86 [Eighty Six]

Volumen 8: Humo de Pistola en el Agua

Capítulo 5: La Torre (Al Revés)

Parte 3

—Siguiente.

Raiden se limpió el sudor de la frente y exhaló. Se había dado cuenta de que estaba respirando rápidamente durante todo aquel asunto. Pudieron oponer resistencia puesto que ya habían establecido contramedidas, pero para nada era una batalla fácil.

Sin embargo, el mero hecho de que tuvieran alguna forma de defenderse significaba que lo estaban haciendo mejor que el grupo de Theo, que había abordado la Noctiluca. Tenían que enfrentarse a ese gigantesco monstruo y a sus cañones de riel.

Aun así…

“Anju, Dustin, pueden dejarnos este lugar a nosotros.”

“¿Qué?” Respondió Anju, visiblemente confundida. “Raiden, los Phönix siguen…”

 “Baja. Cubre a Theo… Ayúdalo, por favor.”

Anju tragó saliva, sorprendida. Al darse cuenta ahora de su ausencia, el sensor óptico de Snow Witch contempló con asombro la Noctiluca y las formas blancas que luchaban encima de ella.

“… Entendido. Dios mío, Theo, ¿qué estás haciendo…?”

“Shuga, Emma, los cubriremos desde aquí. Pero apresúrense.”

Unos cuantos Procesadores que estaban escuchando se adelantaron con Snow Witch y Sagittarius y se alejaron. Mientras lo hacían, Raiden pudo ver al Escuadrón Brísingamen de Shiden persiguiendo a los Phönix como lobos hambrientos, rodeándolos y golpeándolos.

Pero la vicecapitana del escuadrón, Shana, no estaba entre ellos. Su unidad, Melusine, estaba actualmente en el último piso de la Torre Espejismo, Carla Tres. Ella estaba disparando a los cañones antiaéreos. Ese era originalmente el papel de Gunslinger, pero estaba demasiado confundida para moverse en este momento.

… No podía culparla. Kurena y Theo habían sucumbido a la visión de túnel. Ahora mismo Lena estaba funcionando, pero en el momento en que Shin cayó, estaba en un claro estado de pánico, y el propio Raiden estaba agitado. Podía notarlo claramente.

Después de todo, ya no podía oírlo.

Luego de tanto tiempo, los irritantes gritos de los fantasmas eran como un ruido de fondo constante. Y lo más destacado eran las extrañas voces de la Noctiluca. Durante años, ese Reaper de ojos rojos los había guiado…

… Estúpido idiota.

 Y él era el desafortunado vicecapitán de ese estúpido. Raiden entrecerró sus ojos negros y rojizos. Llenar el vacío dejado en la ausencia de Shin recayó en él.

Los Juggernauts dispararon repetidamente desde la Torre Espejismo en un intento de reducir los cañones antiaéreos y de tiro rápido, y algunas de sus unidades llegaron a abordar la Noctiluca.

Mientras tanto, el bombardeo de la Flota Huérfana también fue dañando los cañones de tiro rápido.

Sin embargo, los únicos capaces de destruir el núcleo de control desde cerca tendrían que ser cañones de gran calibre. La flota no podía permitirse el lujo de dejar que se hundieran más barcos, así que tenían que mantener una distancia suficiente para evitar cualquier proyectil que les lanzaran. Cambiaron su rumbo para evitar ser apuntados mientras disparaban.

Aun así, dispararon hasta que sus cañones estuvieron a punto de recalentarse, y se estaban quedando sin los proyectiles que habían insistido en traer en grandes cantidades en previsión de la batalla contra el Morpho.

No habían traído torpedos —que, irónicamente, habrían sido muy eficaces contra la Noctiluca— para añadir más proyectiles, y se estaban quedando sin ellos.

Las dos naves más lentas y las embarcaciones de rescate finalmente alcanzaron al resto de la flota. Habían recogido a unos pocos supervivientes del Denebola y, a través de ellos, se enteraron de que la patria comunicó que enviaría una flota de refuerzo.

La Noctiluca tampoco salió indemne de la batalla. El metal líquido del interior de una de las torretas en forma de lanza de sus cañones de riel de 800mm —la parte que formaba el campo electromagnético— estaba siendo arrancado por el retroceso del bombardeo.

El cañón se estaba desgastando.

La escoria plateada goteaba del cañón de riel como nieve ardiente, hundiéndose en la extensión ilimitada del mar.

Y parecía que, aunque la fuerza que lo había abordado era menor que una escuadra, la Noctiluca había llegado a la conclusión de que no podía dejarlos moverse libremente. Había llamado a varios de los Phönix que había enviado a la Torre Espejismo.

Aunque era una decisión obvia, Theo no pudo evitar chasquear la lengua. ¿Cuánto tiempo más sería esta cosa una espina en su costado? Todos los Juggernauts que abordaron la Noctiluca eran unidades de vanguardia equipadas con torretas de 88mm.

