Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 7

Capitulo 57: Los Raptores Misteriosos

Parte 3

 

 

Era mejor hacer que el enemigo dejara escapar algo mientras aún podían hablar, y para ese fin, no deberían estar regalando nada.

“¡¿Qué demonios están haciendo en el bosque en medio de la noche?!”

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“Cuando le haces una pregunta a alguien, ¡es costumbre explicarte primero!¿Qué están haciendo todas aquí?”

Se desarrolló una batalla de palabras cuando Reina y el hombre se negaron a ceder el control de la conversación—por supuesto, era natural que dos líneas paralelas nunca se encontraran. Aparentemente, su oponente no era particularmente brillante, o al menos, no era especialmente hábil en el arte de la persuasión…

“¡Ahora!” gritó el hombre. Había renunciado a rechazarlas con palabras.

A su orden, los hombres restantes salieron de los arbustos y árboles: quince en total. Hacer una emboscada no parecía ser parte de su estrategia.

Dado que ninguno de ellos había salido por detrás de las chicas, los hombres no parecían tener la intención de evitar que nadie corriera; su formación indicaba que mientras nadie rompiera sus líneas, eso era suficientemente bueno.


Todos los hombres iban vestidos con capas negras en la parte superior, y cada uno sostenía una espada en la mano, como el primer hombre en aparecer. Aunque ciertamente nadie usaría armadura completa en el bosque, era extraño que hubiera tantos, todos ansiosos por pelear, sin siquiera una armadura de cuero encima de su ropa.





Además, no parecían tener magos. Con tantos reunidos, normalmente sería bueno tener al menos dos o tres dentro de sus filas. Tal vez no había suficientes hombres capaces o esta agrupación acababa de formarse…

“Pueden estar disfrazados. ¡Cuidado con la magia!” advirtió Telyusia al Pacto Carmesí. Claramente, las Sirvientas no necesitaban tal advertencia.

“………”

Aunque su grupo incluía a Mile, que estaba vestida como una espadachina a pesar de que ella era principalmente una maga—y aunque previamente se habían enfrentado a magos que pretendían ser espadachines normales durante el incidente de los falsos bandidos—el pensamiento no se le había ocurrido a Reina de alguna manera ni a Pauline. Sin embargo, Mile y Mavis ya habían considerado esa posibilidad.

Mientras tanto, las Sirvientas de la Diosa evaluaron a sus enemigos. Quién sabe qué tan fuertes son en la batalla, pero son claramente aficionados cuando se trata de negociaciones…

Si hubieran estado ocultando su fuerza y hubieran deseado abrumar a las chicas con pura fuerza, habrían lanzado un ataque sorpresa. Idealmente, deberían haber recibido avisos de su comandante como señal para atacar de inmediato. Sin embargo, con su comando, el enemigo simplemente apareció en grupos.

Aun así, el hecho de que fueran malos negociando no significaba que fueran unos paquetes en batalla. Los soldados y asesinos no hablaban con el enemigo, y su falta de habilidad para hablar no era señal de que no fueran luchadores fuertes.

Al aparecer los demás, el primero que se había mostrado se retiró a un grupo de tres que probablemente eran el resto de su unidad, y con eso, parecía que los preparativos para la batalla del otro bando estaban completos.


Pacto Carmesí y las Sirvientas de la Diosa se alinearon, con el Pacto a la izquierda y las Sirvientas a la derecha, dejando unos dos metros entre ambos grupos.

Era necesario permitir tanta distancia para luchar con seguridad junto a un aliado cuya fuerza y estilo de combate se desconoce.

Sin embargo, era una distancia lo suficientemente corta como para no temer que un enemigo se filtrase sin recibir un ataque de ambos lados.

Dividiéndose en dos grupos, el enemigo avanzó hacia las chicas.

