86 [Eighty Six]

Volumen 7: Niebla

Capítulo 2: Niebla Azul

Parte 5

 

 

Era una historia que no conocía, de gente de la que nunca había oído hablar. Y una vez que lo pensó, le pareció dolorosamente obvio.

Habían pasado dos años desde que Shin salió en la misión de Reconocimiento Especial y encontró su camino a la Federación. Había pasado dos años de su vida en la Federación, dos años de experiencias y relaciones humanas.

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No eran sólo Grethe y Marcel. Había establecido vínculos con muchas personas que Lena no conocía… Incluso fuera del campo de batalla del Sector Ochenta y Seis, había intentado vivir su vida.

Una vida en la Federación… Una vida sin Lena.

Y una vez más, por la razón que sea… ese sentimiento la llenó de una mínima soledad.

“… ¿Por qué has venido aquí personalmente? Usted es el jefe de personal.”

“¿En serio me preguntas eso, Grethe? Fuiste tú quien informó de la visita de un oficial de la República a este lugar, sin informar a la Federación con antelación.”

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La mirada de Grethe se posó en el jefe de personal, Willem Ehrenfried, que estaba sentado solo en el sofá con un aire de tranquilidad y una fina sonrisa. Una de las habitaciones del hotel estaba apresuradamente preparada para su visita.

“Yo soy el que organizó este viaje, si lo recuerdas. Tener un weißhaare descarado entrando en este lugar sólo causaría a los Ochenta y Seis una angustia indebida. Así que yo, en mi amable preocupación, he venido hasta aquí para comprobar el asunto.”

Sus palabras hicieron que Grethe enarcase una ceja. Uno o dos ciudadanos de la República no molestaban a los Ochenta y Seis a estas alturas, y Willem lo sabía desde la operación del Laberinto Subterráneo de Charité. A la única que realmente le molestaba era a Lena.

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“Así que esa es tu pretensión.”

“Esta habitación ha sido barrida. Puedes hablar libremente.”

En otras palabras, aunque se tratara de instalaciones de otro país, no debían preocuparse por caer en una trampa.

“Estoy seguro de que ya lo sabes, pero tu presencia aquí es información clasificada. Eso incluye el paradero de la Coronel Milizé.” Dijo Willem.

La asignación y las actividades de una unidad eran un Secreto de Estado. Una persona ajena a la unidad no podía saber que la 1ª División Blindada del Grupo de Ataque Ochenta y Seis estaba de permiso ni cuánto tiempo iba a estar de permiso. Por no hablar del hecho de que algunos de ellos fueron enviados a la Alianza.

En otras palabras… Grethe entrecerró los ojos.

Ese teniente coronel visitó a Lena basándose en información a la que no debería haber tenido acceso. Tal como la Legión siguió emboscando y atacando al Grupo de Ataque, a pesar de que sus actividades se mantenían en secreto.





“La visita del teniente coronel demuestra que tiene acceso a esta información filtrada.” Concluyó Grethe.

“Y revelarnos eso es bastante descuidado tanto para él como para quien lo respalda. Bueno, no es una sorpresa. Los verdaderos soldados de la República murieron hace diez años en defensa de su país. Las personas que dirigen su ejército ahora son efectivamente novatos sin experiencia.”

Willem se encogió de hombros.

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Su ayudante, que siempre estaba a su espalda como una sombra, no estaba en esta habitación.

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“El Capitán Nouzen hizo un buen trabajo al alejar al teniente coronel. Se fue el mismo día que vino… Aun así, si lo perseguimos con la suficiente rapidez, podríamos alcanzarlo antes de que llegue a casa. Hay un largo camino hasta la República desde aquí.”

***

 

“Hablar con ella no ha servido de nada. No entiendo con exactitud qué quiere esa reina.”

Mientras Annette lanzaba con rabia las mismas quejas que los agentes de interrogatorio llevaban repitiendo desde hacía dos semanas, Shin, que estaba sentado frente a ella, la miró.

Estaban en un salón de la misma base subterránea que la sala de interrogatorios. También estaban presentes Vika y Lena, que estaban igual de desconcertados.

