Isekai Ryouridou (NL)

Volumen 13

Capitulo 1: La Audiencia

Parte 7

Y cuando Ciluel se puso nervioso de nuevo, Cyclaeus volvió a cerrar los ojos.

“Así que la casa de Saturas ha sido espoleada por el tonto segundo hijo del Conde Daleim para que encienda nuestra casa de Turan, ¿verdad?

¡Tienes la intención de usar esta conspiración para provocar la caída de nuestra noble casa, ¿verdad?!”

“Su declaración de hace un momento es lo que yo llamaría una calumnia sin fundamento. Fui invitado aquí no como miembro de la casa de Saturas, sino en mi papel de oficial legal”.

“¡Como si alguien pudiera creer esas palabras! ¡Usted formuló esta trama con el objetivo de nuestra fortuna! ¡No eres más que un mundt, buscando carne de carroña para limpiar!”

Zylus frunció el ceño profundamente, luciendo realmente disgustado. “Le pido que se calme, lord Ciluel. Ha utilizado palabras confusas, intimidación y evitando rotundamente las preguntas que se le hacen, no solo ahora, sino también con las preguntas razonables planteadas por los principales jefes de clan del borde del bosque. Debe quedar claro para cualquiera cuyas palabras sean más razonables aquí, sin necesidad de esperar una audiencia oficial”.

“¡¿A quién le importa lo que la gente del borde del bosque tenga que decir?!

¡No son más que un grupo de asquerosos bárbaros que beben sangre de giba!”

Era obvio que Ciluel lo había perdido por completo.

Zylus dio una mirada amarga mientras se mordía la lengua, mientras Kamyua Yoshu mostraba una sonrisa y tomaba las riendas.

“Lord Ciluel, líder de la milicia… En realidad, solo he planteado un punto hasta ahora sin pruebas firmes. Pero supongo que podría verte escribiendo esas palabras como calumnias con eso en mente”.

Al escuchar eso, Ciluel se volvió completamente desconcertado para enfrentar a Kamyua Yoshu.

Aún con una leve sonrisa, el distante guardaespaldas entrecerró los ojos mientras le devolvía la mirada.

“Todo lo que he hablado hasta ahora requería un pacto inquebrantable entre ustedes dos para llevarlo a cabo. Como el conde Cyclaeus es el jefe de la casa de Turan, sospechaba que él era el principal delincuente, pero… ahora que por fin puedo verte bien de primera mano, esa suposición se ha desmentido”.

Ciluel se sentó allí, su cuerpo temblaba.

“¿Podría ser… que fue usted en lugar del Conde Cyclaeus quien redactó todo este complot, Lord Ciluel?”

En el instante en que esas palabras se escaparon de los labios de Kamyua Yoshu, la mano de Ciluel se disparó a su cadera.

Sin embargo, no había ninguna espada atada a su cinturón de cuero. Gracias a eso, nadie reaccionó instantáneamente. Sin embargo, lo que había allí era un pequeño adorno plateado, que no se parecía en nada a un arma.

En realidad, parecía más una campana o algo, que Ciluel pronto sonó, indicando a la gran cortina detrás de él que se abriera audiblemente.

Tal como lo había sentido Ai Fa, había docenas de soldados esperando allí, y todos sostenían arcos tensados con flechas.

“¡Nadie se mueva! ¡Si lo hacen, enviaré hasta la última de sus almas a Selva!” Ciluel gritó, con un sonoro ladrido de risa triunfante.

“No puedo creer esto…” Zylus farfulló en estado de shock. “¿Te has vuelto loco, Lord Ciluel? Tanto Lord Melfried como el hijo de la casa Banarm, Lord…”

“¡Si están todos muertos, entonces su rango no importa en lo más mínimo!

¡Nuestro estúpido padre y hermano lo demostraron perfectamente!” Ciluel gritó, agachándose sobre su silla. ¿Había una placa de acero para protegerlo de flechas pérdidas o algo escondido en su enorme espalda?

