Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 4

Interludio: ‘El Tira y Afloja’ De Marcela 

Parte 2

Al presenciar esta vista increíble, Vince, Adalbert y todos los demás reunidos se quedaron mirando asombrados en silencio.

Había un millón de ese tipo magia, pero no había una sola que pudiera detener la caída de un pastel sin destruirlo. O al menos, no debería haber habido.

¿Lo estaba deteniendo con viento? No, un viento tan fuerte habría enviado el merengue, biscochos y todo lo demás volando por todas partes.

Lanzar este hechizo en un instante, sin ningún encantamiento, no era algo que cualquier usuario de magia normal pudiera lograr.

¿Podría hacerse con magia regular? Si no, ¿qué era esto?

¿Era algo hecho por la diosa…? ¿Protección divina? ¿Una bendición celestial? Entonces eso significaba que, los rumores eran…

Aquí y allá, susurros comenzaron a surgir desde el silencioso salón.

Y una vez más, sonó el grito de Marcela. “¡Dije, ¿alguien podría darse prisa y hacer algo?!”

Cuando todos miraron más de cerca, la parte más baja del marco del pastel se había roto cuando el pastel comenzó a caer y ya no podía sostenerse. Marcela no podría soportar el pastel para siempre. Y cuando el poder de Marcela finalmente se acabara…

“¡Oi! ¿Alguien que se apure y ayude ¡Cuando se acabe la magia de Marcela, ese pastel se va a caer!” algo digno del príncipe heredero. Adalbert, el primero en comprender la situación, emitió su orden.

Los mozos de la tarta, que también estaban congelados por el impacto, eran profesionales. En el momento en que la voz de Adalbert los devolvió a sus sentidos, recogieron todos los cuchillos, tenedores y los juntaron en una sección, armando algo hasta la altura del pedestal. Una vez que lo hicieron algo auto suficiente, lo trajeron.

“Con cuidado ahora, ¿crees que puedes inclinarlo hacia atrás? Y moverlo al soporte que construimos aquí, sí, sigue así, para que soporte la parte reforzada. Sí, sigue así, lentamente…”

Siguiendo las instrucciones de los mozos con cuidado, Marcela lentamente persuadió al pastel para que se enderezara y luego lanzó suavemente el hechizo de gravedad.

Finalmente, el pastel se mantuvo de pie por su cuenta nuevamente. “Whoooooooooaaaaaaaa…” Una ola de aplausos se elevó por todo el pasillo.

Entre los muchos hechizos que Mile, ejem, Adele, había enseñado al Wonder Trio, la magia de gravedad era uno de ellos. Al enseñarles, Adele, que deseaba ver al trío tener una vida larga y saludable, había priorizado los hechizos que reducirían la probabilidad de sus muertes tanto como fuera posible.

Lo que ella determinó fue que la mayoría de las muertes accidentales en este mundo eran causadas por incidentes relacionados con la gravedad.

Esto no se limitaba a la muerte al caer, como resbalarse de una repisa, caerse de un caballo, caerse por unas escaleras o caerse en un río, sino también a rocas, derrumbes de edificios o lanzas y flechas que los bandidos lanzaban desde los lugares altos.

En cualquier caso, la amenaza que representaba la gravedad era simplemente demasiado grande. Por lo tanto, era natural que Adele enseñara a las tres algunos hechizos relacionados con ello.

“Phew, finalmente se terminó… ¡¿Cuánto tiempo seguirá abrazándola?!” Cuando Marcela, finalmente liberada de sus deberes de repostería, miró hacia atrás, vio que Vince todavía se aferraba a la otra chica.

“¡Oh! ¡L-lo siento!”

“Ah…”

Vince apartó apresuradamente su abrazo. La chica lo miró tristemente. Luego se volvió hacia Marcela, lanzando una mirada que sugería que la joven prodigio había dicho algo innecesario.

“¡Eep!” Marcela, que no estaba acostumbrada a que otros la fulminaran con la mirada, dejó escapar un pequeño sonido.

Fue entonces cuando finalmente notó que casi todos en la habitación estaban murmurando entre sí y mirando hacia ella.

¡¡¡Ahora sí estoy acabada!!! ¡No debo decir nada sobre Adele-san con respecto a esto! ¿Qué debo hacer…?

Mientras pensaba en esto, Marcela recordó de repente una conversación que tuvo con Adele hace algún tiempo. En esa conversación, el término ‘cordero para sacrificio’ había aparecido.

¡E-eso es! ¡Solo tengo que dirigir su atención a otra persona!

“¡Su alteza, eso fue absolutamente notable! ¡La forma en que usó su propio cuerpo como escudo para proteger a una joven señorita, mejor dicho, a un ciudadano de su país! ¡En verdad, es alguien que camina por el camino de la verdadera realeza!”

