86 [Eighty Six]

Volumen 8: Humo de Pistola en el Agua

Capítulo 2: Moby-Dick – O, La Ballena

Parte 4

 

 

Para luchar hasta el final en ese campo de batalla de muerte segura. No tenían sangre común en la que basarse, ni colores comunes que los unieran. Ese orgullo era su único vínculo, y los unía como Ochenta y Seis… Pero en algún momento, habían comenzado a separarse.

“Sin embargo, no deberías preocuparte por ello.”

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Uno de esos camaradas divididos se lo dijo a otro, sin escatimar una mirada en su dirección. No obstante, al sentir que aquella mirada sanguínea se dirigía a él, Raiden siguió hablando, con los ojos aún desviados.

“Vamos, no es que hayas dejado a alguien atrás o lo hayas abandonado o algo así. Sólo están tomando sus propias decisiones, a su propio ritmo. Así que no importa la elección que hagas, no tienes que preocuparte por el resto.”

“… Lo sé.” Dijo Shin.

Por el tono de su voz, realmente lo entendía. Pero tampoco estaba en paz con ello.

“Pero si decir eso te duele… Creo que ustedes me han salvado más veces de las necesarias. Así que si llega ese momento…”

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Raiden no pudo evitar esbozar una sonrisa amarga.

Idiota. ¿Cómo puedes decir eso? El que nos ha estado salvando a cada paso del camino siempre has sido…

“No tienes que hacerlo… Ya has hecho suficiente. A fin de cuentas, eres nuestro Reaper.”

“Sí, sí. Aquí estoy, viejo.”

La voz de Theo salió más enfadada de lo que pretendía. Cambió de tema a la fuerza, irritado.

No era un gatito asustado o algo así. Podía mantener una conversación informal. “¿De qué trata el festival?” Preguntó.

“¿Mm? Oh, el Festival de la Princesa del Barco. Es una tradición del País de la Flota. Celebrando a los dioses de los barcos. Creo que en esta ciudad, ¿es un barco torpedo?”

Mencionó algún tipo de categoría de embarcación militar que había quedado obsoleta con el avance de la tecnología… Pero entonces se detuvo extrañamente.

“… ¿O era otra cosa?” Por fin preguntó Ishmael. “¿Eh…? ¿No lo sabes?”

“Bueno, yo… quiero decir, no soy nativo de esta ciudad.” Theo miró a Ishmael, que no le miró a los ojos.

“¿No estabas escuchando? Supongo que no. Cuando la Flota Huérfana se formó al comienzo de esta guerra, evacuamos un país entero, convirtiéndolo en un campo de batalla para vencer a la Legión. No teníamos suficiente área entre los bordes norte y sur de nuestro territorio para realizar una formación defensiva, y la Legión nos invadió desde el este. Así que evacuamos el país más oriental. Esa era mi tierra natal. El País de la Flota Cleo.”

“… Oh.”

Había oído hablar de ello. Lena lo mencionó antes de que los enviaran aquí. Sólo que no se le había ocurrido. No hasta que escuchó a alguien que había perdido su patria decirlo. No era diferente de cierto país que se había visto obligado a desechar un buen porcentaje de su territorio y de sus ciudadanos para formar el campo de batalla de cero bajas llamado Sector Ochenta y Seis.

No es diferente a la República.

Al ver que Theo le miraba, congelado en su sitio, Ishmael agitó una mano con desprecio. “… No tienes que mirarme así. No nos trataron tan mal como a ustedes. No nos obligaron a salir  con  las  armas  en  la  espalda,  y  tampoco  nos  confiscaron  ninguna  de  nuestras pertenencias.  Salimos  corriendo con  todo  lo  que  podíamos  llevar,  y  realmente  no nos discriminaron cuando nos instalamos en otro lugar. Sin embargo, el alojamiento que nos dieron era provisional, pero el lugar al que evacuamos lo tenía igual de difícil… Je, quiero decir que hasta el comandante de la flota tuvo que tomar el Stella Maris y toda la flota para evacuar.” Dijo bromeando y se rió.

