Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 3

Capitulo 21: El Asalto

Parte 2

 

 

 

Mavis se congeló.

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“E-esto no puede… posiblemente no…” Mavis estaba pálida como una pera. Su familia. Una familia orgullosa de nobles.

Su padre y sus hermanos, que valoraban su orgullo de caballeros por encima de todo.

Ella no podía creerlo. No, ella no quería creerlo…

Mile se movió para apoyar a Mavis, que parecía que estaba a punto de desmayarse.

Las demás no podían creerlo tampoco. Habían escuchado muchas historias de la familia de Mavis. La familia que aparecía en esas historias amaba a Mavis con una intensidad feroz, pero, además, eran extraordinariamente orgullosos y obedientes, como los nobles decían —la personificación de la nobleza obligada. Todo eso fue…

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¿Podría el amor feroz e intenso de su familia por Mavis explicar lo que estaba pasando ahora?

Su familia estaba atacando a sus amigas, en nombre de su amor. Por su bien… Mavis se derrumbó, cayendo de rodillas.

“Mavis…”

Reina gritó, preocupada, pero los ojos de Mavis estaban muertos por la desesperación. Ni Mile ni Pauline sabían qué decir.

Sin embargo, el hombre, seguía hablando.

“Muy bien muchachos, ¡elijan! ¡Cualquiera menos la morena, la grandota!” Al escuchar esto, los cuatro del Pacto Carmesí gritaron al unísono: “¡Cuando dijiste ‘grandota’, ¿Estabas hablando de sus pechooooooooosss?”

“¡Bastardos!”

Mavis estaba cabreada.

Ella estaba absolutamente furiosa.

Era la primera vez que las demás veían una expresión de verdadera ira en el rostro de Mavis.

En realidad, ella se veía… bastante genial.

“¡Realmente me diste un susto! Y te atreviste a hacerme cuestionar a mi propia familia… No te lo perdonaré. ¡Cortaré a todos y cada uno de ustedes!”

“¡Mavis, espera!” Mientras Mavis sacaba su espada, Reina la retuvo. “¡Solo puedes tomar dos de ellos! ¡Al menos deja uno para el resto de nosotras!”

“Entendido.”

Mavis canalizaría la rabia que sentía hacia sí misma para golpear a los hombres.


¿Cómo pudo haber dudado de su familia, incluso por un momento?

Reina, Mile y Pauline —sus verdaderos objetivos— sintieron una sensación similar de matar.

“Oh, ¿Así que las señoritas de Hunter’s Prep School están tratando de ponerse rudas? Hemos sido cazadores de rango C durante veinte–”

¡Cling!

El líder de los bandidos se quedó boquiabierto cuando la espada en sus manos fue derribada por el ataque interrumpido de Mavis.

“Levántala.”

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“¿Huh?”

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“Recoge tu espada. Esperaré.”

“¡Ugh!”

Con la cara torcida por la humillación, el líder rápidamente recuperó su espada, retrocediendo varios pasos.

“¡¿Crees que puedes burlarte de mí?! ¡Te arrepentirás de no aprovechar la oportunidad que tuviste! ¡Oooy! ¡Muchachos, vengan aquí!”

Reagrupando a sus compañeros, el líder se enfrentó nuevamente a Mavis. Otro de ellos se unió a él, con espada en mano. Los tres restantes se enfrentaron a Mile, Reina y Pauline, respectivamente.

Mile empuñaba una espada, por lo que asumieron que ella era una espadachín, pero aún era una niña de no más de once o doce años.

Las otras dos eran claramente magas. Sería peligroso permitirles usar magia, pero al menos desde esta distancia, si saltaran en el momento en que las chicas comenzaran un hechizo, podrían derribarlas fácilmente antes de que pudieran terminar el hechizo.

Mavis era una oponente feroz, pero claramente todavía era una novata con una experiencia mínima, por lo que contra dos veteranos, no tendría oportunidad.

O eso pensaban los hombres.

¡Fwoosh!

Dos ataques fueron a por Mavis a la misma vez, pero gracias a su entrenamiento contra ataques simultáneos de Mile y Veil, podía enfrentarse a varios enemigos al mismo tiempo. Incluso en esa fracción de segundo, vio a cada atacante claramente. El líder fue un poco más rápido y ella chocó primero con su espada.

Con sus espadas aún chocando rechazó también el segundo ataque. Las dos posturas de los hombres eran malas, por lo que ella podría haberlos perseguido fácilmente. Sin embargo, Mavis no se movió.

“¿Qu…?”


Los dos hombres se sorprendieron al ver que su doble ataque —una victoria segura— fue repelido tan fácil, aunque en realidad esto no era tan misterioso.

