer las intenciones de Phillip era Owen, quien le había servido durante muchos años.

Ecclesia estaba demasiado nerviosa para notar la preocupación de Phillip, y rápidamente se llevó la copa a los labios. Sin embargo, lo sorbió demasiado rápido y se quemó la boca.

“¡Ow!”

El grito de niña de Ecclesia ciertamente no encajaba con la ocasión. Había sonado casi infantil. Si cualquiera de sus subordinados, que sólo la conocía como un general digno, viera esto, se sorprenderían más allá de toda creencia. Además, ella había actuado de esta manera frente al rey, lo cual era ciertamente imperdonable. Incluso podría ser acusada de irreverencia por esto.

Phillip no la culpó y, en cambio, se rió agradablemente. Luego sacó un pañuelo de seda del bolsillo de su camisa y se lo ofreció.

“No hay necesidad de apresurarse. Usa esto.”

Fue un gesto gentil que un padre podría mostrarle a su amada hija. Owen suspiró silenciosamente, para no llamar la atención de su señor.

Lo juro. Lady Ecclesia es una de sus sirvientes, alteza. Sé que es la hija de tu hermana menor… pero debes considerar tu posición como rey y actuar en consecuencia.

Ecclesia Marinelle era sobrina de sangre del rey Phillip. Aunque su madre se había casado en la Casa Marinelle, ella todavía era de la realeza por nacimiento.

Esto significaba que Ecclesia tenía una reclamación -aunque muy débil- al trono de Myest. Sin embargo, antes de que Ecclesia naciera, Phillip había tenido diez hijos entre su esposa y concubinas, y todos ellos eran varones. Cuando se trataba de heredar el trono, los hombres eran preferidos sobre las mujeres.

Pero cuando los diez hijos eran varones, uno naturalmente quería una hija también. Y entonces nació Ecclesia. Cuando Phillip se enteró del nacimiento de su sobrina, se regocijó sin preocuparse mucho por lo que los que le rodeaban podrían haber pensado.

De hecho, la apreciaba de una manera que era casi visible. Phillip terminó teniendo algunas hijas propias, y se regocijó al verlas venir al mundo también, pero parecía que no podía olvidar la alegría que había sentido cuando nació Ecclesia.

Como tal, trató a su sobrina como alguien verdaderamente especial. Por todo lo que le preocupaba, Ecclesia era tanto una hija para él como sus propias hijas.

Cuando era pequeña, la invitaba a tomar el té en el palacio todos los días. Incluso cuando Ecclesia heredó la jefatura de la Casa Marinelle y se convirtió en general, Phillip la había invitado regularmente.

La suya era una relación conmovedora, sin duda. Pero Owen sentía que el rey no podía darse el lujo de perder su tiempo en la hora del té, al menos no hoy.

“Su Majestad, ¿no es hora?” Owen susurró al oído de Phillip.

“Ah, sí, tienes razón.” La frente de Phillip se frunció por un momento, pero pronto recordó la importancia del asunto en cuestión. Se volvió hacia Ecclesia, la sonrisa desapareció de sus labios.

“Te llamé aquí hoy por una razón”, dijo, con un brillo sagaz en sus ojos.

Ecclesia se endureció ante su cambio de actitud. Miró al rey no como una sobrina, sino como el general conocido como El Torbellino.

“¿Y qué es eso, mi señor?” Preguntó.

“Estoy seguro de que has oído hablar de cómo los plebeyos en el Reino de Rhoadseria se han levantado en revuelta recientemente.” Ecclesia asintió.

Ya que Rhoadseria era vecina de Myest, necesitaban vigilar las revueltas. A través de forjar una alianza con la bestia del norte-el Reino de Helnesgoula-los tres reinos del este habían sido capaces de repeler la invasión del Imperio O’ltormea de Xarooda. Pero una derrota no fue suficiente para extinguir las ambiciones del imperio de unificar el continente.

Xarooda estaba negociando un alto el fuego con ellos, pero una vez que el imperio terminara de reorganizar sus fuerzas, podría volver a pasar a la ofensiva.

Aunque los refuerzos de Rhoadseria ya se habían ido, Xarooda permaneció alerta. Por eso a Helena Steiner se le habían dado ocho mil soldados para vigilar la frontera de Xarooda en la ciudad de Tritron.

Sin embargo, las revueltas en un momento como este colocaron a Rhoadseria en una posición precaria. Tendrían dificultades para bloquear cualquier invasión de O’ltormea.