La mitad de los soldados se arrodillaron mientras los demás permanecían de pie, lo que significa que estaban preparados para disparar sus flechas desde dos filas separadas. Y tenía que haber al menos treinta de ellos en total. Si todos dispararan sus arcos, no habría ningún lugar al que escapar aquí en esta habitación.

“¡Eres un tonto, Kamyua Yoshu! ¡Y también lo son todos los que le permitieron hablar sin problemas! ¡Después de que cada uno de ustedes muera, la casa de Turan gobernará sobre Genos por toda la eternidad!”

Incluso mientras Ciluel se alejaba furiosamente, Cyclaeus seguía sentado a su lado con los ojos cerrados. La sonrisa se había desvanecido de su rostro gris azulado, y sin ella, parecía un anciano enfermizo y decrépito cuyo poder lo había abandonado.

En cuanto a Ai Fa y los otros cazadores del borde del bosque, no todos parecían conmocionados en lo más mínimo, solo profundamente enojados.

“¿Así que ha ido y ha reconocido sus crímenes sin siquiera tener que esperar al juicio?” Kamyua Yoshu preguntó casualmente. “Me gustaría decir que nos ha ahorrado algunos problemas… Pero no es como si estuviera evitando el juicio de cualquier manera. Solo estás tratando de encubrir tus viejos crímenes con otros nuevos”.

“¡Silencio, tonto insolente! ¡Cada uno de ustedes morirá aquí y ahora!”

“¿Realmente tienes la intención de hacerte enemigos de las casas ducales de Genos y Banarm? Puede ser miembro de la casa de un conde, pero ni siquiera usted podrá escapar de ser ejecutado por esto”.

“Durante la reunión, nuestros invitados del borde del bosque de repente se volvieron violentos… No tuvimos más remedio que ordenar a nuestros hombres que dispararan sus flechas para protegernos”, dijo Ciluel con voz como lodo hirviendo, humedeciendo sus gruesos labios con su lengua. “Aunque fue realmente desafortunado, Lord Melfried y nuestro invitado de Banarm quedaron atrapados en lo que siguió… Me imagino que el duque Genos estará bastante angustiado por haber perdido a su preciado heredero”.

“Ya veo. Así que tenías eso en mente cuando también le quitaste las espadas a Melfried. Aun así, es tan hábil y valiente como los cazadores del borde del bosque, así que…”

“¡El tiempo de discutir ha pasado!”

Por segunda vez, Ciluel extendió la mano y tocó la campana de plata. Instantáneamente, las flechas volaron… o al menos, eso es lo que pensé.

Después de todo, no pude verlo exactamente yo mismo. Eso fue porque en el momento en que sonó la campana, alguien pateó las patas de mi taburete y el mundo dio un vuelco a mí alrededor.

Mientras mi espalda golpeaba con fuerza contra el suelo, escuché dos sonidos extraños. El primero de ellos fue el gemido ahogado de alguien, mientras que el otro fue un agudo silbido de hierba que hizo sonar un cazador del borde del bosque.

“No estás herido, ¿verdad, Asuta?” Preguntó Ai Fa desde arriba.

Efectivamente, ella fue la que derribó mi taburete. Al mirarla, vi que ahora estaba arrodillada junto a mí.

Se sostenía de las patas de un taburete, que ahora tenía numerosas flechas clavadas. Sin ningún lugar a donde correr, aparentemente había actuado con rapidez y había utilizado su propio asiento como escudo. Teniendo en cuenta que esos soldados parecían estar solo a unos cinco o seis metros de distancia, eso realmente fue una hazaña asombrosa de reflejos y pura habilidad física.

Mientras yacía de espaldas, miré a mí alrededor y vi que los otros cazadores habían protegido al resto de nuestros camaradas de la misma manera. Gulaf Zaza y Gazraan Rutim se pararon imponentes frente a los antiguos miembros del clan Suun, Melfried cubrió a Zylus y Bartha protegió a Welhide. Ni una sola persona presente parecía estar herida.