Dicho comandante de flota era… Sí. Aquel comandante de flota muerto. No había visto a nadie con el mismo tatuaje que Ishmael, a pesar de que la base bullía de actividad mientras se preparaba para la operación. Existía la posibilidad de que no fuera sólo el comandante de la flota; todos los demás que tenían ese tatuaje ya estaban…

Así que, después de todo, tampoco tenía esas cosas.

Era similar a los Ochenta y Seis incluso en ese nivel. A ellos, que habían perdido sus familias, sus tierras, y estaban privados de cualquier cultura y tradición a la que recurrir. Así que tal vez… No, casi seguro que estaba preocupado por los Ochenta y Seis, que pasaron por las mismas dificultades que él.

“Lo siento… Y, er…”

Las palabras de Rito volvieron a surgir en su mente. Alguien se preocupaba por ellos, ahora que estaban fuera del Sector Ochenta y Seis. Y aquí había conocido a otra persona que estaba en la misma situación que ellos… Alguien lleno de orgullo.

“… gracias.”

Se sintió como si acabara de vislumbrar un punto de luz lejano al final de un largo y oscuro túnel.

La luz del sol poniente se reflejaba en la superficie del océano, el brillo dorado se elevaba como una colección de espejos superpuestos.

Era un espectáculo vertiginoso y brillante. El capitán de un destructor anti-leviatán, una mujer con un tatuaje de peonías, le dijo que el faro de las afueras de la ciudad ofrecía una buena vista esférica de las estrellas.

Estaba abierto al público como observatorio y, de hecho, el horizonte parecía un arco desde ese punto de vista. Ofrecía una vista completa del radiante espectáculo de los rayos bajos del atardecer brillando en la superficie del agua.

El mar crepuscular brillaba con un resplandor dorado de otro mundo, como un espejo roto. De alguna manera, su belleza le parecía a Yuuto la imagen misma del rechazo. Shiden y Shana estaban cerca; al parecer, alguien les había hablado de este lugar.

Estaban en la misma unidad, pero no estaban lo suficientemente cerca como para hablar libremente. Sobre todo porque Yuuto era rígido por naturaleza. Así que simplemente se quedaron de pie sin intercambiar miradas ni palabras, con el calor de sus cuerpos distanciados el uno del otro. Observando la misma puesta de sol desconocida.

“Los clanes del Mar Abierto se unieron para formar una sola armada. No es tanto una unidad militar como un grupo más parecido a una especie de “hogar’.”

Yuuto dirigió su mirada en dirección a esta nueva voz. Esther había subido al observatorio y, por alguna razón, Kurena también estaba con ella. Supuso que no podía ir a la playa o a la ciudad, y que por eso se había quedado en la base, donde Esther la encontró y la trajo. Shiden y Shana probablemente estaban allí en circunstancias similares.

Parecía que no sólo Esther y la señora que hablaba con Yuuto se empeñaban en meter la cabeza en sus asuntos. Era la totalidad de los soldados de la Flota Huérfana e incluso la gente del pueblo la que se empeñaba en mostrarles el festival. Todos les daban la misma impresión.

Al principio, pensó que estaban siendo agradecidos con la unidad extranjera enviada para ayudarles, o que simplemente eran alegremente hospitalarios con los primeros invitados que habían recibido del extranjero en una década, pero… Ahora sentía que había algo más en eso.

Los Países de la Flota existían desde hacía unos pocos siglos, mientras que los clanes de Mar Abierto llevaban miles de años explorando los mares, compitiendo con los leviatanes por el control de las aguas. A pesar de perder en esa batalla una y otra vez, esta gente nunca se rindió.

Y se sentía como si ahora mismo, de alguna manera, estuvieran gritando— declarando que no tenían nada excepto esta lucha decidida. Que esto era todo lo que tenían.

“Supongo que esto es una especie de simpatía… hacia nosotros, los Ochenta y Seis.”

Esther continuó hablando con naturalidad.

“Por eso, como Teniente del Capitán Ishmael, me refiero a él como mi hermano mayor.

Aunque no hay relación de sangre entre nosotros.”

