Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 9

Capítulo 1: La Ciudad de Ocean Harbor

Parte 3

Después de escuchar esta increíble historia, empecé a sentir ansiedad por trabajar para esta mujer.

De todos modos, la cocina del restaurante estaba bien amueblada; sólo le faltaba un cocinero. Al principio, María estaba tan desconcertada como Sora y yo, pero después de echar un buen vistazo a la cocina, sus ojos empezaron a brillar. Yo nunca he cocinado, e incluso tenía prohibido entrar en la cocina de la Mansión Claes, así que no podía estar segura, pero resultaba que el equipamiento de esta cocina era de lo más moderno.

“¡No usar esta cocina es un desperdicio!” Declaró María, apretando los puños.

“Estoy de acuerdo. Entonces, ¿por qué no intentas cocinarnos algo?” Dijo Regina mientras hacía su habitual gesto de inclinar la cabeza hacia un lado.

“Sí. Pero… sobre los ingredientes…” Momentos después de responder, María se dio cuenta de que la cocina no parecía tener más que hierbas y especias almacenadas en ella.

“Oh, es cierto. Espera un segundo.” Dijo Regina, al notar la expresión de preocupación de María. Luego salió de la cocina por la entrada de servicio.

“Siempre hace lo que le da la gana…” Comentó Larna, que había venido a vernos. Tenía razón, pero eso también se aplicaba a ella misma.

Al cabo de un rato, Regina volvió con una cesta con verduras, huevos, carne, harina y otros ingredientes.

“¿Has ido a comprarlos?” Preguntó María, sorprendida por el poco tiempo que le llevó reunir tantos ingredientes.

“No, ¡me los dieron unos amables vecinos!” Respondió.

Nos sorprendió lo amable que era la gente que vivía aquí, pero Larna disipó rápidamente la ilusión.

“Le pediste todo eso a los hombres, ¿no?” Dijo, y Regina se rio como una niña cuya travesura había sido descubierta.

Probablemente Larna tenía razón. Ahora estaba aún más ansiosa por trabajar para esta mujer.

“Entonces, vamos a probar esto. María cocinará algo con estos ingredientes, y Katarina y Sora irán a buscar la comida que he pedido para hoy.” Nos dijo Regina mientras se sentaba en un rincón de la cocina, probablemente planeando vigilar a María mientras cocinaba.

Todos comenzamos nuestra primera tarea real desde que empezamos a “trabajar” en el restaurante. Sora y yo dejamos a María con Regina (no sin preocuparnos) y salimos del Restaurante Portuario. Regina nos había dibujado un mapa para mostrarnos dónde teníamos que ir y nos había dicho lo que teníamos que conseguir. Como su mapa era extremadamente tosco, tuvimos que pedir indicaciones varias veces, pero finalmente lo logramos.

Llegamos a un restaurante mucho más grande que el Restaurante Portuario. Este lugar también parecía hacer comida para llevar, y a pesar de que todavía era un poco temprano para la cena, ya había bastantes clientes.

Regina nos había dicho que compraba comida de aquí, la emplataba y la servía en su restaurante. Me pregunté si realmente tenía permiso para hacerlo.

Con esta y otras dudas en la cabeza, me acerqué a una chica, probablemente camarera, que caminaba entre las mesas con platos en una de sus manos.

“Venimos del Restaurante Portuario…” Le dije, y la chica parpadeó un par de veces sorprendida.

“¿La casa de Regina? ¿Son nuevos?” Preguntó. “Sí. Acabamos de empezar a trabajar allí hoy.”

“Ya veo. Voy a comprobarlo, así que espera aquí un segundo.” Dijo antes de desaparecer en lo que probablemente era la cocina, todavía con los platos.

Sora me dijo que me acercara al borde del comedor y me apoyara tranquilamente en una pared, así que lo hice. A pesar de ser tan temprano, ya había muchos clientes, así como numerosos camareros que se movían entre las mesas llevando platos y vasos. Se parecían a lo que había imaginado en mi mente cuando me dijeron que iba a trabajar de camarera. Esperaba hacer algo muy parecido… pero según Regina, la realidad sería muy diferente.

La chica de antes acabó volviendo e informó: “La dueña ha dicho que tiene noticias de Regina. Les está esperando en la cocina.” Antes de indicarnos una puerta al otro lado del comedor. Le dimos las gracias y nos dirigimos rápidamente a la cocina.

Cuando abrimos la puerta del fondo del restaurante, salió una ráfaga de vapor acompañada de un delicioso olor. Frente a nosotros había un pequeño mostrador, probablemente un lugar para poner los platos que estaban listos para ser servidos, y detrás de él, la cocina propiamente dicha.

Había otra puerta en la pared del fondo. No sabíamos si podíamos abrirla nosotros mismos, así que preguntamos a una de las personas que estaba cocinando.

