Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 3

Capitulo 23: Una Nueva Batalla

Parte 1

Después de que las personas con las heridas más severas se retiraran, quedaban 51 elementos en la armada del Vizconde, nueve con heridas leves. Cincuenta y uno contra los 12 de la fuerza de Pauline.

El Vizconde no contaba a Pauline, Reina o Theresa entre los números de Pauline. A juzgar por la fuerte actuación de las fuerzas del Conde, los usuarios de magia no serían parte de esta lucha. Esta batalla iba a decidirse con espadas.

Santos, de los guardias reales, unió sus fuerzas también, por propia voluntad.

Aun así, hablando exclusivamente en términos de números, las fuerzas del Vizconde superaban por cuatro veces la de Pauline. Analizando la situación en términos de las leyes de Lanchester, las probabilidades de que ganaran extremadamente bajas.

Para empezar, las situaciones donde un pequeño número venciera a una fuerza abrumadora eran demasiadas raras. Ya que era tan raro, los casos exitosos eran expandidos en todo el país. En pocas palabras, era fácil probar que tales cosas apenas ocurrían en la realidad.

Cuando tal situación inspiracional ocurría, era porque las armas de un bando eran mucho más fuertes que las del oponente, había un plan por adelantado o había alguna otra ventaja en la lucha.

En este caso, no tenían un plan, sus armas eran las mismas y se enfrentaban cara a cara con un grupo que era cuatro veces su número. No solo era de sentido común, si no que era una locura pensarlo.

Sin embargo, había algunos que rompían los límites del sentido común de manera regular.

De hecho, una chica llamada Kurihara Misato había destrozado el equilibrio del cielo y la tierra hace mucho tiempo.

“¡Graaaaaaaaaaaah!”

Tomando la delantera, el Conde Austien cargó hacia la línea enemiga con un poderoso grito. Seguido, por sus dos hijos y sus caballeros corrieron a la batalla.

Santos prosiguió detrás de ellos, mientras que Mile y Mavis, permitiendo que los demás tomaran la vanguardia, fueron detrás de ellos.

Los magos esperarían como espectadores, pero tenían sus hechizos preparados de antemano. Estaban seguras de que los demás estarían bien, pero era mejor estar prevenido, en caso de que necesitaran ayuda. No era una competencia, después de todo. Lanzarían sus hechizos cuando llegara el momento.

Ciertamente, fue por su propia elección que los magos aún no participaran en esta lucha —no por alguna promesa al enemigo o una obligación por cumplir los deseos del Conde de resolver esta batalla solo con espadas.

Si parecía que sus amigos o aliados estaban a punto de perder, atacarían sin dudar.

Al igual que siempre.

Luego, las fuerzas del Conde y las fuerzas del Vizconde chocaron.

Varios soldados del Vizconde dieron vueltas a los costados, con la esperanza de atrapar a las fuerzas del Conde, Sin embargo, esta maniobra fue en vano.

Las fuerzas del Conde ya habían irrumpido en las líneas del frente del enemigo y estaban avanzando hacia el otro lado.

Uno tras otro, las fuerzas del Vizconde estaban siendo eliminadas, mientras el Conde avanzaba, empuñando magníficamente una espada en cada mano.

Sus dos hijos y sus caballeros —junto con Santos de la guardia real— no mostraban la misma ferocidad del Conde, pero golpearon por aquí y allá, enviando a sus enemigos a volar. Los combatientes del Conde atravesaron las líneas del frente del enemigo y luego giraron para enfrentar a los soldados una vez más

Los soldados del Vizconde se sorprendieron ante este giro repentino. Habían sido ellos quienes intentaban atacar a su enemigo desde atrás y ahora, rápidamente intentaron lanzar un contraataque, solo para ser atacados, casi casualmente, por Mile y Mavis.

De repente quedaron rodeados, atrapados entre el grupo del Conde y el dúo de Mile y Mavis.