“Er…”

Kurena devolvió la mirada a Esther, claramente asombrada. Lo único que hizo fue preguntar casualmente, en medio de una conversación ociosa, por qué se refería a Ishmael como su hermano mayor a pesar de que era más joven y no estaba emparentado con ella.

“… Lo siento. Realmente no lo entiendo, señora…”

Añadió la última palabra, dándose cuenta de que estaba hablando con una teniente. Por suerte, a Esther no pareció importarle y se limitó a mirar a Kurena con curiosidad.

“¿No? Pensaba que ustedes, los Ochenta y Seis, teníais relaciones similares.” Kurena parpadeó una vez.

“… ¿Te refieres a nosotros?”

“Sí. Por ejemplo, tú y tu comandante de operaciones, el Capitán Nouzen. Cuando los conocí, pensé que podrían ser hermanos. Pero es obvio que no están emparentados por sangre.”

Dejando a un lado que los rasgos faciales de cada uno son diferentes, los colores con los que nacieron eran totalmente distintos. Pero algo en estos chicos y chicas se sentía similar. La mirada en sus ojos, tal vez. Era obvio con una mirada que ninguno de ellos estaba emparentado por sangre, y sin embargo…

“Algo en ustedes es visiblemente similar… Sí, supongo que podría llamarse la forma de sus almas. Han vivido en el mismo campo de batalla, destinado a las mismas tumbas, han vivido el mismo tipo de vidas y se han deleitado en su orgullo. No eran los lazos de sangre, sino los lazos de parentesco del alma los que formaban sus conexiones… Igual que el orgullo de los clanes del Mar Abierto forma nuestras relaciones.”

Estas dulces palabras estremecieron a Kurena. Las pronunció febrilmente. Como una persona que acaba de recibir agua al final de una larga caminata por un árido páramo.

“Parentesco… del alma.”

“Ciertamente. Y más que los lazos de sangre o la camaradería de un mismo país, esa es una conexión que nunca se puede cortar. Pase lo que pase.”

Esther habló con entusiasmo dentro del resplandor dorado, como si afirmara lo obvio.

“Y así, pase lo que pase, siempre será un hermano mayor para mí. Y de la misma manera, el Capitán Nouzen siempre será un hermano mayor para ti. Eso nunca cambiará.”

***

 

 

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“Sólo teníamos una estimación aproximada de la distancia y de su número, ya que están muy lejos de nosotros, pero saber esto facilita mucho las cosas. Tanto para nosotros como para la flota de distracción.”

La sala de reuniones estaba instalada en la capilla de la universidad de la que se había apropiado. La luz se filtraba a través de las viejas y coloridas vidrieras y caía sobre la mesa. Allí estaba Ishmael, examinando con una sonrisa los documentos que se extendían ante él.

Entre ellos había un mapa naval, en el que Shin había marcado las posiciones de los buques nodriza de la unidad de avanzada.

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“Permíteme invitarte a comer cuando volvamos como agradecimiento por esto, Capitán.

Comida marina seca, como es tradición.”

“…”

Al darse cuenta de que no había especificado pescado o marisco, sino que sólo había dicho vagamente “comida marina”, Shin se calló. Theo habló en su lugar.

“Capitán, ¿se refiere a esas golosinas con las que a los lugareños les gusta burlarse de los turistas?”

“No, en absoluto… Es sólo que el propio animal crudo parece un poco extraño, es todo.”

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Lena sonrió al ver que los Ochenta y Seis se llevaban bien con Ishmael y la gente de los Países de la Flota. Los soldados de la Flota Huérfana y la gente del pueblo eran todos amables y de buen carácter. Tal vez fuera por eso.

“Ah, todos, esperen a la cena de esta noche. Es temporada de fiestas, y estamos agradecidos de tenerlos aquí, así que las buenas señoras que dirigen la cocina estaban entusiasmadas por prepararles un festín.”

A continuación, Ishmael levantó la mano y saludó con la mano, abandonando la sala de reuniones. Tras despedirse de ella con una sonrisa, Lena examinó la sala y observó a los comandantes de escuadrón y a los oficiales del Estado Mayor del Grupo de Ataque.

“Ahora bien… Vamos a empezar nuestra propia sesión informativa.”

