Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 8

Capitulo 63: El Feudo Ascham

Parte 6

 

 

Al darse cuenta de esto, Mile quedó al borde de su ingenio.

El aire vibró para que su voz llegara hasta los oídos de los últimos soldados imperiales.

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“¡CRIATURAS TONTAS!”

“¡¿Qué diablos es eso?!”

“¡¿Un pájaro?!”

“¿Un wyvern?”

“No, e-es…”

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“Una di-Diosa…”

Las tropas de Albarn fueron completamente sacudidas. Con su voz en auge, Mile comenzó a hablar de nuevo.

“La justicia sin poder es insignificante, pero el poder sin justicia es un pecado capital. Y así, como su Diosa, les doy el castigo de la muerte. ¡Viles pecadores, arrepentíos!”

Ya, las cosas eran un gran desastre. En su desesperación, Mile comenzó a leer los relevantes textos en su enciclopedia de frases que siempre había querido decir.

“¡E-es falsa! ¡Tiene que haber algún tipo de truco!” Un hombre, que parecía ser un Oficial, gritó, tratando de tranquilizar a sus perturbados subordinados. Sin embargo, truco o no, no había ningún edificio o árbol alto cerca del cual se pudiera suspender a una persona en el aire, y cosas como grúas y cables de piano aún no se habían inventado en este mundo. Además, la mayoría de las personas en este mundo creían en cosas como dioses y demonios. Incluso este oficial nunca se atrevería a decir que no existía una Diosa.

De todos modos, no se podía esperar que ordenara al ejército que empacara y se fuera solo porque una supuesta Diosa les decía que lo hicieran. Si regresara con un informe como ese, sería decapitado o ahorcado. Por supuesto, tales asuntos no eran asunto del resto de los soldados.

Castigar a los Comandantes y Oficiales que no podían manejar las presiones de su trabajo era una cosa, pero ningún funcionario se atrevería a imponer la pena capital a 5,000 soldados.

Por lo tanto, los soldados se quedaron dónde estaban, negándose a dar otro paso.

“Los hombres que invadirían sin emitir una declaración de guerra no son soldados ni ejército. ¡Son villanos—hermanos del mal! Tales criaturas inmundas nunca serían acogidas en el refugio de guerreros de Valhalla tras su muerte. ¡La única invitación que recibirán los ruines bandidos sería un boleto de ida directo a la perdición! ¡Ahora, acepten su juicio divino!”

En ese momento, una formación mágica en forma de cabeza de lobo apareció en el aire. De su boca abierta, un enorme sonido resonó sobre los soldados imperiales.

“¡Trueno Estridente!”

Un trueno divino y castigador lanzado por el lobo en el cielo cayó sobre todos los enemigos: Trueno estridente.

¡Flash!¡ ¡Ka-booom!

El silencio cayó.

El espacio a su alrededor se llenó de un silencio casi aterrador, y las tropas albarnienses se quedaron mudas.

La gente de la capital, que había escuchado todo gracias a la magia de vibración sonora de Mile, estaba igualmente callada.

El único sonido que se escuchaba, tanto desde fuera de la capital como desde dentro, era el silencio ensordecedor del miedo. Algunas personas cayeron en terror y asombro; los ojos de otros brillaban con esperanza y reverencia. Sin embargo, todos dejaron de moverse mirando hacia el cielo.

¿Qué hago ahora? Dijo Mile preocupada.

Nadie se movía en lo más mínimo. Nadie decía una palabra.

No puedo seguir flotando aquí para siempre…

Actualmente, estaba esperando que los soldados Imperiales se retiraran con la cola entra las patas. Claro, no tenía la intención de matarlos a todos con un rayo. Sin embargo, ninguno se había movido…

Al girar su mirada hacia las tropas de Ascham, de repente vio algo particularmente visible desde su alto punto de vista.

