Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 2

Capitulo 18: Interrogatorio

Parte 1

 

 

Los soldados capturados fueron atados y los magos amordazados con los ojos vendados, luego noqueados con la magia de Mile. Si bien esto redujo en gran medida el grupo de candidatos para el interrogatorio, la seguridad era más importe.

Al principio, los soldados enemigos siguieron fingiendo ser bandidos, pero eso significaba que no serían juzgados como prisioneros de guerra.

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Sus destinos serían la tortura y la horca o trabajos forzados en la prisión infernal de las minas. No habría posibilidad de negociar el regreso a su país de origen y si se descubrieran sus identidades, sus familiares y amigos solo se enterarían de que eran delincuentes, involucrados en crímenes de otra tierra.

No fue difícil adivinar quién estaba detrás de la operación. Había monedas del Imperio Albarn en sus bolsos y su armadura estaba estampada por un famoso fabricante de dicho país.

En la Tierra, alguien que planeara este tipo de infiltración jamás llevaría tales cosas consigo, pero este era un mundo primitivo. De cualquier manera, tal evidencia era circunstancial e incluso en la Tierra un criminal podría afirmar que tales artículos habían sido puestos para tenderles una trampa.

Aun así, Bart concluyó que era poco probable que cualquier otro país hubiera planeado culpar al Imperio.

“Vale,” comenzó Bart. “¿Con quién debo negociar?”

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Después de una larga pausa, un hombre se ofreció voluntariamente. “…Yo.”

Era el comandante del pelotón. Había sufrido heridas graves, pero sobrevivió gracias a la magia de Mile. Ella había usado sus poderes para estabilizarlo y aunque sus costillas y su brazo derecho todavía estaban rotos y la sangre se escapaba por una profunda herida que le tomaría un tiempo curarse, se había recuperado lo suficiente como para hablar.


“Muy bien. Primero, ¿De verdad quieres que los tratemos como bandidos? ¿Serán tratados como los criminales más sucios, forzados a pasar el resto de sus vidas como esclavos en las minas sin nada de la gloria u honor de un soldado?”


“¡Q-qué cruel!”

“¿Hmm? ¿Qué dijiste? ¿‘¿Sí señor, somos bandidos’?”

“Gnh…”

El comandante se quedó sin palabras, con un rostro adolorido. Pauline les brindó un poco de apoyo.

“¡Tengo una idea! Si no cooperan, deberíamos decirle a su país de origen que los ‘bandidos’ que participaban en el bloqueo ilegal del comercio confesaron todo y recibieron cincuenta monedas de oro cada uno como recompensa de nuestro gobierno. De esa manera, todos sabrán lo rudos que eran. Estoy segura que sus familias estarán orgullosas.”

“¿Qu- qué…?”

El comandante se quedó estupefacto.

Si ese rumor se esparcía, su propio gobierno sería tratado como traidor. ¿Quién sabría cómo serían vistos sus familiares, amigos y conocidos después de eso?

“Pero si nos dicen la verdad, diremos, ‘Nunca nos dijeron nada, ni siquiera al torturarlos. Pudieron haber sido nuestros enemigos, pero eran personas honorables.’ Después, enviaremos algunos objetos personales para que sean entregados a sus familias. Después de eso, tal vez puedan convertirse en informantes de nuestro país sobre asuntos relacionados con el imperio Albarn, enlistarse en nuestro ejército y volverse cazadores e irse a otras tierras…. Incluso podrían reunirse en secreto con sus familias en otro lugar. ¡Las posibilidades son infinitas!”

“¿Quién…diablos…Eres…?”

Bart asintió. “Esa es una buena idea. Luego podremos decir que eran soldados del Imperio. Digo, tu y yo sabemos que son simples bandidos y no tienen ningún familiar para que enfrente tales consecuencias. Pero esto le daría una buena razón a nuestro país para iniciar una guerra contra los Albarnio. Sí, realmente sería genial si decimos que cantaron a cambio de su propia seguridad y una fuerte recompensa… ¡Joder, seguro que es algo bueno que no sean soldados del Imperio con familias que viven allí!”

“¿Q-qué ..?”

Pauline y Bart hablaban casualmente, Pauline hablaba como si los hombres podrían ser de verdad un soldado del Imperio mientras que Bart fingía ignorancia, argumentado que nada más trataban con simples bandidos.

