86 [Eighty Six]

Volumen 8: Humo de Pistola en el Agua

Capítulo 4: La Torre (Vertical)

Parte 5

Al ver que no había Biene donde habían apuntado las miras, los Juggernauts de fuego de supresión cambiaron rápidamente de objetivo. Primero, dispararon a dos que se habían extendido para disparar. A continuación, todos los Juggernauts equipados para ser francotiradores de larga distancia, incluido Gunslinger, hicieron volar a ocho de ellos escondidos en la red.

Los proyectiles explosivos estallaron, y los perdigones y las balas de ametralladora volaron por el aire, haciendo llover fuego contra sus objetivos. Los Biene se elevaron entre explosiones inducidas.

Todo el Nivel Dora parpadeó en rojo y negro con fuego, bloqueando los sensores del Morpho. Undertaker corrió a través de las llamas y se dirigió hacia él. Faltaban dos de los pisos del cuarto nivel, así que dio una patada contra las paredes, fijando su anclaje a los puntos de apoyo de las vigas para subir de una vez.

Alcanzando la parte inferior del último piso, que era como una rejilla o una jaula, se abrió paso con su hoja de alta frecuencia, llegando finalmente al último piso.

Pudo oír dos aullidos estruendosos, los rugidos de los dos fantasmas. Ambos procedían del interior del Morpho. Uno era probablemente el procesador central del Morpho, y el otro era probablemente un subprocesador, destinado a controlar los cañones automáticos giratorios.

Estos fueron añadidos después de la derrota del año pasado, debido a la creciente importancia del Morpho.

Repitiendo sus últimos momentos como si fueran cajas de música rotas, coreaban su malicia y su odio una y otra vez.

Heil dem Reich. Heil dem Reich. Heil dem Reich. Heil dem Reich…

 Tal y como Ernst había predicho y Zelene había dicho, se trataba de los restos de alguien de la antigua facción imperial.

Cuando Shin se abrió paso y saltó, se acercó a la posición del Morpho. El cañón de treinta metros de largo del Morpho no podía disparar a esta distancia, aunque no estuviera dañado. Shin estaba firmemente dentro del punto ciego del cañón de larga distancia.

Detrás de la torreta estaban sus dos alas de enfriamiento, giradas hacia el cielo mientras se desmoronaban. Deshaciendo los cables de conducción que empleaba para el combate cuerpo a cuerpo, balanceó sus extremos con garras hacia Undertaker.

El Morpho era mucho menos hábil en el combate cuerpo a cuerpo, y este era su último recurso. Pero esto era algo que Shin ya había presenciado el año pasado.

Las alas perdieron su forma, pero aun así, el hilo conductor se extendió, elevándose en el aire. Todavía tenía cierta distancia con Undertaker. Pero antes de que pudiera cerrarla, las bombas incendiarias de la artillería aterrizaron.

El fuego que arrojaron las bombas quemó los cables, dejándolos sin energía. Perdieron su conductividad, cayendo sólo para ser seccionados por la hoja de Undertaker. Entonces Undertaker saltó por detrás de la torreta del Morpho, aterrizando en la escotilla de mantenimiento entre el primer par de alas del Morpho.

Hace un año, aquí fue donde se escondió el primer procesador central del Morpho, el caballero de Frederica. Y al igual que entonces, el Morpho se agitó como un ciempiés ardiendo en ácido, tratando de sacudirse a Undertaker.

Llamando a sus opciones de armamento, Shin seleccionó los cajones perforantes de 57mm, disparando los cuatro a la vez. Los temblores hicieron que las miras de su unidad se fijaran en el fuselaje del enemigo. Soportando el temblor que casi le hizo morderse la lengua, volvió a cambiar su armamento, seleccionando esta vez la torreta de tanque de 88mm.

Apretó el gatillo.

El Morpho retrocedió por un momento como si estuviera gritando, y luego se puso rígido durante un instante. Giró su torreta rota hacia atrás, como si intentara golpear a Undertaker con ella.

“Tsk…”

Shin lo evitó, purgando los martinetes. Con el Juggernaut siendo tan ligero como era, un golpe de barrido de la pesada torreta podría ser fatal. Shin saltó de la espalda del Morpho, evitando el suelo cuadriculado y disparando su ancla contra la pared de Dora Tres.