Al lado norte de la capital, en el lado opuesto de los albarnienses, había una mancha de soldados, ya casi sobre la ciudad. Su número era mucho más vasto que el de los enemigos del sur: Un mar de soldados, tal vez cinco veces el número del regimiento Imperial, tal vez incluso más. Teniendo en cuenta que se acercaban desde el norte, era imposible que fueran soldados del Imperio. Lo que significaría que…

Este grupo era el Ejército Real de Brandel—un conglomerado de los propios hombres del rey y las fuerzas de las tierras de cada casa noble. De hecho, Mavis los había visto mucho más rápido que Mile, que le había dado la espalda a la capital mientras flotaba en el aire.

“¿Q-qué…? ¡Pero Pauline y Mavis me dijeron que probablemente no enviarían sus tropas! ¿Se aceleraron esos tipos? Deben haber notado a los soldados Albarnienses… ¡Guh! Oh, mierda, mierda, mierda, mierda. No importan los albarnienses—¡No puedo dejar que me descubraaannn!”

Mile murmuró en voz alta para sí misma, pero afortunadamente ya no utilizaba su magia de sonido vibrante, por lo que nadie más podía escucharla. Presa del pánico, descendió de inmediato, avanzando a través de las filas Imperiales, corriendo en retirada para encontrarse con Reina y las demás.

“Ch-chicas, tenemos que irnos, y-yaaaaa…”

“¡Hora de retirarse!” Dijo Reina.

“¡¡Vale!!” Gritaron Mavis y Pauline.

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Mile, un poco después dijo, “Vale…”

Por lo tanto, la llamada Orden de la Sangre Carmesí abandonó la escena a gran velocidad, corriendo hacia el sur. Mientras tanto, en el campo de batalla…

“¡Coronel! ¡Se han visto fuerzas enemigas al norte de la capital!” Dijo un oficial, transmitiendo un mensaje desde los puestos de observación estacionados en una elevación, vigilando el estado del campo de batalla y la capital.

“¡¿Qué?! Pero todo el ejército de Ascham está escondido en la capital.” El coronel, aún no se había recuperado del todo de la llamada Diosa que había desaparecido tan repentinamente tanto como había aparecido, expresó su incredulidad.

“¡N-no es eso, señor! No es el ejército de Ascham. ¡Creen que podría ser el ejército Real! Todavía no hemos podido confirmar el número de soldados; ¡Pero hay al menos 20,000 y posiblemente muchos más!”

“¡¿Q-qué dijiste?!”

Si se precipitan ahora mismo, a toda velocidad y con todas sus fuerzas, entonces podrían ser capaces de llegar a la capital antes de que llegara el ejército real. Sin embargo, si se posicionaban en la capital, donde los trescientos hombres del ejército de Ascham estaban estacionados, estarían rodeados de gente agresiva del pueblo, tratando de enfrentarse a un ejército muchas veces su tamaño. Sería una misión suicida.

Además, la capital no era una ciudad fortificada. No había muros que la rodearan, no había castillos. Con sus suministros tan disminuidos e incluso con sus arqueros cortos de flechas, había pocos pros y muchos contras para entrar en un lugar como ese.

Por lo menos, las circunstancias no eran suficientes para satisfacer la Regla de Ofensiva de ‘Tres veces’—que se necesitaba poseer una ofensiva que era tres veces más fuerte que la defensa del enemigo para prevalecer.

Además, las peleas ya habían estado estallando entre los soldados Imperiales, apenas habían comido en los últimos días, y el agua en sus barriles se había secado hace siglos.

Sus magos, después de haber tenido que usar su magia para crear cualquier gota de agua, no estaban en ningún estado para hacer mucho más que moverse.

La moral de las tropas, la condición física y la lealtad estaban en un mínimo histórico—no había manera de que los albarnienses pudieran doblegar a un ejército de ese tamaño en su condición.

“¡¿Por qué?! Todos nuestros analistas predijeron que la Corona nunca respondería inmediatamente, que dejarían que todos sus territorios débiles y remotos se perdieran y que establecerían sus defensas fuera de estos. ¡Dijeron que nunca actuarían hasta que estuvieran completamente listos para luchar! Por eso nunca movilizamos tropas fuera de este regimiento y por eso dejamos claro que no se trataba de una guerra declarada para la capital de Brandel—¡Se suponía que la información era confiable! ¡¿No me digas que descubrieron la segunda etapa de nuestro plan para cuando nos enfrentaríamos contra la contraofensiva del reino?!”