Si bien sus propuestas no encajaban, era muy claro lo que realmente decían. El comandante estaba pálido como la cera y los otros capturados murmuraban entre ellos.

“De todos modos, no necesitamos tantos prisioneros, ¿verdad? Podemos quedarnos con aquellos que quieran colaborar y deshacernos del resto. Luego que tengamos la información, podremos fingir que se las arreglaron para huir a otro país…” Ante las palabras de Pauline, el silencio retornó entre los aliados y enemigos.

“S-sí, es cierto. Tal vez si reducimos el número un poco…” por supuesto, había un poco de vacilación en las palabras de Bart.

“E-espera, así es como tratan a los prisioneros de—”

“¿Prisioneros? ¡Pensaba que eran bandidos! Además, no es como si de verdad se hayan rendido. Incluso sus últimos cinco hombres en pie no pidieron tregua, si no que pidieron piedad. Bueno por lo menos no mataremos a esos cinco. A diferencia de ti, cumplimos nuestras promesas.”

“…….”

El comandante enemigo guardo silencio cuando uno se alzó entre los soldados.

“¡No! ¡Me rehúso! ¡No me volví soldado para ser simplemente asesinado como bandido! ¡Esta asignación está en oposición a nuestras políticas naciones! ¡Todos lo saben! No me importa mi vida para luchar por mi país y hogar. Por eso me convertí en soldado. ¡Pero no he trabajado todo este tiempo solo para romper tratados, asesinar civiles extranjeros y ser ejecutado como un bandido! ¡Si continuamos con esto, nuestras esposas e hijos serán marginados como familias de traidores, incluso podrían ser asesinados! ¡¿Es esto a lo que nos sentenció nuestro país?!”

“……..”

Sorprendentemente, el comandante no reprimió al hombre. En cambio, él y el resto de los soldados bajaron la cabeza, en silencio. Luego…

“Yo también me niego.”

“Igual yo.”

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“El Imperio nos traicionó. Ya no tenemos el deber de actuar en su nombre.” El grupo mercader se sorprendió de lo bien que estaba saliendo todo.

Por favor, nunca dejes que Pauline se vuelva contra nosotras… pensó Mile, mirando de un lado a otro. Al juzgar por sus rostros, Reina y Mavis estaban pensando lo mismo.

Después de que varios de los soldados expresaron sus sentimientos, no había razón para que el resto siguiera escondiéndolo. La verdad saldría a la luz de una u otra forma y aquellos que no cooperaren se llevarían la peor parte del deshonor, arriesgándose a la horca o una vida en las minas.

“¡Hablaré!”

“¡Yo también!”

“¡Yo igual!”

Uno tras otro, los soldados se decidieron, hasta que incluso el comandante se unió.

Al final, todos excepto los magos inconscientes aceptaron confesar y se decidió que solo los seis que murieron serían reportados como traidores. Puede ser difícil para sus familias escuchar, pero de hecho eran ‘soldados que no retornarían a su país, que siguieron las órdenes del Imperio hasta el final’.

El interrogatorio continuó hasta muy tarde en la noche. Los soldados contaron sobre su misión actual, la situación política y económica en Albarn e incluso adivinaron las razones por las que se les había pedido que tomaran una acción tan imprudente.

Finalmente, nombraron a los mercantes que el Imperio había patrocinado para traerles comida y otros ítems similares.

Tendrían que repetir todo esto cuando llegaran a la capital, pero era posible que fueran silenciados en el camino y valía la pena obtener una confesión completa de inmediato.

Según el comandante, no había más traidores en Amroth, pero no sabían si decía la verdad. Incluso si lo fuera, siempre existía la posibilidad de que el comandante no hubiera sido informado de otras unidades.

Después de un tiempo, los magos recuperaron la conciencia. Se les quito los tapones para los oídos y el comandante les contó todo lo que se había discutido hasta ese momento. Después de eso, asintieron en acuerdo.

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Ya que los cazadores no podían quitar exactamente las armas de los magos, tendrían que seguir atados por un rato más. Nada se podría hacer para prevenir que encantaran silenciosamente, pero al menos el poder de tales hechizos disminuía drásticamente y con sus ojos cubiertos, era poco probable que pudieran elegir la magia apropiada.

