Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 8

Capitulo 63: El Feudo Ascham

Parte 5

Se escuchó nuevamente el grito de los soldados.

“Maldición, estos bastardos son persistentes,” dijo el Oficial al mando de las tropas de la vanguardia con un grito de furia.

En efecto, sus hombres habían caído uno tras otro en las trampas.

Primero, se encontraron con lo que creían que era el tipo habitual de tonterías con las que un niño engañaría a alguien, pero en el fondo del agujero había puntas afiladas de bambú, cubiertas de veneno.

Luego, tropezaron con lo que parecían pequeñas rocas y trataron de patearlas fuera del camino, solo para encontrar barras de hierro incrustadas en el suelo—barras de hierro, que habían roto los dedos de los hombres.

Cuando intentaron mover un árbol caído que bloqueaba el camino, al poner sus manos debajo del tronco para levantarlo, encontraron la parte inferior llena de innumerables espinas—naturalmente, cubiertas de veneno.

Cuando tropezaron con un cable imperceptible, flechas volaron hacia ellos, y fueron atacados con gran fuerza por bambú y arbustos doblados por la tensión, con estacas puntiagudas.

La mayoría de estas trampas fueron hechas muy toscas, apresuradas y torpemente, por lo que, como era de esperar, había fallas. Sin embargo, había otras que fueron elaboradas hábilmente, y estás no eran nada para burlarse—hubo ocasiones que los daños que tomaron al frente fueron fatales. Gracias a estas trampas, tuvieron que proseguir con precaución.

Normalmente, en un Feudo tan pequeño como este, no les tomaría más de una hora llegar a la capital desde la frontera, pero gracias a las trampas, su movimiento fue mucho más lento y todavía tenían un largo camino por delante.

Tener que hacer un desvío tan abrupto para obtener agua tampoco había ayudado.

Para soldados abrumados por el hambre y sed, preferían llegar a la capital lo más rápido posible, todo esto era muy irritante. Por supuesto, su irritación nubló aún más su atención, haciendo que, una vez más, cayeran en una trampa.

Al mirar sus números como un todo, parecía poca importancia si perdían a un hombre listo para la batalla aquí o allá, pero eso no significaba que pudieran darse el lujo de ignorar los peligros de las trampas. Y así, la velocidad de marcha promedio de las fuerzas Imperiales cayó a un ritmo lento, menos de lo que un niño de dieciocho meses tambaleante podría hacer…

Las tropas de requisición que habían sido enviadas a las tierras ocupadas unos días antes ya habían regresado. Los hombres habían encontrado cada una de las aldeas a lo largo del camino completamente desiertas, desprovistas de comida y agua.

Además, no fue hasta que llegaron—trayendo consigo los barriles que habían recogido de las aldeas y llenaron con agua del río donde el regimiento se había detenido anteriormente— que descubrieron que casi toda el agua había desaparecido.

Una vez más, las fijaciones estaban deformadas y los paneles de madera estaban cortados. Cada barril había sido comprometido.

***

“Las tropas Imperiales deberían llegar pronto,” dijo Reina.

“Así es,” asintió Pauline. “Establecimos planes para muchas trampas en esa carta. Incluso si no pudieran ponerlas todas… Creo que deberían llegar pronto.”

Las dos estaban de pie en la cima de una colina desde la cual podían ver la capital de Ascham. Como se mencionó, había una hoja secundaria en la carta que entregó Mile, que contenía planos para todos los planes que las tropas de Ascham habían utilizado para construir sus trampas. Parecía que esos hombres habían seguido sus instrucciones al pie de la letra.

Las fuerzas Imperiales estaban agotadas, hambrientas y sedientas, y su cooperación habitual fue atrofiada por la discordia impuesta entre ellos. Aun así, las probabilidades aún estaban en contra de las fuerzas de Ascham.

5,000 contra 300. Eso era diecisiete soldados Imperiales por cada hombre de Ascham. No importa cuán débiles estuvieran, ganar contra una fuerza diecisiete veces su propio número simplemente era casi imposible.

Además, no importa cuán excepcionales puedan ser las habilidades de lucha de la Orden de la Sangre Carmesí, 4 contra 5,000 era pedir demasiado.

Por supuesto, si Mile luchara realmente en serio—si luchara sin límites y sin restricciones—si se dispusiera con la intención de matar a cada uno de esos 5,000 hombres, entonces tal vez, solo tal vez, podría no ser imposible. Sin embargo, hacer tal cosa dejaría a Mile incapaz de retener una pizca de felicidad—con respecto a su propia salud mental ni a las relaciones internacionales.

300 vs 5,000

4 vs 5,000

Ambas conjeturas eran muy extrañas.

Entonces, ¿qué tal 300+ 4 vs 5,000?

No importa cuán fuertes fueran, sería difícil para solo cuatro personas causar un alboroto entre 5,000 hombres y derrotarlos a todos.