Cuando Mavis chocó su espada con la de un enemigo, quedó atónita por la habilidad y la fuerza de su oponente. Sin pensarlo, pronunció en voz alta: “… ¡S-son débiles!”

Así es, las fuerzas del Vizconde eran increíblemente débiles.

Cualquier señor feudal que valga la pena debería tener las fuerzas militares para defender su dominio— de la misma manera que el Rey tenía la guardia real. Este Vizconde en particular debería haber tenido soldados de primera clase dentro de sus filas. Deberían haber podido eliminar fácilmente a las fuerzas del Conde, así como a Mile y Mavis.

Las fuerzas del Vizconde deberían haber sido al menos así de buenas, ¿no?

Así lo pensó Mavis, pero para las propias fuerzas del Vizconde, esta era una forma cruel de enmarcar la narrativa.

De hecho, no era que las fuerzas del Vizconde fueran tan débiles— si no que las fuerzas del Conde eran demasiado fuertes. Eso era todo. Y naturalmente, no había forma de que Santos, de la guardia real, fuera más débil que los soldados pertenecientes a algún noble.

Y luego, estaba Mile y Mavis…

Por un lado, estaban los soldados pertenecientes a las fuerzas de un noble menor. Por otro lado, había un Conde de renombre marcial y sus hijos, sus caballeros personales y un caballero fuerte y viril de la guardia real, junto con Mile y Mavis— que por supuesto, eran una rareza incomparable. Honestamente, también podrían haber sido un montón de matones.

La batalla terminó luego.

La diferencia de fuerza entre ambos bandos era tan abrumadora que los victoriosos se habían tenido que contener, terminando la pelea sin muertes y pocos heridos por el lado de los perdedores— aunque su orgullo estaba destrozado por dicha derrota.

Contenerse así requería de una tremenda diferencia en la habilidad. Si sus habilidades hubieran sido igualadas, entonces no podrían haber evitado luchar con toda su fuerza y si eso sucediera, las lesiones fatales se volverían casi inevitables. Sin embargo, con esta refrescante diferencia en su fuerza, eso no se había vuelto necesario.

“Bueno ahora, ¿podría convencerte de que viajes conmigo, Vizconde?”

“¿Qu-qué…? ¡No tengo ninguna razón para aceptar esa bromita!” Asustado por las repentinas palabras de Santos, el Vizconde balbuceó una negativa.

“Hasta hace poco, la idea era que los miembros de la Orden de las Locas Bru…. ejem, la Orden de la Sangre Carmesí actuaran de manera independiente y no por orden de nadie. El testimonio de los hombres encarcelados en la capital solo pertenece a este comerciante. Ni el testimonio ni la acusación lo han involucrado oficialmente, Señor Feudal Boardman. Se podría decir que solo vino a investigar una perturbación dentro de su propio territorio e intentó aprehender a los perpetradores…”

Al escuchar esto, el Vizconde parecía haber entendido la esencia de la situación. “Hm, como se esperaba de alguien de la guardia real. ¡Eres increíblemente astuto!” Sin embargo, Santos, no había terminado de hablar.

“Esa era la idea. Pero ahora, Vizconde, eres un rebelde que ordenó a sus subordinados que mataran no solo al Conde y su equipo, sino también a un agente del maestro del gremio de la rama de la capital— así como a mí: un representante directo y autorizado de Su Majestad, el Rey. En otras palabras, eres un traidor del país. Incluso si eres un noble, no puedo pasar por alto un delito tan grave.”

“¿Qu…?”

“Parece que has sufrido un fallo en el juicio. Bueno, no niego que si hubieras podido matar a todos aquí, existía la posibilidad de que hubieras podido recuperar el control de esta situación. Sin embargo, creo que tomaría una cantidad excepcional de tiempo y dinero para acumular un ejército lo suficientemente fuerte como para que eso suceda. Ahora bien, Conde, si gusta…”

El Conde Austien asintió a petición de Santos y ordenó a sus subordinados que detuvieran al Vizconde, que estaba pálido y tembloroso. Ya no tenía la voluntad de resistir y silenciosamente permitió que lo ataran.

