Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 4

Capitulo 35: Las Ruinas

Parte 2

En una inspección más cercana, descubrieron que no eran azulejos, per se, ya que cada piedra no era plana. En cualquier caso, las piedras en una gran variedad de colores se unieron para crear las imágenes sobre los muros de piedra.

Dado que ninguna de estas piedras se había desvanecido o caído, quién sabía cuántos años, quien sea que lo haya construido, haya tardado ya que no solo estaban puestas.

Habían ideado alguna técnica para clavar las piedras en la pared. Esto era sorprendente; cualquiera que pasara tanto tiempo en algo como esto, probablemente no era alguien que solo cortaría las esquinas.

Reina, Mavis, Pauline y la Dra. Clairia quedaron atónitas ante estas impresionantes obras de artesanía. Mile sin embargo, parada inmóvil con la boca abierta, no pensaba en la impresionante cantidad de trabajo involucrado.

“¿Q-qué es esto…?”

Para las otras personas, esta es probablemente la apariencia de la escena: vegetación extraña que crece en grupos, peces y medusas. ¿Era este el fondo del mar, entonces?

Humanos, elfos, enanos, bestias y demonios, todos en armonía— una imagen de un futuro ideal. Junto a ellos había una forma draconiana muy parecida a un dragón ancestral, también.

Había varias escenas en el mural. Otras formas de vida y cosas no identificables, todas hechas de piedras en innumerables tonos.

“Un mundo de Fantasía…” dijo Mavis.

“Esta es la primera vez que veo algo así…” dijo Reina.

“Sería bueno si el mundo realmente pudiera lograr una paz como esta…” agregó Pauline.

Mientras que Mile…

“¿Qu-qué diablos pasa aquí?”

El mural no era muy diferente ante la vista de Mile: filas de rascacielos abarrotados, naves espaciales en ascensión. Algo así como autos voladores que se cruzan en el aire. Los humanos vestidos con el atuendo de los investigadores. Miembros de otras razas, desde la infancia hasta la niñez.

Y acurrucado junto a ellos, un pequeño dragón, que no se parecía en nada a un perro mascota.

De alguna manera, Mile entendió.

Estas piezas no eran la imaginación salvaje de alguien, juntas en un mundo de fantasía.

Estas eran imágenes que alguien sabía que tenían que dejar para las generaciones futuras. Habían dedicado un tiempo y un esfuerzo inmenso, tal vez incluso el resto de sus vidas, para elaborarlos de una manera que durara.

Si quería que la información sobreviviera durante siglos, lo más natural era hacer un cuadro. De esa manera, su idea se transmitiría perfectamente. Probablemente por eso se esforzaron tanto en construir estos murales.

¿Durante cuántas temporadas esperaban que estas imágenes resistieran la prueba del tiempo?

¿A quién esperaban que las viera?

Fue entonces cuando Mile recordó.

De vuelta dentro de ese vacío, el llamado ‘dios’ le había dicho:

“En verdad, este mundo ha colapsado varias veces, dejando solo un escaso número de sobrevivientes con escasas habilidades. Para ofrecer medidas de alivio y para realizar un experimento, decidimos interferir en una escala más allá de lo que normalmente haríamos.”

Esa interferencia era, por supuesto, los viejos amigos de Mile, las nanomáquinas. Al igual que la profesora, Mile se quedó sin palabras y quieta.

***

“Bueno, eso será todo para nosotros. Por favor, desalojen estas instalaciones rápidamente. Si quieres evitar conflictos con los humanos…”

“¡Espera!”

Como prometieron, una vez que terminaron de investigar las ruinas, los humanos se prepararon para irse, pero Berdetice las detuvo.

“Es injusto que fuéramos los únicos que tuvimos que dar información. También tendremos que informar a nuestros superiores. ¡Exijo que nos proporciones información también!”

Qué molestia, pensó Mile, pero lo que dijo el dragón era justo. Probablemente tendrían que hacer un informe, por lo que regresar sin nada no sería suficiente. Era difícil ser subordinados e intermediarios.

Además, Pacto Carmesí solo había hecho exactamente lo que cualquier humano haría, por lo que no tenían nada que ocultar. Pensando en eso de esa manera, sería grosero declinar.

“¿Qué deseas saber?” Preguntó Mile.