Sin embargo, ¿si esos 5,000 hombres estuvieran debilitados y eran desconfiados por la conmoción causada por las cuatro, y luego 300 soldados de élite saltaran a la pelea…?

Fue en aras de tal posibilidad que la Orden de la Sangre Carmesí había puesto todos sus esfuerzos en socavar al enemigo en tantos frentes. Ahora, estaban en la cúspide de la batalla final y decisiva. Atacarían a los soldados Imperiales por la espalda incluso cuando se enfrentaran a los hombres de Ascham, quienes mantendrían su propia capital a sus espaldas.

¡Las fuerzas Imperiales no pondrían un solo pie en la capital!

“Están aquí. ¡Es el ejército Imperial!” Anunció Mile.

“Así que llegaron,”  Reina asintió mientras ambas se ocultaban en las sombras de los árboles, observando el camino.

“Puedo ver a las tropas Imperiales,”  dijo Mavis, “pero ¿dónde están los soldados de Ascham?”

Había silencio. Las cuatro habían llegado a la misma conclusión, pero nadie podía animarse a expresar su preocupación en palabras. Finalmente, fue Mavis quien la expresó.

El silencio volvió a caer. De hecho, entre la capital y las fuerzas Imperiales que avanzaban, no había señal del ejército de Ascham… De hecho, no había señal del ejército de Ascham en ninguna parte.

“¿Q-q-q-q-qué hacemos…?”

“¿Q-q-q-q-qué debemos hacer ahora…?”

“C-c-c-c-cálmense, chicas…”

“Esto es terriblemente extraño…”

Reina, Mile y Mavis hablaban nerviosamente; Pauline simplemente permaneció tranquila.

“Sé con certeza que escribimos en la carta que debían ocultar a todas las personas y suministros de las aldeas a lo largo de la ruta de aproximación del enemigo, y que la batalla final tendría lugar en la capital. Incluso si este lugar sea llamado una ‘capital’, en realidad sigue siendo un pequeño pueblo rural, no una ciudad amurallada. La mansión del Señor Feudal es solo una propiedad, no un castillo o una fortaleza, por lo que no es el tipo de lugar donde las tácticas de asedio entrarían en juego. A juzgar por lo que sucedió antes, dudo que ignoren cualquier parte de una carta de Mile, y lo han hecho bastante bien al seguir todas nuestras otras instrucciones hasta ahora…”

Las otras tres guardaron silencio. Pauline tenía toda la razón. Todas habían repasado la carta minuciosamente antes de enviarla, por lo que no podía haber ningún error. Se rascaron la cabeza mientras trataban de imaginar lo que podría significar la ausencia del ejército, pero no se les ocurrió nada.

No podrían haber abandonado la capital y huir.

“¡Oh! ¡El ejército Imperial está enviando una unidad de reconocimiento!” dijo Mavis.

Efectivamente, los albarnienses también habían encontrado peculiar la falta de defensa militar y habían enviado un equipo de reconocimiento de unos treinta hombres para investigar. Los hombres acababan de entrar en la capital y avanzaron una corta distancia cuando…

Hubo un grito cuando las flechas, las lanzas y las rocas cayeron repentinamente desde los tejados. Los soldados Imperiales cayeron uno por uno. Y luego, hombres armados salieron de las puertas.

“¿Qué…?”

No era sorpresa que las chicas estuvieran tan desconcertadas. Los hombres que aparecieron en los edificios no estaban armados con espadas y lanzas, sino con cuchillos de cocina, azadas, lo que parecían ser mangos de trapeadores, y similares—numerosos objetos que claramente no eran armas adecuadas para un soldado en ningún sentido profesional.

“La mayoría de esos hombres no son soldados, ¿verdad? Solo son ciudadanos de la capital y los aldeanos que se refugiaron allí,” dijo Pauline.

“Ah,” de repente, algo se le ocurrió a Mile.

“Es una guerra urbana. Cuando Juno leyó que la batalla final sería en la capital, en lugar de interpretarla como una batalla que se llevaría a cabo frente a la capital, defendiéndola hasta el final, debió pensar que queríamos decir que la batalla misma tendría lugar dentro de capital…”

“¡¿Q-qué estás diciendo?!” Farfulló Reina. Mile explicó:

“En un campo de batalla abierto, sin obstáculos, el bando que tiene el mayor número tiene la ventaja abrumadora—incluso si es un enemigo que se ha debilitado bastante. Por lo que, Juno decidió mover la batalla a un lugar donde sea difícil aprovechar esa ventaja. No puedes continuar una batalla con un gran número en un lugar lleno de obstáculos, con vistas obstruidas y en callejones estrechos. Por el contrario, el bando de Ascham conoce la ubicación de todos los edificios y la disposición de la tierra—y pueden involucrar a todos los campesinos en la lucha…”

“¡E-eso es ridículo! ¡Pelear es un trabajo de los soldados! ¡¿Qué están pensando al hacer que las personas normales se involucren con las fuerzas enemigas?” Gritó Mavis. “Si un ejército es derrotado y una batalla termina, entonces el país que reclama la tierra y las personas que lo gobiernan pueden cambiar, pero los ciudadanos aún viven. ¡Esa es la naturaleza de la batalla—de la guerra! A este ritmo, todos estos civiles—las esposas y los ancianos, los enfermos y los inválidos; ¡Todos quedarán atrapados en la lucha y morirán!”