Gracias a que eran el tipo de Ochenta y Seis expertos en el combate de alta movilidad, podían dar ese salto con tan poco pie.

Pero esto también significaba que estaban equipados con la peor configuración posible para enfrentarse a los Phönix.

La unidad de artillería bajo el mando de Lena les ofrecía fuego de cobertura, y los Juggernauts que disparaban desde lo alto de la Torre Espejismo utilizaban perdigones antiblindaje. La ayuda fue muy bien recibida y sirvió para hacer volar el blindaje líquido que tenían los Phönix, a la vez que los paralizaba.

El humo y las llamas del bombardeo se disiparon y otro Phönix recién regresado saltó a la parte superior de la torreta del cañón de riel. La pantalla óptica de Laughing Fox cambió de objetivo mientras saltaba para enfrentarse a este enemigo.

“¡…!”

Theo acababa de darse cuenta de su presencia. La alerta de proximidad sonó. No pudo oír los lamentos del fantasma mecánico. No podía saber dónde se escondían.

Porque Shin no estaba allí. Hasta ahora, siempre había podido oír dónde se escondía la Legión, e incluso si no lo hacía, el hecho de que compartiera la habilidad de Shin a través de la Resonancia significaba que siempre podía saber cuántos enemigos había en los alrededores.

Pero ahora Shin no estaba allí. ¿Cuántos años habían pasado desde que Theo estuvo en el campo de batalla sin él? Theo se dio cuenta ahora, demasiado tarde en el juego, de que no podía recordar cómo había luchado antes.

Llevaba tanto tiempo confiando en él.

Se alejó de un salto, forzando su equipo al máximo. Cuando el Phönix aterrizó con estrépito, Theo apuntó las ametralladoras pesadas de los brazos de agarre de Laughing Fox y disparó contra él. Pero haciendo gala de la velocidad de reacción antinatural propia de estas máquinas asesinas, el Phönix saltó ágilmente y escapó de su línea de fuego, aterrizando entre un grupo de amenazantes sombras plateadas.

Y a sus pies estaba…

… una única hoja de alta frecuencia.

“¿Eso es…?”

¡Eso es de Undertaker! 

Cuando chocó con el Phönix, lo apuñaló con esta hoja, y probablemente se rompió entonces. En todo el Grupo de Ataque, Shin era el único que equipaba cuchillas de alta frecuencia en sus brazos de agarre.

En un campo de batalla en el que reinaban las ametralladoras pesadas y las torretas de tanque con varios kilómetros de alcance, sólo muy pocos optaban por utilizar armas cuerpo a cuerpo en el Sector Ochenta y Seis.

Y por ahora su reaper sin cabeza era el único que aún lo hacía.

El Phönix logró soportar el ataque de la hoja. Dado que Shin y Undertaker se habían estrellado en el océano, esto bien podría haber sido la última astilla que quedaba de su unidad. Y esas despiadadas máquinas asesinas estaban a punto de pasar por encima de él de forma despiadada e impasible.

En ese momento, la emoción que brotó en Theo no podía llamarse ira. Era resolución y determinación.

“¡…!”

Girando su torreta de 88mm, comenzó a disparar rápidamente. Los Phönix saltaron para esquivar, y él los ahuyentó con más bombardeos, llegando al lugar en el que se encontraban.

Ahora se encontraba en medio de esta manada de bestias plateadas. Pero eso estaba bien.

“—¡Fido!”

Encendiendo su altavoz externo, gritó. El leal Carroñero que realizaba su trabajo con diligencia en el fondo de la Torre Espejismo, aunque seguía claramente preocupado por la suerte de Shin, se dio la vuelta. Inmediatamente respondió a su llamada, rodando hacia el borde de la Torre Espejismo, y Theo se movió rápidamente, pateando la hoja hacia él.

Su llamada era quizás demasiado vaga para contar como una orden para un Carroñero, pero igualmente Fido parecía haber entendido. Se quedó quieto durante un segundo y luego se dirigió al punto de aterrizaje estimado de la hoja.

Siguiendo atentamente la trayectoria de la hoja con su sensor óptico, la atrapó con el contenedor que llevaba a la espalda.

“¡Mantenla a salvo! ¡Asegúrate de conservarla pase lo que pase.”

El sensor óptico de Fido giró hacia arriba y hacia abajo, como si asintiera, justo cuando Theo notó que una bandada de enemigos se acercaba a él. Siempre había confiado en Shin. Siempre dependió de él y de su capacidad para escuchar los gritos de la Legión y localizar sus posiciones.

El que había recordado a todos los compañeros que murieron antes que él y prometió que llevaría sus recuerdos en su corazón hasta el último momento. El que siempre asumió el papel de vanguardia, que cortaba las líneas enemigas y obstruía su avance.

Y lo más importante, que también corrió entre lluvias de balas y se enfrentó al enemigo en combate cuerpo a cuerpo, incluso cuando estaba constantemente expuesto a sus gritos ensordecedores. Todo para defender a sus compañeros.