A juzgar por sus números, apariencia y la alta proporción de individuos que toman la delantera, las Sirvientas se veían claramente como la mayor amenaza, pero tal vez la oposición no estaba interesada en romper la formación practicada de su equipo—o tal vez simplemente pensaron que deberían estar bajando su fuerza para igualar a la de sus pequeñas oponentes…

En cualquier caso, la batalla se dividió entre ocho contra cuatro y ocho contra cinco. Los raptores eran el doble de ellas, aparentemente. Incluso si la división haya sido siete contra cuatro y nueve contra cinco, no habría sido demasiada diferencia. Un grupo de cuatro mujeres incluyendo niñas debería al menos ser fácil de doblegar, y luego centrar todos sus esfuerzos para apaciguar al otro grupo.

Justo entonces, el enemigo inició su ataque.

Cada grupo de cuatro estaba dividido en dos líneas, con aproximadamente dos metros entre el frente y la retaguardia; dos de estos grupos eran del Pacto Carmesí, y dos de las Sirvientas de la Diosa.

Lo más probable es que las dos del frente del primer equipo planeaban atacar la primera línea de sus oponentes, mientras que las otras dos flanqueaban a izquierda y derecha para lanzar un ataque desde los costados.

Por lo tanto, el equipo de atrás se desplazaría para atacar por detrás de sus oponentes y sacar así su línea trasera. Era una formación que aseguraría una victoria instantánea.

Pelear con un enemigo en lugares cerrados no era simplemente una cuestión de enfrentarse a su línea frontal; significaba estar preparado para lidiar con todas sus fuerzas a corta distancia. Esta era la única táctica adecuada para un grupo de espadachines sin magos entre sus filas.

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“¡Grava, apabulla los ojos de mis enemigos!”

Los enemigos no eran los únicos que se habían preparado para la batalla. Lacelina, que había estado murmurando el encantamiento de su hechizo en voz baja, acaba de gritar la frase de comando para liberar su ataque.

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En realidad, crear grava era un desafío demasiado grande para una maga como Lacelina, por lo que su hechizo simplemente recogió rocas, tierra y paja del suelo y lo lanzó. Incluso si el hechizo especificaba ‘grava’, el ataque realmente consistía en toda clase de escombros.

Al escuchar sus palabras, los enemigos intentaron reflexivamente protegerse los ojos con los brazos—todo mientras corrían directamente hacia los enemigos que estaban armados con espadas y lanzas.

“¡Gwah!”

“¡Gyahh!”

“¡Waaaaah!”

Tomando una lanza por el hombro, una espada golpeando a un costado y una cuchilla en las entrañas, tres de los hombres fueron derribados en un instante. Del primer equipo, solo quedaba un hombre.

“Uh…”

A este ritmo, el equipo trasero nunca podría ir a por las líneas traseras de las Sirvientas. Si lo intentaran, serían atacados desde los costados mientras intentan pasar de largo—e incluso si se las arreglasen para cruzar, serían eliminados mientras intentaran lanzar su propio asalto.

El último hombre retrocedió rápidamente, reagrupándose con los de atrás.

Justo cuando parecía que serían empujados a un punto muerto de cinco contra cinco, Philly, la lancera, inclinó su cuerpo ligeramente hacia la izquierda, mientras que Telyusia, se inclinó ligeramente a la derecha.

“¡Windsurge!”

Al segundo grito de Lacelina, los hombres hundieron los pies en el suelo para no ser derribados por la fuerza del viento que se aproximaba. Pero justo entonces—¡whoosh! —Una flecha salió volando por el aire. De hecho, esta era la razón por la que Philly y Telyusia se habían apartado: para dejar pasar la flecha.

“Tch, ¡una patética flecha!”


El hombre que se paró en el camino de la flecha hizo un movimiento lento con su espada. Aunque aparentemente no era experto en negociaciones, estaba bien adiestrado en artes marciales. Aunque tal vez ese adiestramiento había sido solo en un dojo y no en el campo de batalla…

“¿Hmm?”