“Nos dijo que fuéramos a buscarla porque tenía algo que decir, ¿no? Así que fuimos y la atrapamos, ¿y ahora nos da el tratamiento de silencio? Llegados a este punto, también podríamos abrir su procesador central y ver si así podemos sacar sus recuerdos. Esto es estúpido.”

“Aunque suene raro viniendo de mí, eres bastante aterradora.” Comentó Vika con sequedad.

“Sus recuerdos no se encuentran detrás de un programa encriptado dentro de su procesador central, sino dentro de su red neuronal. De todos modos, no se sabe si podemos extraer sus recuerdos.” Annette hizo un agujero en su propia sugerencia.

“¿Qué pasa con su madre…? Quiero decir, ¿no podrían traerla para intentar convencerla?” Sugirió Lena con mansedumbre.

“Está postrada en un hospital.” Vika sacudió la cabeza. “Molestarla aunque sea un poco podría matarla. No podemos usar a alguien así como rehén.”

“Ya… veo.”

“No te obligues a decir cosas que no te sientan bien, Lena.” Le dijo Annette. “Me doy cuenta de lo difícil que fue para ti sugerirlo.”

Lena bajó los hombros y Shin reprimió el impulso de suspirar. Se daba cuenta de que ella quería ser útil en esta conversación, pero no quería que dijera cosas crueles mientras su expresión estaba plagada de culpa.

… Y últimamente Lena había estado actuando de forma extraña. Al principio, pensó que era por la visita de ese Blanqueador, pero incluso cuando la llevó al pueblo en un intento de animarla, su ansiedad no disminuyó.

“Su Alteza, ¿tiene idea de por qué la reina no habla?” Le preguntó Annette.

“Es una pregunta difícil de responder. Sólo hablé con ella un puñado de veces cuando aún estaba viva. Ese mensaje que envió podría haber sido sólo una trampa para atraernos a Nouzen y a mí…”

Y siempre existía la posibilidad de que, para empezar, la Reina Despiadada no fuera Zelene, pero apartaron voluntariamente esa posibilidad. Si eso era cierto, significaría que se habían tomado la molestia de capturarla para nada.

Dicho esto, Vika frunció las cejas.

“O tal vez inicialmente tenía la intención de compartir la información, pero se niega a compartirla con nosotros. Su patria era el Imperio, y la Federación es efectivamente el país que lo destruyó. Incluso si ese no es el caso, Zelene era un soldado. Ella no estaba a favor de la guerra.”

“Pero ella era un soldado…” Shin enarcó una ceja.

“Entonces déjame preguntarte algo. Eres un soldado. ¿Te gusta la guerra?”

… Ah.

“La Mayor Birkenbaum era un soldado, sí… Pero sólo se convirtió en uno por su odio a la guerra. Su hermano mayor también era soldado, y perdió la vida en combate. Ella dijo que ese fue su ímpetu para crear la Legión… Y para lo fría y recluida que era, su rostro era el de una bruja, maldiciendo al mundo.”

Dirigiendo una mirada a Lerche, que estaba de pie detrás de él, Vika se encogió de hombros en señal de autocrítica.

“La propia Zelene estaba herida y al borde de la muerte en ese momento, así que es probable que estuviera bastante presionada para actuar.

No puedo imaginar que se atreviera a crear algo como la Legión a menos que la idea la consumiera por completo… Por ejemplo, ¿te has dado cuenta de que ninguna de las unidades aéreas de la Legión está armada? En mi opinión, esa prohibición no se debe a un problema de reconocimiento del sistema de IAE. Es

porque Zelene odiaba las aeronaves armadas. Su hermano mayor murió cuando una nave amiga le disparó accidentalmente.”

Probablemente pensaba que no se podía confiar en los aviones armados ni en las personas que los pilotaban. Y es probable que odiara la guerra porque destruyó a su familia, e incluso segó su propia vida.

“… Si se oponía tanto a la guerra, ¿por qué crear la Legión?”

