Tantei wa mou, Shindeiru (NL)

Volumen 3

Capitulo 1: Te Veré Una Vez Más

Parte 9

El Otro Pasado Que Debería Haberse Dicho

Cada vez que me despertaba por la mañana, siempre pensaba

“¿No es esta cama demasiado dura?”

“Me duele la cintura…”

Estiré mi cuerpo y libere mis rígidos huesos.

¿No es extraño para un niño que todavía está en la pubertad? No pude evitar pensar que sí, pero no pude quejarme de esto. Tuve que estar agradecido por toda la atención que recibí.

“Tengo que probar mi temperatura.”

Hice mi control diario de la temperatura justo después de despertarme. Puse el termómetro debajo de mi pijama… y el goteo insertado en mi brazo derecho apareció en mi vista. Es una escena habitual para mí, pero me sentí muy incómodo cuando me insertaron una aguja.

“37,2 ℃, ¿eh?”

Mi temperatura corporal era la misma que de costumbre. Lo anoté en una hoja de papel y me acosté en la sólida cama una vez más para esperar el desayuno. Este estilo de vida continuó durante doce años, desde que nací.

Desde que nací padecí una enfermedad cardíaca y solo podía quedarme en la sala de oficiales y esperar obedientemente. No podía salir a divertirme con amigos y el único que me visitó fue el médico en un chequeo de rutina.

La razón de eso fue porque no tenía padres. Parecía que me abandonaron en el momento en que nací. En otras palabras, me convertí en una heroína trágica, huérfana y afligida por una enfermedad incurable. El lugar en el que estaba era la sala de oficiales de una instalación donde se reunían los niños huérfanos.  “… Haa, qué lástima.”

Me compadecí de mí mismo, lamentándome de por qué tenía que sufrir este destino.

“Suspiro, tal vez un cierto príncipe azul me dé la bienvenida.”

Y luego me sacará de esta cama dura y me llevará a una tierra lejana…

¿es eso una ilusión lamentable, me pregunto?

“No sé si puedes aceptar que aparezca frente a ti aunque no soy un príncipe, Nagisa”.

Entonces escuché una voz que me llamaba. Me di la vuelta… y había una silueta. En una nota al margen, esta habitación está en el tercer piso. Siempre tan ruidoso como de costumbre, y mostré una sonrisa irónica.

“¿Por qué me ignoran?”

Esa silueta luego insertó un dispositivo extraño desde más allá de la ventana, abrió la ventana y la deslizó. Parecía que no podía actuar como si nada hubiera pasado después de todo.

“¿Qué quieres, Siesta?”

Puse los ojos en blanco ante ese invasor.

“Sigues siendo tan fría como siempre, incluso cuando es un raro momento en el que una amiga te busca”.

Y ella, Siesta, tiró hábilmente de un taburete redondo de una esquina de la habitación y se sentó junto a la cama. Dije que las personas que me visitaban habitualmente eran médicos, pero parecía que me había olvidado. Tengo algunos malos amigos recientemente.

En primer lugar, este era uno de ellos, Siesta.

Cabello blanco plateado, ojos azules. Para una japonesa pura como yo, esa era realmente una apariencia digna de envidia.

“Eh, ¿por qué tienes la cara un poco sucia?”

Por alguna razón, la cara de Siesta estaba un poco ennegrecida, como si estuviera cubierta de humo. Por lo general, tenía la piel blanca no inferior a su cabello.

“Ahh, es una mancha causada por una falla cuando intenté hacer una bomba”.

“No hagas que parezca que solo hiciste una bomba de barro”.

¿Qué está haciendo esta chica tan temprano en la mañana…?

“Deja de hacer bombas”.

Le advertí a Siesta, esperando no tener que decir estas palabras por segunda vez.

“Pero en el futuro, podría pensar en hacer estallar algo. Como una empresa”.

“Cualquiera sea la razón, no explote una empresa”.

No quiero una amiga a la que arresten por bombardear una empresa solo porque odia su trabajo.

“Ah, pero fue esa chica quien sugirió hacer una bomba en primer lugar.”

“…… Ah—”

Y aunque acepté este hecho, con bastante rudeza.

“¿Qué quieres decir con ‘esa chica’? Llámame por mi nombre.”

Diciendo eso y apareciendo detrás de Siesta en la ventana había una chica con cabello color melocotón. Se veía tan linda como una muñeca… pero no es tan femenina como parecía. Ese es el mal amigo número dos.

“… Haa, ¿tú también viniste?”

Bajé los hombros abatido después de mirarlos. Siempre que se reunían, eran tan ruidosos como una fiesta familiar estadounidense viendo un partido de fútbol americano.