La flecha se clavó en su brazo derecho. “¿Q-qué…?”

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El hombre miró estupefacto la flecha en su brazo, estaba tan sorprendido que su cerebro aún no registraba el dolor. De hecho, el hechizo de viento que Lacelina había usado justo antes no era para derribar a su enemigo—de todos modos, un hechizo tan poderoso sería casi imposible para una maga como ella.

Sin embargo, ¿una suave brisa? Ahora podía arreglárselas. Al menos lo suficiente como para cambiar el curso de una flecha justo antes del impacto…

¡Son fuertes!

Después de lanzar sus primeros disparos, Reina y Pauline habían dejado al enemigo en manos de Mavis y Mile y ahora estaban absortas viendo el combate de las Sirvientas, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Las chicas no eran particularmente hábiles en esgrima, lanzas o magia. Esto no significaba que les faltara talento; Sin embargo, aún eran jóvenes. Su técnica no estaba pulida, y su magia era ruda y carente de poder.

Sin embargo, eran fuertes.

Sin pensarlo, Reina habló. “Así se ve un grupo que sube de rango F a rango C sin perder a una sola persona en el trayecto… Estas son las Sirvientas de la Diosa…”

Como grupo, Pacto Carmesí era innegablemente fuerte. Sin embargo, simplemente eran un grupo de individuos fuertes. Su habilidad para luchar dependía de cada una de sus fortalezas individuales—nada más y nada menos.

Sin embargo, las Sirvientas de la Diosa, eran diferentes.

Aunque cada una solo tenía una habilidad regular, juntas eran fuertes. Reina estaba disgustada.

Si ambos grupos se enfrentaran no cabe duda que Pacto Carmesí ganaría. Sin embargo, Reina no podía sacudirse el sentimiento de absoluta vergüenza.

¿Y en cuanto a Mile y Mavis?

Actualmente, estaban luchando con gran concentración y gran moderación, haciendo todo lo posible para evitar que el enemigo restante se acercara a Reina y Pauline sin herir o matar a ninguno de ellos. Como resultado, no tenían tiempo de estar viendo la pelea de nadie más.

Hablando de eso…

Antes de que comenzara la pelea, Mile y Mavis se habían adelantado, mientras que Reina y Pauline se echaron hacia atrás, dejando un espacio suficiente amplio entre ellas. Aunque estaban luchando contra una fuerza enemiga que consistía solo en combatientes de la línea de ataque, no había magos lo suficientemente estúpidos como para acercarse a un enemigo si no tenían que hacerlo.

“¡Frozen Helix Shot!”

“¡Ice Nail!”

Con tiempo suficiente para prepararse, Reina y Pauline encantaron los hechizos en sus cabezas, disparándolos con un grito para aumentar su poder.

Era impactante ver que el enemigo no se había preparado para la posibilidad de un ataque sorpresa. Sabían que había magas, pero tal vez, al ver que dichas magas eran solo niñas, las habían subestimado—o tal vez nunca antes habían luchado contra magos. En cualquier caso, Reina y Pauline agradecieron la ventaja.

“¡Gwah!”

“¡Gyaah!”

Los dos hombres que habían estado tratando de pasar por los costados del grupo se detuvieron, gritando de dolor, los clavos de hielo de Pauline se dividieron en dos enjambres, golpeando a los hombres en los hombros, brazos, piernas y entrañas.

Aunque no resultaron gravemente heridos, cayeron al suelo. Al mismo tiempo, Mile y Mavis se enfrentaban a los dos que atacaban por el frente con sus espadas.

Los cuatro hombres del equipo trasero, a quienes se les asignó la tarea de desplazarse para atacar la línea trasera mientras la línea del frente tenía las manos llenas, lanzaron su ofensiva, solo para ser detenidos por el ataque mágico de Reina, que tomaron con toda su fuerza.

“¡Gah!” gritó uno. “¡Owwwww!” gritó otro.