Los oficiales del personal de inteligencia, que sonreían igual que ella, y Zashya, que parecía atónita por alguna razón, la miraron rápidamente con expresiones serias. Los Ochenta y Seis no parecían especialmente nerviosos y estaban acomodados en sus sillas, relajados. Como solían estarlo. Lena no le dio importancia y activó la holopantalla.

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“En primer lugar, tenemos un diagrama esquemático de nuestro objetivo actual, la Torre Espejismo.”

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Era un esquema tridimensional elaborado mediante el análisis de las imágenes captadas por un barco de reconocimiento. Tenía una estructura de acero transparente, pero de alguna manera se parecía al cadáver de una criatura viva. Y a pesar de eso, seguía teniendo la escala amenazante de una fortaleza marina.

“La altura hasta su nivel superior se estima en ciento veinte metros. Consta de siete torres, con una central sostenida por seis pilares. Se especula que su interior está dividido en entre diez y doce pisos. El núcleo de control de la base y el Morpho se encuentran en el último piso. Para destruirlos, enviaremos tres destacamentos de Juggernauts de artillería para asegurar nuestra entrada.”

La capacidad de carga significaba que sólo podían llevar una parte de sus fuerzas. La capacidad de carga del Stella Maris le permitía transportar ciento cincuenta Juggernauts. El súper transporte solía llevar un número mínimo de helicópteros de patrulla, que se trasladaban a algunos de los otros destructores. Incluso con esto, el número de Juggernauts que podía transportar era limitado.

El plan inicial era que sus fuerzas restantes fueran enviadas al frente de los Países de la Flota, con algunos buques que se quedaran atrás para estar seguros, pero…

“Tenientes Segundos Rito Oriya y Reki Michihi. Sus unidades permanecerán en tierra, donde se situarán en la parte trasera de sus líneas de frente para funcionar como una fuerza de defensa móvil.”

Rito parpadeó un par de veces, sorprendido.

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“¿Michihi y yo no somos parte de la fuerza de ataque? ¿Y qué quieres decir con ‘defensa móvil’?”

“La fuerza principal de la Flota Huérfana atraerá la atención de la Torre Espejismo. Cuando la lucha en la base comience, existe la posibilidad de que las unidades terrestres de la Legión lancen un ataque en represalia. Por ello, necesitamos que se queden atrás con las fuerzas residuales.”

Michihi y Rito intercambiaron miradas y luego asintieron, con los labios fruncidos. Si ese era el caso…

“Entendido.”

“Nos encargaremos de ello.”

“También existe la posibilidad de que la composición y la formación del enemigo cambien. Explicaré las contramedidas para eso más tarde, así que por favor, reserven algo de tiempo para eso.”

Vika miró en su dirección.

“Así que por eso pediste munición extra a la Federación… También pondrás a los Alkonosts en la línea defensiva, ¿no? Con la excepción de los exploradores que dirigiré personalmente, dejaré el mando a Zashya, así que siéntete libre de ponerlos a trabajar.”

Debido a las limitaciones de peso, los Juggernauts —que tenían una mayor capacidad de combate— tenían prioridad sobre los Alkonosts a la hora de atacar la base.

“Sobre los Pastores que buscamos.” Dijo entonces Shin. “Por lo que he podido escuchar, son dos. El Morpho, y ya que asumimos que esto es una base de arsenal, el otro debe ser un núcleo de mando perteneciente a un Weisel. Están a una buena distancia, así que sólo puedo saber cuántos hay, no cómo están posicionados. Sin embargo, una vez que nos acerquemos, debería ser capaz de averiguarlo. El grupo de Lerche hará de explorador, pero yo iré delante de ellos, así que no deberían estorbar.”

Al escuchar su explicación, Lena recordó un conjunto de instrucciones y frunció el ceño. Eran unas desconcertantes y absurdas instrucciones de los militares del frente occidental, que le había entregado Grethe.

“Hemos recibido instrucciones de capturar los núcleos de control del enemigo, si es posible, para analizar sus intenciones, pero no es necesario que se desvíen de su camino para lograr ese objetivo… Pueden considerarlo de baja prioridad.”

