Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 9

Capitulo 1: Volviendo A Casa

Parte 6

En cualquier caso, al enterarse de que no podría ver más animales lindos, Liliana bajó la cabeza en señal de decepción.

“Ya veo…”

“No seas así. Si realmente quieres verlos, podemos pedirle a Hatsumi que se conecte a una computadora y te muestre algunos”.

“¿Quieres decir que puedo… ver a los esponjosos de nuevo?”

Liliana levantó triunfalmente ambos brazos en el aire. Sin embargo, ver su comportamiento inocente le recordó a Suimei algo completamente diferente. Hablando de peluches, tenía algunos asuntos esponjosos que atender.

“… Ups, mierda. Casi lo olvidé por completo”.

Suimei voló hacia la terraza en un nerviosismo y abrió la puerta de vidrio. Esto no fue, fíjate, porque necesitaba un poco de aire fresco. Sacó una pequeña campana de la nada y la hizo sonar ligeramente afuera, dejando que su delicado timbre resonara en la noche. Lefille lo vio hacer esto con una mirada curiosa, con la cabeza ladeada con curiosidad.

“¿Qué es eso?” ella preguntó.

“Es el mensajero del conejito, ¿verdad?” Hydemary preguntó a su vez.

“Si. Escribí un montón de cartas antes de regresar, así que me imagino que debería enviarlas todas”, respondió Suimei.

Había muchos magos que despreciaban las comodidades de la civilización moderna y se abstuvieron estrictamente de usarlas. Y no fueron solo los magos los que se negaron a que se instalaran teléfonos fijos en sus hogares; incluso hubo magos que se recluyeron en las montañas lo más lejos posible de la civilización.

Para acomodarlos, existía un grupo de especialistas en comunicación conocidos como mensajeros.

Después de tocar la campana de invocación designada, aparecería un mensajero y entregaría el correo a cualquier destinatario, independientemente de la ubicación… Eso es, por supuesto, excepto en otro mundo.

En poco tiempo, las campanas tintineantes como las campanas de trineo de Santa se pudieron escuchar acercándose. Cuando el tintineo se detuvo, la espesura del jardín exterior comenzó a crujir y temblar como si un animal pequeño se estuviera escondiendo dentro.

“¿Eh?”

“Eso es…”

Las primeras en mostrar sorpresa por este giro de los acontecimientos fueron Felmenia y Liliana. Probablemente estaban desconcertados por la repentina aparición de algo sin sentir magia en juego.

Finalmente, una niña solitaria saltó de la espesura como una liebre. Llevaba pantalones rojos holgados con tirantes y una camisa blanca. Llevaba una bolsa roja abarrotada colgada del cuerpo que era la imagen misma de una bolsa de correo. También se puso un sombrero rojo con adorables orejas de conejo falsas que sobresalían.

Era solo un poco más alta que Liliana y, según todas las apariencias, era una chica asiática de aspecto saludable. Tenía una varita corta colgando de su cintura con varios pequeños pompones verdes colgando de ella. Después de subir a la terraza, cortésmente se inclinó ante Suimei.

“Hola. Perdón por estar fuera de contacto”, dijo.

Ante eso, el mensajero infló sus suaves mejillas y comenzó a reprenderlo adorablemente.

“¡Cuánto tiempo sin verte, Suimei-san! ¿Dónde has estado exactamente todo este tiempo? Tengo montones de montones de cartas dirigidas a ti, ¿sabes?”

“Disculpa, mi error. Me quedé atrapado en algo un poco extraño”. Al escuchar su excusa, el mensajero…

“¡Oooh!”

“Ahora escuche aquí: dije que me vi atrapado en algo, no que yo lo causé”.

La chica pareció adivinar lo que había sucedido y Suimei entrecerró los ojos hacia ella. La chica, sin embargo, no le prestó atención y dejó escapar un profundo suspiro.

“Quiero decir, es más de lo habitual, ¿verdad?”

“Mm. Solo lo de siempre”, agregó Hydemary. “Gracias por su arduo trabajo.”

El agradecimiento de Liliana obviamente no estaba dirigido a Suimei, y ella claramente no estaba sola en el sentimiento. Todas las demás asintieron con la cabeza.

“¿Por qué están todas en contra de mí?”

“Quiero decir, vamos.”

“Porque eres tú… Suimei”.

Ni Hydemary ni Liliana mostraron piedad.

Ignorándolos por ahora, Suimei entregó sus cartas salientes al mensajero. Mientras lo hacía, el mensajero se preparó para entregarle su correo entrante. Ella recitó un cántico y las letras salieron de su bolso rojo con suficiente fuerza como para recordar el bolsillo especial de un robot con forma de gato en acción.

“Ugh, eso es mucho”.

“Vale medio año… Bueno, más o menos. Solo había un grupo de personas que pensaron que al menos deberían escribir cuando de repente desapareciste. Hablando de eso, ¿dónde has estado todo este tiempo, Suimei-san?”