Lo que el líder había estado a punto de decir era: ‘Hemos sido cazadores de rango C durante veinte años’. En otras palabras, incluso después de más de veinte años con el gremio, aún no eran de rango B.

Aparentemente, no podían ganarse la vida sin asumir trabajos ilegales que el gremio no aprobara y a juzgar por su descuidado aspecto y su equipo, tenían un rango bajo incluso entre los cazadores de rango C. Aquí estaban, transmitiendo todo eso al mundo, cuando claramente no tenían nada de qué enorgullecerse.

Por el contrario, las graduadas de Hunters Prep School habían sido reconocidas por su habilidad excepcional y habían pasado medio año de entrenamiento intenso. Eran completamente diferentes de aquellas que habían luchado para ser promovidas de un rango D a C. Cada una de los miembros de Pacto Carmesí era una parte asombrosa — no, tanto— de un grupo especial.

Mavis llamó a los hombres fríamente. “Venid.”

Los otros tres bandidos estaban en pánico.

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Una vez que las magas comenzaron a lanzar sus hechizos, los bandidos habían planeado atacar a la pequeña espadachina frente a ellos y derribarla.

Las dos chicas estarían demasiado asustadas para actuar después de eso y el líder de los bandidos podría encargarse de ellas fácilmente una vez que haya terminado de derribar a la caballero. La tarea era simple. O eso habían asumido. Sorprendentemente, el líder estaba perdiendo incluso su pelea de dos contra uno.

Justo cuando comenzaron a pensar que no serían capaces de ir en ayuda de su líder hasta que las chicas fueran vencidas — para no ser atacadas por detrás — los miembros del Pacto Carmesí que se suponía que eran su presa comenzaron hablar.

“Bueno, supongo que deberíamos comenzar también,” dijo Pauline.

“Parece que son cazadores deshonrados del gremio de otra ciudad. Parece que no saben nada de nosotras,” agregó Reina.

“Pelear con todos uno a uno no es tan divertido. ¿Por qué no peleamos tres contra uno?”

“¡Tengo una idea!”

Las tres intervinieron a la vez: “¡Eso es lo que haremos!”

¡Wsh-whoosh!

Mile blandió su espada alegremente y con un ruido, la armadura de los tres hombres cayó al suelo.

“Wh…”

Sin poder comprender lo que acaba de suceder, los hombres se quedaron estupefactos.

Mile había removido la armadura de los hombres como una consideración a Reina y Pauline, que no podían golpear fácilmente a alguien sin un arma — así como para hacer que la magia de fuego de Reina fuera más efectiva. Sin embargo, en realidad, los magos del equipo no necesitaban tales ventajas.

Mientras los bandidos todavía estaban distraídos, comenzaron sus encantamientos. “¡Ignite!”

Reina había usado un hechizo de encendido el más básico de los hechizos de fuego.

Tres de ellos, en realidad, con fuerza decente.

“¡Gaaaaaaaaaaaaah!” Las cabezas de los tres hombres se incendiaron como antorchas.

Después de mirar esta escena estoica por varios segundos, Pauline fue la siguiente. “¡Waterball –Ultra Hot!”

Cuando sonaron las palabras de Pauline, tres esferas de agua aparecieron sobre su cabeza. Estaban hechos por agua roja.

“¡Fire!”

Las esferas volaron con fuerza hacia las cabezas de los hombres, golpeándolos y extinguiendo las llamas ardientes.

Qué amable de su parte, pensó Mile… hasta que los hombres comenzaron a gritar, tan fuerte como cuando se incendiaron en primer lugar.

“¡Eurgaaaaaaaaaahhhh!”

Fue entonces cuando Mile recordó.

Ahora que lo pienso, supongo que la idea de un ataque carmesí ‘Ultra Hot’ surgió cuando estaba hablando con Pauline sobre ataques mágicos de agua.

Sin embargo, ‘hot’ no solo significaba ‘caliente’.

De hecho, este ‘hot’ era más que ‘picante’. Además, esto era ‘Ultra Hot’.

Se filtró en sus ojos, narices, bocas y en las quemaduras en sus cabezas. Estaban atrapados en un infierno viviente, donde no podían gritar ni siquiera ver. Perdieron por completo la voluntad de pelear.

Al ver esto, Mile se dio cuenta de que no tuvo sentido en cortarles la armadura después de todo.

El líder y su séquito continuaron luchando desesperadamente para defenderse de los ataques de Mavis. A juzgar por los gritos de sus compañeros, que resonaban como desde las profundidades del infierno, tenían una idea bastante clara de lo bien que les iba. Desafortunadamente, no había nada que pudieran hacer al respecto.