Berdetice levantó un enorme dedo y lo empujó hacia Mile. “¡Tú! ¡Revela tu verdadera naturaleza!”

“¿Eh…?”

Todos miraron a Mile. La Dra. Clairia parecía particularmente interesada.

No se podía evitar. Por lo que Mile decidió responder a su pregunta con franqueza. “¿Mi verdadera naturaleza? Muy bien, te lo diré. Mi verdadera naturaleza es…” Reina, Mavis y Pauline contuvieron la respiración.

“En una ocasión, yo fui la única hija de un vizconde. En otra ocasión, era una cazadora de rango C. Sin embargo, mi verdadera identidad es…”

La Dra. Clairia tragó saliva.

“¡Mile, una chica normal, común y corriente!”

“ESO ES UNA MENTIRAAAAAAAAAA”

Todos los presentes gritaron al unísono.

“¡Cesa con tus mentiras! ¡¿Esperas que crea que eres una simple humana?!”

exigió Berdetice.

“Puedes dudar de mí, pero mi linaje tanto por parte de mi madre como de mi padre se remonta por generaciones como parte de un linaje noble. Y no creo que haya habido sangre de otras razas mezcladas con mi ascendencia en al menos diez generaciones.”

“¿Q-qué…?” Berdetice se sorprendió por la respuesta. “E-quiero decir, hueles simplemente como una humana… Aun así, no deberías ser tan…”

Con pánico, Mile comenzó a olerse. ¡Ella olía bastante a sudor, pero no podía evitar eso! ¡¡¡Ella no podía!!!

“¡Bueno, entonces, ¿por qué eres tan fuerte?! ¡¿Cómo puedes enfrentarte a un dragón ancestral?!”

Mile sacó un dedo y respondió con orgullo: “¡Porque hay temblores en mi alma y un fuego en mi corazón!”

“¿Hm? ¿Es-estás segura de que eres realmente una humana de sangre pura? ¡Realmente no eres otra cosa!”

Mile sonrió ante esta afirmación y respondió: “Ah, sí, bueno, quiero decir, nací en un país diferente, así que…”

Reina gritó. “¡Dijo que si eras otra cosa y no si eras de otro lugar!” Mile se relajó. Ah, algunas cosas nunca cambiarían.

Dejando a los tres dragones aturdidos detrás, Pacto Carmesí y la Dra. Clairia partieron del sitio.

Ka-thud, ka-thud.

Algo apareció detrás de los árboles. “¡¡¡¡L-Lobreth!!!!” Nos olvidamos por completo de ellos…

Fue algo terriblemente cruel olvidar a los que habían salvado su pellejo, aunque solo fuera brevemente.

La chica que se aferró al cuello de Lobreth saltó ágilmente hacia abajo, corrió hacia el grupo, abrió la boca y dijo: “¡Arf arf!”

“¡¿¡¿E-Elsiiiiiiiiiiiiiiiiiiieeeee?!?!”

“Soy la jinete de Lobreth. ¡Fuimos enviados aquí como su refuerzo!”

“¡¿¡¿Eeeeeeeeh?!?!”

Según la historia de la joven chica—que contó con gusto mientras curaban la gran herida en el ala izquierda de Lobreth—las cosas no habían salido según lo planeado para el viejo mago (cuyo nombre ya habían olvidado).

Había dicho al señor feudal, ‘deseo vivir en la capital del rey’, pero eso no habría beneficiado al señor feudal en lo más mínimo, por lo que se negó.

Tiene sentido. Los heridos fueron los soldados y ciudadanos de este territorio. Si dejaba que el mago fuera a la capital y lograba abrirse camino hacia el palacio a través de sus viejas conexiones, el señor feudal y sus tierras no se beneficiarían de ninguna manera. Todos los daños que habían recibido sumarían una pérdida.

En comparación, mantener a un wyvern que escuchara las órdenes humanas y al mago que había ideado esas órdenes con ellos y que trabajaran por el bien del territorio, era una gran bendición.

Además, todo lo que sucedía en el territorio estaba dentro de la jurisdicción del señor feudal. No tenía la obligación de entregar a un criminal al palacio.

Aquí, su palabra era ley y podía ordenar cualquier castigo que creyera conveniente, incluso hacer que el viejo enseñara los secretos de controlar el wyvern a otros. Gratis.