Tratar de pronosticar los movimientos de un enemigo se rebajaba a más que una opinión personal. Incluso cuando se estaba en posesión de información completamente confiable sobre el enemigo y una comprensión precisa de su psicología, las predicciones todavía podrían estar muy alejadas.

No hace falta decir que también hubo muchos casos en los que los analistas poseían información insuficiente o incompleta, y sus enemigos podrían tratar de burlarlos—o ellos mismos podrían actuar sobre una suposición errónea, suponiendo que las circunstancias estarían a su favor.

“¡Tenemos confirmación visual de la vanguardia enemiga!

Llevan banderas de los ejércitos de cada Casa Noble de Brandel, y—¡Sí! ¡Esos son los colores del rey, y parece ser el rey mismo!”

Gritó el oficial.

El coronel casi enloquecía.

¿Por qué? ¡¿Por qué vienen a por nosotros con tanta fuerza, sólo por el bien de un pequeño feudo insignificante en las tierras fronterizas?! ¿La familia real, dices? No puedo imaginar al rey que encabece esas tropas él mismo—¿podría ser el primer príncipe? El segundo príncipe sigue siendo demasiado joven, pero ¿realmente arriesgarían a su príncipe heredero, un joven que lleva todas las esperanzas del reino para el futuro, en una batalla como esta? ¡Inconcebible! ¡Nunca harían tal cosa!”

Al ver el estado en el que el coronel había caído, un oficial, ya resignado a incurrir en la ira de su superior, habló. “¡Coronel, sus órdenes! ¡No tenemos tiempo para perder!”

Si iba a ordenarles que atacaran o que se retiraran, tenía que hacerlo rápidamente.

No podía simplemente dejar que sus hombres se quedaran de pie y que fueran eliminados por el enemigo. Incluso si la orden dada era para un asalto imprudente que era casi seguro que terminarían aniquilados, un soldado acataba la palabra de su Comandante.

Esta era la determinación que brilló en los ojos del oficial mientras miraba al Coronel.

“¡Soldados, retirada! ¡Hay que salir de aquí! ¡Retírense del campo de batalla inmediatamente!”

El oficial lo miró peculiarmente. No habría sido nada sorprendente para este Coronel en particular dar la orden de atacar. Al darse cuenta de esto, el Coronel agarro su cabeza y con autodesprecio murmuró, “No me importa si los historiadores de las generaciones futuras me etiquetan como un ‘idiota’, pero ‘el idiota que condenó a 5,000 hombres a una muerte sin sentido’ es mucho peor…”

Entonces, levantó la voz y gritó: “¡Rápido, hazlo! Si no salimos de aquí antes que llegue el enemigo, nos alcanzarán, ¡y nos aniquilarán! Se concede permiso para descartar cualquier cosa que no necesiten para el viaje de regreso. ¡¡¡Dense prisa!!!

Los Oficiales despegaron corriendo en varias direcciones. Si abandonaban todas sus armas y suministros, habría al menos una pequeña posibilidad de que pudieran escapar del ejército enemigo, que aún estaba marchando, con una unidad de suministros a remolque. Siempre y cuando pudieran mantener suficiente distancia para que no se tomaran cautivos…

***

 

 

“Parece que hemos ganado un poco de distancia. Cambiemos de dirección ahora y empecemos a dirigirnos hacia el este. Si nos dirigiéramos al sur desde aquí, tendríamos que ir directamente a través del Imperio, lo que significaría mantener al ejército Imperial pisando nuestra cola todo tiempo.”

La Orden de la Sangre Carmesí—o, mejor dicho, las chicas una vez más conocidas como Pacto Carmesí ahora que sus deberes como mercenarias habían terminado—se habían estado moviendo hacia el sur para evitar los ejércitos de Brandel y Albarn, pero ya era hora de un cambio de planes.

Pauline, sin embargo, planteó una objeción a la propuesta de Reina.

