Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 5

Capitulo 3: El Verdadero Final De La Ruta X

Parte 2

El Cliente Y La Detective Sustituta

Cuando abrí la puerta de la sala de oficiales, encontré a una chica acostada en la cama como antes.

“Volví.”

La llamé, mirando su rostro dormido.

Han pasado dos semanas desde que peleamos nuestra última batalla contra SEED, pero Nagisa Natsunagi aún no mostró signos de despertar.

“No es tan conveniente, ¿eh?”

Aunque Saikawa y Charl me habían empujado a venir aquí, no había ningún milagro que Natsunagi acabara de despertar. Aun así, solo quería que ella me escuchara, así que me senté en una silla cerca de Natsunagi.

Habían pasado cuatro días desde que estuve aquí, y antes de irme a Nueva York, había visitado esta habitación del hospital muchas veces y la había regañado a menudo.

“Lo sabes, ¿Natsunagi?”

Ver tu cara dormida me recordó ese asunto nuevamente, y terminé quejándome de nuevo. Dije que quería recuperar a Siesta, pero no quería perderte a cambio.

Sin embargo, Natsunagi no prestó atención a mi enojo y estaba durmiendo pacíficamente con una cara linda.

“… Natsunagi, ¿qué crees que debería hacer?”

Se le escapó el aliento y la cinta roja de su almohada apareció a la vista.

Siesta había vuelto a la vida y Natsunagi había muerto en su lugar. Se suponía que Natsunagi había heredado la vida y la voluntad de Alicia y Hel y volvería con nosotros una vez más, sin embargo, todavía está dormida, y mientras tanto, Siesta nos dejó de nuevo, y probablemente también desaparecería de este mundo.

“¿Qué pasa con ustedes?”

¿Por qué siempre me molestas así? Es molesto.

¿Por qué no pueden estar ustedes dos a salvo? ¿Por qué no estás sonriendo y riendo?

En serio, las detectives famosas siempre son…

“No, lo sé. Es mi culpa.”

La única razón por la que Natsunagi terminó así fue porque calculé mal la fuerza de voluntad que tenía. Mi deseo de devolverle la vida a Siesta a cualquier precio era algo que Natsunagi también tenía.

No consideré la situación en la que estaba Siesta… con la [semilla] dentro de su cuerpo, la devolví a la vida solo por egoísmo. Este fue el resultado… Siesta, tratando de desaparecer por su cuenta, antes de convertirse en un monstruo.

“Solo han pasado dos semanas”.

Ese es el tiempo que pude volver a encontrarme con Siesta. Durante la primera mitad de ese tiempo, estuve hospitalizada debido a las secuelas de la batalla contra SEED, por lo que apenas pude hablar con ella. Al final, todo el sacrificio que hice fueron unos pocos días de recuerdos para disminuir mi arrepentimiento y la tristeza de un segundo adiós.

“¿Qué crees que debería hacer, Natsunagi?”

Sabiendo que no habría respuesta, volví a preguntar. Le dije a Siesta lo que no había podido decirle antes, y Siesta aceptó mis pensamientos y sentimientos… Pero aun así, iba a tomar la opción de desaparecer de nuestra presencia.

En respuesta, Saikawa me dijo que si Siesta tomaba esa decisión, yo también podía tomar mi propia decisión… pero me preguntaba si esa realmente era la decisión correcta. No, no quise decir que el consejo de Saikawa sea incorrecto.

Solo dudaba en volver a negar a Siesta. Es cierto que una vez superé las intenciones de Siesta por mi cuenta. Pero si este es el resultado de eso, entonces tengo que admitir, aunque a regañadientes, que la decisión de Siesta fue más correcta que la mía.

“La respuesta ya está ahí, ¿no?”

Eso es todo lo que necesitaba preguntarme en este momento. Estaba equivocado y Siesta tenía razón. No tuve que pensarlo demasiado. Ella siempre tuvo razón esos tres años y nunca se había equivocado, ni una sola vez.

…Pero mirando hacia atrás a hace un año, el día en que murió Siesta. En ese momento, quería equivocarme por una vez. Por supuesto, solo soy yo siendo infantilmente emocional. No necesito que nadie me diga eso.

“Aun así, quería que Siesta viviera…”

Sabía que estaba cometiendo un error y estaba seguro de que mi deseo no era más que arrogancia. Mi deseo es tan claro, pero no se me ocurre ninguna forma de hacerlo realidad. Me muerdo los labios, me clavo las uñas en las palmas de las manos y mis ojos se vuelven negros al pensar que nada cambiará.

“… ¿Qué debo hacer, detective famosa?”

Si morderme los labios no cambiaba nada, al menos hablé.

Sí. Antes de llegar aquí, Charl me empujó hacia atrás, como para reprocharme por estar tan abatido. Dijo que si no encontraba una respuesta, debería acudir a otra detective famosa.

Así que me aferré a ella aunque sabía que no era lo correcto. Si clavar mis uñas en mis palmas no pudiera cambiar nada, al menos puedo decir…

“—Por favor, detective famosa, salva a Siesta”.

Luego abrí mi puño rígido y agarré la mano izquierda de Nagisa Natsunagi, que estaba dormida en su cama.

“Si quieres que actúe como tú detective, lo haré”.

De repente escuché una voz familiar.

Sonaba como una conversación que tuvimos en un salón de clases al anochecer.

O quizás fui yo quien dijo una línea similar.

Entonces sentí que mi mano izquierda agarraba la suya y ella me devolvió el apretón.

“Tú tomaste mi mano así en ese entonces, ¿no es así?”

Levanté la vista de mi posición boca abajo y vi a una chica mirándome con una sonrisa tranquilizadora en su rostro.

Sus palabras ahora me recordaron ese día. Fue hace más de un año. En ese entonces, tomé su mano cuando ella era Alicia, en la cama del hospital.

“¿Natsu-Nagi…?”

Me las arreglé para sacar una voz débil de mi garganta.  Al verme, Nagisa Natsunagi sonrió mientras se recostaba. “Eres un idiota, Kimizuka.”

Luego, lentamente, desató nuestras manos y movió mi frente con su dedo medio, diciendo.

“No quiero que sigas hablando de otras mujeres cada vez que vienes a visitarme”.