Los prisioneros fueron vigilados para asegurarse de que no intentaran cortar sus propias cuerdas y si alguno de ellos hacía un movimiento repentino, serían eliminados al instante. Sus mordazas solo se quitaron para permitirles beber agua y aunque fuera durante unos segundos, estaban bajo una cuidadosa supervisión.

Después del interrogatorio, era hora de cenar.

Los prisioneros no recibieron nada. Los seres humanos podrían vivir sin comida hasta por varios días. ¿Y cómo podría esperarse que los comerciantes, a solo un día de su destino, ofrezcan alimentos a un grupo de prisioneros que duplican su número? Especialmente cuando tenían al menos un día de retraso.

A algunos del grupo les pasó por la mente que probablemente había suficiente comida dentro del espacio de almacenamiento de Mile.

Sin embargo, liberar las manos de los soldados les daría la oportunidad de lanzar un contraataque. Además de eso, una vez que los soldados fueran entregados, probablemente serían interrogados innumerables veces y los cazadores no querían compartir demasiado sobre las habilidades de Mile.

Y así, los mercantes y sus asociados eran los únicos que comieron. Los soldados solo habían tenido un almuerzo ligero y ninguna cena y todos sus estómagos rugían.

Mile fingió llevar suministros del carruaje, mientras que en realidad sacó carne, frutas y verduras de su botín para prepararse para la comida. Reina encendió el fuego, Mavis hizo el corte y Pauline preparó bebidas calientes. Como siempre, las cuatro eran extremadamente útiles.

***

 

 

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Muy tarde esa noche, los cazadores estaban durmiendo, dispuestos a proteger los seis carruajes que aún estaban estacionados contra el acantilado.

Los mercaderes dormían en el segundo carruaje, mientras que los prisioneros y los bandidos estaban atados de pies y manos bajo la atenta mirada de sus guardias. No les dieron ni una sola manta, principalmente porque no había ninguna disponible. Lo suficientemente fatigados, los seres humanos pueden dormir bajo cualquier condición. Pasar una o dos noches sin dormir tampoco los mataría.

Habían capturado a todos los miembros de ambos grupos — los bandidos objetivos y los bandidos ‘extras’ —por lo que las posibilidades de ser atacados durante la noche parecían bajas. Pero, con todo lo que había sucedido, los cazadores no eran lo suficientemente estúpidos como para dormir sin dejar a alguien de guardia. Cualquiera que sea lo suficientemente tonto como para hacerlo seguramente moriría. De todos modos, capturar a los bandidos les había dado una sensación de alivio y el estado de ánimo era pasible.

Para mejorar su visión nocturna y protegerse de ser vistos, los vigilantes no podían encender una hoguera.

Desafortunadamente, esto hacía que la fatiga fuera más probable — particularmente para los vigilantes que acababan de estar en una batalla mortal.

El camino estaba a un lado de los carruajes y más allá de eso, una planicie rocosa.

Cualquiera que viniera por el camino sería visto con facilidad. Sin embargo, aún existía la posibilidad de enemigos escondidos en las sombras, acercándose sin ser vistos.

Y ahora, seis figuras de esas se acercaban.

Entre el grupo había uno que parecía ser su líder. A su señal se detuvieron y prepararon sus arcos. Para no sobresalir en la noche, cada flecha estaba cubierta de negro. ¿Sería un tinte? ¿O estaban cubiertas de algún tipo de veneno?

El líder levantó su mano. En el momento que la bajó media docena de flechas volaron hacía los guardias frente a los carruajes.

¡Cling! ¡Cling! ¡Cling ¡cling ¡cling! 

“¡¿Qué?!”

Completamente confundido, el líder levantó la voz. Este fue un gran error. Pero era comprensible. Todas las flechas que habían disparado a los vigilantes habían rebotado en el aire.

Eso no era lo único sorprendente.

¡Flaaaaaash!

 “¡¡¡¡Waaaaaaaaaaah!!!!”

Un destello de luz brillante delineó sus formas, casi cegándolos. Desapareció nuevamente al instante, pero después los hombres solo pudieron ver oscuridad. Su visión nocturna se había ido.

Era una señal de su buen entrenamiento que, después del inesperado grito, intentaron sin palabras recuperar sus posturas.

Pero estaba claro que no tenía sentido bajar las voces a este punto. Su existencia ya se había dado a conocer y no estarían seguros hasta que su visión se reajustara a la oscuridad. Bajo la oscuridad absoluta de un cielo nublado —sin luces de la ciudad o de las estrellas—los ojos expuestos a una luz tan brillante tardarían varios minutos en recuperarse.