Al principio, cuando se vio obligado a revelar los secretos detrás del entrenamiento de wyvern, el mago, que estaba bajo arresto domiciliario, comenzó a decir estupideces. Pero después de su obstinación continua, la palabra ‘tortura’ comenzó a ser usada y pronto se volvió mucho más enfático. Es decir, se había hecho amigo de Lobreth ‘por casualidad’ y no había ningún método de entrenamiento.

El indignado señor feudal confiscó cualquier pago que el mago pudiera recibir y lo distribuyó a los aldeanos y soldados que habían sido perjudicados por el wyvern.

Luego Lobreth y su singular potencial de guerra fueron reclutados en el ejército del señor feudal y pronto se necesitó seleccionar un jinete. Lobreth, sin embargo, detestaba dejar que cualquier soldado cabalgara sobre su espalda.

Sin mencionar que, si un hombre adulto vestido con una armadura y armas lo montara, la energía mágica necesaria para que Lobreth se mantuviera en alto aumentaría, lo que llevaría a que su alcance y habilidades de combate cayeran drásticamente.

Afortunadamente, no había un soldado cerca que estuviera ansioso por montar el wyvern.

Finalmente, el señor pidió la opinión del mago. De entre todas las chicas jóvenes sin familia—alguien que fuera liviana, no necesitara armadura, no desobedeciera las órdenes y era prescindible—se seleccionaría a alguien que tenía la aptitud.

La joven ahora estaba parada frente a ellos, una niña que no había conocido nada más que pobreza y hambre en los barrios pobres.

“Nunca tuve un nombre. La gente me decía cosas como ‘Sucia’ y ‘Basura’, pero Sir Byrnclift me dio un nombre maravilloso: ¡Chelsea! Desde entonces, nosotros dos y Lobreth hemos vivido una vida maravillosa juntos. Sir Byrnclift me enseñó a volar. Nunca tengo hambre y tengo una cama de verdad para dormir. La vida con Lobreth y Sir Byrnclift es realmente un sueño hecho realidad.” La niña sonaba muy feliz mientras contaba su historia.

Lo más sorprendente fue que tenía una comprensión precisa de las circunstancias del mago. Tal vez se lo había contado él mismo, tal vez ella lo había escuchado en otra parte o tal vez había captado fragmentos de chismes y reconstruido la historia.

En cualquier caso, tenía facultades excepcionales de razonamiento para una niña de diez años de los barrios pobres.

Aunque sabía que el mago no era un hombre de buena reputación, su gratitud hacia él como su benefactor y la obligación que sentía hacia él eran realmente grandes. A pesar de que sabía que estaba siendo utilizada como herramienta.

“Sin embargo, por alguna razón, siempre me hace saludar y responderle con ‘¡Arf arf!’ …¿Por qué así? Me está tratando como a un perro, incluso más bajo que un sirviente, ¿no es así? Aun así, Sir Byrnclift me ha mostrado mucho afecto.”

“Aha ha ha ha ha ha…”

Una risa débil y vacía salió de Pacto Carmesí.

Pacto Carmesí se sorprendió un poco. La sospecha de que el señor feudal no era una persona tan mala después de todo comenzó a cruzarse por sus mentes. Bueno, si era correcto llamar a eso una ‘sospecha’ era incierto.

Por lo menos, el refuerzo que había enviado no era solo un observador, sino realmente su mejor carta de triunfo, enviada justo a tiempo.

Y había distribuido la paga del mago a las víctimas de los ataques de wyvern, junto con otros tipos de cosas que un noble no haría normalmente.

El mago, que solo había sido sentenciado a trabajar en lugar de castigo, no merecía salarios en primer lugar, por lo que tal vez fue una decisión tomada con algún respeto por las víctimas después de todo.

Además, parecía que todavía le había dado al mago y a Chelsea suficientes provisiones para vivir cómodamente, a pesar de que probablemente no había una persona cerca que se quejaría si un criminal y una huérfana de los barrios pobres fueran tratados como lo más bajo de lo más bajo.

Reina fue la primera en decirlo: “¿Podría ser que este señor feudal sea realmente un tipo bastante decente?”

“Nos pagó bastante bien la última vez…” Naturalmente, el criterio de Pauline para una ‘buena persona’ era un poco diferente al de los demás.

Bueno, no importa, él había provisto la felicidad de todos de una forma u otra. Eso fue algo espléndido.