… Fallé. 

Al parecer, había destruido el subprocesador que controlaba los cañones automáticos en el brazo de la montura del cañón. Parecía que habían cambiado la posición del procesador desde el año pasado. Al levantar la vista, vio que el Morpho le miraba con altanería.

Había perdido todo su armamento y se había visto privado de todas las unidades consorte que lo custodiaban. Pero aun así, tenía la fuerza y la dignidad que le otorgaba poseer la torreta más grande de todas las unidades de la Legión.

Detrás, Shin vio un cielo azul. La tormenta había pasado. Los vientos arremolinados y la cortina gris que había envuelto la Torre Espejismo hasta el momento no se habían desvanecido del todo, pero el estridente aullido del viento se había calmado.

Las nubes se habían adelgazado lo suficiente como para poder ver que había amanecido mientras luchaban.

El Morpho se elevó con ese cielo como telón de fondo. El metal líquido brotó del exterior de su cañón roto, como un vapor frío. El viento se calmó. Al parecer, el viento de las alturas era poderoso.

Poco a poco, las nubes negras comenzaron a arremolinarse más lentamente, dispersándose a medida que perdían la fuerza que las mantenía en su lugar. La cortina de nubes cayó, dejando al descubierto los cielos azules como si marcaran dramáticamente el cambio de una escena.

Un cielo azul intenso brillaba a través de aquellas nubes, iluminando el mar plomizo.

Pero entonces esos cielos azules se oscurecieron.

“¡¿…?!”

Cuando Raiden levantó la vista, la oscuridad se instaló en su campo de visión y, por reflejo, cerró los ojos. Esa oscuridad era en realidad una luz brillante y cegadora.

Era lo suficientemente brillante como para hacer que las pantallas ópticas se apagaran momentáneamente por la sobrecarga: una cantidad de radiación luminosa tan grande que el ordenador de apoyo no podía seguir produciendo correcciones.

Un intenso resplandor atravesaba el cielo, y su brillo oscurecía la visión más intensamente de lo que podría hacerlo la oscuridad. Se movía a la velocidad literal de la luz y no producía ningún sonido.

Tras el aterradoramente largo pero instantáneo destello de oscuridad blanca y silencio, la luz desapareció.

Su pantalla óptica volvió a la vida y mostró su entorno con correcciones, pero todo seguía pareciendo un poco más oscuro que hace un momento.

El cielo parecía como si el brillante sol de verano brillara sobre él, como la luz filtrada de una ensoñación. Pero mientras miraba aturdido el cielo azul, Raiden no pudo evitar sentir que algo iba terriblemente mal.

Hasta hace un momento la tormenta había borrado el cielo, pero ahora que se había calmado, el fragmentado firmamento visible a través del andamiaje de la Torre Espejismo parecía más oscuro de lo que debería… Sí, el andamiaje. La malla de capas que bloqueaba su campo de visión.

Un espejismo se había instalado en la cima de esta fortaleza de acero. La totalidad del Nivel Erze… se había quemado por completo.

“… ¿Qué—?”

Y en el corazón del Nivel Erze se encontraba una masa desmoronada, carente del temor y el aura amenazante que había poseído e inspirado hace apenas unos segundos.

“El Morpho… Esta…” Alguien jadeó.

Su cañón se había derretido como un caramelo carbonizado, y su blindaje de respuesta balística se había desprendido y licuado tanto que ya no podía activarse, dejando al descubierto las placas de blindaje que había debajo. El revestimiento se había evaporado, y su brillo metálico, antes plateado, era ahora blanco.

Como el metal que componía su cuerpo era grueso, no se había fundido del todo a pesar del intenso calor. Pero tendido entre las vigas que ahora parecían las tablas de un árbol muerto y malformado, el Morpho estaba inmóvil. La luz de su sensor óptico parpadeaba y su equilibrio se había derrumbado de forma visible.

Ya no podían oír sus lamentos.

Después de un momento de silencio aturdido, las palabras finalmente salieron de los labios de Raiden.

“¿Qué… diablos fue eso…?”

Sólo tomó un momento… No más de un instante…

En ese momento, el Morpho había sido destruido, aplastado como un insecto. Su visión dejó a Lena sin palabras.

