Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 14

Prologo: El Joven Tigre Despierta

— Verano del año 1543, Calendario Continental —

Aproximadamente tres años antes de que Souma fuera convocado a este mundo, en las estepas del noreste de la Unión de Naciones del Este…

Sobre el amplio cielo azul y las imponentes nubes cumulonimbus; bajo la vasta alfombra de hierba que parecía extenderse eternamente. Sin grandes montañas, sólo suaves colinas, si se esforzaban los ojos, se podía ver a lo lejos. Cuatro caballeros montados corrían por aquellas estepas como el viento.

Los cuatro caballeros portaban armas y llevaban armadura. Las monturas de pelo naranja que montaban eran como un cruce entre una cabra montesa y un oryx. Estos animales se llamaban temsbocks y se criaban para sustituir a los caballos de guerra. Un temsbock podía saltar a grandes alturas con un jinete a sus espaldas, dando lugar a la caballería saltarina, un tipo de tropa que sólo existía en estas estepas. A la cabeza del grupo cabalgaba un hombre corpulento de poco más de veinte años.

El hombre grande se volvió para gritar: “¡Ja, ja, ja! ¡Te estás quedando atrás, Kasen!”

“¡A-Aguanta!” el más joven del grupo, el chico que iba en la retaguardia, prácticamente gritó en respuesta. “¡Lord Fuugaaa!”

El que lideraba el grupo era Fuuga Haan. Era el hijo de veintidós años de Raiga Haan — el unificador de las estepas. Esto fue antes de conocer a Durga el tigre volador, por lo que montaba un temsbock como los demás. Pero incluso en ese momento, ya tenía la apariencia de un general.

El chico de la retaguardia, que llevaba un carcaj y una ballesta a la espalda, era Kasen Shuri. A los trece años era el más joven de la cohorte de Fuuga, pero sus habilidades como arquero a caballo eran lo suficientemente buenas como para dejar a cualquiera de los otros sin palabras.

“¡Bua, ja, ja, ja! Si sigues quejándote, te dejaremos atrás, Kasen”, dijo un hombre en medio del grupo. Iba montado en una montura con adornos que podrían haber competido con los de los Húsares Alados Polacos en cuanto a vistosidad.

Kasen frunció el ceño. “¡El modo en que esas alas tintinean es demasiado ruidoso, Gaten!”

“¡Ja, ja! ¡Qué pena! ¡Estas alas son mi marca registrada!”

Su nombre era Gaten Bahr. Era el único humano presente, por lo que no tenía alas. Era vanidoso y superficial, pero un comandante con talento que utilizaba el látigo de hierro que llevaba en la cintura para luchar con un estilo de combate muy variable.

“Je, je, Lord Fuuga no necesita que los rezagados le sigan.”

“Eso es lo que dijo cuando dejó atrás a Moumei…”

Kasen miró con resentimiento a Gaten, que se encogió de hombros.

“No había nada más que hacer con Moumei. Iba en un yak de la estepa.”

Moumei Ryoku, el hombre del que hablaban, era aún más grande que Fuuga. Era un poderoso guerrero que blandía un gran martillo. Sin embargo, debido a su enorme tamaño, no podía montar un temsbock. En su lugar, montaba un yak de la estepa — una gran criatura lanuda parecida a una vaca criada en las estepas. Eso le impedía seguir el ritmo de Fuuga y el resto, así que tendría que alcanzarlos a su propio ritmo lento más adelante…

“Si siguen parloteando, se van a morder la lengua”, advirtió Shuukin Tan, amigo de la infancia de Fuuga. Siendo de la misma edad que Fuuga, era un magnífico guerrero y estratega. Era de esperar que se convirtiera en el ayudante más cercano de Fuuga el día que éste ocupara el lugar de su padre como rey.

Shuukin acercó su temsbock al de Fuuga.

“De todos modos, Fuuga, ¿hasta dónde piensas llegar?”

“Tan lejos como pueda.”

“¿Eh?”

“¿No crees que sería divertido seguir hasta que nos quedemos sin tierra?” dijo Fuuga, mirando al horizonte con una risa.

Shuukin se apretó los dedos en la frente, sacudiendo la cabeza con consternación. “Ahora mismo nos dirigimos al norte. Si seguimos, acabaremos en el Dominio del Señor Demonio, ¿sabes?”

“¿Y qué? Haremos que el Dominio del Señor Demonio sea parte de nuestro dominio también.”