Mientras hablaban, las heridas de Lobreth finalmente se curaron por completo. Esto no era una sorpresa, ya que tenía tres magas talentosas—Mile, Pauline y la Dra. Clairia— para curarlo. Con tanto poder a la mano, probablemente podrían devolverle la vida a alguien incluso desde la decapitación. Si no tenía muerte cerebral, claro está.

“Oh, Dra. Clairia, ¿por qué no montas con Chelsea y regresas a la capital delante de nosotras?” sugirió Mile. “Sería mejor hacerles llegar un informe antes de enviar soldados o mensajeros desde la capital, ¿no? En ese caso, sería mejor llevar la información al gremio o al señor feudal primero.”

“¿Huh? ¿Huhhh?” Clairia parecía inquieta por la propuesta de Mile. Había esperado permanecer al lado de Mile y descubrir sus secretos.

¡Pero admitiría que realmente quería volar por el cielo! ¡Es posible que nunca tenga otra oportunidad como esta en toda su vida!

Por otro lado, volar también sonaba súper aterrador.

Dicho esto, ella había aceptado un trabajo y tenía el deber de entregar la información lo más rápido posible. El señor feudal probablemente ya estaba preparando a sus soldados, sin esperar noticias del palacio.

Un torbellino de sentimientos giró alrededor de su cabeza. Era imposible ordenar sus pensamientos.

“P-pero, ¿Lobreth no odiará eso…?” De alguna manera, esta fue la única respuesta a la que la Dra. Clairia pudo llegar.

“Lobreth, estarás bien, ¿verdad? Estarías feliz de dejarla montar, ¿verdad?” dijo Mile con una sonrisa.

La cabeza de Lobreth se balanceaba hacia arriba y hacia abajo, como un juguete roto.

Después de aletear con incertidumbre su ala curada varias veces, Lobreth finalmente aceptó que era mejor. Se calmó, luego se fue, con Chelsea y la Dra. Clairia en su espalda.

Antes de partir, la académica consultó con las demás para decidir qué información iba a recibir quién.

Por supuesto, los tres dragones ancestrales, de pie en silencio cerca, escucharon esto, por lo que deberían haber entendido que los humanos tenían la intención de decirle a su empleador la verdad, pero con algunas omisiones intencionales, para reducir la posibilidad de incitar a un conflicto.

Todavía había una posibilidad de que, a medida que los dragones ancestrales continuaran investigando las ruinas con gente bestia y demonios como sus trabajadores, algún día, en algún lugar, surgiría un conflicto entre ellos y los humanos, enanos o elfos.

Sin embargo, eso sería un problema para quien estuviera involucrado en ese momento.

Pacto Carmesí no estaba obligado de ninguna manera a ser parte de cada disputa en cualquier lado. No habían firmado ningún contrato así, después de todo.

Eso era algo que algún otro cazador o héroe podría asumir. Probablemente por una buena suma de monedas o la mano de una princesa.

Sin ser contratadas para hacerlo, cualquier intromisión o confiscación innecesaria sería imperdonable.

“Bueno, entonces es hora de que realmente nos vayamos. ¡El trabajo de Pacto Carmesí está completo! ¡Es hora de regresar a la capital!”

“¡¡¡Siiii!!!”

Ahora que la Dra. Clairia no estaba, la respuesta al decreto de Reina fue perfectamente unánime. Así, Pacto Carmesí se dirigió a la capital, dejando atrás a los tres dragones ancestrales, que observaron en silencio mientras las chicas se alejaban.

“Berdetice…” dijo Shelala suavemente.

“¿Qué?” respondió Berdetice.

“¿Estás seguro de que no podemos ir con ellas?”

“¡¿Bwha?!” ¡¿Q-qué estás diciendo?!”

“Sé que no podemos, solo preguntaba.”

“…Ya veo.”

Sin embargo, Berdetice tuvo la sensación de que sabía por qué Shelala preguntaba eso. Era porque, en un pequeño grado, sintió lo mismo. De alguna manera él sabía que si viajaban con esas chicas, sus días nunca volverían a ser aburridos, al menos mientras estuvieran juntos.

De hecho, aunque su esperanza de vida no era nada en comparación con las nanomáquinas, los dragones ancestrales vivían durante bastante tiempo y por lo tanto, eran bastante propensos al aburrimiento.