“¿Qué…?” Jadeó Ishmael.

Se estremeció, como si acabara de presenciar algún tipo de criatura mítica. “¡Un Musukura…!”

Sus ojos esmeralda estaban fijos en la parte superior de la pantalla, en el océano a lo lejos, de donde había salido aquella ráfaga de luz cegadora. Lena lo miró interrogativamente, y él continuó, aunque ella no pudo saber si estaba respondiendo a su pregunta o simplemente murmurando para sí mismo en estado de shock.

“La mayor especie de leviatán que existe… Utiliza ese láser para derribar aviones de combate y bombarderos. Ni siquiera la Legión puede enfrentarse a un Musukura de frente. Es un monstruo, sin duda.”

“¿Un leviatán… hizo esto?”

Los gobernantes del océano, que reinaban en las profundidades de los mares abiertos, lejos del alcance de la humanidad. La especie que había prohibido a la humanidad salir del continente durante miles de años.

Eran criaturas territoriales. Tal vez incluso tenían el concepto de dominio, porque aborrecían la idea de que alguien se entrometiera en la zona en la que reinaban, los mares abiertos.

Cualquier intruso era eliminado con fuerza letal, y todos los que se acercaban eran amenazados. Ya fueran humanos o la Legión.

Esta fortaleza estaba apenas fuera de los mares abiertos de color azul intenso que eran su territorio. Ni la Torre Espejismo ni la Flota Huérfana invadían sus dominios, pero había intensos combates cerca de la frontera. Estas criaturas malhumoradas probablemente lo encontraban extremadamente desconcertante.

Ishmael apretó los dientes mientras miraba el horizonte en el que acechaban. La armada de los Países de la Flota Asesinos de Dragones.

Fieles a su título de asesinos de dragones, se habían propuesto gobernar los mares, pero finalmente no lo habían conseguido. Los clanes del Mar Abierto sufrieron miles de años de derrota, de rabia y arrepentimiento, que ahora se reflejaban en su mirada.

“… Hasta el final, nunca pudimos vencerlos.”

“…”

“El sonar… aún no puede detectarlo. Pero está cerca. Vino porque pensó que su territorio estaba siendo invadido. La tormenta se ha ido… Y en el momento en que la niebla se despejó…”

Lena pensó en la mitad de la misión. Una espesa niebla se había instalado en el mar. Se creía que era un efecto secundario del volcán submarino que servía como fuente de energía de la Torre Espejismo y que dejaba escapar el calor hacia el agua.

Pero ese no era el caso. La Legión utilizó intencionadamente el volcán para producir esa niebla, escondiéndose tras ella como un escudo. El agua podía dispersar ese láser, y mientras esa pesada niebla se mantuviera sobre la Torre Espejismo, los Musukura no podrían atacarlos.

Sin eso, nada impediría que los leviatanes atacaran la Torre Espejismo. Se encontraba en el corazón del mar, visible desde grandes distancias, donde un láser lineal podría dispararle desde lejos.

Sin esa niebla, nunca podrían mantener una posición de artillería en un lugar como este.

Pero al amainar la tormenta, las andanadas de viento se llevaron la niebla… “Ellos… ellos también estaban esperando que la tormenta terminara.”

Mientras se quedaban plantados en su sitio, sorprendidos por el inesperado espectáculo que tenían ante sus ojos, pasaron unos momentos de estupefacto silencio. Pero Theo no tardó en recobrar el sentido, con el rostro pálido de espanto.

“… ¡¿Shin?!”

Undertaker… Estaba trabado en combate cuerpo a cuerpo con el Morpho y cerca del Nivel Erze en el momento en que se disparó el ataque. ¿Dónde estaba Shin? Theo miró por el piso superior, pero no había rastro de la forma blanca del Reginleif.

Sintió que su pánico aumentaba. En los casos en que la supervivencia de un camarada no estaba clara, los Ochenta y Seis siempre comprobaban la Resonancia Sensorial.

Los Para- RAID compartían sus sentidos, y si una de las partes quedaba inconsciente o moría, su Resonancia se cortaba. Ver si alguien seguía conectado permitiría confirmar si al menos estaba consciente, pero Theo estaba demasiado agitado como para acordarse de comprobarlo.

De hecho, estaba tan agitado que era casi extraño.