Después de todo, Myest estaba en la costa oriental del continente. Sus antiguos oponentes, el Reino de Brittania, bloquearon su camino hacia el sur. Así que si Myest enviara refuerzos a Xarooda de nuevo, tendrían que navegar a través del mar o marchar a través de Rhoadseria.

El barón Ryoma Mikoshiba se había hecho cargo de los piratas que habían anidado durante mucho tiempo en la península de Wortenia.

Usando la ciudad de Sirius como punto de relevo, estaban desarrollando rutas marítimas del norte hacia Helnesgoula. Pero aun así, transportar soldados por barco era diferente a entregar mercancía. Ir a Xarooda por mar no era una opción realista.

La mayoría de los soldados no podían nadar. Sólo si eran pescadores o marineros las cosas eran diferentes. Las personas en esas profesiones aprendieron a nadar ya que estaban en constante riesgo de caer en los ríos o el mar.

Lo mismo podía decirse de la marina de Myest. La natación era parte de su régimen de entrenamiento. Pero sólo muy pocos miembros de las fuerzas terrestres de Myest sabían nadar.

Se centraron más en la lucha con armadura y a caballo. Aprender a nadar no era una prioridad para ellos. Debido a esto, embarcarlos en buques militares y transportarlos a través del océano era una perspectiva peligrosa.

Si se toparan con una tormenta, las olas se llevarían a la mayoría de sus tropas. En verdad, muchos de ellos probablemente se negarían incluso a abordar el barco por miedo.

Así que si bien podría ser posible enseñarles a nadar en el futuro, la única opción de Myest en la actualidad era marchar a través de una ruta terrestre.

“He oído que sus militares estaban tratando de llegar a algunas contramedidas, pero…hemos recibido noticias de otro problema importante”, dijo Phillip, mirando a Owen e instándole a hablar.

Sí, por supuesto, pensó Ecclesia. Lord Owen es tanto el primer ministro como el encargado de reunir información de otros países. Algo debe haber pasado en Rhoadseria.

Ecclesia rápidamente dedujo que algo debía estar mal y miró a Owen. Owen asintió con satisfacción y comenzó a explicar. “Hace aproximadamente una semana, un espía que envié a

Rhoadseria me envió un informe. Al parecer, la baronía Mikoshiba, el gobernante de la península de Wortenia, ha declarado la guerra al Conde Salzberg y las diez casas del norte.”

Los ojos de Ecclesia se entrecerraron con un peligroso destello. Esta era la guerra de otro país, pero no era algo que Myest pudiera ignorar. Ahora entendía por qué la habían llamado aquí.

“¿Estás seguro de que esto es cierto?” Preguntó Ecclesia.

No tenía sentido pedir la confirmación. Phillip estaba presente, y Owen no reportaría meros rumores al rey. Sin embargo, Ecclesia tenía que preguntar.

“Sí. De hecho, desde que recibí la noticia, he triplicado la vigilancia de mi red de información en el norte de Rhoadseria para recopilar rápidamente más información. Y esta mañana, recibí una paloma mensajera con noticias urgentes.”

Owen sacó una carta que había sido descifrada y luego traducida y se la entregó a Ecclesia.

“Ya veo”, dijo Ecclesia, hojeándola. “Si hay que creer en el contenido de esta carta, las hostilidades deben haber comenzado a estas alturas”. Ella exhaló un profundo suspiro, con una sonrisa forzada en sus labios.

Al ver la reacción de Ecclesia, Phillip preguntó: “¿Qué piensas?”

Lo que quiso decir con eso fue evidente.

“Lo juro. Ese hombre actúa de manera inesperada”, respondió Ecclesia, sacudiendo la cabeza. Ella pareció sorprendida.

Ecclesia tenía una comprensión bastante decente de la posición de Ryoma. Ella lo había visto usar el pacto comercial con el Reino de Helnesgoula para detener la invasión O’ltormean de Xarooda.

Gracias a eso, la posición económica de Myest era más fuerte que nunca. Si todo iba bien, la economía de Myest se duplicaría y triplicaría en pocos años. Era difícil ignorar al hombre que había hecho que eso sucediera. Y gracias a eso, Ecclesia se había enterado de la fisura entre Ryoma y la reina Lupis.

Un vasallo que es demasiado hábil es peligroso, ¿eh? Incluso la reina a la que ayudó a subir al trono le teme ahora.