“Entonces, supongo que se acabó,” dijo Mile. NdC: Thanos.jpg

“Así es.”

“Sí…”

Reina y Mavis asintieron en respuesta. Pauline miró al suelo, en silencio.

La venganza ahora estaba completa. Habían pasado dos años y medio desde que su padre fue asesinado y que todo fuera robado y desde entonces había dedicado su vida para vengarse. Ahora, habían ganado completamente —realmente inimaginable— y habían derribado a un señor feudal malvado en el proceso. Nunca había pensado que todo esto hubiera sido posible.

Gracias a sus compañeras —sus amigas— su sueño se había hecho realidad. “Pauline…”

Al darse cuenta de cómo temblaban los hombros de Pauline, Mile la llamó, pero Reina la retuvo suavemente.

Y cuando Pauline miró hacia el suelo bajo sus pies, comenzaron a aparecer gotas oscuras.

“Vale, mientras el Vizconde está restringido, reunamos algunas pruebas. Debemos confirmar si la esposa, el hijo, los parientes o los asociados del Vizconde fueron cómplices de sus crímenes, ¿no es así?”, Propuso el Conde Austien.

“Sí, es correcto,” asintió Santos.

Los resultados de esta investigación tendrían un efecto enorme en determinar el destino de los bienes de la familia Boardman.

Por un lado, podrían desmantelarse, pero por el otro, era posible que uno de los hijos o parientes del Vizconde fuera establecido como el jefe de la familia para continuar el linaje noble.

Incluso si tuviera un heredero legítimo, si alguno de los asociados de ese heredero resultara estar corrompido, entonces todos los rangos superiores tendrían que ser reemplazados. Y además de eliminar a los comerciantes asociados.

Junto con sus dos hijos y sus guardias, el Conde comenzó a caminar hacia la propiedad del Vizconde, pero se detuvo y se volvió hacia Mavis. “El carruaje de la guardia de la capital llegará dentro de dos días. Entonces entregaremos a los delincuentes y tres días después, regresaremos a nuestra casa. Disfruta estos últimos días con tus amigas.”

“¿Huh…?”

Mavis miró, desconcertada, apenas comprendiendo lo que acababa de escuchar. “Esta compañía probablemente será devuelta a la familia de la chica. Y luego, en el futuro, su familia necesitará conservar sus fuerzas para proteger el lugar— la querida

compañía que su padre dejó atrás. En otras palabras, tus días de jugar a ‘Mavis, la heroína aventura’ han terminado. ¡Y además, Mavis, debes completar las lecciones de entrenamiento nupcial que abandonaste cuando escapaste!”

“¡¡¡Eso es completamente INNECESARIO!!!” Mavis, Ewan y su hermano mayor gritaron al unísono.

“¡Mavis no tiene necesidad de prepararse para el matrimonio!”

“¡Eso es correcto! Mavis siempre estará a nuestr—”

“No, no eso…”

La razón de Mavis para rechazar el plan del Conde no fue porque deseara estar soltera para siempre, esto significaba que ella debía también protestar contra las interjecciones de sus hermanos.

“En cualquier caso, Nadie sabe qué mal pueda ocurrirte de nuevo. Esta es la última vez que toleraré tus jueguitos. Si quieres jugar al caballero, entonces yo me encargaré de tu entrenamiento —de ahora en adelante— cerca de nuestro dominio. La base de autodefensa es requerida, después de todo, al ser la esposa de un noble, será por el bien tuyo y de tus hijos.”

“Bueno, discutiremos los detalles mañana. Por ahora, disfruta tu día con tus amigas.”

Con estás palabras, el Conde se marchó con sus hijos y subordinados.

Una vez que el grupo se marchó, Pacto Carmesí dio la espalda a la multitud, que todavía murmuraba y volvieron a la posada.