Vince parecía emocionado de ser alabado por Marcela, pronunció, muy tímidamente: “No, quiero decir, he sido un miembro de la realeza desde el momento en que nací, así que no es que haya trabajado exactamente para lograrlo. ¡Hacer algo como esto es natural!”

“No, eso no es del todo cierto, ¿verdad?”

“¿Eh?” Vince estaba atónito ante el rechazo de lo que él pensaba que era algo completamente obvio.

Marcela continuó: “Todos son nada más que unos bebés al nacer. Ya sea usted mismo el príncipe o la hija de algún noble, ese hecho no cambia.”

“Después de que nacemos, recibimos una educación y nos criamos viendo lo que hacen nuestros padres. Luego nos damos cuenta de nuestra propia posición, de nuestros propios deberes y responsabilidades. Avanzamos con nuestras propias creencias y objetivos y nos convertimos en una persona acorde con nuestro juicio.”

“De hecho, nadie nace vestido con la ropa de su estatus. El hecho de que un niño nazca de dos personas impresionantes tampoco hace que ese niño sea automáticamente impresionante. Debido a que son criados por personas impresionantes, ellos mismos se convierten en una persona impresionante. No eres sorprendente porque has nacido en un hogar noble o tal vez en un palacio. No importa qué tipo de persona sea por dentro, tener esa etiqueta no lo convierte automáticamente en una persona acorde con un título otorgado. El valor de un humano no es un símbolo tan insignificante. Lo más importante es qué tipo de persona hay dentro.”

“Y así, alteza, lo que nos acaba de mostrar a todos es que usted es alguien que se está convirtiendo en un espléndido miembro de la realeza por derecho propio, digno de ser de la propia sangre de Su Majestad…”

Mientras Vince escuchaba, parpadeó sorprendido. Luego le dio una sonrisa alegre.

Todos los demás en el pasillo miraron a la pareja, profundamente conmovidos. Podría haber habido algunos que rechazarían el discurso de la chica, sintiendo que era un rechazo a los nobles y miembros de la realeza, para quienes el linaje era tan importante. Sin embargo, estas fueron las palabras de una chica que solo tenía doce años, las palabras de una chica que había recibido el favor de la Diosa, que probablemente era amiga de la Diosa. También estaba el inmenso poder que acababa de mostrarles a todos.

Como tal, nadie lanzó un grito de protesta. Todos entendieron bien el significado de esas palabras y se conmovieron profundamente.

Marcela, que había tomado prestadas las palabras que Adele misma había usado, con la esperanza de engañar a todos, lo había exagerado una vez más.

“Gracias a Marcela, evitamos un desastre aquí, pero alguien tendrá que asumir la responsabilidad. Si no castigamos a quien haya cometido el paso en falso, no podremos mantener el orden, lo que sería un duro golpe para nuestra dignidad como empleadores.”

En un momento, el rostro de Adalbert se llenó de admiración. Luego, estaba diciendo palabras frías a los mozos del pastel, que estaban alejando el carrito.

No podía evitarse. Sin la intervención de Marcela, la fiesta hubiera sido un desastre. El príncipe podría haber sido herido. Si los empleados de la cocina, que eran plebeyos, se vieran obligados a asumir la responsabilidad de tal cosa, no se librarían con un ligero castigo. Solo pensarlo hizo que las caras del personal se pusieran pálidas.

“¡Por favor espere!” Marcela intervino.

Hacer una objeción a las palabras de Adalbert, el príncipe heredero, no era algo que la tercera hija de un barón tuviera derecho a hacer. Sin embargo, no había una persona presente que la reprochara.

“El que casi fue herido es el Príncipe Vince y además, a quién se debe esta honorable fiesta es a Su Alteza. Entonces, si pudiera, pregunto humildemente si no debería depender de Su Alteza decidir qué se debe hacer al respecto.”

“¿Huh?” La conversación se volvió repentinamente hacia él, Vince se quedó sorprendido.

“¿No lo cree, Su Alteza?”

Sin embargo, cuando Marcela le habló de esa manera, no pudo negarse. Su hermano mayor, Adalbert, observaba en silencio.

“S-sí, supongo que es cierto… Bueno, entonces, el castigo será…”

Habiendo tenido de una forma u otra la carga de decidir el castigo que impondría, Vince estaba preocupado. Con Marcela dirigiéndose a él así y su hermano y sus padres observando, pero sin hacer ningún movimiento para intervenir, parecía que la decisión realmente dependía de él.

Sin embargo, la vida de estos plebeyos dependía de cada una de sus palabras. Nunca hasta ahora había sentido una responsabilidad tan pesada sobre sus hombros.

No quería imponer un castigo especialmente severo, pero si fuera demasiado ligero, la gente también comenzaría a tomar a la ligera las otras decisiones de la familia real. Cuando lo pensó de esa manera, no pudo decir otra palabra.