“Espera un momento. Hay algo de lo que me gustaría encargarme primero. Los soldados Imperiales no tendrán tiempo para desviarse hacia el río, y a este paso es posible que terminen muriendo de sed. No hay manera de que el agua que unos pocos magos de bajo rango puedan producir sea suficiente para satisfacer las necesidades de 5,000 hombres, junto con sus caballos, que requieren mucha más… La mayoría de los soldados no son necesariamente villanos o criminales, y me gustaría ayudarlos un poco…”

Era raro tener magos luchando en la primera línea en absoluto, junto con los otros reclutas.

Cualquiera que tuviera suficiente habilidad mágica para usarla en combate no aceptaría la posición de soldado común de a pie, donde el peligro superaba el sueldo. Incluso en tiempos de reclutamiento de emergencia, podían presentar una petición de salarios, y si alguna vez tomaran una posición con militares, eran recibidos en el rango de Oficial, al menos.

En otras palabras, había muy pocos magos al frente en este caso.


Además, la cantidad de agua que se podía producir a través de la magia tenía un límite conocido. La cantidad de agua que un humano requiere al día es de alrededor de dos litros.

Para 5,000 hombres, eran diez toneladas de agua. Además, cada caballo necesita alrededor de treinta litros de agua al día—la misma cantidad que quince hombres. Las élites del ejército eran mucho más propensas a favorecer a un caballo más que quince soldados.

Incluso si se reunía a todos aquellos que podrían utilizar suficiente magia de utilidad para producir cantidades muy pequeñas de agua, simplemente no había manera de compilar suficiente magia para invocar diez toneladas de agua todos los días.

No se podía atraer tanta agua de un lugar con solo aire seco, básicamente era un desierto inhóspito.


Aquellos que podían usar su magia para el combate también era poco probable que quisieran usar toda su fuerza mágica en algo tan trivial como reunir agua.

Eso era equivalente a ordenar a un soldado en el campo de batalla que abandonara su espada, y como había pocos magos que aceptaran tal comando. En el mejor de los casos, puede pedirles que cedan la mitad de sus tiendas mágicas a la causa, o dos tercios como máximo.

En otras palabras, seguir conduciendo a los soldados imprudentemente, sin siquiera la suficiente agua para tomar, significaba que era sólo cuestión de tiempo hasta que los cadáveres comenzaron a caer.

“¡¿Quéeeeee?!” Las otras tres gritaron, mirando con los ojos abiertos a Pauline.

“¿Quién eres?”

“¿Eres un mago enemigo disfrazado? ¿Dónde está la verdadera Pauline? ¿Qué hiciste con ella?”

“Reina, Mavis, ¡Aléjense de ella!”

“Qu-qu-qu-qu-qué…”

Luego las tres se encontraron en el extremo receptor de una reprimenda de la furiosa Pauline…

***

 

 

“¡¿Qu-qué dices?!”

El príncipe heredero Adalbert, que estaba a cargo del ejército Real de Brandel, estaba impactado.

“Bueno, Su Alteza, es justo como dije. Una Diosa se manifestó y nos concedió su protección. Era el espíritu de la difunta hija del verdadero linaje Ascham, ascendió después de su muerte por el bien de ella… Uhhoohoo…”

Juno, jefe del ejército de Ascham, comenzó a llorar.

Dejando la persecución del ejército Imperial a las fuerzas reales y nobles, las tropas de Ascham se habían quedado atrás para ayudar en la defensa y restauración de sus propias tierras, apoyando a los aldeanos en la reconstrucción de sus campos y hogares.

Actualmente, las fuerzas habían sido enviadas a cada aldea, y Juno se quedó atrás para dar su informe a Adalbert, mientras que los capitanes de cada unidad atendían a sus propios hombres.

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El príncipe Adalbert, a su vez, dejó los deberes de persecución a sus generales subordinados y se quedó en la capital de Ascham también.


Había una serie de razones por las que Adalbert había llegado a actuar como el líder del ejército de su padre. En primer lugar, tener un contraataque dirigido por el propio príncipe heredero serviría para mostrar al Imperio que no se toman nada a la ligera.