“Eso está más allá de mí… Querer destruir algo por odio puede no ser lo más sensato, pero ocurre con demasiada frecuencia.”

Queriendo destruir el mundo, maldijo y vilipendió, como una bruja.

“Eso es todo lo que entiendo de ella… Pero, ¿quizás hayas recogido alguna pista, Nouzen?

Si no es así, tu padre conocía a Zelene mucho mejor que yo.”

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“No… creo que nunca la conocí.”

“Entonces nada…” Se lamentó Vika.

Annette se encogió de hombros con grandilocuencia, como si quisiera agitar el ambiente. “Bueno, aquí hay un pensamiento extraño para masticar. Si las cosas hubieran sucedido

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de otra manera, ustedes dos podrían haber sido amigos de la infancia… Y ahora que lo pienso eso también se aplica a mí… Whoa, que espeluznante…”

“Hablando de amigos… Nouzen, ¿qué hay de Fido? Me pareció extraño cuando oí hablar del dron que la República desarrolló, pero ¿no se completó?”

Una extraña pausa se interpuso entre ellos. “… ¿Fido?” Shin repitió el nombre con duda.

Ladeó la cabeza hacia Vika, como si se preguntara por qué ese nombre salió de sus labios.

“¿Tampoco te acuerdas de eso? Era el prototipo del modelo de inteligencia artificial que tu padre estaba investigando. Recuerdo que se quejaba de que su hijo menor… es decir, tú… lo llamaba Fido y no aceptaba que le cambiaran el nombre.”

No era el Fido Carroñero sino algún otro Fido. Sin embargo… lamentablemente, Shin no podía recordar nada de eso. Lo más que pudo descubrir en su memoria fue la débil sensación de que podría haber habido algo parecido en el pasado, pero no pudo recordar su nombre. Tal vez se llamaba Fido, pensó Shin, mientras Annette gemía a su lado.

“Ugh, te refieres a ese extraño perro robot, ¿verdad? Creo que el padre de Shin lo llamó… Prototipo 008… Espera.” De repente Annette miró a Shin con los ojos medio cerrados. “¿Le pusiste el mismo nombre a tu Carroñero? En serio, por mucho que hayas crecido no has superado ese sentido de la nomenclatura de mierda, ¿verdad? Le estás plantando una buena competencia a Lena.”

“Si te refieres a TP, no puedo decir que me guste la comparación.”

“Están siendo demasiado malos.” Murmuró Lena para sí misma, lo que tanto Shin como Annette ignoraron tácitamente.

“Mi sentido de la nomenclatura es al menos mejor que la forma en que nombraron las cosas en el Sector Ochenta y Seis.” Dijo Annette, manteniendo su argumento. “Ibas a llamarlo Remarque, ¿verdad? Tal vez intentabas ser cínico, pero es tan indirecto que no tiene sentido.”

“Rita, puede que ahora digas eso, pero ¿por qué intentaste criar una gallina? Era una gallina, pero por alguna razón, te perseguía como un gallo.”

“¿Qué, estás tratando de decir que era raro? Las gallinas son lindas. Y disfruté de sus huevos hasta la ofensiva a gran escala.”

“……… Oh.”

“¡¿Qué pasa con esa cara?! Soy mejor cocinera que entonces. Ah, y no me olvido de aquella vez que te hice una tanda de galletas, ¡y me preguntaste si eran monstruos!”

“… Eran dulces, sí, pero estaban carbonizadas y cada una tenía tres ojos.”

“¡¿Sí?! ¡Bueno, al menos reconociste que eran productos horneados! No es como si pudieras identificar con precisión un alimento después de que se haya quemado hasta quedar negro, ¿verdad? No puedes, ¡¿verdad?! ¡Tonto! ¡Idiota! ¡Imbécil!”

“… ¡Ejem!” Lena aclaro su garganta para detener su discusión.

En algún momento, habían retrocedido a las mezquinas disputas que tenían de niños, pero su exclamación les hizo entrar en razón. Shin se dio cuenta de repente, en un arrebato de incomprensible culpabilidad, de que nunca había llamado a Annette Rita delante de Lena.