“Er, bueno, ya sabes…”

“En realidad, estas chicas están vestidas de manera bastante extraña…¿Es esto lo que te gusta, tal vez?”

“¡No! Dios… Oye, ¿hay incluso una solicitud de cumplimiento aquí?”

“Oh, ese es un caso que fue designado para ti. Parece que los demás no pudieron manejarlo, así que me pidieron que te lo entregara”.

“¿Cuándo fue esto?”

“Hmm… ¿Hace unos dos meses?”

“¿De verdad está bien?”

“¿Supongo que no tienen prisa?”

“Lo que significa que es un caso que no puede causar mucho daño a la Asociación de las Mil Noches…”

“Sip.”

La Asociación de las Mil Noches era el organismo que supervisaba las organizaciones mágicas del mundo. Su supervisión fue para asegurar que los misterios permanecieran fuera del ojo público, pero la Asociación también actuó como mediadora entre otras organizaciones.

Se enviaron solicitudes de cumplimiento para hacer frente a cosas como crímenes mágicas perpetrados por magos, bestias de los brotes del apocalipsis y fenómenos místicos localizados o calamidades. Todos eran trabajos importantes en los que una organización individual no podía manejarlos sola.

Pero aparentemente, esta solicitud no fue muy urgente. Eso significaba que no tenía un impacto directo en la Asociación de las Mil Noches, o tal vez que el riesgo de que los misterios fueran expuestos era extremadamente bajo.

El hecho de que la Asociación hubiera enviado una solicitud a un Ejecutor cuyo paradero era completamente desconocido probablemente significaba que, incluso en el peor de los casos, cualquier amenaza a la que se debía atender no era urgente.

Probablemente incluso estaría bien dejarlo suelto… lo que significa que fundamentalmente no había forma de que fuera algo que solo Suimei pudiera manejar.

Suimei abrió la cajita de aspecto caro y sacó un sobre negro sellado con cera roja rosa. Usó contra magia para deshacer el hechizo de alto nivel que lo mantenía cerrado y sacó la carta adjunta. Era una solicitud para arrestar, sellar o eliminar a un mago en particular.

“Suimei-kun, ¿qué es eso?” Preguntó Lefille.

“Oh, es un trabajo que se me ha confiado. Hay algo así como un consejo que supervisa todas las organizaciones de magia, y una vez que confirman que hay un criminal que debe ser tratado, envían solicitudes como esta”.

Al escuchar esto, Felmenia inclinó la cabeza hacia un lado.

“¿No puede el consejo ir a atrapar a los criminales? Ciertamente, eso debería ser posible sin traspasar el trabajo a otra parte, siempre y cuando hicieran los preparativos necesarios…”

Lefille y Liliana miraron a Suimei como si compartieran la misma pregunta.

“Por supuesto que hay trabajos que ellos mismos realizan a veces. Pero dado que son fundamentalmente una organización de supervisión, no son un grupo particularmente grande. No tienen suficiente gente, por lo que les resulta difícil capacitar a su propio personal o buscar en otras organizaciones a la persona adecuada para el trabajo”.

“¿Entonces quieres decir que no hay tantos magos con las habilidades adecuadas?”

“Esa es la parte corta”.

Tener “el conjunto de habilidades apropiado” era una tarea bastante difícil. Las habilidades de un mago estaban profundamente entrelazadas tanto con su talento inherente como con el esfuerzo que habían puesto en su oficio, y un Ejecutor no era algo que alguien pudiera convertirse simplemente con suficiente entrenamiento.

Encontrar un brote con las aptitudes adecuadas fue como ganar el premio gordo.

En cuanto a los magos ya entrenados, la exploración de personas de otras organizaciones requería el consentimiento tanto del mago en cuestión como de la organización a la que pertenecían. Eso dejó a la Asociación sin otra opción que depender de la ayuda de otros, como hacían ahora con Suimei.

El Departamento de Magia de la Asociación de las Mil Noches otorga el siguiente trabajo al octavo asiento de la Sociedad, Ejecutor Yakagi Suimei.

El objetivo es ———. Ha pasado poco tiempo desde que se abrieron paso en el mundo, pero tenga en cuenta que sus habilidades son de gran clase. El nivel de amenaza de esta solicitud se ha elevado de B a A en consecuencia. El objetivo debe ser tomado vivo o muerto.

Tenga en cuenta que las especialidades del objetivo son la magia de barrera y restricción. Los elementos relevantes para el caso se incluyen dentro. Esperamos que haga un buen uso de ellos.

Los detalles adicionales sobre el objetivo se pueden encontrar a continuación… 

Suimei escaneó el contenido de la solicitud y comenzó a murmurar para sí mismo.

“Nivel de amenaza A, vivo o muerto… No están bromeando por aquí. Esto es realmente algo”.

