Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 9

Capitulo 3: A La Sociedad

Parte 1

Después de terminar todos sus negocios en Japón, Suimei finalmente se dirigía a Alemania. El objetivo principal de su viaje era, por supuesto, visitar la sede principal de la Sociedad para explicar su prolongada ausencia al líder y, posteriormente, obtener permiso para regresar al otro mundo una vez más.

Lo primero probablemente no sería un problema, ya que Suimei no tuvo la culpa de su prolongada ausencia, pero había cierta incertidumbre con respecto a obtener un permiso oficial para viajar a otro mundo.

Básicamente, la Sociedad no se entrometió en el negocio de sus magos afiliados; su postura general era permitirles hacer lo que quisieran siempre que se abstuvieran de la maldad que fuera contraria a los ideales de la Sociedad.

La Sociedad creía en permitir que los estudiosos de los misterios realizaran libremente sus investigaciones y buscaran todas y cada una de las posibilidades que se les presentaran. Dependía de cada mago decidir sobre su propia tesis, y si esa tesis los llevaba a otro mundo, era poco probable que la Sociedad presentara una objeción.

Sin embargo, la Sociedad todavía era una organización, por lo que Suimei tuvo que tener en cuenta la posible burocracia.

Estaba optimista y nervioso acerca de sus perspectivas, y esa era la línea que se encontró montando durante este viaje. En cuanto al viaje en sí, tampoco había forma de que Suimei pudiera dejar atrás a sus tres visitantes mientras estaba en el extranjero. Liliana en particular necesitaba acompañarlo, ya que esperaba abordar el problema de las partes de su cuerpo transformadas mientras estaba en Alemania.

Y entonces Suimei reservó un vuelo para cuatro desde el aeropuerto de Haneda a Frankfurt am Main. Era un vuelo directo, lo que significa que pasarían medio día en el aire. Mientras todos tomaban sus asientos en el avión y comenzaban a acomodarse para el viaje, Liliana le hizo una pregunta repentina a Suimei.

“Suimei, ¿está bien… que el héroe Hatsumi… se quede atrás?”

“Es mejor si se queda en casa por un tiempo. El tiempo con sus padres es importante, ¿verdad?”

“Cierto.”

“Lo es.”

Felmenia y Lefille estuvieron de acuerdo con Suimei en ese punto. Tal como había insinuado, Hatsumi se quedaba en Japón para pasar más tiempo con su familia y recibir lecciones de Kiyoshiro.

“Nos esperan batallas mucho más duras ahora, así que yo también tengo que hacerme más fuerte”.

Eso fue lo que dijo cuando decidió quedarse. En lugar de ir a Alemania sin ningún motivo en particular, era mucho más acorde con el constante hambre de Hatsumi de superación personal quedarse en casa y entrenar.

Pero en cuanto al grupo que se dirigió a Alemania… “Ustedes tres necesitan relajarse un poco”.

“Es más fácil decirlo que hacerlo, Suimei-kun…”

“Todavía no puedo creer que una masa de metal tan grande pueda volar por el cielo”.

“No puedo… calmarme”.

Liliana agarró con fuerza la mano de Suimei desde el asiento de la ventana. Por lo general, ella nunca mostraba su agitación tan abiertamente, pero eso solo mostraba lo ansiosos que estaban todos por volar. Suimei colocó suavemente su otra mano sobre la de Liliana mientras Hydemary asomaba su rostro sobre el asiento detrás de él.

“Suimei-kun tiene razón. No hay necesidad de estar tan tensa”, dijo. “Estás bastante tranquila con esto, Hydemary-dono”, dijo Felmenia.

“Voy y vengo entre Alemania y Japón todo el tiempo, por lo que soy un viajero frecuente. Ya estoy acostumbrado”.

Felmenia contempló a Hydemary con ojos asombrados y admirados. “¡Eso es Hydemary-dono para ti!”

“Mhm. Esa es la dignidad de la discípula mayor”.

Hydemary, sin embargo, respondió con voz orgullosa a pesar de su rostro inexpresivo. En lugar de tranquilizar a los que volaban por primera vez, sonaba más como si se estuviera jactando. Esto, por supuesto, no fue de especial consuelo para la ansiosa Felmenia, que todavía estaba temblando y tan pálida como antes.

“Pero, pero… ¿Sabes? Si sucediera algo y nos cayéramos…”

“Decir eso es un mal presagio, así que déjalo. También es de mala educación”.

“Pero… No hay nada místico en esta masa de hierro, ¿verdad?”

Al final, Felmenia se redujo a lágrimas. La magia era la base de la tecnología en su mundo, por lo que su confianza en ella era profunda. Sabiendo que estaría volando en un tubo de metal sin ninguna ayuda mística… Era perfectamente comprensible por qué ella y las otras chicas estaban tan inquietas. Confiar en la ciencia no era algo natural para ellos como lo era la gente de este mundo.