Nada asustaba más a un gobernante incompetente que un aliado demasiado competente. Vieron a los más hábiles que ellos como amenazas latentes a su autoridad y buscaron expulsarlos.

Si Ryoma no hubiera hecho nada, la Reina Lupis eventualmente se habría movido para eliminarlo. Ryoma no fue tan tonto como para pasarlo por alto.

Esto casi parece una conclusión inevitable…

Ecclesia sólo había hablado con Ryoma en tres ocasiones durante la expedición a Xarooda. Su relación con él era ciertamente bastante limitada. Pero incluso en tan poco tiempo, había captado rápidamente la magnitud de la fuerza, el talento y el potencial de Ryoma.

“Si tuviera que adivinar,” Ecclesia continuó, “Ryoma instigó la rebelión plebeya para lanzar al Rhoadseria en el caos y para arrebatar el control de las regiones del norte.”

Phillip y Owen asintieron.

Ecclesia luego agregó: “La pregunta ahora es ¿cómo va a reaccionar Myest?”

“Ecclesia, de todos los habitantes de este país, es la que mejor conoce al barón Mikoshiba. Por eso quiero preguntarte”, dijo Phillip, luego hizo una pausa. Respiró hondo antes de volver a fijar su mirada en ella. “¿Cómo manejarías esto, Ecclesia?”

El destino de Myest dependía de esta pregunta. Había tres maneras de manejar la situación. Podrían inmiscuirse de manera asertiva en la guerra, avanzar como árbitros para resolverla pacíficamente, o simplemente no hacer nada y ver cómo se desarrollan las cosas.

Pero ya sea interferencia directa o mediación pacífica, a Myest le costaría interferir en una disputa territorial entre los nobles de otro país.

La única forma en que podían interferir era si la baronía Mikoshiba les pedía directamente que lo hicieran. Y eso tensaría su relación con Rhoadseria.

Desde la perspectiva de la Reina Lupis, no importa qué decisión tomara Myest, infringiría su autoridad real. Con la amenaza de una segunda invasión de los O’ltormeanos por delante, esta era una opción peligrosa.

La única opción real de Myest era no interferir. Sin embargo, la no interferencia tampoco era una opción sabia. El liderazgo de Myest fijó una gran cantidad de esperanza y expectativa en la península de Wortenia como un punto de enlace para las rutas marítimas del norte.

Además de eso, la ubicación de Wortenia en el extremo norte del continente era una posición privilegiada para el comercio con el continente septentrional. En el futuro, podría convertirse fácilmente en el puerto comercial más importante de todo el continente occidental.

Si la economía de Myest continuara creciendo como se esperaba, su fuerza militar también crecería en consecuencia. Por último, ya no sería un mero sueño romper el estancamiento con el Reino de Brittania y aumentar su territorio. Un ejército más grande también significaba que podían competir contra el Imperio O’ltormea.

Además, la península de Wortenia era el hogar de muchos tipos únicos de monstruos, y los ingredientes de la caza de ellos podrían ser utilizados para elaborar medicina única y artes especiales de artesanía. Tal mercancía era deseable, y fueron vendidos tanto a Pherzaad como a otros puertos.

Dejar que esos artículos valiosos desaparezcan del mercado asestaría un duro golpe a la economía actual de Myest.

Estaba a favor de Myest continuar su relación con Ryoma. Si era posible, querían evitar que la reina Lupis destruyera la baronía.

La casa real de Rhoadseria se había mantenido en la península durante años y la había dejado su suerte. Muy pocas personas podían desarrollarla con éxito. Uno podía buscar por todo el mundo, pero era dudoso que encontraran a alguien más capaz de hacerlo. Por eso querían que Ryoma retuviera la baronía.

Ya tenemos nuestra respuesta. La cuestión es si podrá vencer al conde Salzberg y las diez casas del norte por su cuenta.

Ecclesia ya estaba formando su respuesta. Normalmente, sería una locura para un simple barón desafiar al conde Salzberg, un conde que controlaba todas las regiones del norte de Rhoadseria. Pero por lo que Ecclesia sabía de Ryoma, no era un hombre temerario.

Debe tener algún plan. No sé qué es, pero… Muy bien. Veamos de lo que es capaz.

Con una fría sonrisa, Ecclesia separó sus labios para darle a Phillip su respuesta.

-FIN DEL VOLUMEN 12-