El que mostró mayor interés en el asunto fue Hydemary, quien personalmente estaba bastante familiarizado con las solicitudes de ejecución.

“¿No me digas?”

“¿Eh? Si…”

“¿Qué pasa? No pareces ser tú mismo”.

“No, es nada.”

Hydemary se acercó inocentemente, y Suimei parecía un poco incómodo mientras rápidamente volvía su atención a la caja.

“Ellos incluyeron… Espera, ¿qué?”

Dentro de la caja había una bolsa transparente que contenía lo que parecían varias píldoras azules.

“¡¿Hay drogas involucradas esta vez?! ¡¿Qué tan laxa es la Asociación de las Mil Noches al no tratar esto como una maldita emergencia?!”

Si hubiera drogas involucradas, existía el peligro inherente de que la amenaza pudiera extenderse entre los adictos… lo que significa que los que sufrirían serían personas normales que no tenían nada que ver con la magia.

Los magos podían tomar lo que quisieran: tenían formas mágicas de lidiar con los efectos secundarios e incluso la adicción.

Pero la gente normal no tuvo tanta suerte, que era precisamente la razón por la que los delitos místicos relacionados con las drogas se consideraban normalmente extremadamente peligrosos.

Hydemary inclinó la cabeza hacia un lado y su cabello negro se agitó detrás de ella.

“¿Eso significa que no hay peligro de que se propague al público?”

“Quizás no sea adictivo”.

“O tal vez es el tipo de droga que te mata”.

Cualquiera que tome drogas mágicas sin la resistencia adecuada quedaría lisiado en el mejor de los casos, y los síntomas de abstinencia podrían ser, literalmente, asesinos. Hydemary estaba rebosante de curiosidad por las píldoras y se inclinó para mirar más de cerca.

“¿Puedo probar uno?”

“No te pongas cosas en la boca solo porque parecen dulces”.

“¿No? Creo que podríamos aprender bastante si le doy una lamida”.

“Aun así, la respuesta sigue siendo no”.

“Suimei-kun… eres inesperadamente sobreprotector”.

“¡No hay nada inesperado o sobreprotector en eso, maldita sea! Seriamente…”

Incluso si Hydemary era un homúnculo y, por lo tanto, no era exactamente humana, no había garantía de que las drogas no tuvieran efecto en ella, que era precisamente la razón por la que Suimei no iba a dejar que probara nada.

“Creo que estaría bien, sin embargo… ¿Has visto esto antes?” Hydemary se volvió hacia el mensajero y le preguntó.

“Nop.”

“¿Está la Santa Inquisición en movimiento?”

“No lo creo. Esto está completamente dentro de la corte de la Asociación de las Mil Noches”.

Las orejas de conejo del mensajero se crisparon cuando respondió, y pronto encontró a Liliana acercándose.

“Orejas…”

“¿Eh?”

“Tus orejas… se movieron”.

Estaba mirando el traje del mensajero con el mismo brillo en los ojos que tenía cuando miraba a los animales en la televisión.

La atmósfera pesada que persistía en la conversación seria anterior quedó completamente impresionado por su tono de alegría.

“¿Puedo… tocar tus orejas?”

“¿Eh? Oh, por supuesto. Pero solo un poco.”

El mensajero se inclinó para facilitar que Liliana alcanzara sus orejas de conejo falsas.

“¿También quieres convertirte en mensajero? Si actúas ahora, podemos poner las orejas de conejo como bonificación, ¿sabes?”

“Estoy… un poco interesada…”

“¡Oye, no reclutes a mi discípula!”

“¿Tu discípula…? ¡Oh! Entonces, el rumor de que solo tomas a chicas lindas como discípulas es verdad, ¿eh, Suimei-san?”

“¡Diablos, es mentira! ¡Es solo una coincidencia! ¡Una coincidencia, te lo digo!”

“Estoy bromeando. Solo estaba bromeando”.

El mensajero se rio y Suimei dejó escapar un suspiro exhausto. “Suspirarás toda tu felicidad así, ¿sabes, Suimei-san?”

“Si realmente pudieras suspirar por la felicidad, ya estaría muerto de la miseria hace mucho tiempo… De todos modos, ocúpate de esas cartas por mí. Estás bien con yenes japoneses por la propina, ¿verdad?”

“Sip.”

“Aquí está su tarifa, más un poco más por el problema”.

El mensajero extendió ambas manos como un niño exigiendo su mesada, y Suimei le entregó un generoso fajo de billetes. No podía permitirse el lujo de ser tacaño aquí. Sin embargo, eso no quería decir que una billetera apretada significaría que sus cartas se perderían o algo así; los mensajeros no eran tan volubles. Era simplemente una cuestión de enfatizar la confianza en una relación de trabajo.

“Te dejo esas cartas”.

“Me aseguraré de entregarlos”.

El mensajero hizo una reverencia grandiosa y, después de saltar la cerca de un salto, desapareció al tocar el suelo.