Justo cuando estaba a punto de dar un suspiro de alivio, la voz de Kamyua Yoshu me susurró al oído: “Vaya, eso estuvo cerca. Nunca imaginé que recurrirían a métodos tan contundentes”.

Supuse que sonaba muy cerca, y resultó que estaba de rodillas justo detrás de mí. Y debajo de su capa, acunaba a Leito como a un bebé. Como no tenía un taburete para usar como escudo, Kamyua Yoshu se abrazó al suelo detrás de Ai Fa para escapar del peligro.

“¿Q-Qué hay de Cyclaeus y Ciluel…?”

“No te preocupes. Sin embargo, parece que están lidiando con un visitante inesperado”.

Sin entender lo que quería decir, me senté y lo que vi fue definitivamente inesperado.

El peso de Ciluel flotaba en el aire. Y la que lo sostenía era Donda Ruu. En su mano izquierda sostenía un taburete plagado de flechas, y en su derecha había agarrado a Ciluel por el cuello mientras estaba de pie en el centro de la habitación.

“Maldito criminal… ¿Cómo te atreves a intentar hacer algo así a mis camaradas?”, Retumbó la voz de Donda Ruu mientras Ciluel jadeaba desesperadamente. A sus pies, su silla de aspecto pesado se había derrumbado.

Y luego, estaba Cyclaeus.

El mayor de los malvados nobles tampoco podía moverse con libertad. En cuanto a por qué, fue porque una figura vestida con una capa de cazador había presionado una hoja en forma de media luna contra su garganta.

El chico tenía el cabello despeinado de un rojo llameante y extremidades delgadas, y era claramente un cazador de Masara a quien nunca podría confundir ni siquiera por detrás.

“Jeeda… ¿Qué estás haciendo en un lugar como este?” Bartha preguntó en voz baja.

Jeeda se mantuvo alejado, sin ofrecer respuesta.

En cambio, la que respondió fue Ai Fa, mientras me ayudaba a levantarme mientras seguía en guardia con el taburete.

Parece que se ha estado escondiendo en el techo. Sentí que su presencia se escapaba varias veces, pero no te diste cuenta, ¿Bartha de Masara?

“Por vergonzoso que sea admitirlo, no me di cuenta de nada. Aparentemente no estoy al mismo nivel que tú o ese idiota hijo mío como cazador”. La cara de Bartha se veía algo triste mientras la miraba desde un lado, su largo cabello colgando. “Jeeda, no le hagas daño. Lo que necesita enfrentar no es una espada alimentada por la venganza, sino el juicio de la ley”.

Aun así, Jeeda no respondió.

Si se había estado escondiendo en el techo, también debió haber escuchado las palabras de Bartha rebosantes de resolución. Cuando ese pensamiento me vino a la mente, también me ahogó un poco.

“Bueno, ¿qué vas a hacer? Como ves, tus amos han caído en nuestras manos”, proclamó solemnemente Donda Ruu.

Los soldados a lo largo de la pared interior se habían congelado en su lugar con su segunda descarga de flechas preparadas.

“No puedes silenciarnos con flechas tan insignificantes. ¿Qué tal si intenta dibujar esas cuchillas en sus caderas a continuación? No es que vaya a cambiar nada…”

Gracias a los protectores faciales en sus cascos, era imposible leer las expresiones de esos soldados. Sin embargo, pude ver a varios de ellos mirando hacia Melfried.

“¡¿Qué estás haciendo?! ¡Mátalos!” Ciluel gritó mientras estaba suspendido en el aire. “¡Le disparaste flechas a Melfried! Si sale de aquí con vida, ¡os colgarán a todos! ¡Si valoras tus vidas, matarás hasta el último de ellos!”

“Eso es falso. Todos los crímenes aquí pertenecen al traidor Ciluel”, afirmó Melfried sin emoción. “Ustedes, los miembros de la milicia, no pudieron ir en contra de sus órdenes. Sin embargo, a partir de este momento, este hombre ha perdido el derecho a actuar como su líder. De ahora en adelante, debes seguir mis órdenes como líder de la guardia ducal”.