“¡¡Waaaaaah!!” gritaron los dos restantes.

A instancias de Reina, la tierra blanda del suelo del bosque se había coagulado en unas veinte formas de hélice relativamente pequeñas, que llovieron sobre los hombres en un camino alto y arqueado, como una parábola.

Había tres razones principales para tal patrón de ataque: primero, evitar golpear a Mile y Mavis, que estaban adelante; en segundo lugar, aumentar la velocidad y la fuerza con la que golpearían los disparos; y tercero, pocas personas estaban acostumbradas a ser atacadas desde arriba. Finalmente, para no ser una vergüenza para el nombre ‘Helix Shot’, cada disparo giró sobre su propio eje.

Debido a que se encontraban en el bosque, Reina no podía disponer de su magia de fuego. Además, debido a que sus aliadas estaban demasiado cerca—y probablemente las Sirvientas estuvieran observando—Pauline no podía usar su magia ‘picante’.

Sin embargo, aunque se prohibieron de usar sus dos hechizos más poderosos y especializados, seguían teniendo bastante margen de maniobra.

De los hombres que habían tomado los ataques mágicos de Reina y Pauline, dos todavía estaban tirados en el suelo, tal vez incapaces de moverse.

Los que habían atacado al grupo desde el frente habían sido abatidos por Mavis y Mile. Los cuatro restantes no resultaron gravemente heridos, pero gracias a ser perforados por los clavos de hielo y golpeados por disparos de tierra, su voluntad de luchar se había reducido drásticamente.

Esto significaba que Mile y Mavis, que estaban realizando maniobras restrictivas en un intento de incapacitar a los hombres sin matarlos o herirlos gravemente, ahora enfrentaban dificultades inesperadas.

En lugar de ir tras Reina y Pauline en la retaguardia, los cuatro habían recentrado sus esfuerzos contra Mavis y Mile.

Las dos pueden manejar esto, pensaron Reina y Pauline. Aun así, mantuvieron un conjunto de hechizos de ataque por si acaso, manteniendo una mirada de reojo en su propia lucha, se volvieron para mirar a las Sirvientas.

Los ataques que realizaban eran jabalinas de hielo, que podían dispararse de manera simple y precisa, lo que significa que estarían listas para ayudar en cualquier momento, si fuera necesario.

“¿Eh?”

Viendo a las Sirvientas de la Diosa, las dos quedaron atónitas. Lo que observaron fue que el grupo emergía sano y salvo mientras derribaban a sus oponentes a través de su mediocre magia, esgrima, puntería y tiro con arco.

¡Son fuertes!

Si bien no expresaron su pensamiento, esto quedó claro tanto para Reina como para Pauline. Estas chicas poseían una fuerza que era bastante diferente de la suya. Aunque no eran hábiles, eran formidables. Su poder era uno que Reina nunca había tenido cuando estaba sola, confiando únicamente en sus propias habilidades. Era una fortaleza que ahora buscaba encontrar entre Pacto Carmesí.

La batalla había iniciado con cinco contra ocho y ahora se encontraba con cinco contra cinco. Además de eso, uno de los oponentes que aún seguía de pie tenía flechas que sobresalían de su hombro derecho, lo que significaba que las Sirvientas de la Diosa tenían la ventaja.

“Estas malditas mocosas…”

Los hombres también habían notado la falta de habilidad individual en cada una de las chicas. Claramente, juzgaban, que fueron descuidados al recibir los ataques. Las chicas habían tenido suerte.

Sin embargo, Reina y Pauline pensaban de manera diferente.

En lo que respecta al combate real, se tendría suerte si se pudiera utilizar incluso la mitad de los frutos del entrenamiento. Si se asegura una victoria en una pelea real, solo sería gracias a un entrenamiento que duró horas, semanas y meses más allá de la batalla en cuestión.

