Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 9

Capitulo 1: Volviendo A Casa

Parte 4

 

 

Esto, por supuesto, no fue una elección decorativa por parte de Suimei. No, las muñecas se habían colocado sin su consentimiento o conocimiento. Pero ni siquiera necesitó preguntar quién era el culpable.

Suimei se volvió para mirar a la principal infractora, Hydemary, con una mirada de reproche.

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“Dime, Mary… ¿Qué le hiciste a mi casa?”

“Esto es lo que obtienes por estar fuera tanto tiempo. Hice todo esto porque me aburrí tanto esperándote aquí”.

A Suimei no le pareció una excusa muy buena para convertir la casa de otra persona en una casa de muñecas en su ausencia.

“¿Y no se te pasó por la cabeza que esto era una invasión?”

“Realmente no. Soy tu discípula, así que no te importa, ¿verdad? Hatsumi- chan también viene sin ser invitada todo el tiempo, ¿sabes?”

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“Ahí me has pillado…”

Allí, Suimei miró a la otra persona en cuestión… Pero Hatsumi estaba de pie en la sala de estar con los ojos muy abiertos.

“Son muchas muñecas…”

El trío de otro mundo estaba igualmente asombrado. Cada uno de ellos estaba recogiendo muñecas y admirando su delicada obra.

“Son bastante impresionantes”.

“¡Están tan bien hechas!”

“Son… lindas”.

“Bueno, yo fui quien las hizo, y soy una genio”, se jactó Hydemary. “No los maldijo ni nada, ¿verdad?” Suimei respondió dubitativo.

“No hay forma de que le haga algo tan terrible a mis hijos pequeños”.

“¡Sí claro! ¿Qué hay de ese?”

“¿Ese? Oh, ¿la muñeca Suimei-kun?” Preguntó Hydemary mientras sacaba un muñeco de peluche de la nada.

Era una pequeña creación con una cabeza adorablemente enorme. El muñeco en sí parecía ser un hombre joven con cabello negro y un traje negro… Y eso no era una coincidencia, ya que había sido modelado a partir de cierta persona.

“Sip. Aquí está: Mini Suimei-kun v.3”.

“¡M-Maldita sea! ¡¿Hiciste más de ellos?!”

“Uhuh”.


“¡Eso no es nada de lo que estar jodidamente orgulloso! ¡Deshazte de esa cosa ahora mismo!”

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Suimei inmediatamente trató de arrebatar la muñeca de las manos de Hydemary, pero ella giró hábilmente para evadirlo. Felmenia no pudo evitar animarse con curiosidad por todo el alboroto.

“Um, ¿qué es eso exactamente? Debe ser algo bastante inusual para Suimei-dono estar tan nervioso”.

“Esto, ya ves, es un elemento divino capaz de manipular a Suimei-kun como quieras”.

“¡¿Oh?! ¡Por favor! ¡Cuéntame más!”

“Realmente… realmente… me gustaría jugar con él”.

“Hmm, eso suena divertido”.

En el momento en que se enteraron de la verdadera naturaleza de la muñeca, las otras chicas invadieron Hydemary. Probablemente todas querían jugar con la muñeca por pura curiosidad, pero Suimei no lo toleraría.

“¡Detente! ¡Paraaaaaa! ¡No te atrevas a dejar que toquen esa cosa! ¡Y ustedes! ¡No lo rodeen! ¡Mary! ¡No la toques tú tampoco!”

“¿Te importa si lo veo primero?”

La primera de las niñas en dar un paso al frente fue Lefille, y Hydemary amablemente le entregó la muñeca.

“Aquí está.”

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“L-Lefi…”

“Heh heh heh…”

Lefille soltó una extraña risa… antes de entregar rápidamente la muñeca a Suimei.

“¿Lefille-san…?”

“Es inmoral hacer cosas como esta, ¿sabes? El que está  siendo manipulado no puede resistir en absoluto”.

“Ugh, no puedo creerlo…”

“Gracias, Lefi.”

“Quiero decir, este tipo de cosas es algo personal para mí…”

“H-Hic… eres mi único aliada, Lefi”.

Suimei se conmovió hasta las lágrimas por la amabilidad de Lefille. En cuanto a los otros que se habían emocionado un poco…

“¡Yo-yo también estaba planeando entregártelo, Suimei-dono!”