En segundo lugar, su autoridad ayudaría a mantener el mando sobre todos los ejércitos de los señores feudales.

Si las cosas salían mal, existía la posibilidad de que algún marqués sucio u otro pudiera tratar de entrar y arrebatar el control, pero con el propio Adalbert sirviendo como Comandante, tal comportamiento presuntuoso era poco probable.

Además, acabar con las fuerzas Imperiales, que nunca mostraron signos reales de planear una invasión, con un número que era muchas veces más grande era una tarea simple. Al hacerlo, podían presumir de ser un país que protegía incluso a sus ciudadanos de las tierras más lejanas.

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Era una causa justa, ganaría el apoyo de estas tierras fronterizas, y ganarían un poco de influencia para Adalbert, que no había tenido experiencia militar práctica hasta ahora.

Por supuesto, dados los peligros de esta tarea, y los problemas que podrían resultar de Adalbert recibiendo una lesión en un lugar como este, el príncipe no estaba realmente autorizado para hacerse cargo de la persecución.

Por lo que, se determinó que debía ‘dar indicaciones desde la capital de Ascham, que había resistido tan valientemente durante la acción inicial’.

Se trata de una situación totalmente absurda se viera por donde se viera—pero, por supuesto, también se ha tenido en cuenta ese hecho.

Si este territorio hubiera sido el dominio de cualquier otra familia noble, entonces las predicciones de los analistas Imperiales habrían sido correctas. El reino no se habría precipitado en la batalla a gran ritmo, poco preparado, pero desbordado de determinación.

A cambio, habrían sufrido un proceso de preparación mucho más largo y luego habrían hecho un sincero llamamiento a cada una de las casas nobles con el argumento de crear un frente unido frente al acto de agresión del Imperio—todo eso antes de que incluso hubieran considerado hacer un movimiento.

De hecho, en la primera vez que escuchó de la invasión, el rey pareció ligeramente sorprendido, pero mantuvo su compostura. Sin embargo, cuando se le dijo de la tierra que estaba siendo invadida, se alteró y se enfureció al instante. Ordenó un envío de emergencia a la vez, sin tanto como hacer una reunión, o incluso detenerse a escuchar la opinión de nadie más sobre el asunto.

Normalmente, se habría esperado que el primer ministro, los miembros del gabinete y otros nobles de alto rango plantearan una objeción de conciencia a que su rey tomara una decisión unilateral, pero por alguna razón todos asintieron inmediatamente sin una sola protesta, saliendo de inmediato a reunir el Ejército Real—un conjunto de emergencia de las tropas del rey, bajo el control directo del rey, junto con un envío Real de cada una de las casas nobles.

Habría sido una cosa si el Reino en sí estuviera en peligro, un país vecino tratando de cortar alguna pequeña frontera no habría sido un asunto muy apremiante para cualquiera más allá de los afectados directamente—es decir, la gente del Feudo amenazado y sus vecinos.

Por supuesto, un contraataque eventualmente se montaría para que los invasores no trataran de continuar por el resto del reino mientras esperaban reunir todo su ejército, pero los señores feudales se tomarían su tiempo al respecto, y los hogares más lejanos estarían inclinados a no enviar ningún apoyo en absoluto hasta el último momento, cuando fuera absolutamente inconcebible hacer lo contrario, momento en el que enviarían tan pocos hombres como fuera posible.

Si estuvieran lejos, lo mejor que probablemente podrían esperar era una recompensa después.

No era como si tuvieran la oportunidad de expandir su territorio, o mejor, ganar el ascenso a un rango noble más alto.

Por lo tanto, serían lentos para responder al decreto real, encontrando todo tipo de excusas para no cumplir—o, mejor dicho, debería haber sido así, pero en este caso, por alguna razón, incluso los nobles de más alto rango se habían apresurado a toda velocidad para enviar sus ejércitos permanentes en nombre del esfuerzo del rey.

Una vez que se conocía este hecho, incluso las casas más pequeñas, que se habían aturdido como siempre, siguieron rápidamente el ejemplo.