Quien atribuyera los resultados de la pelea de estas chicas a la mera casualidad no era alguien que tuviera un largo futuro por delante.

Cada uno de sus movimientos había sido intencional. De gritar a propósito cada palabra de comando para hacer el hechizo lo suficientemente fuerte como para desencadenar contra medidas, para hacer que los hombres se preparen contra la magia de viento para que no puedan esquivar las flechas que los golpearían después, disparar esas flechas usando magia de viento para golpear desde un costado justo antes del impacto…

La lanza tenía un largo alcance. Era difícil para los hombres enfrentarse a Philly, que estaba posicionada en medio de las tres del frente, blandiendo su lanza. Incluso si pudieran desviar la lanza y saltar para atacarla, el solo acto de mover esa lanza los dejaría abiertos a los ataques de las dos espadachinas, Telyusia y Willine. Detrás de ellas, las flechas de Tasha ya estaban listas, y Lacelina murmuraba su próximo hechizo.

Para estos hombres, que solo manejaban espadas, enfrentarse a un grupo que había sido formado cuidadosamente para hacer uso de las especialidades de todas, era el colmo de la imprudencia.

Sin números abrumadores o habilidades excepcionales, no había esperanza para los oponentes de las Sirvientas. Dicho esto, con ocho contra cinco, estos hombres tenían la ventaja en número.

Y aunque parecía que no tenían mucha experiencia en combate real, su habilidad con la espada no era nada mala. Probablemente supusieron que este grupo de jóvenes cazadoras eran apenas mejores que los aficionados, que sus habilidades no eran nada especiales. De hecho, esta suposición no era incorrecta. Sin embargo…

A pesar de que la batalla era ahora de cinco contra cinco, había dos luchadores entre la línea media y trasera de las Sirvientas.

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El choque contra la primera línea ascendía a tres contra cinco. Por lo tanto, no importa cuán peligroso sea atacar, debido al largo alcance de la lanza, rápidamente podrían abrumar a las chicas en números. Después de una pausa momentánea para recuperar el equilibrio, los cinco se lanzaron rápidamente a la matanza. Justo entonces…

“¡Dust Storm!”

El tiempo que sus enemigos habían perdido antes de hacer su movimiento, Lacelina había completado su próximo hechizo. Los hombres le habían dado un gran servicio al proporcionarle a la maga tiempo suficiente para preparar su hechizo.

Normalmente, un enemigo que no tenga un mago en sus filas lidiaría con el mago oponente lo más rápido posible, incluso si eso significa recibir un poco de daño colateral.

Cuando los tres primeros hombres fueron derribados, el cuarto no debió de haber retrocedido. Más bien, los otros cuatro deberían haber apoyado rápidamente desde atrás para hacer presión.


Si lo hubieran hecho, tres de ellos podrían haber detenido la línea del frente, mientras que los otros dos se hubieran encargado de la parte media y trasera. Incluso si se disparara una flecha en su dirección, podrían haberla derribado o—en el peor de los casos—imponer a uno de los hombres como sacrificio antes de eliminar a la arquera, que quedaría indefensa al momento posterior a su ataque, y la maga, que estaría igualmente perdida, al no tener tiempo de preparar su próximo hechizo.

De hecho, todo eso solo hubiera sido posible si las Sirvientas de la Diosa no se hubieran preparado para tal escenario.

Apuesto a que se han preparado para esto, pensaron Reina y Pauline. Si no lo hubieran hecho, no había manera de que pudieran haber llegado tan lejos sin tener una sola baja entre sus filas.

El nombre del hechizo que Lacelina había soltado esta vez era impresionante, pero resultó ser nada más que una simple ráfaga—un fuerte viento, que carecía incluso del poder de mandar a volar a un oponente.

Sin embargo, esa simple ráfaga comenzó a perturbar el suelo, arremolinándose hacia los enemigos en espiral. Justo como el nombre del hechizo indicaba, estaba levantando polvo del suelo.

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