“¡No te dejes engañar! ¡Si deponen sus armas, toda su línea familiar será aniquilada! ”

Mientras los arcos permanecían tensos, las puntas de las flechas se balanceaban como si buscaran un objetivo.

Fue entonces cuando la puerta detrás de nosotros se abrió de repente y Jimon entró dando tumbos en la habitación. Bueno, no es que haya entrado por su propia voluntad. Cuando su espalda se estrelló contra la alfombra, el hombre comenzó a retorcerse y a gemir de angustia.

“¡Gahaha! ¡Ciertamente hiciste todo lo posible aquí, Donda Ruu! ¡Me estaba poniendo nervioso y empezaba a pensar que no tendría la oportunidad de brillar!”

Fue Dan Rutim.

Y Ludo y Darmu Ruu también estaban allí, blandiendo sus armas cuando entraron.

“¿No entraste por la ventana, Dan Rutim?” Dari Sauti cuestionó, solo para que Dan Rutim soltara otra carcajada.

“¡Las ventanas de esta habitación tienen rejas de hierro encima! ¡Así que tuvimos que trepar hasta las ventanas de la habitación vecina y dejarnos entrar de esa manera! ¡El grupo de Deek Dom se quedó atrás para contener a los soldados afuera!” Dan Rutim respondió, frotándose debajo de su nariz redonda. “¡Aun así, este es un olor horrible! Puede ser conveniente, ¡pero no necesitamos ninguna fruta protectora de giba en el asentamiento de Rutim!”

Lo había borrado completamente de mi mente, pero aparentemente Dan Rutim había seguido el olor de la fruta protectora de giba hasta esta habitación. Y entonces, el silbato del césped que hizo sonar Gazraan Rutim debió haber actuado como una señal para que vinieran corriendo.

En cualquier caso, parecía haber asegurado nuestra victoria.

Dan Rutim, Ludo y Darmu Ruu, y Rau Lea estaban todos de pie allí con espadas en sus manos y la ira de los cazadores ardiendo brillantemente en sus ojos. Si bien solo había cuatro de ellos, eran lo suficientemente fuertes e imponentes como para abrumar por completo a los treinta soldados que se enfrentaban a ellos.

“Desecha tus armas  y ríndete. Si sigues esa orden de inmediato, te prometo que no enfrentarás ningún castigo mayor que el confinamiento”, declaró Melfried, momento en el que los soldados bajaron los arcos.

“¡Tontos!” Ciluel rugió enojado. Y luego, Donda Ruu arrojó firmemente el cuerpo del hombre a sus pies. Ciluel se retorcía de dolor y gemía como un sapo a punto de morir.

“Tu nombre es Melfried, ¿no? Ya que eres el hijo del señor de Genos, tengo una pregunta que me gustaría hacerte “, dijo Donda Ruu, volviéndose lentamente para mirar al joven noble. “Hoy ha quedado perfectamente claro que este Ciluel es culpable. Pero aún no es definitivo cuán profundos son los crímenes de Cyclaeus… Entonces, ¿eso significa que tenemos que seguir tratándolo como el representante del señor de Genos?”

“La culpabilidad de Ciluel es clara… En cuanto a los crímenes del Conde Cyclaeus, tendremos que celebrar un juicio oficial”, respondió Melfried, sus ojos grises aún conservaban su habitual frialdad. “Hasta que termine ese juicio, las leyes de Genos dicen que será removido de todos los deberes oficiales”.

“Ya veo… ¿Pero no es posible que se las arregle para empujar todos sus crímenes a su hermano para escapar del castigo?”

“Mientras no sea realmente inocente, las cosas no se desarrollarán de esa manera”, intervino una voz desconocida.

Rau Lea había estado más cerca de la puerta, por lo que rápidamente se volvió en esa dirección.

“¿Quién eres tú? ¿Había aún más tropas escondidas?”