Santos y Theresa se habían unido al grupo del Conde, en dirección a la casa del Vizconde. Claro, esto era parte de su trabajo también.

“……………”

Este era el futuro de alguien del que hablaban —alguien que era su preciada compañera y además, la hija de un noble poderoso. No era un tema de conversación que pudieran hablar a la ligera.

Sin embargo, guardar silencio al respecto no resolvería las cosas y Mile fue la primera en cortar este silencio.

“Entonces, Mavis, ¿qué vas a hacer?”

“¡¡Negarme, por supuesto!! ¡Todavía no he logrado nada en absoluto! ¡¿Se supone que deba renunciar a todo y vivir mi vida en una jaula?!”

Mavis estaba llorando.

Pauline, que debería haber estado feliz ahora que los problemas de su familia se resolvieron, se sintió responsable. Ella bajó la cabeza en silencio ante la idea de que su alegría había llegado a costa de la tristeza de Mavis.

La mente de Reina estaba en la realidad de la situación: si Pauline y Mavis se fueran, Pacto Carmesí ya no existiría. Ella también bajó la cabeza, su expresión era oscura.

Incluso si ella y Mile reclutaran nuevos miembros, nunca serían iguales a sus compañeras de clase, las aliadas que lucharon y aprendieron junto a ellas, las ‘cuatro almas unidas, de amistad eterna’. Ya no podrían llamarse Pacto Carmesí. Tendrían que cambiar su nombre y comenzar de nuevo como un grupo nuevo.

Además, si eso sucediera, existía la posibilidad de que Mile no continuara.

Eran un grupo de compañeras de clase —compañeras de cuarto— por supuesto, ella se había unido a ellas sin ninguna objeción. Si Reina estaba sola y Mile solo la viera como nada más que ‘alguien que fue mi compañera de cuarto, de una clase de cuarenta’, entonces esa era una razón demasiado débil para que Mile se quedara con ella.

Además, ¿no podrían los nuevos miembros codiciar las habilidades de Mile? ¿O Mile no comenzaría a recibir invitaciones de grupos de alto rango? ¿Acaso Rugido de Mitrilo no dudarían en unirla al grupo sin pensarlo dos veces? Para Mile, eso sería mucho mejor…

Sin embargo, Mavis, la hija de una familia noble, tenía una vida propia y ciertos deberes que cumplir como alguien nacido en la cuna de un noble. Eso no era un problema que Reina pudiera sobreponer con sus propias preocupaciones.

Cuando lo pensaba de esa manera, no había nada que Reina pudiera decir.

Y así, el silencio cayó una vez más… “¡Bueno, alejemos a la familia de Mavis!”

“¿Huh?”

Mavis, Reina y Pauline quedaron boquiabiertas ante la repentina propuesta de Mile.

“¿Qué? Ninguna de nosotras quiere que Mavis regrese a su casa, ¿verdad? Um, ¿Me equivoco? Umm… ¡Cualquiera que piense que sería mejor si Mavis se quede con Pacto Carmesí, levante la mano!”

¡Ping! ¡Ping! ¡Ping!

Todas sus manos, incluidas las de Mile, estaban alzadas.

Todas se vieron a la cara. “Entonces está decidido.”

Mientras lo decía, el rostro de Mile tenía una sonrisa maliciosa.

Pauline también sonrió. Antes, se había hundido en su propio sentimiento de culpa por provocar esta situación atrayendo los problemas de su propia familia a su amiga. Pero, se dio cuenta que todo lo que tenían que hacer era alejar al padre de Mavis. Era un algo simple, ¿no?

Incluso  mientras  pensaba,  ¿no  debería  objetar  ante  esto?  Los  ojos  de  Reina brillaban.

“¡¿P-pero ¡¿cómo?! Mi padre no escuchará nada de lo que alguien diga…”

Mile sonrió ampliamente y respondió, “hay un dicho en mi país de origen: conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y en mil batallas nunca conocerás el miedo…”