¡Ka-cling ka-cling!

Las espadas de los dos hombres fueron arrancadas de sus manos por enésima vez. “Recogedlas,” ordenó Mavis, inexpresiva.

Los dos ya estaban al límite.

Ella pudo haberlos matado en cualquier momento, pero una y otra vez, que ella les tiraba sus espadas y los forzaba a que las recogieran nuevamente. Estaban cerca de la desesperación, pero habían logrado mantener la esperanza todo el tiempo — hasta ahora. Habían esperado que sus compañeros pudieran dejar a las magas indefensas y acudir en su ayuda o que pudieran capturar a las magas y usarlas como rehenes. Con eso habrían podido cambiar la pelea. Los bandidos habían estado esperando su momento, aferrándose a esa esperanza.

Sin embargo, esa oportunidad se había extinguido.

Claro, si lo pensaban, podían ver que tenía sentido. Si realmente hubiera existido el peligro de que las magas fueran capturadas, la caballero no se habría tomado el tiempo de burlarse.

Sus aliadas estaban completamente a salvo. Solo con esa firme convicción sería capaz de atormentar a los hombres. Era tan buena como un gato, jugando con un par de ratones.

Tarde o temprano, se aburriría de ellos y les daría el golpe final…

Incluso si tuvieran la suerte de voltear la situación, esas magas, que eran lo suficientemente fuertes como para derrotar a sus tres compañeros en un instante, estaban demasiado cerca como para apuntar sus hechizos a ellos. Sin embargo, con la obvia diferencia de poder, era más probable que los bandidos recibieran el golpe final primero.

Si alguien buscara la palabra ‘desesperación’ en el diccionario, la imagen de esta escena estaría justo al lado.

“Por favor, perdónanos…”

Finalmente, ambos perdieron la voluntad de seguir y colapsaron en el suelo donde habían estado de pie.

“¡No teníamos idea de que fueran tan fuertes! Nos dijeron que eran un grupo nuevo de rango C, todas eran chicas adolescentes, así que sería una victoria fácil… ¡Nos engañaron!”

El líder entre lágrimas, aunque esto no había sido incorrecto. Acababa de dar varios detalles críticos.

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“Cielos, ¿no crees que es un poco egoísta pedir que solo ustedes dos salgan ilesos?” El líder se dio la vuelta al oír una voz detrás de él.

“Sería injusto si no sufrieras el mismo destino que tus compañeros, ¿no?”

Los bandidos siguieron la mirada de Reina para ver a sus tres compañeros, jadeando, pero incapaces de gritar, quemaduras cubriendo sus cabelleras ahora sin pelo.

“Ee…”

Ambos hombres se encogieron.

“¡H-hablaremos! ¡Les diremos lo que quieran!”

“Está bien que lo digas, pero ¿no nos dijiste ya todo? Aceptaron una solicitud de alguien relacionado con mi familia, es decir, los dueños de la Compañía Beckett y nos atacaste para enviarme de vuelta a casa. ¿Qué más podrías decir que fuera información útil para nosotras?” Preguntó Pauline.

“Er…”

El líder se quedó sin palabras. ¡Qué idiota había sido! Tenían la intención de matar a las chicas después de divertirse con ellas, dejando a Pauline. Inclusive si las dejaban ir después de dejarlas incapaces de volver a trabajar como cazadoras, no les importaría ya que no vivían en la capital — y las chicas no conocían sus nombres.

De cualquier manera, siempre y cuando se llevaran a Pauline de la capital, no habría peligro que sus verdaderas identidades fueran descubiertas…





Y pensar que delatarían a sus jefes y sus motivos tan fácilmente, ellos de verdad no podrían caer más bajo. Pasados ya veinte años, un grupo aún en el fondo de los de rango C no se comportaría de esa forma.

“Pauline regresa al gremio y diles lo que sucedió. Diles que necesitamos un carruaje con escoltas, por favor. Ya que fuimos atacadas por cazadores de rango C el gremio debería cubrir los gastos. Sería más fácil si el objetivo lo explica.”

“Vale, entendido.”

Después de que Pauline dejara el área y ataran a los ladrones Reina se volvió a Mile y Mavis.

“Vale, discutamos ahora como lanzaremos un ataque contra la familia de Pauline.”


“Ah cierto. Pensé que sería algo como esto, por eso enviamos a Pauline, ¿verdad Mile?”

“Huh…”

“Huh.”

“¿Huh?”

Aparentemente, este pensamiento no se le había cruzado a Mile ni por cerca.

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