“¡¿Estás loco?! Incluso tu gran padre fue llevado al límite sólo por unificar las estepas”, dijo Shuukin, pero había un brillo en los ojos de Fuuga.

“Mi padre tuvo que empezar con una sola tribu. Por eso, unificar nuestra patria en la única nación de Malmkhitan fue todo lo que pudo conseguir. Pero yo empiezo con Malmkhitan. Shuukin, amigo mío, ¿me consideras un comandante menor que mi padre?”

“No… Eres más grande que él.”

Conociendo a Fuuga tan bien como lo hacía, estas palabras no eran un mero halago, sino algo que creía de verdad. La destreza marcial, la estrategia, el mando — Fuuga no carecía de ninguno de ellos cuando se le comparaba con el Rey Raiga — y tenía un mayor carisma que atraía a los demás hacia él.

Fuuga sonrió ampliamente y levantó el puño hacia el cielo.

“Correré desde esta estepa y llegaré tan lejos como pueda. Las rutas que tomemos se convertirán en nuestros caminos; las cosas que veamos se convertirán en nuestra tierra. Expandiremos nuestro país hasta el máximo límite.”

“………”

Era una afirmación audaz. Y, sin embargo, Shuukin no creía que fuera imposible. Incluso desde que apareció el Dominio del Señor Demonio, la gente del continente había tendido a mirar hacia abajo. Dejaron de esperar que las cosas mejoraran, y en su lugar rezaron para poder afrontar un mañana no peor que el actual. A pesar de ello, Fuuga tenía los ojos puestos en un futuro brillante y lejano. Así es como debe ser un líder.

“¡Lord Fuuga! ¡Te seguiré a cualquier parte!” dijo Kasen.

“¡Ja, ja, ja! ¡Es divertido correr con un comandante, después de todo!” estuvo de acuerdo Gaten.

Los dos habían estado escuchando su conversación.

Fuuga y Shuukin se miraron y luego se rieron de su reacción.

“Por supuesto. Yo también estaré contigo, amigo mío.”

“¡Sí, Shuukin! ¡Acompáñame en el viaje sin fin!”

Los dos impulsaron sus temsbocks para correr aún más rápido.

***

Sin embargo, ese invierno llegó el momento del destino: Raiga Haan, fundador de la nación de la estepa Malmkhitan, falleció repentinamente.

La causa fue una enfermedad epidémica, pero su muerte se produjo de forma tan repentina que se extendieron rumores diciendo que era obra de una facción política contraria. El hecho de que todas las tribus comenzaran a hacer movimientos inquietantes poco después no hizo más que echar leña al fuego.

Llegó el día del funeral de Raiga. La tradición de su tribu consistía en cavar un hoyo en la estepa abierta, depositar el cuerpo y los accesorios funerarios, y finalmente sacrificar un caballo y enterrarlo con el difunto. Raiga había pedido ese tipo de entierro tradicional cuando aún vivía.

 Viejo… ¿Esto es lo más lejos que puedes llegar…? pensó Fuuga mientras miraba a su padre tendido en la tierra. Tú unificaste las estepas y te convertiste en rey. Tú, un hombre como ninguno antes, sin restricciones por la tradición. Y sin embargo… elegiste ser enterrado a la antigua usanza. ¿Qué haré yo? ¿Habrá un momento en el que yo también me confíe a nuestras costumbres? Quiero vivir una vida más gloriosa y encontrar un final con el que pueda estar satisfecho…

Mientras Fuuga contemplaba, su hermana Yuriga, de diez años, se aferraba con fuerza a su lado. Le puso una mano en el hombro, atrayéndola aún más…

De repente, llegó un mensajero gritando: “¡Traigo un mensaje! ¡Las tribus hostiles hacia Raiga se han unido y se dirigen hacia aquí!”

Dadas sus palabras, era probable que otro mensajero se precipitara antes de que terminara el funeral.

“¡Maldición! ¡Deben ver el fallecimiento de Lord Raiga como su oportunidad para atacar!” Dijo Shuukin, con la voz llena de desagrado.

Yuriga apretó a Fuuga con fuerza. “Hermano mayor…”

“No te preocupes, Yuriga…” Fuuga le puso suavemente una mano en el hombro para apartarla, y luego llamó a un viejo soldado musculoso con orejas de lobo que estaba cerca: “¡Gaifuku!”

El nombre del hombre era Gaifuku Kiin. Era de la raza de los lobos místicos, pero a diferencia de Tomoe, no se había marchado como refugiado, habiendo servido a la Casa de Haan bajo el mando de Raiga.