No sabían la razón detrás de esto, pero sabían que si no cumplían sería muy mal para las casas nobles. Cualquiera que no tuviera el sentido de intuir al menos esto no era apto para servir como noble.

Adalbert, por supuesto, era plenamente consciente de las circunstancias. Por mucho que la Diosa les haya advertido que no difundieran ninguna palabra de su avistamiento, en un lugar abierto como ese, con tantos testigos presentes, alguien estaba obligado a hablar tarde o temprano.

Había quienes estaban por el dinero, y los que eran muy fieles a los que servían, y los que pensaban que la ira de una Diosa benevolente probablemente no era gran cosa…

Por supuesto, el hecho de que Adalbert supiera exactamente lo que estaba pasando era sólo una razón más por la que se le había dado el mando del ejército del rey.

Debido a que había estado lejos, no había tenido una visión clara de la exhibición de ‘Diosa’ de Mile, ni escuchado el mensaje que ella había transmitido con su magia. Sin embargo, al oír la palabra ‘Diosa’, el príncipe se iluminó inmediatamente.

Una Diosa… ¡E hija de la Casa Ascham! ¡La hemos encontrado! El avatar viviente y poseedor del favor de la Diosa,

¡¡¡La Santa Doncella Adele!!!

Aparentemente, el Comandante de las tropas de Ascham estaba convencido de que Adele estaba muerta, pero Adalbert, por supuesto, sabía lo contrario. Una chica con una Diosa que reside dentro de ella nunca podría morir tan fácilmente.

Y ahora, nuestro país tendrá la protección de la Diosa que habla a través de la Doncella Adele también… 

“La señorita Mabel seguramente poseía suficiente pureza como para convertirse en una deidad, pero pensar que todavía estuviera pensando en nosotros…”





“¿Qué? Pero la hija Ascham se llama Adele, ¿no?”

“¿Hm? Ese es el nombre de la joven heredera que desapareció, la hija de la Señorita Mabel. La que se convirtió en una Diosa y nos concedió su protección fue su difunta madre, la Señorita Mabel.”

“¿Eh…? O-oh, ya veo, fue la Señorita Mabel, la Diosa, hablando a través del cuerpo de Adele entonces. Eso tiene sentido…”

Esa suposición era al menos una que Adalbert entendía. Sin embargo…

“No, la forma que asumió era la misma Señorita Mabel.”

“¿Qué? Entonces, ¿dónde está su hija, Adele?”

“Bueno, hace un año y medio, Lady Adele desapareció de su academia en la capital real, y no hemos sabido de ella desde entonces.”

“¿Qué…?”

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Más tarde, se llevó a cabo una investigación, y el antiguo personal de la mansión Ascham, que había trabajado allí durante muchos años antes de los acontecimientos de hace cuatro años y medio, dieron su testimonio.

“Esa era nuestra Señorita Mabel, sin duda. Se nos apareció tal como se veía cuando era una niña, en sus días más preciados. Además, la forma en que se estaba dirigiendo estaba fuera de todo sentido común. ¡Esa no podría haber sido nadie más, que nuestra querida Señorita!”

De hecho, hasta los ocho años de edad, Adele tuvo poco contacto con nadie más allá de su familia inmediata, su nodriza y su niñera. Después de que su madre y su abuelo fallecieran, incluso esos dos fueron alejados de ella, reemplazaron al personal por uno nuevo al que se les fue presentada a ‘la única hija de la Casa de Ascham’—la hija del usurpador, Prissy. Casi ninguno de ellos tuvo contacto directo con Adele en absoluto.

Después de eso, Prissy fue introducida una y otra vez como la heredera de la Casa Ascham a los forasteros, los recuerdos de Adele comenzaron a desvanecerse de la conciencia de todos. Incluso aquellos que eran plenamente conscientes de que Prissy no era la heredera legítima no se podía esperar que recordasen el rostro de una joven que sólo habían vislumbrado de vez en cuando a la distancia hace tantos años.

Además, la nodriza ya había salido de la capital, y la niñera ahora trabajaba para la atención de la hija de otra familia. Como resultado, ninguno de las dos había sido incluido en la investigación.

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