El nuevo grupo, vestido con una armadura blanca, se mantuvo inquietantemente silencioso mientras se abrían paso hacia la habitación.

Ludo Ruu y los otros cazadores se movieron de inmediato para enfrentarlos, pero después de hacer fila para bloquear la salida, los soldados se detuvieron con una precisión de máquina.

Y luego, el hombre alto que estaba en el centro del grupo dio un paso adelante sin dudarlo.

Era un hombre de mediana edad y tenía el pelo largo y castaño medio. Su bigote parecía pretencioso, para decirlo sin rodeos, y tenía una figura esbelta y elegante. Iba vestido con un bonito chaleco con cuello estilo Jagar, aunque no llamativo, y pantalones de pierna cilíndrica. Mientras se acercaba, su hermoso rostro estalló en una sonrisa relajada.

Aunque estaba vestido como alguien de Jagar, su color de piel lo marcaba claramente como occidental. En general, parecía un hombre noble rebosante de fuerza y confianza, y tenía un aire juvenil pero majestuoso.

“Ah, ha pasado un tiempo, Lord Welhide. ¿No desde la boda de la primera hija de Banarm? De todos modos, me alegro de que te vaya bien”.

Welhide había estado pálido cuando vio a Donda Ruu y los demás intercambiar, pero ahora rápidamente bajó la cabeza. Y los soldados que habían arrojado sus arcos a un lado comenzaron a gemir de miedo.

“Ordené a los soldados que estaban en el frente que también dejaran sus espadas. No parecía que ninguno de nuestros compañeros del borde del bosque estuviera herido, así que ciertamente es un alivio”.

Donda Ruu se enfrentó en silencio a esa sonrisa con una mirada furiosa.

Y desde mi lado, Kamyua Yoshu casualmente gritó: “Bueno, bueno. Nunca imaginé que un holgazán como tú se arrastraría hasta aquí”.

“¿Qué estás diciendo? Usted fue quien envió un mensajero para informarme de la llegada de Lord Welhide, ¿no es así? No pude holgazanear exactamente después de escuchar eso”. Entonces, el hombre miró a Cyclaeus, que todavía tenía la espada de Jeeda presionada contra su garganta, y suspiró. “Es una verdadera lástima que las cosas hayan salido así, conde Cyclaeus. Has sido muy hábil en el manejo de las tierras de Turan, por lo que realmente me duele la cabeza pensar en cómo irán las cosas de aquí en adelante”.

Mientras todavía estaba sentado presionado en su silla con forma de trono, Cyclaeus abrió lentamente los ojos. De inmediato, su rostro se puso mortalmente pálido y un sudor frío comenzó a formarse en su piel profundamente arrugada.

“Parece que mi destino está sellado, entonces…”

“Es verdad. Manejaré las cosas desde aquí con mi mejor criterio, así que puedes tomártelo con calma y esperar tu juicio”.

“Hmph… ciertamente me gustaría escuchar cómo manejarás las cosas, y en detalle”, intervino Donda Ruu.

En este punto, todos deben haberse dado cuenta de quién era el hombre. Y sin dejar de sonreír, se inclinó ante Donda Ruu.

“Por lo que puedo decir, pareces ser uno de los nuevos jefes de clan líderes del borde del bosque, ¿correcto? Mi primera tarea seguramente será volver a establecer un vínculo adecuado con todos ustedes. Por mi nombre de duque Marstein Genos, permítanme ofrecer mis disculpas por mi descortesía hasta ahora”.

Habían pasado aproximadamente ochenta días desde que llegué por primera vez al asentamiento en el borde del bosque. Y ahora, me había reunido con la máxima autoridad en todos los Genos cara a cara.

Bueno, no es que él hubiera visto claramente mi rostro todavía. Todavía pasarían unas horas más antes de que pudiera hablar con él directamente, después de todo.

En cualquier caso, así fue como se cerró el telón en el caótico tercer encuentro entre Cyclaeus y los principales jefes de clan del borde del bosque.