“—Si no hubiera bajado de allí, me habría alcanzado el ataque. Eso estuvo cerca.”

 Y por eso, cuando escuchó aquella voz serena —aunque ligeramente agitada— a través de la Resonancia, Theo suspiró aliviado. Su tono casi sonaba descarado para la mente nerviosa de Theo. Con pesados pasos, Undertaker aterrizó en Dora Uno, el piso en el que estaban Raiden y Theo.

En el momento en que el láser se había disparado, había descendido por reflejo a Dora Dos, y Laughing Fox no percibió ese hecho.

“Vamos, no hagas esas piruetas… Pensé que se me iba a helar la sangre…”

A pesar de sus palabras de queja, Theo se sintió aliviado. A estas alturas, se sentía como algo que rozaba la fe religiosa. Estaba bien. Shin no moriría así. No moriría como lo hizo el capitán…

Lena le informó del motivo de ese haz de luz a través del Para-RAID: un leviatán. Un ataque disparado por la mayor especie de leviatán, el Musukura.

“Así que eso es un leviatán…”

“Eso es un monstruo infernal… ¿Tal cosa es real…?” 

Era la primera vez que veían esa amenaza, y había superado todas sus expectativas. Incluso los Ochenta y Seis no pudieron evitar el terror y el asombro. Dirigieron sus miradas, de inmediato, hacia las aguas de las que había salido el rayo de luz.

Más allá del horizonte, a una distancia que el sensor óptico del Juggernaut —que no podía percibir toda la fuerza de las estrellas en el cielo— no podía ver con precisión. Allí, un algo desconocido e invisible los miraba con malicia. Era el algo que era capaz de disparar ese rayo ardiente a través del cielo.

Exhalando conscientemente, Shin contempló los restos del Morpho sobre él con una mirada. La superficie quemada estaba descolorida, pero la brisa marina ya estaba haciendo que se enfriara. En ese momento, no era más que un montón de chatarra, y la neblina de calor que se cernía sobre él había desaparecido.

No había voz. Era algo que había experimentado suficientes veces como para acostumbrarse a ello después de siete años en el campo de batalla. El silencio propio de un arma “muerta”.

Extraer su procesador central será… probablemente va a ser difícil cuando está tan quemado. Sin embargo, no hay mucho que podamos hacer al respecto.

“Tipo cañón de riel: Morpho, silencio y derribo confirmado. Concluyo que nuestro objetivo principal está completo… Salgamos de aquí.”

“Deberías apresurarte.” Susurró Yuuto, con una voz llena de inusual aversión. “Nos enfrentamos a un animal. No sabemos qué puede hacer que vuelva a atacar.”

Shin asintió.

Pero entonces…

***

<<Colare Two, perdido. Colare One, fuselaje muy dañado.>>

<<Fuego de Musukura confirmado. Nivel de amenaza: máximo. El mencionado cañón de luz se aproxima.>>

<<La Operación Defensiva Schwertwal se considera imposible. Plan Schwertwal: Se aconseja iniciar el protocolo de autoconservación.>>

***

… las partículas de plata se desprendían como la nieve, filtrándose desde el centro del pico celeste de la Torre Espejismo. Goteaban hacia la superficie oscura del agua. Como la luz de la luna que se difunde contra una llovizna, como la arena que se desliza por un reloj de arena.

Eran mariposas plateadas. Una bandada de Micromáquinas Líquidas que formaban el procesador central de una unidad de la Legión, que se había escindido del conjunto. Al igual que el procesador del Phönix se convertía en mariposas cada vez que era llevado al borde de la destrucción, estas figuras de plata líquida revoloteaban ahora por el aire.

Reunidos, su voz volvió a resonar. Heil dem Reich. Heil dem Reich. Justo antes de que el láser les alcanzara, huyeron a los cielos, escondiéndose entre los Eintagsfliege.

“El Morpho…”

O mejor dicho, su procesador central.

La mirada de Shin dio un respingo cuando se reanudó el aullido y las mariposas plegaron sus alas para conseguir una elevación dinámica. Cayeron en picado a través de las costuras del andamiaje de acero de la Torre Espejismo como cometas en miniatura.

Su trayectoria dibujó una suave hélice debido a la resistencia del aire, y convergieron al final de su espiral descendente, fundiéndose para formar una singular gota de plata.