“Disculpe, venimos del Restaurante Portuario y nos preguntábamos dónde está el dueño…”

“Oh, ¿eres de la casa de Regina?” Antes de que pudiera terminar mi pregunta, una anciana corpulenta se acercó a nosotros desde el fondo de la cocina, empujando un carrito con una caja gris metálica.

“Sí, lo somos.” Respondí.

“Ya veo. Cuando me enteré de que Regina había contratado a gente nueva, pensé que serían hombres jóvenes, como siempre, pero veo que esta vez también hay una chica. Soy la dueña que buscas. Encantada de conocerte.” Dijo con una gran carcajada. Era una mujer realmente agradable.

“También estoy encantada de conocerte.” Respondí mientras otra persona se acercaba por detrás de la dueña, empujando otro carro con otra caja.

“Aquí tiene, estos son los platos que pidió Regina.” Dijo la dueña, señalando las dos cajas, con un gesto como si quisiera que confirmáramos su contenido.

Las grandes cajas metálicas me recordaron a las que usábamos en mi vida anterior para los almuerzos escolares. Las abrimos y encontramos un montón de comida de aspecto delicioso.

Se notaba que estaba recién cocinada por el hecho de que aún estaba humeante.

Tras comprobar las dos cajas, pagamos a la dueña con el dinero que nos había dado Regina. Le dimos las gracias a la dueña con una reverencia y luego recibimos los carros con las cajas.

“¿Van a ser cocineros?” Preguntó la dueña mientras contaba el dinero con una sonrisa encantadora.

“No, vamos a trabajar en el comedor.” Le contesté, y se quedó sorprendida.

“Mm…” Se dijo a sí misma mientras nos echaba un buen vistazo. “¿Estás patrocinada por el mismo tipo que Regina?” Preguntó.

¿Patrocinada? ¿Qué quiere decir? ¡Oh! ¡Lo recuerdo! Regina dijo que la gente piensa que tiene un amante rico que patrocina su restaurante… ¡lo que significa que esta mujer piensa que yo también soy una de las amantes de ese tipo!

Me estaban confundiendo con la amante de un playboy…

“¡N-No! Somos parientes suyos, por eso vamos a trabajar en el restaurante.” Me apresuré a explicar.

“Ya veo, ya veo.” Respondió ella, riendo secamente. “Sólo pensé eso porque eres una jovencita, y ese chico de ahí es muy guapo.”

Sin duda, Sora era muy guapo, y tenía un aura sexy a su alrededor que definitivamente le hacía parecer el amante de alguien. La razón por la que ella pensaba lo mismo de mí a pesar de mi cara de villana era probablemente porque estaba a su lado.

“Pero aunque sean parientes, me parece un desperdicio contratar a dos personas para atender un restaurante que tiene tan pocos clientes.” Continuó mientras miraba atentamente a Sora.

“Hey, joven, ¿por qué no trabajas en mi local? Te puedo pagar mejor que Regina.” Le dijo.

¡Ella lo reclutó para trabajar en su restaurante! Esta mujer de negocios no estaba jugando.

Sonriendo, Sora respondió: “Yo también voy a trabajar para Regina, pero no como camarero. Sólo llevaré cajas en el puerto.”

Exactamente. María y yo trabajaríamos como camareras, y Sora trabajaría en el puerto. Esto era para que pudiéramos reunir información de una mayor variedad de fuentes. La dueña, sin embargo, no lo sabía.

“¡¿Trabajaras en el puerto?! ¡¿Con ese aspecto?! ¡Qué desperdicio! ¡Podrías ganar mucho más como camarero! ¡Ven a trabajar aquí!” Dijo ella, tratando de volver a contratarle.

También estaba de acuerdo en que servir mesas le venía mejor que el duro trabajo manual.

“Lo siento, pero soy muy malo con la gente. No sería capaz de trabajar en una habitación.” Respondió, haciendo que la cara de la dueña se ensombreciera.

Después de conocer a Sora durante un tiempo, una cosa que sabía con certeza sobre él era que ciertamente no era malo con la gente. Cuando lo conocí, trabajaba como mayordomo en una enorme mansión, supervisando a los demás sirvientes. En todo caso, era bueno con la gente. Evidentemente, mentía, pero su expresión facial preocupada hacía que uno sintiera pena por él.

La dueña se sonrojó y sonrió, diciendo: “Qué pena. Pero si alguna vez quieres darle una oportunidad, avísame.”

“Muchas gracias. Desde luego, lo haré.” Respondió. La dueña se había enamorado completamente de él.

“Tomen esto, yo invito.” Dijo, ofreciéndonos unos dulces.

Al mirar a Sora, que sonreía y agitaba la mano como normalmente no lo hacía, me recordó a los chicos guapos de los clubes de anfitriones que se dedican a gratificar a las mujeres.

La dueña nos mostró la puerta trasera de la cocina, que nos llevó al exterior, detrás del restaurante.

Sora empujaba el más pesado de los dos carros y yo el más ligero. Después de caminar un rato, sentimos que el olor salado del viento se hacía más fuerte y oímos un gran chapoteo.