“¿Y qué pasó con ese… Prototipo 008, Annette?”

“… Bueno, se llevaron a Shin y a su familia a los campos de internamiento, y nunca más lo vi, por más que lo busqué.”

Supuso que termino roto. Ya sea como parte del saqueo o por algún tipo de maltrato. “Así que supones que se perdió en vano… Es una pena.”

Vika sacudió la cabeza, medio con decepción, medio con diversión. Annette le miró interrogativamente, a lo que él se encogió de hombros.

“Ese  era  un  tipo  diferente  de  IA  en  comparación  con  los  Sirin  y  la  Legión.  Una desarrollada enteramente para ser una mascota de compañía. Para ello, si se le ordenaba luchar para defender a alguien, lo hacía. La Legión no es humana. No pueden cumplir el deseo de ser amigos y compañeros de la humanidad. Los únicos que tendrían el deber de defender a la gente, que podrían encontrar un lugar a nuestro lado… son los que nos verían como amigos.”

“¿Así que estás diciendo…?” Dijo Annette, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. “…¿qué cavamos nuestras propias tumbas…?”

“¿Annette? ¿Qué es lo que tratan de decir…?” Preguntó Lena.

“¡Justo lo que escuchaste! Si al padre de Shin le hubieran dado tiempo para completar el proyecto Fido… ¡Si los Ochenta y Seis no hubieran sido perseguidos, la República realmente podría haber tenido una guerra con cero bajas!”

Ah…

 Lena sintió que se le helaba la sangre.

La República “cargó” los Procesadores en sus drones con la pretensión de que fueran unidades de procesamiento de información, y lo hizo porque no podía desarrollar una IA lo suficientemente avanzada como para realizar un combate totalmente autónomo. Porque no podían mantener su frente defensivo sin despojar a los Ochenta y Seis de sus derechos humanos y lanzarlos al campo de batalla.

Pero si Fido se hubiera completado… Si se hubiera establecido como una inteligencia artificial capaz de combatir de forma autónoma…

“Dijimos que lo hicimos porque teníamos que hacerlo. Hicimos la vista gorda ante la injusticia sabiendo que estábamos cometiendo un grave pecado. Dejamos morir a millones de personas para que todo saliera a la luz, para que todos los países del mundo nos denunciaran. Pero toda esa persecución ni siquiera era necesaria en primer lugar. Si sólo hubiéramos hecho lo correcto, ni los Ochenta y Seis ni el pueblo de la República habrían tenido que morir…¿Qué…? ¿Qué clase…?”

Annette apretó los dientes con amargura ante las palabras de Lena. Shin se mantuvo callado, preocupado de que cualquier cosa que pudiera decir se convirtiera en una acusación. Aunque nada de esto fuera culpa de Lena.

Pero los dos no lo veían así.

“¡¿Qué clase de cruel ironía es esta…?!”

Las habitaciones del hotel eran todas dobles. Raiden se alojó con Shin. Éste se encontraba en una reunión sobre la Reina Despiadada, pero regresó un poco antes de lo previsto, justo cuando Raiden se sirvió una taza de café de la tetera de la habitación.

“Oh, hey, bienvenido de nuevo.”

“Sí. Gracias.” Dijo Shin, aceptando la taza que le entregó y entrecerrando los ojos con diversión. “Sabes, Kujo y Daiya, siempre solían llamarte la mamá de nuestro equipo.”


“¿Oh…? Devuelve esa taza; te pondré unas cucharadas de mostaza en el café.”

“¿Tienes mostaza a mano? Realmente eres la mamá del equipo, ¿no?”

“¿Qué demonios?”

Los dos lucharon por la taza durante un rato, aunque con el suficiente cuidado para no derramar el café.

“… ¿Qué haces aquí tan temprano? Todavía falta un rato para la cena.” Preguntó Shin.

“Pensé en lavar mi ropa antes de la fiesta del último día… Tú también deberías lavar la ropa. No querrás que tu ropa esté sucia y arrugada cuando llegue la hora de irte, ¿verdad?”