Por un momento, Shin guardó un extraño silencio. Pero antes de que Lena pudiera pensar en ello, asintió con la misma frialdad de siempre.

“Entendido.”

“Shinei.”

La ventana de su habitación en el cuartel ofrecía vistas al mar, y como iba a dormir y a levantarse a horas fijas para preparar la operación, el mar estaba oscuro cada vez que se despertaba. La hora era aún muy avanzada, demasiado pronto para llamarla mañana.

Desde más allá del silencio de la ciudad dormida, pudo escuchar el bajo continuo del rugido del mar que llegaba a sus oídos. Era un susurro silencioso, no muy diferente del constante lamento de la Legión. Sin intentar escuchar ese sonido ni la voz que había más allá, Shin dirigió su mirada hacia la puerta, donde esa voz le llamaba.

Frederica entró en la habitación, todavía frotándose los ojos con sueño. “¿Qué estás viendo? ¿Hay algo peculiar ahí fuera?”

“Oh… No, no estaba mirando nada en particular.”

“¿Así que era la voz de la Legión… del Morpho?”

Más allá del silencio de la ciudad adormecida, más allá del rugido de las olas, se escuchaba el sonido de un fantasma… el Pastor de la Torre Espejismo. Frederica se acercó a su lado con pasos ligeros, con sus inquietantes ojos carmesí fijos más allá del mar.

“Shinei.”

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Incluso ahora, Frederica no llamaba a Shin por su apodo. Shin se daba cuenta, de alguna manera, de que era una especie de auto-advertencia que se había impuesto a sí misma. Para no confundirlo con el caballero imperial que se parecía a él, al que sí llamaba por su apodo, Kiri.

“Shinei. El Morpho en la fortaleza enemiga…”

Se detuvo un momento. Como si temiera decir el resto. “¿Es Kiriya?”

“¿…? ¿No has mirado?”

La habilidad Esper de Frederica le daba el poder de ver el estado actual de las personas que conocía, incluso si esa persona era un fantasma. Shin le devolvió la pregunta con una pregunta, pensando que ella lo sabría sin preguntarle a él.

Pero al preguntar, se dio cuenta: Tal vez no se atrevía a “mirar”. Tenía miedo de la posibilidad de que efectivamente pudiera volver a ver a Kiriya.

“No es tu caballero.” Dijo. “Su voz y sus palabras son diferentes.” Frederica levantó la cabeza de inmediato.

“Creo que es del Imperio, pero no es tu caballero… Así que no sé si es la fuente de información que mencionó Ernst.”

“…”

Frederica volvió a bajar la cabeza con tristeza. Se mordió el labio y volvió a mirarlo directamente en señal de súplica.

“Shinei, después de todo, si se nos presenta esa oportunidad, debes utilizarme. Cuanto más tiempo pasa, más vidas inocentes se pierden. Y no se sabe cuándo esa devastación podría invadir la Federación. Si eso sucede, no hay garantía de que sobrevivan. Pero yo… no soy más que un pequeño sacrificio, así que…

“No.”

“¡Shinei!” Se agarró a él.

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Su físico era mucho más pequeño que el de él, por supuesto, así que lo único que pudo hacer fue sacudirlo ligeramente. Comprendió cómo se sentía. Si él hubiera estado en su lugar, probablemente habría dicho lo mismo… e incluso habría actuado según sus palabras. Al igual que como había pensado que actuar como cebo habría salvado a sus amigos hace dos años, al final de la misión de Reconocimiento Especial.

Así que pensó que había entendido su impaciencia y resolución. Pero aun así…

“Una persona puede ser un pequeño sacrificio… Sacrificar a la minoría está justificado si es para salvar a la mayoría. Esa es la lógica que usaron para arrojarnos al Sector Ochenta y Seis.”

Los ojos de Frederica se abrieron ligeramente. Mirándola, Shin siguió hablando. Conocía su impaciencia y su determinación. Pero aun así, esto era algo en lo que no iba a ceder.

“No creo que sacrificarte sea lo correcto… No quiero repetir los errores de la República.”

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