Los hombres en pánico oyeron una voz. La voz de una joven chica. “¡Ajá! ¡Parece que las tropas de infantería han llegado!”

Tropas de infantería.

Unidades del ejército que vigilaban a las otras unidades desde atrás, encargados de entrar en combate si alguno de sus hombres intentaba retirarse, huir o rendirse sin permiso. Normalmente, su trabajo consistía en obligar a sus hombres a seguir luchando. Sin embargo, estas tropas de defensa habían tenido un propósito ligeramente diferente.

Su deber era localizar a los sobrevivientes de los grupos mercantes que las tropas de bloqueo habían atacado y aniquilarlos silenciosamente. Con los guardias de los mercaderes heridos y sin medios para defenderse, matarían a todos y cada uno de los sobrevivientes.

Incluso más que los encargados del bloqueo, estas tropas eran acusadas de matar personas inocentes —algo que cualquier soldado normal probablemente no podría hacer. En fin, los hechos se registraban como una acción de las unidades de bloqueo.

La existencia de las tropas de defensa era nula. No estaban en ninguna parte y no hacían nada. Ese era el tipo de luchadores que eran.


Si uno de los pelotones era tomado cautivo o se volvían traidores, los eliminarían de inmediato junto al enemigo. Ese es el papel que tenían ahora.

Eran un grupo de élite con un entrenamiento especial y hacían un juramento de absoluta fidelidad al imperio — haciendo cualquier trabajo sucio sin dudar. Era la naturaleza de las así llamadas tropas de infantería.

Sin embargo, esta vez no estaban a la altura de su reputación.

Juzgando que sus oponentes eran una caravana pequeña con pocos guardias, la tropa de infantería había planeado atacar a los sobrevivientes en su camino a Amroth. Cada uno podría encargarse de varios guardias, así que nada más se movieron junto al grupo para confirmar el desenlace de la batalla y evitarse la molestia de dividirse.

Ese habría sido un buen plan bajo cualquier circunstancia.

Pero en esta ocasión, con el grupo que se habían topado no era nada normal — algo que las tropas de infantería no tenían conocimiento.

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No importa el tiempo esperado, nunca aparecieron mercantes supervivientes y pensando que esto era sospechoso, se regresaron y tropezaron con una vista increíble.

¿Sus tropas habían  sido  vencidas  en  la batalla? ¿O  habían traicionado  al Imperio, esperando obtener asilo?

De cualquier manera, el deber jurado de las tropas de infantería no cambió. Para evitar que hablaran, matarían a todos. Eso era todo que había que hacer.

“Pensé que era curioso. Según el comandante, sus instrucciones eran incapacitar a los guardias, luego robar la carga y dejar ir a los sobrevivientes. Sin embargo, hasta ahora, el número de sobrevivientes ha sido cero. Ningún bandido se molestaría en atacar a un comerciante que ya había sido robado y estaba huyendo a pie…”

La voz de Mile era completamente plana. Era un tono extraño que Reina, Mavis y Pauline nunca habían escuchado antes – monótono, sin inflexión.

Aun así, era inconfundible.

…Está enojada… Sí, muy enojada.

Mile estaba muy, muy, muy enojada.

“Vale, ¿Qué harán ahora? ¿Se rendirán, confesarán todo y se volverán nuestros prisioneros? O.…”

“¡Mátanos!”


Parecía que de repente habían aprendido a hablar. Una vez que fueron encontrados y amenazados, no tenía sentido evitar el problema.

La visión de los hombres había comenzado lentamente a regresar, un hecho que Mile ya sabía. Al mismo tiempo, los guardias tomaron sus armas y se colocaron en posición. Incluyendo a Mile, había doce de ellos.

El líder de las tropas de infantería parecía aturdido.

Habían luchado contra cuarenta soldados. Incluso si por algún milagro hubieran logrado ganar, deberían haber estado débiles, al borde de la ruina total. Las tropas de infantería nunca esperaron encontrar a los doce cazadores de pie delante de ellos con buena salud.

Tal vez, pensó el líder de la tropa, la caravana fue una trampa desde el inicio y hay otros cincuenta combatientes ocultos debajo de las lonas de los carruajes. Quizás estos doce son los únicos en salir ilesos.

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