“¿Qué pasa con esa reacción? ¡Nachan, eres demasiado!”

Parecía algo disgustada, saltó a la habitación y me golpeó débilmente.

“Somos tres mejores amigas, ¿verdad?”

“Ese solía ser el caso”.

“¡Está sucediendo ahora! ¡He estado llevando registros diarios de los tres juntos!”

“Está bien está bien, lo entiendo. Acchan.”

Estos fueron los dos malos amigos que hice recientemente.

Y eran dos chicas realmente extrañas.

Todos los niños en esta instalación eran obedientes a los adultos, lo cual sentí que provenía del miedo profundamente arraigado a ser abandonados por adultos. Sin embargo, no estos dos. Hacían bombas, trepaban paredes e irrumpían en mi cuarto de oficiales, que se suponía que estaba prohibido para ellos. Estas dos chicas eran tan raras que me asombró. “¿Por qué nos miras con esa mirada de ‘Dios mío’, Nagisa?”  Siesta parecía disgustada mientras me miraba.

“No, solo creo que los niños ruidosos son lindos”.

“… Creo que soy el más adulto entre los tres”.

“Lástima, la verdadera adulta no se llamará adulta”.

“Nachan, ¿acabas de llamarme linda? Ehehe, mira, ¡este vestido de una pieza está hecho a mano!”

“No me refiero a eso en absoluto y no gire allí. Puedo ver sus bragas”.

“Woah, tienes razón. Tú también entonces, Siichan. Date la vuelta también para que podamos vencer a Nachan con números”.

“No quiero participar en este voto mayoritario y no me llamen Siichan…”

Así fue siempre nuestra conversación. Uno con las tonterías, otro con la réplica, y nos reiríamos todos juntos.

Así era nuestra vida diaria, y yo…

“Disculpe”.

En ese momento, alguien llamó a la puerta y un hombre vestido con túnica blanca, de unos sesenta años más o menos, entró en la habitación. “¿Cómo se siente… así que ustedes dos también están dentro?”

El médico, que también era el director de este orfanato, mostró una sonrisa irónica una vez que vio a las otras dos conmigo. Sabía muy bien que no tenía sentido estar enojado con ellas.

“Ellos entregaron esto”.

“¿……? ¡Woah!”

Dijo eso y me pasó un nuevo osito de peluche. Es un poco infantil, pero fue muy lindo.

“Escuché que tenían una hija que se decía que era unos tres años menor que tú. Tal vez eligieron este regalo como resultado”.

El regalo entregado fue de cierta pareja japonesa involucrada con inversiones. Parecía que habían donado lotes a este orfanato e incluso nos hacían regalos con regularidad. Nunca los conocí, pero estaba muy feliz de pensar que se preocupaban por nosotros.

“¿Entonces qué quieres?”

Siesta preguntó inmediatamente a un médico. Era como si supiera que él no apareció solo para entregar un regalo.

“… Realmente no puedo vencerte”.

Y luego, el doctor mostró una sonrisa amarga una vez más…

“En realidad, quería que todos cooperaran antes del desayuno. Esto debe hacerse con el estómago vacío”.

Eso fue lo que se nos sugirió.

“Ya veo, entendido.”

Siesta luego asintió con la cabeza sin ninguna resistencia, como una broma o algo así. “Supongo que entonces no tenemos otra opción”, dijo Acchan de acuerdo con sus manos en sus caderas… pero yo…  “No pareces muy feliz”.

El médico me miró a la cara y murmuró con expresión perturbada. Esta conversación ya era una rutina diaria, pero no importa lo que dijera, eso es solo…

“Es por tu propio bien. ¿Entiendes?”

“…Sí.”

Pero lo supe. Al final, tendría que obedecer lo que dijeran los adultos.

“Gracias por su cooperación, número 602”.

El hombre sonrió satisfecho, pareció haber terminado con lo que quería decir y se dio la vuelta, preparándose para irse.

Lo miré y… “No”.

Le dije a su espalda, porque sentí que tenía que refutar algo.

“Mi nombre no es el número 602, es Nagisa”.

Nagisa, ese fue el nombre que me dio Siesta.

Ese fue el nombre que me dio, en este lugar donde todos eran llamados por número.

“…Supongo.”

El médico se volvió una vez más hacia atrás, sonrió dulcemente y salió de la sala de oficiales.

“Nagisa……”

Siesta me miró como si tuviera algo que decir.

“Si entiendo.”

Pensé que podría necesitar soportar unas horas más de dolor y asentí.

La cooperación de la que habló el médico fue que yo probara algunos medicamentos en esta instalación.

El dinero utilizado para administrar este orfanato fue a través de ensayos clínicos en niños.