“C-Cierto. Definitivamente… no estaba planeando… jugar… contigo, así que…”

“¡Es demasiado tarde para fingir ahora!”

Suimei les respondió en broma antes de caminar pisando fuerte hacia el teléfono para llamar a los padres de Hatsumi. Encima de una pequeña mesa había un nostálgico teléfono de disco de antaño… O no. En realidad, era solo un teléfono digital de estilo vintage.

“Oye, um… es Suimei. Realmente no sé qué decir, pero… lamento estar fuera de contacto durante tanto tiempo… ”

Una vez que Suimei estaba al teléfono, las chicas detrás de él comenzaron a hablar entre ellas.

“Ese es el objeto que usa la tecnología para reproducir la técnica de un hechizo de comunicación a larga distancia, ¿verdad?”

“Sí, eso es correcto. ¿Lo sabes?”

“Suimei lo explicó… usando su ‘sell-fone’… y el ‘smart-fone’ de Hatsumi”.

“Fuimos informados de la supuesta tecnología disponible en este mundo. Pero… ver lo real ciertamente es misterioso. No emite maná, pero Suimei- dono puede hablar con alguien tan lejos…”

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Mientras las otras chicas hablaban, Hatsumi se acercó tímidamente a Suimei por teléfono.

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“… Oye, ¿están las cosas bien?”

“Sí, te la pondré ahora… Todo está bien. Toma.”

Allí, Suimei le entregó el auricular a Hatsumi. Ella pareció preocupada por un momento, como si las palabras la hubieran abandonado por completo. Su mente se había quedado completamente en blanco en el acto. Hubo dos o tres palabras del otro lado del receptor antes de que Hatsumi finalmente se diera cuenta exactamente de lo que necesitaba decir.

“¿Hola mamá? Sí, soy yo. Perdón por preocuparte… No, estoy bien. Sí, volveré a casa de inmediato”.

Después de un breve intercambio, Hatsumi colgó el teléfono y dejó escapar un gran suspiro como si acabara de marcar algo importante de su lista de tareas pendientes.

“Con esto, finalmente obtienes un verdadero alivio, ¿eh?”

“Finalmente regresamos y todo… Me pregunto por qué todavía me siento tan culpable por eso”.

Eso, sin duda, fue porque ella era japonesa.

Dejando a las visitantes de otro mundo atrás con Hydemary en la mansión Yakagi, Suimei y Hatsumi se dirigieron a la casa de al lado de la residencia Kuchiba.

***

 

 

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En este mundo, existía una clase de maestros espadachines conocidos como la Espada de Espadas. Fueron reconocidos como la cumbre de todos los portadores de espadas en el mundo de las artes marciales.

Las espadas estaban clasificadas del uno al doce, pero todas y cada una de ellas eran fuertes sin excepción. Todos eran tan hábiles en su oficio que se decía que la corona del más fuerte estaba al alcance de todos ellos.

Eran los herederos de increíbles técnicas de espada, o los que las habían inventado ellos mismos. Y cuando la mayor parte de estos poderes llegó al campo de batalla, no fueron simplemente increíbles… Fueron capaces de derribar el sentido común desde sus raíces, sin importar la época.

Un tajo para cortar metal no era más que la habilidad más humilde para ellos.

Un rango que no estaba restringido a la longitud de sus brazos y espada.

La capacidad de moverse por tierra a gran velocidad mediante una técnica llamada contracción del suelo.

Un rugido de relámpago que podría dividir a cualquier enemigo en dos de arriba a abajo.

Una ola cortante que rasgó y aplastó a su objetivo con la pura voluntad de decapitar.

La capacidad de controlar la elevación mediante la postura y el paso de uno mientras se elevan por el cielo.

Una espada de exorcismo capaz de congelar a un enemigo usando aura divina.

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Una hoja silenciosa capaz de atravesar sombras y disparar enemigos.

Una ilusión fantasma que manifestaba las leyendas de todas las espadas del mundo.

Nadie, por supuesto, conocía estas técnicas oficialmente. Al igual que la magia, tal habilidad con una espada estaba tan lejos de la norma que tenía que ocultarse al público en general.

Pero el vecino de Suimei era uno de esos espadachines: el cuarto asiento de la Espada de Espadas de la Espada Fantasma de la escuela Kurikara Dharani, Kuchiba Kiyoshiro, quien fue reconocido como el espadachín más fuerte de Japón.