“Estarás bien. Siempre puedes usar la magia de vuelo en caso de que ocurra algo, ¿verdad?”

“¿Qué…?”

Allí, se encendió la bombilla de Felmenia. Parecía como si ese pensamiento ni siquiera hubiera cruzado por su mente, su primera demostración torpe en bastante tiempo.

“Bueno, quiero decir… Hay muchas cosas de las que deberíamos preocuparnos si nos echan del avión, así que sí, supongo que es fácil pasar por alto…” calificó Suimei.

“¡Simplemente estaba atrapado en el sentido común!” protestó Felmenia. “Lo mismo va para ti, Liliana”.

“Fui descuidada… me prepararé… para lo peor”.

“Eso no es necesario. Oye, deja eso. No practiques la levitación aquí. Afectará a sus instrumentos”.

Cuando se le advirtió, Liliana, que tenía los brazos extendidos como alas, decidió confiar en Suimei y entregarle toda la responsabilidad.

“Tienes razón. Entonces, si pasa algo… manéjalo, Suimei.”

“¡Estamos a tu cuidado, Suimei-dono!”

“No puedo volar, Suimei-kun, así que contaré especialmente contigo”.

“Les digo, muchachas, estará bien…”

Suimei tenía a una chica aferrada a cada brazo desde los asientos a su lado, y una alcanzándolo desde el asiento detrás de él. Las tres lo miraban con ojos suplicantes.

“Está bien, está bien, lo entiendo. Haré algo si sucede… No es que crea que sucederá, pero si sucede, también contaré contigo, Mary”.

Suimei echó una mirada detrás de él y encontró a Hydemary mirándolo descontenta.

“¿No me vas a salvar a mí también?”

“¿Eh? Quiero decir, estarías bien sin mí, ¿verdad?”

“Eso es cierto, pero ya sabes…”

“Así que no es gran cosa, ¿verdad?”

“Hmph…”

Hydemary de repente infló las mejillas y se dio vuelta enojada. Parecía que Suimei había tocado un nervio. Estaba seguro de que ella se habría sentido ofendida si se hubiera ofrecido a ayudarla cuando sabía muy bien que ella no lo necesitaba, pero ella parecía igual de disgustada porque él no lo había hecho. Suimei no estaba muy seguro de qué hacer con esto.

En cualquier caso, una vez que los visitantes de otro mundo hubieran experimentado su primer vuelo, seguramente el viaje de regreso no sería un obstáculo. Mientras tanto, los obstáculos restantes serían el despegue, el aterrizaje y cualquier turbulencia que pudiera surgir entre ellos.

Mientras Suimei estaba reflexionando sobre todo esto, Hydemary comenzó a empujar la parte posterior de su cabeza.

“Oye, Suimei-kun, acabo de recordar… ¿Qué hay de esa cosa de antes?”

“¿Qué cosa?”

“La carta de la Asociación de las Mil Noches. Tienes más detalles de Akitsuki-san, ¿verdad?”

“Ooh, eso… Hablemos de eso más tarde”.

“¿Qué pasa ahora? Nos quedan doce horas completas, ¿sabes?”

“Bien, eso es cierto.”

Justo cuando Suimei estaba a punto de ignorar la sugerencia de Hydemary…

“Bienvenido a bordo del número de vuelo…”

Su conversación fue interrumpida por la voz de la azafata por los altavoces. Al escucharlo, Felmenia, aún tensa, se levantó de repente en su asiento.

“¡U-Una voz! ¡Hay una voz que viene de la nada!”

“Es solo el anuncio previo al vuelo. Asegúrese de que su cinturón de seguridad esté bien abrochado”.

“El capitán de su vuelo de hoy es…”

“Ya veo… es casi la hora. Oh Diosa Alshuna, concédeme tu compasión y bendición”.

“Deja de rezar. Y deja ese tono. Suenas como si estuvieras a punto de alcanzar la iluminación”.

“Suimei, los pingüinos… no pueden volar… ¿sabes?”

“¡Un juguete de peluche no puede volar de todos modos!”

Los visitantes  de otro mundo estaban clamando y chillando hasta el despegue, dejando la carga de calmarlos una vez que estaban en el aire para caer directamente sobre Suimei.

***

Aproximadamente trece horas después de que el grupo de Suimei partiera de Japón, su avión llegó al aeropuerto de Frankfurt am Main sin incidentes. Los más aliviados por su llegada sana y salva a Alemania fueron, por supuesto, Felmenia, Liliana y Lefille.

No pudieron deshacerse de la extraña sensación de flotación que habían experimentado a bordo del avión, por lo que no hace falta decir que estaban abrumados de alegría al finalmente tener los pies en el suelo nuevamente.