“¡¿Podría ser este el sonido de las olas?!” Exclamé, tan emocionada que mi voz se quebró. “Sí. Estamos cerca del mar.” Respondió, sonando desinteresado.

“¡Me lo imaginaba! ¿Estamos, como, muy cerca? ¿Por qué no vamos a echar un vistazo?” Le pregunté con entusiasmo.

“Hey, ahora mismo estamos trabajando.” Respondió fríamente. “E-Es cierto…”

Casi lo había olvidado. Pero ahora que estábamos tan cerca, tenía muchas ganas de echar un vistazo al mar por primera vez en mi vida (actual). Mis hombros se hundieron por la decepción y oí a Sora suspirar.

“Bien. De todos modos, parece que estamos muy cerca. Pero sólo una breve mirada y luego volvemos, ¿entendido?” Dijo sin rodeos.

En el fondo, era un tipo muy amable.

“Sí. Echaré un vistazo y luego volveré al trabajo. Gracias, Sora.” Me alegré.

Estaba tan contenta que dejé mi carro y fui a abrazarle, pero rápidamente me apartó. “¡Sigue empujando tu carro!” Me espetó.

Seguimos el sonido de las olas y salimos de la calle para encontrar una playa blanca que conducía a un mar azul que parecía no tener fin. La vista era tan impresionante que me quedé sin palabras. El agua era clara y brillante, nada que ver con el mar turbio al que estaba acostumbrada en mi vida anterior. Sólo había visto agua así en los programas de televisión sobre islas tropicales.

“Es tan hermoso…” Finalmente logré decir.

“Este lugar es famoso por sus hermosas playas.” Explicó Sora. Había vivido en varias ciudades y países diferentes, por lo que estaba muy informado. Cuando lo conocí, en aquella mansión, también me contó muchas cosas sobre países extranjeros. Ahora que lo pienso…

“Has cumplido tu promesa.” Dije.

“¿Qué promesa?” Se preguntó, confundido.

“Cuando nos conocimos, me prometiste que un día me enseñarías el mar.” Le dije, y me miró sorprendido. Supongo que lo había olvidado. “Gracias, Sora.”

Aunque lo hubiera olvidado, había cumplido su promesa. Sus ojos azules permanecían muy abiertos. ¿En verdad esta tan sorprendido? Al mirarlo, recordé algo más.

“¿Recuerdas el broche que te di como señal de nuestra promesa?” La piedra del broche cambiaba de color dependiendo de cómo le diera la luz. Lo había comprado durante el Festival Escolar y luego se lo había regalado a Sora.

“Oh, ¿esa cosa? Olvidé dónde lo puse.” Dijo.

“¡Pero si era un broche tan bonito, con los colores de nuestros ojos!” Grité, hinchando las mejillas de indignación por la forma en que también se había olvidado del broche.

De la nada, me puso una mano en la cabeza y empezó a revolverme el cabello. Siguió haciéndolo incluso más tiempo de lo habitual.

“¿P-Por qué haces esto?”

Le dije que, en todo caso, debería haber sido yo quien le despeinara, pero apartó la mirada de mí, diciendo: “Tan densa como siempre. Ya has visto el mar, así que ahora volvamos al restaurante.”

Entonces empezó a empujar su carro y yo me apresuré a hacer lo mismo.

No entendí por qué, pero probablemente Sora se había ofendido por algo que yo había hecho o dicho. Siguió caminando y empujando el carro sin mirarme. Sora era un tipo realmente misterioso. A este paso, no sabía si tenía alguna posibilidad de averiguar lo que realmente pensaba de María.

Caminamos en silencio hasta el Restaurante Portuario y, cuando por fin llegamos a su cocina, nos recibió una hilera de platos de aspecto sabroso dispuestos sobre la mesa. Esos definitivamente no estaban allí cuando nos fuimos.

“Intenté cocinar algo con los ingredientes de Regina. ¿Qué te parece?” Preguntó María.

“¡Fue muy rápida!” Exclamó Regina conmocionada. “Sí. Increíble, ¿eh?” Larna estuvo de acuerdo.

¿Qué te dije? María es la mejor.

 “Ahora que estamos todos aquí, deberíamos probarlos.” Dijo Regina, dándonos a cada uno un plato pequeño y un tenedor.

“¡Yay! ¡Por fin!” Dije. Después de empujar ese carro lleno de comida, me moría de hambre.

Tomé el primer bocado sin esperar ni un segundo. “E-Esto esta…”

“¿S-Sabe mal?” Peguntó María, preocupada.

“¡No, en absoluto! Está delicioso. Sabía que eras una buena cocinera, pero es la primera vez que puedo comer algo recién cocinado. Y está buenísimo.” Le expliqué, y la cara de María se rompió en una sonrisa.

“Ella tiene razón. Esto es realmente bueno.” Dijo Regina, poniendo una mano en su mejilla.

“Como si se pudieras juzgarlo… Pero está bueno.” Dijo Larna mientras movía el tenedor para dar otro bocado.