Gaifuku se cruzó de brazos y dijo: “¡Señor!”

“Reúne a los hombres de inmediato. Sólo los que puedan venir.”

“Sí, señor. ¿Debo hacer el llamado a nuestras tribus aliadas también?”

“No es necesario. Querrán mantenerse al margen hasta que se aclare el vencedor. Estoy seguro de que están esperando para ver si soy un digno heredero de Raiga Haan. Y eso es exactamente lo que voy a demostrarles.”

A continuación, Fuuga miró a sus jóvenes amigos.

“¡Shuukin, Moumei, Gaten, Kasen!”

“”””¡Sí, señor! “”””

“Cada uno de ustedes, reúnan a los hombres que han entrenado para este día. Mostraremos nuestra destreza. Los que se opongan a nosotros y los que decidan esperar y ver vendrán a arrodillarse ante mis pies.”

“”””¡Sí! “”””

El enemigo había reunido alrededor de tres mil hombres. Las fuerzas personales de Fuuga contaban con un millar. Sin embargo, esto no borró su indomable sonrisa.

“¡Gaten, lleva cien jinetes para atacar su flanco derecho! ¡Hazlo de forma vistosa y llama su atención!”

“Entendido, Comandante.”

“Kasen, toma cien arqueros montados para disparar a su flanco izquierdo. Haz que rompan la formación.”

“¡Sí, señor!”

Habiendo recibido sus órdenes, Gaten y Kasen fueron a atacar los flancos. Aprovechando sus rápidos temsbocks, se ciñeron a tácticas que dañaban al enemigo al tiempo que limitaban sus propias bajas. Era similar a las moscas que revoloteaban alrededor de la masa de enemigos que se precipitaban todos en un solo grupo.

El enemigo que había intentado abrumarlos con su número fue sorprendido con la guardia baja y rompió la formación.

Al ver esto, Fuuga se puso el casco y le dijo a Shuukin: “¡Bien, Shuukin! ¡Vamos a entrar directamente!”

“Para perturbar al enemigo y sembrar el caos, ¿verdad?”

“Exactamente”, respondió. Fuuga se giró y llamó a un hombre enorme montado en un yak de la estepa: “¡Moumei! Encárgate de la infantería. Una vez que el enemigo esté confundido, ¡cárguen!”

“¡Correcto! ¡Entendido!” bramó Moumei, golpeándose el pecho con una mano mientras la otra sostenía su gran martillo. Fuuga asintió.

“Te dejo la defensa aquí, Gaifuku. Cuida de todos.”

“¡Déjalo en mis manos, joven maestro — no, mi Lord!” dijo Gaifuku, cruzando los brazos frente a él.

Volviendo a mirar al frente, Fuuga dio la orden: “¡Muy bien, en marcha, Shuukin!”

“¡Sí!”

Los dos dirigieron a la caballería que saltaba hacia el centro del enemigo.

Al acercarse a la primera línea del enemigo, saltaron por encima de los soldados que mantenían sus escudos preparados, despejando fácilmente la línea defensiva para atacar a los arqueros que estaban detrás de ellos. Los arqueros, que habían bajado la guardia, asumiendo que estaban a salvo detrás de los portadores de escudos, fueron masacrados por las espadas de Fuuga y sus hombres.

“¡Tenemos la ventaja numérica! ¡Reagrúpense!” Un comandante con una armadura especialmente impresionante intentó recuperarse del caos, pero…

“¡Estás en el camino!”

“¡Que…!”

Con un corte de Zanganto, la hoja que rompe rocas, Fuuga separó la cabeza del hombre de sus hombros. El hombre debía ser un comandante importante de la fuerza enemiga, porque el caos se aceleró. Para cuando Moumei llegó con la infantería, el enemigo se había derrumbado por completo. La caballería que saltaba persiguió a su enemigo en fuga y no mostró cuartel.

Cuando todo terminó, las estepas estaban manchadas con la sangre de sus enemigos. Fuuga y sus hombres habían derrotado a sus atacantes a pesar de enfrentarse a números superiores.

Con esta victoria, Fuuga demostró ser un digno sucesor de Raiga. No… De hecho, demostró que podría ser incluso más grande. Todas las tribus de la estepa se sometieron a él. Incluso las tribus que Raiga sólo había sido capaz de poner bajo su dominio como aliados se sometieron, haciendo de Fuuga el verdadero rey de las estepas.

El camino del joven tigre hacia la hegemonía comenzó aquí.