Como una gota de agua que golpea la superficie del lago, dejaron una corona de salpicaduras mientras se hundían en el océano.

El cometa había caído en picado en menos de un segundo. “Se cayó al agua. ¿Se estrelló…? No.”

Justo debajo de ellos, en el fondo del océano en el que había caído el cometa, comenzó a elevarse un aullido retumbante. Los otros Procesadores que estaban conectados a Shin a través del Para-RAID pudieron oírlo a través de la Resonancia.

Los pensamientos agónicos de los últimos momentos de un fantasma mecánico. De alguien que había muerto en un campo de batalla, que se le había negado una tumba, y alejado de la misma. La copia de su red neuronal había sido asimilada por una unidad de la Legión, que ahora gritaba sin pausa sus persistentes lamentos.

Una gigantesca sombra metálica surgió de las profundidades. Las afiladas puntas de dos lanzas separaron la superficie del agua. Un algo grande y alargado, que abarcaba treinta metros, apuntaba hacia el cenit, directamente a Dora Tres, donde se encontraban los Juggernauts.

Las mariposas plateadas de Micromáquinas Líquidas. El procesador central del Morpho. La voz que escuchó mientras el cañón de treinta metros de largo y dos lanzas subía hasta la mitad de la Torre Espejismo.

Fue…

“¡Todas las unidades, evacuen el Nivel Dora! ¡Desciendan, va a disparar!”

Y al momento siguiente, el cañón de riel aulló.

El proyectil voló hacia su objetivo a una velocidad demasiado grande para percibirla a simple vista. La descarga eléctrica atravesó el agua como una fisura. Como un cometa que se eleva, desde el océano hasta el cielo, el disparo diagonal atravesó el Nivel Dora.

Un proyectil de 800mm de calibre, cuya impresionante masa viajaba con una velocidad inicial de ocho mil metros por segundo. Y no había nada que frenara esa velocidad.

Había disparado a bocajarro, sin consumir nada de su energía cinética. Todas las vigas de acero que se encontraban en el camino del disparo se quebraron como ramitas, reducidas a fragmentos al salir de la fortaleza junto con el proyectil.

Las vigas que sostenían las paredes perdieron la mayor parte de su andamiaje, desprendiéndose y cayendo en picado al perder sus puntos de apoyo… descendiendo como una avalancha sobre los Juggernauts, que escaparon en el último segundo y se dispersaron hasta el Nivel Carla y más abajo hasta el Nivel Bertha.

“¡…!” 

Los Juggernauts se acurrucaron, escondiéndose junto a los pilares que quedaban intactos, mientras esperaban a que terminara la letal avalancha. Oyeron cómo el andamio caía en picado con un ominoso silbido del viento antes de chapotear estrepitosamente en el océano.

Todos los que tenían margen de maniobra bajaron al Nivel Bertha. Se dispersaron sin tener en cuenta el escuadrón o el pelotón, dando prioridad a alejarse lo más posible de los demás para encontrar cobertura. Esta fue una decisión que salvó a todos los presentes.

En un campo de batalla en el que llueven proyectiles explosivos con un amplio radio de explosión, amontonarse sólo significaría la aniquilación.

En una batalla en la que un momento de vacilación podía significar la diferencia entre la vida y la muerte, cuestionar cualquier advertencia, por desconcertante que fuera, podía suponer una pérdida de tiempo fatal. Esta era una lección que el Sector Ochenta y Seis había enseñado muy bien a los Procesadores.

En momentos de crisis, sabían dispersarse, acatar las advertencias primero y preguntar después.

Este hábito inconsciente acabó salvándoles la vida.

Las unidades enemigas seguían saliendo a la superficie del agua. Aullidos estruendosos llenaron la Resonancia Sensorial, haciendo vibrar el cráneo de Shin. Y…

***

<<Colare One, recuperación exitosa.>>

<<Pérdida del procesador central: 28%. Sin consecuencias para el rendimiento de combate.>>

<<Colare One, enlazando con Colare Synthesis con éxito.>>

<<Plan Schwertwal, circuito de control integrado, arrancado y en espera.>>

<<Plan Schwertwal: Comenzando.>>

***

… finalmente la proa de un buque de guerra emergió de entre las olas. Su ascenso fue tan rápido que había salido del agua en diagonal, y su enorme masa se elevaba por encima de los Juggernauts que se encontraban a varias docenas de metros sobre el nivel del suelo.