“Está bien, mamá…”

“Vete a la mierda.”

Una vez terminado el café, los dos se dedicaron a juguetear un rato más. El hecho de que Shin pudiera despacharlo fácilmente en un simulacro de combate dejó a Raiden muy mal parado.

“… Hablando de eso, definitivamente te has sacudido esa atmósfera de Reaper que siempre tuviste.”

Shin sólo respondió con una mirada interrogativa, a lo que Raiden respondió, sentándose con las piernas cruzadas en su cama con la barbilla apoyada en las manos.

“Especialmente cuando se trata de Lena. Siempre la llamabas Handler Uno, pero ahora la llamas por su nombre. Y cuando dijiste me voy y hablaste de que le ibas a enseñar el mar… No creí que el Reaper del frente oriental fuera capaz de hacerlo… Ah, sí.” Añadió Raiden con una sonrisa. “No uses el interrogatorio como excusa para huir. Díselo de una vez.”

“… Cállate.”

“Si necesitas una situación para crear ambiente, podemos apoyarte. ¿Qué tal un lugar con una bonita vista nocturna…? Aunque supongo que el último día que estemos aquí será el mejor momento.”

“Cállate… Estuve a punto de decírselo, pero Marcel me interrumpió.”

“Aun así, será mejor que lo hagas de manera que la haga feliz. Incluso un cabeza de chorlito como tú puede darse cuenta de eso, ¿verdad?”

“…”

Shin se calló, lo que hizo que Raiden se diera cuenta de que probablemente ya había jugado con fuego lo suficiente, así que también se calló. Shin estaba… claramente disgustado. Como un niño despreocupado que no necesitaba embotellar sus emociones.

“… Y ahora incluso puedes poner esa clase de cara.” Susurró Raiden para sí mismo, para que Shin no lo oyera.

Miró cuidadosamente a Shin.

“¿Qué?” Le preguntó Shin con malhumor. “Nada.”

Estaba pensando que realmente has cambiado.

Raiden le echó de la habitación, diciéndole que el baño seguía abierto y que debía ir a limpiarse. Shin se fue con una expresión dudosa.

Raiden observó cómo se cerraba la puerta y reflexionó. Cuando se conocieron, realmente pensó que se había encontrado con un Reaper ocupando el cuerpo de un chico de su edad. Sus expresiones, su mirada, el corazón que latía en su interior: todo se había congelado. Convertido en polvo. Astillado.

Pero ahora, ese mismo chico sabía sonreír con naturalidad. Especialmente desde que conoció a esa Handler llorona de buen corazón.

“… Supongo que no todo es malo, ¿eh?”

El país que supuestamente era su patria le había ordenado morir. El hermano al que una vez quiso estuvo a punto de asesinarle. El campo de batalla en el que se encontraba fue cerrado por la Legión, y se vio obligado a enterrar a sus queridos camaradas una y otra vez.

Después de soportar todo eso y más, lo único que le quedaba era el frío y muerto corazón de un reaper. La maldad de la humanidad y la crueldad del mundo habían convertido a Shin en lo que era.

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Pero al final, aún pudo aprender que estaba bien que buscara la salvación. Que estaba bien que soñara. Aprendió que aún existía la más mínima pizca de algo que podría llamarse esperanza  dentro  de  él.

Que  este  fétido  agujero  de  mierda  que  era  el  mundo  no  era completamente irredimible. Por primera vez en su vida, el Reaper tenía algo por lo que vivir.

Ese nombre era una especie de maldición. Era un grillete que lo ataba a la cruz que llevaba, pero esa cruz también lo fijaba en su sitio. El impulso de matar al fantasma de su hermano era a la vez una maldición y una bendición: un objetivo que le impulsaba a seguir adelante.

Llevar a todos sus compañeros muertos a su destino final. Tener ese papel fue lo que impidió que Shin se derrumbara en el camino. Lo que le hizo seguir adelante, un paso a la vez, incluso un paso adelante, hasta el final.

Pero aun así… Eran ellos los que estaban siendo salvados y apoyados por él.

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