“No es nada especial. Todo lo que hice fue perseguir a mi hermano, y esto fue naturalmente lo que logré en el proceso”.

Esas fueron las propias palabras de Kuchiba Kiyoshiro. Era la respuesta que una vez le había dado a Suimei cuando le preguntó cómo Kiyoshiro había llegado a ser tan fuerte.

El hermano del que hablaba Kiyoshiro era el padre de Suimei, Yakagi Kazamitsu, el ex jefe de la familia Yakagi, un linaje de magos de pedigrí de la Sociedad, que fue anunciado como el mejor mago de Oriente. Mostró un poder prodigioso desde una edad temprana y recorrió el mundo reprimiendo calamidades místicas y criminales por igual. A pesar de que recorrió el camino de la rectitud, fue uno de los místicos contados entre la Codicia de los Diez.

Perseguir a un hombre así con nada más que una espada en la mano era más que imprudente. Pero así era precisamente como Kuchiba Kiyoshiro había planteado su reclamo en la cima de todos los espadachines.

Y era ese hombre, el maestro espadachín Kuchiba Kiyoshiro, quien estaba sentado frente a Suimei en este momento. Iba vestido de manera informal, sentado sobre un cojín en el suelo con un brazo apoyado sobre una rodilla erguida.

Estaba listo para entrar en acción en cualquier momento, como si su celo fuera demasiado para contener.

Le hacía parecer más bien un hombre joven que todavía tenía demasiada energía para su propio bien.

Pero su comportamiento no era lo único que lo hacía parecer joven. Él era el padre de una niña en su adolescencia, pero su apariencia ciertamente no traicionaba eso. A lo sumo, Kiyoshiro parecía tener poco más de veinte años, lo que realmente daba una idea de lo anormal que era. Para cualquiera que no fuera más sabio, fácilmente podría pasar por el hermano mucho mayor de Hatsumi.

Kiyoshiro, sin embargo, estaba bien entrado en los cuarenta, justo a punto de dar sus primeros pasos hacia la mediana edad. No era un hombre joven por ningún tramo de la imaginación. Llevaba una sonrisa de bromista, pero sus ojos contenían un espanto acorde a sus años. Su largo cabello negro estaba recogido, revelando claramente la cicatriz en su rostro. Su cuerpo era delgado, pero lleno de músculos.

“Instructor, veo que eres el mismo de siempre”.

“No es que pueda sostener una vela con mi hermano en ese sentido”.

Esa fue la respuesta que Suimei recibió al saludar a su tío. Una vez más, el hermano al que se refería Kiyoshiro era el padre de Suimei. Kiyoshiro siempre había admirado e idolatrado a Kazamitsu como un hermano mayor, pero no fue hasta más tarde en la vida cuando ambos se casaron (la madre de Suimei y la madre de Hatsumi eran hermanas) que en realidad se convirtieron en cuñados.

Cuando Suimei y Hatsumi llegaron a la residencia de Kuchiba, los padres de Hatsumi la estaban esperando en la puerta. Su madre la abrazó cálidamente y su padre le revolvió el pelo con descaro. Después de su reunión inicial, Suimei y Hatsumi siguieron a los padres de Hatsumi a la habitación de invitados de estilo japonés donde ahora estaban sentados uno frente al otro.

“Mmm, qué gran olor”.

Hatsumi se tumbó sobre el tatami con una expresión suave, asimilando con alegría el aroma nostálgico de la habitación.

Isekai Mahou wa Okureteru Vol 9 Cap 1 Parte 4 Novela Ligera

 

“Es realmente agradable. Muy relajante.”


“Mhm”.

“Oh sí. Por cierto, ¿dónde está Haseto?”

“Está fuera de la ciudad ahora mismo. ¿No lo mencioné por teléfono?”

“Creo que regresará mañana a más tardar. Estaba bastante preocupado por ti, Hatsumi-san. ”

La voz flexible que siguió a la de Kiyoshiro pertenecía a Yukio, la madre de Hatsumi. Ambos sonaban y parecía el papel de la esposa de un guerrero. Llevaba ropa tradicional japonesa y tenía el cabello largo y negro, pero poco característico de la estética japonesa, su hermoso rostro estaba acentuado con delineador de ojos rojo. Tenía un aura muy similar a la de Hatsumi, aunque sus personalidades eran bastante diferentes.

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