La parte inferior del casco había quedado expuesta al aire, revelando innumerables patas plegadas. A ambos lados, cerca del casco, había cuatro sensores ópticos que brillaban en azul mientras observaban al enemigo.

Una enorme embarcación, que probablemente pesaba más de mil toneladas, se estrelló en la superficie del agua con un estruendo, levantando una enorme columna de agua que salpicaba a su paso.

Era el doble de grande que el Stella Maris. El blindaje de su cubierta y de su costado destallaba con un opaco brillo metálico. Los cañones automáticos giratorios antiaéreos de 40mm brillaban amenazadoramente, situados en el centro de la cubierta y el costado, con algunos de ellos colocados en la popa del buque.

A ambos lados del barco había cañones de riel de 155mm de tiro rápido. Los cañones antiaéreos y los cañones estaban colocados uno encima del otro en forma de escalera, para asegurar las líneas de fuego de cada uno.

Y en el corazón de esta fortaleza construida con innumerables cañones y armas de fuego que dominan todo, como la torre del homenaje de un castillo, había un par de torretas. De ambas salían cañones en forma de lanza de treinta metros de largo. Una masa tan grande que incluso mirándola desde arriba confundía el sentido de la perspectiva.

Cañones de riel de calibre 800mm.

Dos de ellos.

Tal vez para asegurar sus respectivas líneas de fuego, la torreta del lado de popa estaba colocada más alta que la de proa, lo que otorgaba a los cañones de esta unidad una altura de casi quince metros que superaba a los del Morpho. De hecho, la altura desde la superficie del océano hasta la cubierta era menor que la del Stella Maris, pero la altura hasta la parte superior del puente la superaba con creces.

Alguien jadeó. De terror. De conmoción.

“¿Qué… es eso…?” 

“No puede ser… ¡¿Toda esa nave es una unidad de la Legión…?!”

Mientras los torrentes de agua de mar se derramaban por la cubierta, hilos de plata se extendieron desde las torretas de los cañones de riel. En cuestión de segundos, llegaron a formar venas alares, adoptando la forma de alas de mariposa. Empezaron a brillar con un aura tenue y fosforescente mientras aleteaban, como si quisieran borrar el cielo.

Cordones de radiación fueron desplegados. Los cañones de riel estaban operativos y listos para el combate.

Y tras mostrar toda su majestuosidad, el espíritu muerto que poseía el enorme procesador central de la Micromáquina Líquida de la nave de guerra elevó su voz en un grito de guerra. Un grito de recién nacido. Un grito de muerte.

“NO   QUIERO MORIR, TODAVÍA NO, ■■■■■■■■, POR FAVOR.■■■■■■ DOLOR, AYUDA.  ■■■■,  MAMÁ,  ■■■■, ¿DÓNDE  ■■■■■?SÁLVENME ■ DISPÁRENME, ■■■■■ ■■■■ PARA DETENER■■. AYUDA,■■■■■■ MORIR ■■■■■■■■ DOLOR, NO ■■■, CALIENTE,■■■■■■■■, MAMÁ. AYUDA, ■■■■■, AYUDA, ¿■■■■■■■? ¡AYUDA,■■■■■, AYUDA, ■■■■■——————————————!”

“¡U-Ugh…!” 

Lena pudo oír gemidos de dolor reprimido tanto en la Resonancia Sensorial como en la radio, que crepitaba con ruido estático. No estaba segura de sí se trataba de la voz real de la persona, o si el atronador grito era lo suficientemente fuerte como para que todos los conectados a través de la Resonancia lo oyeran con claridad.

Si a los demás les afectó tanto, ¿qué tan terrible debió ser para Shin, con su habilidad? Lena se tapó los oídos, el dolor le pesaba en el corazón, como si el sonido fuera una presión física.

No pudo entender lo que decía el grito. Podía decir que había palabras dentro de ese bramido, pero no podía discernir su significado.

Era como si varias voces procedentes de diferentes personas hablaran a la vez, desde el mismo conjunto de cuerdas vocales y boca.