Al salir del aeropuerto, el grupo abordó un taxi para dirigirse a la sede de la Sociedad. El taxi tomó un túnel subterráneo secreto con la guía de Suimei y Hydemary, y pronto se encontraron en algún lugar de las montañas de Harz frente a un enorme castillo conocido como Alto Schloss.

El denso bosque circundante aquí siempre estuvo envuelto en una niebla blanca. Exudaba un escalofrío casi como una advertencia: el peligro recaería sobre aquellos que entraran aquí descuidadamente.

En ese sentido, el bosque y las montañas sirvieron como una barrera natural, repleta de potencial ofensivo e ilusiones de todas las formas. Ni la gente corriente ni los magos podían entrar aquí sin invitación.

Suimei y sus cuatro compañeras estaban caminando por un camino de piedra, llevando su equipaje detrás de ellos como turistas. Se detuvieron frente a una enorme puerta enrejada con un brillo negro que dejaba en claro que este era el final del camino para la mayoría. Felmenia pareció particularmente interesada al verlo.

“Este edificio se parece a los de nuestro mundo, ¿no?” murmuró con admiración.

“El estilo arquitectónico… es similar al del Imperio… en muchos sentidos. Qué misterioso”, asintió Liliana.

“Tienes razón. Bueno, la evolución de la humanidad tiene una tendencia a converger, así que probablemente lo mismo sea cierto para la estética”, explicó Suimei.

“¿Realmente es así como funciona?” Hydemary preguntó dubitativa. “Sip.”

Suimei descartó las dudas de Hydemary y se acercó casualmente a la puerta. Sin embargo, al darse cuenta de que no había muchos pasos siguiéndolo, se dio la vuelta. Sus tres visitantes dudaban por alguna razón.

“¿Qué pasa?” preguntó.

“¿Hablas en serio, Suimei-kun? ¿No ves el problema aquí…?” preguntó Lefille con asombro.

“¡Suimei-dono! ¡¿Realmente estamos entrando en un edificio así?!” Felmenia preguntó con aún más pánico en su voz.

“Hay una cantidad absurda… de hechizos… en él”, repitió Liliana.

“Sí, pero te digo que está bien. No representa ninguna amenaza mientras sigamos el procedimiento”, explicó Suimei.

Y con eso, levantó la palma de su mano y la agitó. La barrera del bosque comenzó discretamente, mientras que la barrera del castillo comenzó de manera más obvia, una forma decisiva de presionar a cualquiera que estuviera parado frente al castillo.

Recinto, liberación, extraplano… La barrera era una combinación de todos los tipos conocidos de barrera para frustrar a los posibles intrusos. Alto Schloss podría ser fácilmente el edificio más seguro del mundo entero. Incluso si uno rompiera todas sus defensas, lo que les esperaba dentro era el monstruo más distinguido del mundo.

“Abierto.”

Hydemary invocó su magia y la puerta se elevó en consecuencia. El sonido de cadenas de metales pesados rechinando resonó en el aire y, en poco tiempo, la entrada estaba completamente abierta.

Después de confirmar esto, Suimei se dio la vuelta en el lugar, los faldones de su chaqueta negra ondeando detrás de él. Luego hizo una reverencia teatral como un mayordomo.

“Bienvenido al castillo de nuestro estimado líder, Rey Mágico Nettesheim. Como mago de la Sociedad, los invito cordialmente a todos a entrar”.

Suimei tenía un aire sorprendentemente diferente de lo habitual, dejando a sus tres visitantes bastante desconcertados. Sin embargo, cuando se puso de pie y sacó la lengua con picardía, todo pareció volver a la normalidad.

Después de eso, todos siguieron a Suimei al enorme castillo. La puerta principal se abrió de la misma manera que la puerta y reveló una entrada bastante serena. Tenía una gran lámpara de araña, una alfombra roja y una escalera doble, todo lo que uno esperaría de la entrada de un lujoso castillo. Se mantuvo casi escrupulosamente en comparación con el exterior desgastado del complejo.

Había varios magos de la Sociedad esparcidos por el interior y, al ver a Suimei, todos y cada uno de ellos parecían aturdidos.

Esta fue la primera vez que mostró su rostro en la sede desde que desapareció sin decir una palabra hace seis meses. Sus colegas se sorprendieron con razón al verlo, pero la tensión solo duró un momento.

Los compañeros magos de Suimei no dejaron de saludarlo con una ligera reverencia después de su sorpresa inicial. Tal deferencia no tenía nada que ver con la edad; tanto los mayores como los más jóvenes que Suimei lo recibieron con el decoro adecuado. Suimei devolvió el gesto de la misma manera, saludando a sus colegas cercanos casualmente y a sus superiores con respeto.