Esto era lo único que podía hacer Theo para heredar su testamento.

Mientras estaba rodeado por las monstruosidades metálicas, vio que algunas de ellas se acercaban para bloquear sus vías de escape. Aun así, se esforzó por mantener la calma en su voz.

“Laughing Fox a todas las unidades. Distraeré a los Phönix. Cortaré sus filas y los mantendré ocupados. Aprovechen esa oportunidad para eliminar el objetivo.”

Les abriré esta oportunidad de par en par. Voy a heredar ese papel.

 Sin molestarse en escuchar las reacciones, lanzó sus palancas de control hacia adelante. Sin tener en cuenta que estaba rodeado, dio un paso al frente para enfrentarse a los Phönix. Había cargado contra sus filas, interrumpido sus movimientos y reunido sus líneas de fuego sobre sí mismo. Al exponerse al peligro, había dado a sus aliados la oportunidad que necesitaban.

Al igual que su Reaper… como siempre hizo Shin.

Disparando su cañón de perdigones para ahuyentarlos, Shiden corrió por el Nivel Carla mientras intentaba cortar la veloz huida de las unidades Phönix. La voz digna y algo feroz de Lena le llegó a través de la Resonancia.

“¡Todas las unidades, carguen cartuchos! ¡Fuego!”

 Con una lluvia de perdigones en el camino del último Phönix, éste saltó para evitar ser golpeado, cuando—

“¡Punto E12, órdenes de espera levantadas! ¡Fuego!” 

Un Juggernaut que estaba al acecho salió de su escondite y disparó una ametralladora contra los Phönix. Al oír su voz de mando, Shiden soltó un suspiro de alivio.

Te has recompuesto, Lena.

En primer lugar y personalmente, ella pensaba que no valía la pena perder la compostura por un tipo como Shin. Eso la enfurecía. Él tenía una habilidad digna de su título de Reaper y la asumió voluntariamente. Ella podía respetar eso

Pero, maldita sea, ese tipo era de una rara raza de idiotas.

En serio. ¡Después de todo lo que habían pasado, ¿así es como terminaría?!

“Si realmente te moriste allí, te perseguiré hasta el infierno y te volveré a matar, Don Juan.”

Una vez eliminados todos los Phönix de la Torre Espejismo, los Juggernauts reanudaron su ayuda en el combate contra la Noctiluca. Tras recibir este informe, Lena respiró largo y tendido. La batalla aún no había terminado. La Noctiluca seguía campando a sus anchas.

A pesar de sus seis años de experiencia en el campo de batalla, Theo no estaba familiarizado con el combate cuerpo a cuerpo con la Legión. Especialmente cuando se trataba de oponentes como los Phönix. Los niveles de estrés eran más altos que en cualquier otra batalla en la que hubiera estado antes.

Otro Phönix se abalanzó sobre él. Había perdido la cuenta de cuántos eran. En el momento en que se cruzaron, soltó una andanada de disparos de ametralladoras pesadas como el balanceo de una espada.

No fue suficiente para derribarlo. Laughing Fox saltó sobre la cubierta blindada, arrastrando sus patas mientras se alejaba corriendo.

Theo estaba rodeado de enemigos. En el momento en que se detuviera, lo alcanzarían. Y si eso ocurría, la muerte estaba garantizada.

Siempre había creído que estaba acostumbrado al peligro mortal, pero ahora lo sentía más vívido que nunca. Luchar en un espacio tan reducido era como tener a la muerte respirándole en la nuca, enroscándose en torno a él y negándose a soltarlo.

Su instinto de supervivencia, el más primario de los impulsos, le gritaba. No quiero morir. Cada uno de sus sentidos, cada parte de su conciencia, se tensó, formando un apretado y agudo hilo de enfoque y concentración.

Sí, no quería morir. Su mente rechazaba la muerte con todas sus fuerzas. No podía permitirse caer aquí. Porque morir aquí no sería igual a la muerte de Shin. No era una muerte que pudiera llamar justa o satisfactoria. Shin habría perecido por nada.

No había nadie allí para redimir al capitán. Tal y como estaba ahora Theo, no había hecho nada para compensar su sacrificio.

… Esto no es suficiente. No puedo aceptarlo. 

El fuego enemigo estaba sobre él. Sin prestar atención a sus cañones sobrecalentados, los cañones antiaéreos empezaron a disparar a Laughing Fox. Pero al momento siguiente, los misiles lanzados por un Juggernaut estallaron por encima de los cañones, desatando una lluvia de perdigones perforantes.

Puede que este mundo esté plagado de malicia, pero admitir que las cosas eran así no era más que someterse y resignarse a esa mala voluntad. Sería admitir que no era más que alguien que merecía que le arrebatasen cosas. Alguien que no podía ganar nada, cuyo papel en la vida era ser pisoteado.