Al ver cómo se congeló, Marcela gritó: “Eso me recuerda a algo que una amiga mía dijo una vez. Creo que era una frase de una historia que le encantaba de unos viejos sabios, llamada ‘El huevo duro’…”

Una amiga de Marcela … ¿Estará hablando de esa chica de cabello plateado?

Todos escucharon atentamente, “Fue así: ‘Sin fuerza, no sobrevivirás’…”

¿Eh? Entonces, ¿está diciendo que debería tener la fuerza de corazón para imponer un fuerte castigo sin dudarlo? Se preguntó Vince, temblando.

Marcela continuó: “ ‘Y sin suavidad, la vida no puede prosperar’…” Al escuchar esto, Vince calmó su corazón y emitió un juicio.

“El asunto en cuestión es así: gracias a un paso en falso del personal, una joven fue expuesta al daño y la humillación. Gracias a Lady Marcela, nadie resultó herido, pero eso no altera la ofensa.”

Ante sus palabras, el personal, todavía pálido, bajó la cabeza.

“Sin embargo, este fue solo un elemento de algo realizado en mi nombre. Hoy es mi decimocuarto cumpleaños y no deseo tener una conversación tan intensa en un día tan auspicioso.”

“Por lo tanto, en celebración de mi cumpleaños, otorgaré un perdón, anulando inmediatamente todo castigo debido. Ordeno al personal que haga todo lo posible en el servicio del palacio de aquí en adelante.”

Adalbert estaba atónito. Vince no estaba usando una frase infantil, sino un conciso, lenguaje maduro cuando dio su decreto.

A diferencia del estoico Adalbert, el Rey y la Reina, un poco más alejados, se sorprendieron y se alegraron al ver a su pequeño niño, todavía pensaban que era un niño, se convertía en un joven tan bueno y honorable.

Si no imponía ningún castigo y simplemente pasaba por alto el delito, la gente lo tomaría por tonto. Por otro lado, si él aplicara un castigo severo, sería odiado por aquellos castigados y sus compañeros y otras personas llegarían a temerlo y evitarlo también. Dejaría una mala impresión a todos.

Sin embargo, dejar pasar un castigo y luego usar su cumpleaños como una razón para perdonarlo—lo que en verdad era perdón—era una táctica en la que ningún niño podría haber pensado.

No había pasado por alto su ofensa, pero el segundo príncipe tampoco había sido cruel. En cambio, actuó de una manera clara y de buen corazón.

Todos en el pasillo se sorprendieron ante este giro inimaginable del príncipe Vince, que nunca se destacó gracias a estar en la sombra de su impresionante hermano mayor y que todos pensaban que todavía era bastante infantil. Se sentían esperanzados por el futuro de su país, una tierra que no poseía uno sino dos príncipes tan maravillosos.

Además, no había un alma presente en la habitación que no supiera quién había guiado al Príncipe Vince por el camino del juicio justo.

Entre las oleadas de aplausos, todas sus miradas se desviaron hacia una niña.

De hecho, miraron, además del Príncipe Vince, un joven soltero que aún no era mayor de edad, a una niña soltera, particular, de doce años.

“Esa fue una decisión espléndida,” dijo Marcela, sonriendo brillantemente a Vince. Vince y Adalbert se congelaron.

Marcela tenía rasgos bastante fuertes para un noble. Con su fuerte voluntad y su semblante ingenioso, Marcela era mucho más que hermosa.

No era una ‘niña linda’ como lo era Adele, con su aspecto gentil y refrescante. De hecho, cualquier noble podía ver que, aunque lo que tenía ahora era la ternura de una niña, su aspecto solo seguiría creciendo, incluso superando a los de Adele en el futuro.

Sí, hoy, por primera vez—incluidas las veces que la habían conocido en fiestas de té en el palacio—los príncipes habían visto la verdadera y sincera sonrisa de Marcela.

Esa inmensa dulzura. Ese devastador poder destructivo.

No solo los príncipes, sino todos los presentes, volvieron la mirada hacia Marcela.

Antes de que nadie lo notara, el silencio volvió a caer sobre el pasillo.

***

“¿Cómo sucedió esto?”

Diez días después de la fiesta en el palacio.

La pila de invitaciones que Marcela recibió de la ama de llaves del dormitorio se había triplicado. Y entre ellos había una invitación a la fiesta del té del príncipe Vince, una invitación a la caza de zorros del príncipe Adalbert y una invitación a cenar de sus majestades, el rey y la reina.

“¿Cómo sucedió esto…?”

Monika y Aureana, que habían escuchado sobre la fiesta de Marcela, le recitaron las palabras que la misma Marcela le dijo una vez a Adele:

“Marcela-sama, ¿alguna vez has escuchado la frase, ‘Cosechas lo que siembras?’”