Mavis podía quejarse todo lo que quisiera, pero la batalla ya había iniciado.

“Eso es verdad, una guerra total,” dijo Mile suavemente. “A la guerra no le importa si eres un civil o un soldado. No es algo que ocurre solo entre gobiernos y ejércitos. Cada ciudadano de una nación contribuye al esfuerzo de la guerra, ya sea económicamente, a través del trabajo o de alguna otra manera. Y a veces, la contribución que hacen es su vida,” dijo Mile. Este mundo no era uno donde tales nociones aún no se habían convertido en algo común.

Pauline habló. “La pócima fue demasiado efectiva.”

“¿Qué?”

“Aprovechamos el hecho de que te habían confundido con tu madre, elevada a la piedad. Deben haber pensado que, sin importar el método que usaran, seguramente ganarían. Probablemente dijeron a los civiles algo similar “.

“Entonces… todo es mi culpa…”

Mile comenzó a palidecer.

“No, Miley, eso no es cierto. ¡Yo fui quien propuso que escribieras eso en la carta en primer lugar! No esperaba que llegaran tan lejos, así que no pude incluir nada que lo prohibiera. La culpa es toda mía. Así que… ”

“¿Así que?”

“Así que asumiré la responsabilidad. Si corro directamente hacia las líneas enemigas y esparzo mi magia ‘picante’ por todas partes, entonces probablemente pueda causar suficiente confusión para—”

Lo que proponía era una misión suicida. No importa cuánto caos plantara entre los soldados, era una táctica de la que no habría retorno.

“¡Permiso   denegado!”  Mile rápidamente derribó las apuradas palabras de Pauline.

“Las tierras en las que nos encontramos son propiedad del Vizconde Ascham y de una llamada Adele von Ascham. Estas son mis tierras, y esa es mi gente. ¡Por lo tanto, son mi responsabilidad! Y además…”

Una sonrisa maliciosa apareció en la cara de Mile.

“Todos llamarán a Juno mentiroso si la Diosa no aparece en esta batalla final. ¡Consideren la reputación del pobre hombre! ¡Ya vuelvo!”

¡Whoosh!

Al momento siguiente, Mile había desaparecido.

“¿Miley…?”

“¿Mile…? Bueno, está bien, sigamos…”

“¡Vale! ¡Preparémonos para correr!”

“¿Qué?”

La entusiasta respuesta de Reina sorprendió a las otras dos. Sin embargo, Reina no se detuvo, “Mile va enserio. Si nos vamos ahora, no nos interpondremos en su camino.

Además, no hay nada más que podamos hacer, ¿verdad? Mile los eliminará de alguna manera y volverá corriendo antes de que nos demos cuenta, con un, ‘¡Oh, nooooo, la embarré de nuevo!’ ¡¿Tengo razón?!”

“…Tienes toda la razón,” dijo Mavis.

“E-eso sea probablemente cierto…” Asintió Pauline.

Mavis miró a lo lejos y luego dijo: “De todos modos, parece que lo hará muy bien…”

“¡¡¡Lattice Power Barrieeeeeeer!!!”

Con una barrera de celosía que rodeaba su cuerpo en un radio de un metro, Mile fue a toda velocidad a través de los soldados Imperiales.

“¡Geh!”

“¡Gah!”

“¡Waaah!”

Ella continuó avanzando, haciendo retroceder a los soldados uno por uno—hasta el frente, el espacio entre los soldados y la capital. Una vez que llegó a ese punto, se detuvo, y girando, comenzó eso. En efecto, era eso.

“Formación de la Diosa Mile. ¡Transformación Actívate! Refracta y difunde la luz. ¡Haz de la humedad hielo! Neutraliza la gravedad y mantén la formación… ¡Completa! ¡¡¡Final Fusion!!!”

Brillantes alas de hielo aparecieron detrás de la espalda de Mile, y un brillante halo de luz se formó sobre su cabeza, ambas pegadas en ella.

“¡Cavorite, vamos!”

Con la gravedad a su alrededor negada, Mile comenzó a flotar cerca de diez metros en el aire. Allí se detuvo para tomar un respiro, mirando hacia arriba y resoplando por el esfuerzo.

¡Ugh, esto ya se está saliendo de las manos! Estoy usando una máscara, pero eso no significa que nadie se dé cuenta de quién soy. Y en el caso de que alguien adivine mi identidad…

¡Por qué, si alguien descubre quién soy por esto, no tendré ninguna posibilidad de vivir una vida normal y feliz nunca más!